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05 de junio de 2013

El sábado 1/6, compañeros de diversas organizaciones recorrimos el Centro Clandestino de Detención de la ESMA, junto a integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD).

ESMA: una herida abierta

El Centro Clandestino de Detención por dentro

“Capucha”, “capuchita”, “el sótano”,” la huevera”, “la pecera”. Términos que marcan el terror fascista desplegado por la dictadura genocida. Sitios identificados por los sobrevivientes del centro clandestino de detención que funcionaba principalmente en el Casino de Oficiales de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). Decimos principalmente, pues también se usaron otras dependencias.

“Capucha”, “capuchita”, “el sótano”,” la huevera”, “la pecera”. Términos que marcan el terror fascista desplegado por la dictadura genocida. Sitios identificados por los sobrevivientes del centro clandestino de detención que funcionaba principalmente en el Casino de Oficiales de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). Decimos principalmente, pues también se usaron otras dependencias.
Tres de estos sobrevivientes: Carlos “Sueco” Lordkipanidse, Enrique “Chiquito” Fuckman, y Osvaldo Barros, oficiaron de guías en este viaje al interior de una de las heridas abiertas de la historia de nuestra patria.
En la ESMA funcionó uno de los más de 600 campos de concentración que instaló la dictadura a partir del 24 de marzo de 1976, campo por donde se calcula pasaron cerca de 5.000 personas; la casi totalidad de ellos continúan desaparecidos.
El predio de la ESMA ocupa 17 hectáreas en la zona norte de la Capital Federal, y allí funcionaron hasta 1983 distintas instituciones de la Armada, muchas de ellas educativas. A partir de 2004, allí se estableció el Espacio Memoria y Derechos Humanos “órgano Ejecutivo tripartito integrado por un representante del Gobierno Nacional, un representante del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y un representante del Directorio de Organismos de Derechos Humanos”, dice el sitio web oficial.
La recorrida tuvo un objetivo doble: por un lado brindar un testimonio directo del dolor, sufrimiento y resistencia vivido en la ESMA, y por el otro fundamentar la posición de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), sobre “qué memoria queremos construir”, ante la utilización actual del predio, y de un proyecto del gobierno nacional de realizar una “intervención artística” en el Casino de Oficiales.

Una recorrida por el infierno
Los sobrevivientes propusieron hacer el mismo recorrido “que hicimos cuando nos chuparon”. Esto implicó de entrada visualizar que, aunque la mayoría de los secuestrados estuvo en Casino de Oficiales, “Selenio” en la jerga del Grupo de Tareas que lo dirigía, todos en la ESMA tenían conocimiento de su existencia, ya que los coches con gente encapuchada, esposada y los pies engrillados, ingresaban por distintas puertas, custodiadas por personal de la Armada, mayormente estudiantes.
Los integrantes de AEDD se ocuparon de insistir, durante las cerca de tres horas de recorrida, que todas las instalaciones de la ESMA estuvieron vinculadas a la labor del Grupo de Tareas, desde la Enfermería hasta la Sección Automotores. “Traían a los oficiales embarcados y les pasaban películas de los secuestros y las torturas. Era una política para que todos estuvieran involucrados”.
El Casino de Oficiales es un edificio de tres plantas y sótano, ubicado al norte del predio, muy cerca de las Escuelas Técnicas Raggio. Allí el terror se daba la mano con el cinismo. En el mismo lugar donde se alojaban los oficiales (en los pisos 1 y 2), y donde se encontraba el salón de fiestas, estaba el centro clandestino, con sus lugares de reclusión en los pisos altos, “capucha” y “capuchita”, la pieza para las embarazadas (se conocen 32 niños nacidos en la ESMA y apropiados); los centros de tortura y trabajo esclavo: “huevera”, “pecera”, “pañol”, en el sótano, y el “Dorado” (comedor de oficiales), donde funcionaba la dirección del Grupo de Tareas.
Estremecedores fueron los relatos de los compañeros, quienes mostraron en detalle cada uno de los lugares, en un edificio hoy des- mantelado, con placas y mapas explicativos en las distintas áreas. “Acá metían el camión de culata donde se llevaban a los compañeros adormecidos con el ‘pentonaval’ para los ‘traslados’”. “La avenida de la felicidad”, era como llamaban el pasillo hacia las salas de torturas, una de ellas la “huevera”, ya que estaba aislada acústicamente con cajas de huevos. “Podías estar almorzando en el comedor, y en la huevera estaban torturando”.
“Este fue un lugar de tortura y muerte, y también un lugar de resistencia”, recuerda emocionado Lordkipanidse, contando el caso de Víctor Basterra, que cae con su mujer y su hija de 2 meses, María Eva. Se quiebra el Sueco (al que picanearon con su hijo de 20 días encima de su pecho), al recordar que “Bety se negó a entregar a la beba de Basterra al torturador”, “y pone el cuerpo entre el torturador y la beba”, completa Fuckman, describiendo los distintos tipos de tortura.
La Marina montó, sobre la base del trabajo esclavo, distintas actividades: impresiones, laboratorio fotográfico, fotocopiadoras, armado de boletines de prensa, falsificación de documentos, etc. “Sabemos que pasaron 5.000 personas a partir de los microfilms que nos hicieron copiar”.
“Capucha”, y “Capuchita”, en los altos del edificio, especie de grandes altillos, eran los lugares donde se aojaban a los secuestrados, de a tres entre paneles de madera, obligados a estar todo el día acostados, encapuchados, esposados y engrillados. Contaron los compañeros gran cantidad de anécdotas cotidianas, la comida, el baño, el comenzar a distinguir las formas a través de la capucha, que se usaba hasta para comer, la solidaridad entre los detenidos, las distintas actitudes de los guardias (todos estudiantes de años superiores que cobraban un sobresueldo por la tarea). Y cómo, hasta los más “buenos” con los varones, violaban sistemáticamente a las mujeres.
Describieron los sobrevivientes los cambios operados en la estructura del edificio ante la venida de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA (1979), y que “Trasladaron a todos los detenidos a una isla en el Tigre cuando vino la Comisión. Cuando se fue, los trajeron a todos de vuelta para acá”. Hubo algunos cambios luego de este hecho, cuando se releva al “Tigre” Acosta de la jefatura del Centro Clandestino, “los guardias dejaron de golpear, pero las violaciones seguían”.

La manipulación de la memoria
Salimos del Casino de Oficiales, con el peso de los testimonios que escuchamos durante casi dos horas, y del dolor y el odio por las aberraciones del terror fascista, pasamos a la indignación por la manipulación indignante del pasado, para inventar un presente heroico que no es. En las arboladas calles de la ESMA, el visitante se choca con grandes carteles con las figuras de Néstor y Cristina Kirchner con leyendas “gracias por devolvernos la patria”.
Allí se comprende que a la lucha por juicio y castigo a todos los genocidas, por todos los compañeros, se le suma una batalla contra la utilización de la memoria. Asistimos con toda crudeza a la apropiación por parte del kirchnerismo –cuyos fundadores se enriquecieron con la política económica de la dictadura–, de décadas de gloriosa lucha popular.
Uno puede ver con dolor la cooptación de muchos de los organismos de derechos humanos, que a cambio del silencio cómplice frente a la impunidad de hoy, han recibido edificios enteros, en los que no sólo se han hecho “asaditos” como el del ministro Alak, sino recientes reuniones de la agrupación Kolina (de Alicia Kirchner), para festejar los diez años de gobierno.
En este panorama, a la vuelta de la recorrida por todo el predio, donde también se ha instalado la sede del canal Encuentro, el programa Paka-Paka, y la señal DeporTV, y donde se encuentra en construcción un “Museo por Malvinas”, los integrantes de la AEDD denunciaron “como se desvirtúa lo que pasó acá. Acá hay murgas, payasos, recitales, asaditos, etc.”, lo que se agrava con el proyecto del poder ejecutivo, por el que se quiere transformar el Casino de Oficiales.
Osvaldo Barros explica que el gobierno pretende hacer, en el Casino de Oficiales, una “intervención”, con paneles acrílicos, plasmas, espectáculo de luces y sonido, y en el sótano “donde nos torturaron, una especie de fuente de agua que según ellos recuerda a los compañeros desaparecidos”. Este proyecto eliminaría las visitas colectivas, el trabajo de los guías, y reduciría al visitante a un observador de un discurso previamente montado.
Barros recuerda que cuando comenzaron los debates sobre qué hacer con el predio, allá por el 2004, hubo acuerdo entre todos los organismos de derechos humanos en que se privilegie la historia de militancia de los desaparecidos que pasaron por allí, y la historia del Grupo de Tareas, y que hoy, 2013, ninguna de las dos cuestiones se ha concretado.
La AEDD se opone frontalmente a este proyecto, además, porque la “intervención” en el Casino de Oficiales lo eliminaría como fuente de pruebas judiciales, lo que es gravísimo teniendo en cuenta que sólo se han sustanciado una mínima parte de los juicios por los desaparecidos allí. También denuncian que esto impediría a los sobrevivientes, y a sus familiares, reencontrarse y conocer cómo fueron los lugares donde estuvieron secuestrados.
Tras la denuncia, los compañeros de la AEDD instaron a redoblar la lucha contra la manipulación de la memoria y la utilización por parte del gobierno de estos hechos tan sentidos por el pueblo argentino, y finalizamos la recorrida con un estruendoso ¡30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, presentes, ahora y siempre!, en la propia Plaza de Armas de la ESMA.