Un numeroso grupo de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Estado de Guerrero, Méjico, se movilizó en ómnibus hacia la ciudad de Iguala, para juntar fondos para concurrir a las conmemoraciones que se realzan en los aniversarios de la matanza de Tlatelolco, ocurrida en 1968 en la ciudad de México. Estas conmemoraciones actualizan las luchas de los estudiantes mexicanos. Además, manifestaban contra la discriminación laboral de los profesores rurales.
Un numeroso grupo de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Estado de Guerrero, Méjico, se movilizó en ómnibus hacia la ciudad de Iguala, para juntar fondos para concurrir a las conmemoraciones que se realzan en los aniversarios de la matanza de Tlatelolco, ocurrida en 1968 en la ciudad de México. Estas conmemoraciones actualizan las luchas de los estudiantes mexicanos. Además, manifestaban contra la discriminación laboral de los profesores rurales.
La escuela Normal es una escuela rural, y gran cantidad de sus alumnos pertenecen a las comunidades indígenas de esa región. El viernes 26 de septiembre por la noche y hasta la madrugada del sábado, policías municipales apoyados por pistoleros, dispararon contra los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. Seis estudiantes murieron y otros 17 resultaron heridos. 43 están desaparecidos. Muchos de los 43 desaparecidos fueron vistos por última vez adentro de patrulleros de la policía.
Las víctimas son jóvenes estudiantes que, en el contexto de privaciones y pobreza de sus propias familias, luchan por la defensa de la educación pública en medio de las difíciles condiciones de las Escuelas Normales Rurales, objeto de acoso estatal y federal durante décadas. La escuela Normal de Ayotzinapa es conocida por la activa participación de sus alumnos en las luchas sociales y políticas. Recordemos que desde 2013 se han desarrollado en México grandes luchas contra la reforma educativa del gobierno.
La desaparición y matanza de estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero, ha sido denunciado como un crimen de Estado, cometido en un país donde la tortura, las desapariciones y las muertes violentas se han convertido en hechos cotidianos. Estos crímenes han sido cometidos, según todas las evidencias, por elementos de la policía municipal de Iguala, en colusión y coordinación con organizaciones criminales que operan en el estado de Guerrero, como los llamados Guerreros Unidos, integrados principalmente por miembros de las fuerzas policiales de Iguala. Es decir, en la matanza de estudiantes de Ayotzinapa la represión gubernamental contra una movilización social ha puesto también a su servicio la violencia del crimen organizado. Se trata de un crimen de Estado. El gobernador del Municipio, José Luis Abarca, está prófugo, después de grandes movilizaciones de protesta que incluyeron el corte de la carretera, que une Acapulco con el Distrito Federal.
Posteriormente se descubrieron en los alrededores de Iguala varias fosas clandestinas en la colonia Las Parotas rumbo al punto conocido como Pueblo Viejo. En su interior se encontraron 28 cadáveres calcinados, muy cerca del lugar donde la policía había atacado a los estudiantes días antes. Según la fiscalía regional, dos sicarios del cártel de los Guerreros Unidos detenidos confesaron haber asesinado a 17 de los estudiantes en el mismo cerro donde fueron halladas las fosas. 22 policías han sido detenidos hasta ahora por estos hechos.
La responsabilidad es
del gobierno federal
Las familias y compañeros de las víctimas han rechazado con indignación las explicaciones del gobernador y sus colaboradores, a quienes consideran responsables y cómplices de los ejecutores de este crimen.
Distintas organizaciones mexicanas consideran que es responsabilidad del gobierno federal la presentación con vida de los estudiantes secuestrados y el castigo penal de los responsables materiales e intelectuales de los delitos cometidos. Es su responsabilidad encontrar y decir la verdad. Han llamado a que -a cuarenta y seis años de la masacre del 2 de octubre- se impida la repetición de las mentiras y la impunidad de los gobiernos, sus funcionarios y sus cómplices.
El miércoles 8 hubo acciones de repudio en ciudades de todo México y el exterior. En Chilpancingo marcharon por lo menos 50 mil maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg), normalistas, universitarios y sociedad civil.
En San Cristóbal de las Casas, Chiapas, alrededor de 20 mil integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) realizaron una marcha silenciosa “en señal de dolor y coraje” y por la demanda de “justicia verdadera”. En Buenos Aires, residentes mexicanos marcharon frente a la embajada de Méjico y presentaron notas de repudio y solidaridad.
Carta a un normalista de Ayotzinapa
#TodosSomosAyotzinapa
Tal vez nunca nos conozcamos en persona, pero yo ya te he visto; te vi en el cartel junto a tus 42 compañeros desaparecidos hace unos días después de que policías te dispararan en Iguala; te vi en el llanto de tu madre y la indignación de tus amigos que exigen justicia; te vi en la esperanza que tiene tu padre de que regreses con vida…
Te vi, y por un momento, me vi a mi mismo… ¿Qué pasaría si un día me desaparecieran como a ti? ¿Quiénes pensarían en mí? ¿De quién sería la incansable búsqueda? Mi madre, mis compañeros, mis amigos y mi padre seguramente actuarían como los tuyos.
Es inevitable preguntarme esto. Cada día que pasa se tipifica más el “delito” de ser joven o estudiante en México. ¿Cuántos desaparecidos más necesita este país para decir ¡ya basta!? ¿A las cuántas muertes vamos a entender? ¿Cuánto dolor nos cabe antes de estallar? ¿Qué nos queda si vivimos en un país donde las autoridades desaparecen estudiantes?
Nunca he estado en Ayotzinapa, pero por tantas cosas que he leído sobre ese lugar, pareciera como si ya lo conociera. Personajes como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez se formaron en sus aulas, desde ese momento la Normal de Ayotzinapa ha sido cuna de estudiantes críticos e informados que trabajan por cambiar la realidad del país y a pesar de que el gobierno ha querido cerrarla y se ha visto asediada por grupos armados e incluso por reformas educativas que quieren desmantelarla, han seguido al pie en la lucha por la educación.
¿Por eso te desaparecieron? ¿…por ser una piedra en el zapato de una educación que nos quiere ciegos y sordos ante las necesidades de este país?
Te cuento que hace pocos días conmemoramos el dos de octubre de 1968. Salimos a marchar sin miedo, recordando a los estudiantes caídos de ese entonces, deseando que esa tragedia no se volviera a repetir jamás. Pareciera que la historia nos está jugando una mala broma, pero no es así, la realidad es que vivimos de nuevo esos tiempos donde el gobierno actúa impunemente y desaparece y asesina jóvenes sin dejar rastro, sin un castigo de por medio.
Las fechas pasan y el calendario sigue intacto, recordamos un dos de octubre, recordamos Acteal, Aguas Blancas y más masacres donde el gobierno junto a las fuerzas del orden han generado dolor, rabia e impotencia… hoy, al parecer, agregaremos una nueva fecha a ese calendario de memoria y resistencia al olvido: Ayotzinapa. En comandos y con la fuerza de los fusiles nos arrancan los unos de los otros.
Cuando leí la noticia de que habían encontrado fosas clandestinas cerca de Iguala, sentí como si me hubieran arrebatado algo: al inicio pensé que se trataba de la libertad; luego supuse que había sido la esperanza. Finalmente me di cuenta que nos arrebataron más que eso, nos haces falta, nos faltan 43… como persona eres más que la idea vaga de la libertad o la esperanza.
Me arrebatan la dignidad para poder reclamarte vivo. Nos llenan de impotencia y nos duele personalmente. Me faltas tú y necesito, desde la honda rabia que me cabe, encontrarte con vida y gritar tu nombre, que mis manos te abracen y que abrazándonos sepamos que hay algo más en este valle de sombras que la desesperación y la desaparición.
Duele tanto, tantísimo, como duelen tantas cosas en México. Hoy nos duele Ayotzinapa… se siente la tristeza, la impotencia, la indignación, el dolor y un clamor que exige justicia por ti y tus compañeros.
Pero una justicia grande, no la justicia chica que encarcela sólo a quien jala el gatillo, sino una justicia grande donde el daño es resarcido, donde los jóvenes vuelven vivos y los culpables -hasta los más poderosos- son señalados.
¡Vivo te llevaron, vivo te queremos!
Desde la distancia te abrazo, hermano, que este abrazo no sea el último y que este abrazo donde sea que estés te recuerde que alguien te busca, que a mí y a todos nos haces falta. Atentamente:
XXXX, estudiante de algún rincón de este país.