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05 de marzo de 2020

Ernesto Cardenal, poeta popular y revolucionario

El reciente 1 de marzo falleció en Managua, capital de su país, el gran poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, a los 95 años de edad. Había nacido en la ciudad de Granada en 1925. En su juventud estudió filosofía y letras en México y Estados Unidos, país donde en 1957 (año en que publicó su primer poemario) ingresó a la abadía trapense de Nuestra Señora de Getsemaní. Poco después continuó sus estudios de teología en México y se ordenó sacerdote católico en Managua en 1965. Como tal, adhirió activamente a la Teología de la Liberación, corriente cristiana surgida a fines de los años 60 en América Latina cuyo principio central es la “opción preferencial por los pobres”. En esos años, fundó una comunidad de pescadores, agricultores y artistas campesinos en el archipiélago de Solentiname en el Gran Lago de Nicaragua. En el último tiempo, el poeta se opuso a la construcción de un canal interoceánico que atravesaría el lago, obra faraónica impulsada por el presidente Daniel Ortega junto a una empresa china.

Desde muy joven, Cardenal fue opositor a la larga tiranía de la familia Somoza en su país, iniciada en 1934 por Anastasio “Tacho” Somoza con el asesinato de Augusto César Sandino, jefe de la insurrección popular contra la ocupación militar estadounidense de entonces. Ya en 1954, el poeta participó en la derrotada Revolución de Abril. Y tras la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 1961, se sumó a sus filas y a su lucha contra el régimen somocista. Derrocado éste en 1979 por medio de la guerra popular revolucionaria, Cardenal fue nombrado Ministro de Cultura, función que desempeñó hasta 1987. Por haber aceptado este cargo, así como por sus posiciones políticas y doctrinarias, en 1984 el papa Juan Pablo II lo suspendió en el ejercicio del sacerdocio. ​ Treinta y cinco años después, en febrero de 2019 el papa Francisco dispuso levantar este castigo.

En 1994 renunció al FSLN por discrepancias con la conducción de Daniel Ortega, y junto a otros intelectuales y artistas disidentes, entre ellos los escritores Gioconda Belli, Sergio Ramírez y el “cantor de la revolución” Carlos Mejía Godoy, apoyó al Movimiento Renovador Sandinista. A partir de entonces Cardenal sufrió todo tipo de agravios por parte de la camarilla de Ortega así como persecución política y judicial durante los últimos gobiernos de éste.

Uno de los temas que profundizaron las desavenencias tras la ruptura del FSNL fue la denuncia de la militante sandinista Zoilamérica Narváez Murillo, hija del primer matrimonio de Rosario Murillo, la esposa y actual vicepresidenta de Ortega, quien acusó en 1998 a su padrastro por violación y acoso sexual durante su niñez y juventud.

En los años recientes Cardenal hizo declaraciones públicas en solidaridad con luchas juveniles por derechos humanos y democráticos que fueron duramente reprimidas y se consideraba a sí mismo “un perseguido político”: “Me persigue la dictadura que tenemos, la pareja presidencial que con mucho odio está tratando de destruirme”, declaró en febrero de 2017. Tan es así, que partidarios del matrimonio presidencial abuchearon y golpearon a quienes homenajearon al poeta durante su funeral.

La poesía de Ernesto Cardenal está indisolublemente ligada a las luchas populares y antiimperialistas en Nicaragua. Con un marcado registro narrativo, su lírica articula la indagación y el rescate de las raíces aborígenes, de la geografía y la historia de su país, con la denuncia de las injusticias sufridas bajo la larga dictadura de los Somoza. En sus poemas expresa también su particular cosmovisión de creyente y militante de izquierda a la vez. En una de sus últimas visitas a nuestro país, asistió en Cosquín al Encuentro Nacional de Poetas con la Gente, donde repitió su acostumbrada autodefinición: “soy cristiano y marxista, no lo siento como una contradicción”.

Su libro Canto nacional (1973), editado en Buenos Aires por Carlos Lohlé y dedicado al FSLN, es un extenso poema en cual entrelaza la descripción de la naturaleza y la fauna de Nicaragua con su historia de explotación imperialista:

 

Ay la United Fruit

Ay la Standard Fruit

Unas compañías pasaron por aquí como ciclones. […]

La International Telephone and Telegraph

por allí anda suelta, como el tigre.

 

Y anhela que la lucha popular traiga el:

“… Amanecer de un nuevo día

y nuevas relaciones de producción.

  De cada uno según su capacidad

   a cada uno según sus necesidades.

Un sistema que resuelva las necesidades de la vida

   y las necesidades determinen la producción. […]

Comunismo o reino de Dios en la tierra que es lo mismo.

 

También de 1973 es Oráculo sobre Managua, un único y largo poema épico que, en línea con el anterior, canta a la lucha armada revolucionaria en su país y hace referencias al Che, a Fidel y reiteradamente a Mao Tsetung.

Toda la prolífica obra poética de Cardenal, que suma unos 20 títulos (y otros tantos de memorias y ensayos), se inscribe en la corriente nicaragüense llamada “exteriorista”, que incluye a muchos excelentes poetas. “El exteriorismo –escribe el propio Cardenal– es la poesía objetiva: narrativa y anecdótica, hecha con los elementos de la vida real y con cosas concretas, con nombres propios y detalles precisos y datos exactos y cifras y hechos y dichos. En fin, es la poesía impura. […] Exteriorismo es cuando el poeta nos habla de un tractor Caterpillar D4; […] o de un viejo motor de aeroplano encontrado por los campesinos en las montañas de las Segovias y que una vez el guerrillero había derribado; o de una india atacada en el mercado, con el estómago vacío, lleno de hambre; […] o la desolación de la Costa Atlántica donde pasaron las compañías yankis arrasando los pinares; o unos guerrilleros en el brumoso atardecer acercándose a un pueblito a tomar un cuartel”…

Cardenal consideraba que “la literatura sola, la literatura por la literatura, no sirve para nada. La literatura debe prestar un servicio. Debe estar –como todo lo demás en el universo– al servicio del hombre. Por lo mismo la poesía también debe de ser política. Aunque no propaganda política, sino poesía política. […] La poesía puede servir para algo: para construir un país, y crear un hombre nuevo, cambiar la sociedad, hacer la futura Nicaragua –como parte de la futura patria grande que es América Latina”.

 

Un poema:

Joaquín Artola

Yo ya trabajé una vez en esta hacienda, patrón,

cuando la guerra —dice el campisto—.

Yo era muchacho, y me acuerdo que una mañana

todavía bien temprano y con el llano todo nublado

salí a recoger la yeguada para tusarla,

y ya venía con las yeguas cuando oigo unos tiros

y las yeguas que oyen los tiros y se asustan

y yo las chuceo para que no se me vuelvan

y las bestias se me corren y yo voy detrás dellas,

y eran los yanquis, que cuando oyeron la yeguada

huyeron por el llano creyendo que eran refuerzos

y yo a caballo detrás de las yeguas y los yanquis

y los voy chuzando a los yanquis y gritando:

¡Ansina que aquí soy yo, Joaquín Artola!

Y detrás de mí los van macheteando

o lazándolos con soga y guindándolos de los palos

y un Andrés Castro* mató a uno con una piedra.

Los demás se corrieron por el llano de Ostocal.

 

Hoy vuelvo aquí, ya viejo, a pedir trabajo, patrón,

pero no es la primera vez que yo estoy en «San Jacinto».

 

Escribe Santiago Eloa

 

* Héroe de la batalla de la hacienda San Jacinto durante la Guerra Nacional nicaragüense, combate en el cual los patriotas nicaragüenses derrotaron en 1856 a las tropas mercenarias yanquis del filibustero William Walker

Hoy N° 1806 18/03/2020