Son semanas muy agitadas para los estudiantes secundarios de la Capital Federal. Hace más de 15 años que es una decisión política el desfinanciamiento y el ataque a la educación pública, en la ciudad más rica del país. Fue hace pocos días que falleció una niña de 11 años tras descompensarse en su escuela, producto de la desnutrición.
En las reuniones de los Cuerpos de Delegados y en las asambleas generales de más de 40 escuelas de la Ciudad se escucha que “la educación no aguanta más”. Y es que el sufrimiento que vivimos día a día en nuestras casas con la grave situación económica, social y política, se vive también en nuestras escuelas. Pocas viandas, muchas podridas, cuando a veces esa es la única comida que tenemos en el día. Techos que se caen, ventanas sin vidrios, inviernos sin estufas y veranos sin ventiladores. Los que llegamos al último año, nos enfrentamos al programa “secundaria del futuro”: pasantías que supuestamente buscan darnos “experiencia tecnológica y laboral”, pero nos mandan en horario de clase a lavar platos en hoteles, a servir café y a hacer trabajos administrativos para las empresas amigas del gobierno de la Ciudad. Hablan de secundarias del futuro, pero hay escuelas donde no hay ni siquiera wifi. “La secundaria del futuro se construye atendiendo a las necesidades del presente” decía un cartel de un pibe con overol en un corte de calle.
Después del 16 de septiembre algo se removió, ¿hace cuánto que la ministra de Educación ignora nuestras medidas de lucha, nuestras cartas y nuestros reclamos? La situación es desesperante, Larreta y Acuña no escuchan. Y el gobierno nacional recortó $50 mil millones de pesos del presupuesto para educación para cumplir con los requisitos que nos exigen los buitres del FMI, no se aguanta más.
Los pibes y pibas se empezaron a organizar, con tomas de escuelas, cortes de calle, pernoctes y semaforazos. Los estudiantes en conjunto con nuestros docentes y padres nos pusimos de pie. Convencidos de que, si no salíamos a las calles nosotros a luchar por la educación que queremos, nadie lo iba a hacer por nosotros, nos unimos con miles de estudiantes. Al interior de las aulas, las asambleas y las reuniones de delegados, poco importaba a quiénes ibas a votar, importaba si tenías ganas de rebelarte. Y así fue. En un momento donde estaba en discusión cuáles eran los ánimos de los y las estudiantes secundarias, al lugar donde fuimos con propuesta de lucha, los pibes y pibas nos desbordaron. Hicieron suyo el megáfono, los bombos y los carteles y no dudaron en salir a las calles.
Ejemplo de esto, fue la experiencia que hicimos con la “lista Unidad” del MUS en el Nacional 17 de Caballito. Fuimos nosotros que, ante el auge de luchas que se venía desarrollando en la Capital, empujamos desde el Cuerpo de Delegados a la conducción del Centro a convocar a una reunión. La conducción empujó el no quilombo, lo pacífico, lo formal. Nosotros fuimos a los cursos a abrir la discusión e impulsamos que hasta el último pueda discutir la situación, si era justo o no ser parte de la lucha y de qué forma. Así nos encontramos con cientos de pibes y pibas que querían rebelarse, y luego de las votaciones en las asambleas por curso, fuimos a un gran corte de calle en Avenida Rivadavia, protagonizada por más de 200 estudiantes, que duró, a puro canto, bombo y megáfono, alrededor de 3 horas.
Esta experiencia sirvió como faro para escuelas donde hay compañeros del movimiento como en la Media 6 de Barracas, ubicada en el corazón de la Villa 21-24 o el Liceo 5 de Flores. También lo fue para pibes de los Centros de Estudiantes de alrededor del Nacional 17, como el Normal 4, el Comercial 23, la Técnica 26, entre otras. Así, con esos pibes, fuimos armando y haciendo crecer el MUS (Movimiento de Unidad Secundaria) de la Capital Federal. En el Otto Krause, donde dirige el Centro una agrupación ligada al gobierno de la ciudad, los pibes y las pibas se impusieron sobre la conducción exigiendo instancias donde hasta el último pueda discutir la necesidad de sumarse a la lucha y de qué forma. Al otro día se encontraron amenazas en el pizarrón de un aula, acusándolos de “zurdos adoctrinadores” y pregonando la “muerte a la izquierda”.
Vamos dando pasos, en los lugares donde fuimos al encuentro de estudiantes que querían salir a luchar y tuvimos iniciativa, avanzamos y crecimos. Donde no, nos viene costando un poco más. Donde empujamos que discuta hasta el último, a través de los Cuerpos de Delegados y con asambleas de curso, vamos avanzando en generar medidas de lucha que unan a la mayoría de los estudiantes. La línea del MUS es escuchar mucho, ubicar los ánimos de los pibes y encabezar la lucha. Donde trabajamos con una parte peleamos con otra línea. Vamos ganando experiencia, sacando lecciones y corrigiendo lo que haya que corregir para seguir creciendo.
La semana pasada se reunió virtualmente la Mesa Nacional del MUS, donde discutimos una jornada nacional de fotos en solidaridad con los compañeros de la CABA y una jornada nacional de lucha con sentadas, corte de calle, semaforazos y demás medidas de lucha del 12 al 19 de octubre en todo el país. A su vez, vamos a grandes plenarios estudiantiles de CABA y el Gran Buenos Aires; Salta, Mendoza, Rosario y San Nicolás. Porque entendemos que la realidad que sufren los estudiantes de CABA es lo que sufrimos los pibes y pibas secundarias de toda la Argentina. Como también entendemos que las infinitas energías de rebeldía que anidan los secundarios de la Capital Federal también deben anidar en miles en cada rincón del país. El desafío es ir al encuentro de esa rebeldía y darles un lugar para desarrollarse en el Movimiento de Unidad Secundaria.
Valentina Foppiani, Coordinadora nacional del MUS
Hoy N° 1934 12/10/2022