Quiero agradecer por este homenaje que a nosotros, familiares, a mamá, a Martín, a mis hijos que no están acá presentes, nos llena de orgullo. Todavía no nos acostumbramos a su ausencia, pero en este ámbito lleno de jóvenes, quiero transmitirles la alegría de Rafael.
Lo que es hacer una línea de coincidencias, ¿no? Rafael era hijo de campesinos chicos y arrendatarios. Mi papá era chacarero de 25 hectáreas, pero era arrendatario, no eran de él.
Estudió en la Escuela de Agricultura, le otorgan un préstamo de honor para venir a estudiar, porque era buen estudiante. Previamente antes de venir a Corrientes trabaja en una empresa de genética, después le da ese préstamo de honor el gobierno de la provincia de Santa Fe, gana la ayudantía de cátedra en Botánica…
Era feliz luchando. Después vinieron los años de cárcel, fueron muchos, muy dolorosos, pero salió fortalecido por sus convicciones. El estaba orgulloso de sus compañeros de lucha y de su Partido, que no solamente no lo abandonaron a él sino que no nos abandonaron a nosotros, sus familiares. Más allá de la tristeza, yo quiero transmitirles a los jóvenes que vale la pena luchar. Ustedes sentirán un vacío de su trabajo y nosotros los extrañamos muchísimo. Porque era un hombre muy feliz, un hermano adorado. Nuestra familia fue una familia de dolor, pasamos por muchas cosas y él nos acompañó siempre con alegría.
Les quiero dejar este trabajo [se refiere a una investigación en la escuela de adultos de Arteaga], hay testimonios de las cartas que nosotros mandábamos en la época de la dictadura, está contada su vida en la cárcel y hay datos que a lo mejor les interese. En agradecimiento por lo que ustedes hicieron, se lo quiero dejar de regalo. Muchísimas gracias.
02 de octubre de 2010
