Esta reforma, que en Capital Federal lleva adelante el gobierno de Macri, se enmarca en la aplicación de las leyes de Educación Nacional y de Educación Técnico Profesional que sostiene el gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner.
Esta reforma, que en Capital Federal lleva adelante el gobierno de Macri, se enmarca en la aplicación de las leyes de Educación Nacional y de Educación Técnico Profesional que sostiene el gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner.
Las escuelas que comenzaron con las tomas son las que sufren más la reforma: las técnicas y las artísticas, ya que esas escuelas de formación específica se transformarían en bachilleres comunes con diversas orientaciones. De esta manera desaparecerían los títulos específicos que son los que tienen inserción laboral directa.
En el caso de las escuelas técnicas, la reforma actual está en línea con viejos proyectos de destrucción de la escuela técnica, que asumieron diferentes versiones en cada época, para los cuales sólo interesa la formación de operarios flexibles para los pocos empleos que puedan generar las grandes empresas monopólicas, hoy extranjerizadas en su mayor parte, y que no desarrollan tecnología en nuestro país. Entre esos antecedentes pueden mencionarse: desde el proyecto de liquidación de la escuela técnica de 1972, durante la dictadura de Lanusse, que desató masivas luchas contra la llamada “Ley Fantasma”, hasta el desfinanciamiento y destrucción del Conet, durante la dictadura de Videla, y la Ley Federal de Educación de 1993, durante el gobierno de Menem, donde se omite a la educación técnica y en varias provincias se disuelve como especialidad con la implementación del Polimodal.
La reforma se propone la “secundarización” de los contenidos de enseñanza técnica y “elevar” los contenidos de especialización al nivel superior. En concreto, se reduce la cantidad de horas destinadas a la enseñanza práctica (taller), eje vertebral de la educación técnica.
De esta manera se refuerzan los filtros para el acceso del pueblo a mayores niveles de educación, pero también se afecta la preparación de miles de técnicos calificados que luego van a trabajar a las miles de pequeñas y medianas industrias nacionales. La educación técnica es un componente fundamental de un proyecto productivo independiente bajo otras premisas: recuperación de los recursos naturales, e inicio de un proceso de reindustrialización sostenido, independiente, que atienda a la calidad de vida de todas sus regiones y pueblos de manera armónica y con creciente dominio de tecnologías propias.
¿Cómo es en las escuelas de arte?
Las escuelas de arte también vienen sufriendo desde la aparición de la Ley Federal de Educación y la Ley de Educación Superior, leyes del gobierno menemista. Esta última, hoy sostenida por el gobierno K en todo el país, atenta directamente con la formación y el titulo de estas carreras. En el año 1994, el gobierno de Menem trató de transferir las escuelas de arte al Ministerio de Cultura. Fue un momento de mucha lucha y movilización, gracias a la cual los estudiantes lograron frenar el traspaso y seguir siendo escuelas de arte y que sus títulos sean docentes.
Pero, también ese año, el gobierno de Menem completó el proceso iniciado en 1978 por la dictadura con la transferencia a las provincias y a la municipalidad de la Ciudad de las escuelas nacionales, perdiéndose así los títulos nacionales que éstas otorgaban. Escuelas como la Yrurtia, Lola Mora, Manuel Belgrano, Esnaola, Arranz, dejaron de dar títulos de validez nacional para pasar a otorgar títulos municipales, bajando el puntaje docente y el alcance laboral.
La actual Ley Nacional, que en la capital implementa el ministro Bullrich del gobierno de Macri, no sólo avanza en ese sentido sino que va un poco más lejos, cambiando los títulos como los de maestro, instrumentista, etc., para convertirlos en títulos de “bachiller con orientación en…”.
La transformación en bachilleres modifica la currícula actual, dejando afuera muchas materias de formación específica. Este es un problema muy importante ya que se devalúan los contenidos de los títulos y se restringe la salida laboral para muchos jóvenes.
Este es un reclamo justo, por el que los estudiantes secundarios vienen luchando desde el año 1992, contra las reformas curriculares en las escuelas, contra el desfinanciamiento del Estado a la educación pública, que promueve la privatización de la educación, contra la ingerencia de la iglesia y de las empresas en los planes de estudio, etc.
Las tomas defienden a las escuelas públicas de arte, porque la educación artística es un derecho y una necesidad de cientos de jóvenes que entienden que el arte es una herramienta para cambiar el mundo.
¿Qué escuela para qué país?
La lucha de los secundarios técnicos y artísticos ha puesto el dedo en la llaga y reavivado la gran discusión: ¿vamos a pensar en una escuela para el desarrollo de una industria nacional independiente que pueda fabricar en el país las herramientas, máquinas o equipos que hoy se importan? ¿O se piensa en un técnico que sólo pueda poner en marcha o reparar y modificar equipos importados? ¿Vamos a recuperar la escuela técnica o nos conformamos con la escuela tecnológica donde el saber hacer se relativiza y dónde la especificidad no es tan importante?.
¿Se necesita una educación artística pública como componente fundamental del desarrollo de la cultura e identidad nacional, o se deja para las elites que se mueven en los “mercados culturales”?.