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30 de marzo de 2011


Escraches y piquetes como tema de enseñanza

Hoy 1362 / Los maestros pueden enseñar a los jóvenes a pensar con su propia cabeza

La inclusión de los “escraches y piquetes” como temas de enseñanza generó una polémica mediática días antes de comenzar las clases. Ése y otros temas relacionados con la participación política se dictarán a partir de este año en la materia Política y ciudadanía de 5º año de las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires.

La inclusión de los “escraches y piquetes” como temas de enseñanza generó una polémica mediática días antes de comenzar las clases. Ése y otros temas relacionados con la participación política se dictarán a partir de este año en la materia Política y ciudadanía de 5º año de las escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires.
Clarín, La Nación y otros medios le dedicaron editoriales y notas al asunto. “Temen el uso político de la escuela” y “El riesgo de hacer una apología”, tituló La Nación (19/22011). “Un escrache a la educación” fue el título de la columna de Ricardo Roa, editor general adjunto de Clarín (16/2/2011), concluyendo, en la misma nota, que “todos los escraches son una forma de fascismo”.
La polémica se caracterizó por su superficialidad, porque se centró en un tema puntual: piquetes y escraches sí o no, y no en la necesaria y siempre postergada discusión de fondo sobre el conjunto de los contenidos de enseñanza de las escuelas secundarias. Pero, más allá de eso, ¿qué es lo que irrita tanto a los distintos voceros que se han manifestado en los medios de comunicación? ¿Qué temen en verdad?
¿Tienen miedo, acaso, de que los miles de estudiantes secundarios que el año pasado fueron protagonistas de una histórica lucha en defensa de la educación pública, que tomaron centenares de escuelas y participaron en innumerables asambleas y cortes de calles hablen y reflexionen sobre lo que pasó y se planteen cómo continuar y profundizar el camino iniciado?
¿Se ven, tal vez, amenazados por unos adolescentes que pueden cuestionar (y desbordar) los límites y mecanismos “autorizados” de participación, es decir, la democracia formal y vacía de poder que tenemos?
Parece que algunos se asustan cuando la realidad de los que luchan se hace visible, cuando los siempre ignorados, ninguneados por las instituciones de la democracia formal, se colocan en el centro de la escena pública y practican la democracia grande, amenazando privilegios de los de arriba.
Piquetes, escraches, cortes de calles y rutas, son todas formas de la lucha de los obreros, los estudiantes y los sectores populares, que se fueron esbozando a lo largo de la historia de la lucha de clases en todo el mundo y también en nuestro país. Son expresiones que alumbran la búsqueda de la justicia y también son herramientas de la organización del pueblo contra la represión estatal o paraestatal.
No es un invento de esta época que los contenidos educativos oficiales sean objeto de manipulación ideológica por parte de las clases dominantes. Por ejemplo, los verdaderos protagonistas de la historia, los que luchan, casi siempre están ausentes del “relato” oficial de la historia que nos enseñan. Así, ésta se presenta como la historia de los distintos personajes con sus personalidades, temperamentos y hasta caprichos.
Sabemos que no hay contenidos neutrales y que la escuela siempre ha sido uno de los lugares donde se libra la lucha de clases en el plano ideológico. La disputa por imponer distintas concepciones educativas es una de sus expresiones. A lo largo y ancho de nuestro país, se realizan cotidianamente valiosas experiencias educativas que pueden enmarcarse en esas luchas.
Muchos docentes, cuando plantean un tema cualquiera, aunque no esté establecido por el plan de estudios oficial, dan lugar a la discusión y reflexión colectiva en sus aulas. También entienden que no hablar de la realidad que vivieron (y viven hoy) nuestros pueblos sería como no hablar de ellos mismos. Estos son los maestros que ayudan a los jóvenes a pensar con su propia cabeza, para que puedan desenmascarar los “doble-discursos” y buscar la verdad en los hechos.
 

 

Está pendiente un debate profundo
El planteo de estos temas en las clases, seguramente, servirá para poner de relieve las permanentes contradicciones entre el “relato” sobre una Argentina de ficción a que nos tienen acostumbrados y los hechos concretos que sufrimos a diario: criminalización de la protesta social y de luchadores, represión estatal y paraestatal, gatillo fácil, especialmente contra los jóvenes, etc.
Hay pendiente un debate más profundo y significativo sobre los contenidos de la enseñanza en la escuela y su necesaria revisión. La lucha por acceder a la educación y a otros contenidos es parte de las luchas por una sociedad que termine con la explotación del hombre por el hombre y sus consecuencias, como la contraposición del trabajo intelectual con el manual, de la ciudad con el campo, de la mujer con el hombre. En definitiva, y a pesar de lo que oficialmente “se debe” enseñar en las escuelas, sean primarias o secundarias,  la realidad muestra que miles de jóvenes se suman día a día a las distintas luchas de nuestro pueblo.