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18 de marzo de 2020

Agroecología: Una discusión en marcha

¿Es posible un agro sustentable?

Extraído de la Tesis de Maestría de Víctor Rosenfeld. Año 1998.

“Considerada desde el punto de vista de una formación económica superior de la sociedad, la propiedad privada de algunos individuos sobre la tierra parecerá algo tan monstruoso como la propiedad privada de un hombre sobre su semejante. Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexistan en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son simplemente sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como boni paters familis y a trasmitirla mejorada a las futuras generaciones”.1

La agroecología ha obtenido enormes resultados en el mejoramiento de la sostenibilidad de la producción agrícola en la actual situación económico-social del mundo. Permite a los campesinos establecer estrategias de defensa frente al avance la agricultura moderna manejada por las corporaciones interesadas en el beneficio inmediato sin tener en cuenta las consecuencias naturales y sociales de sus acciones; privilegia el análisis del ecosistema local, sus relaciones internas (capital, mano de obra, conocimiento local, tecnología) y las consecuencias de sus relaciones con el exterior.

Sin embargo, el marco general que tiñe todo y particularmente la forma de relacionarse con la naturaleza de los hombres, es el modo de producción capitalista; en él los resultados se miden por el beneficio que se obtiene en forma inmediata, en el corto plazo; decae por lo tanto con este sistema el interés o consecuencia perjudicial –remota- de los actos productivos.

Si bien el hombre es el único ser viviente en condiciones de conocer los efectos posteriores de sus actos, estudiarlos y obrar controlando los efectos destructivos que los mismos dirigidos a la producción ejercen sobre la naturaleza, no podemos referirnos en la actual sociedad al hombre en general, a los hombres “hermanados frente a la naturaleza”.

La sociedad actual, el mundo contemporáneo (si consideramos las naciones) se encuentra dividido básicamente entre poseedores y desposeídos. (o ricos y pobres); y son los poseedores los que determinan qué hacer, cómo hacer y a quién beneficia lo que se hace. Esa es la lógica del capitalismo, la lógica del mercado; obtener la máxima ganancia en el menor plazo.

Sólo así puede explicarse el conflicto de desigualdad que ocurre hoy en la sociedad; se ha desarrollado la producción, ha aumentado la tecnología y productividad del trabajo a niveles que deberían permitir a los hombres disfrutar de las riquezas por ellos creadas y estar liberado en gran medida de los sufrimientos que trae la pobreza y el hambre.

Considerando la amplitud de la concepción agroecológica, que abarca cuestiones que dependen no sólo de la dinámica interna, sino que también de la externa de las unidades de producción (que no son controladas por los campesinos o productores involucrados), queda planteado un interrogante sobre los límites de la agroecología, en tanto y en cuanto no se produzcan cambios en las relaciones de producción entre los hombres y entre las naciones.

“La Agricultura sostenible –tal como la describen las principales corrientes institucionales– tiene una visión relativamente benigna de la agricultura capitalista. Supone la persistencia de la propiedad privada en la agricultura y busca perfeccionarla y/o hacerla más justa. Esta visión reductiva de la estructura de la agricultura actual –como una condición dada– restringe la posibilidad de implementar alternativas que la cuestionen”.2

Hasta el momento ha predominado en la agricultura moderna la corriente altamente exigente en insumos, que favorece a los monopolios y determinó una política de crédito, comercialización e investigación vinculada. En el futuro las tecnologías de bajos insumos (como lo señala Altieri en el trabajo citado) podrán incrementarse (pone como ejemplo la biotecnología) y no serán neutrales en cuanto a escalas de uso y capital a invertir; la reducción de costos de producción podrá llevar a grandes agricultores a orientarse en ese camino (de hecho, ya hay quienes lo están haciendo)3 produciendo el efecto de la competencia que desplazará de la producción a muchos pequeños productores.
P. Rosset4 en un reciente artículo alerta sobre el avance de las grandes compañías químicas en la producción de insumos biológicos de alto costo ocurrido en los últimos tiempos.5

Evidentemente, los alcances del desarrollo agroecológico y sus límites relacionados a la pequeña propiedad frente a la acción de los monopolios y las políticas propias de los países o bloques de países que actúan de acuerdo a los intereses dominantes, así como la definición de las estrategias a seguir por los impulsores de las propuestas agroecológicas es una discusión en marcha, y ello se manifiesta permanentemente en las propuestas, preocupaciones e investigaciones de sus principales exponentes.6


1 Carlos Marx, El Capital, tomo III, pag.719-720. FCE, México.
2 Miguel Altieri, “Desarrollo sostenible y Pobreza Rural: Una perspectiva Latinoamericana”. Ruralter Nº 10, 1992.
3 En Buenos Aires (Argentina) se encuentra el Tambo Ecológico Mas Grande del Mundo (“Tatay”) con 6.300 has certificadas y una producción diaria de 35.000 litros de leche orgánica. Revista Infotambo, 1997.
4 Óp. Cit. 1997.
5 Carlos Popic, Pte. de la filial argentina de Monsanto explicó que la firma se dedicará a las “Ciencias de la Vida” además de mantener su producción química (Diario Clarín de Buenos Aires, 5/5/97). Por su lado Dupont ha facturado U$ 2500 en 1997 en biotecnología, información aparecida en el diario La Nación de Buenos Aires, el 12/5/98.
6 “Así: qué, cómo y para quién se produce, son preguntas claves que necesitan ser consideradas para el surgimiento de una agricultura socialmente equitativa”. M. Altieri. Ob. Cit. Pág. 29.

Hoy N° 1806 18/03/2020