Noticias

14 de diciembre de 2011


Europa: pacto contra los pueblos

Hoy 1399 / Crisis: salvar a los bancos y monopolios es la prioridad del nuevo acuerdo

La “disciplina fiscal” impuesta en la reformulación de los tratados de la UE es la misma política antipopular y antinacional que aquí conocimos con el menemismo. Habrá más hambre y desocupación, pero también luchas.

La “disciplina fiscal” impuesta en la reformulación de los tratados de la UE es la misma política antipopular y antinacional que aquí conocimos con el menemismo. Habrá más hambre y desocupación, pero también luchas.
Desbordados por descomunales endeudamientos y déficits fiscales generados por sus propias políticas, los poderosos monopolios de la Unión Europea –representados en primer lugar por los líderes de Alemania y Francia– impusieron un pacto basado en el chantaje para descargar brutalmente la crisis sobre los propios pueblos europeos. También nos la harán pagar a los del tercer mundo a través de precios, intereses y retiro de capitales.
Con el pretexto de “más integración”, los imperialismos dominantes en la UE y en la zona del euro impusieron –sin la menor consulta a sus votantes– nuevas reglas presupuestarias y financieras “de austeridad”, que generalizarán y profundizarán las políticas hambreadoras y de concentración monopolista a las que ya sometieron a Grecia: recortes salariales y presupuestarios, achicamiento o desaparición del crédito, privatizaciones, retraso de las jubilaciones, suba de impuestos, etc.: toda la receta que en América Latina y especialmente en la Argentina llevó a la catástrofe económica y social de 2001 (y que desembocó en el heroico Argentinazo que en estos días cumple su 10º aniversario).
Los capos de Europa lo hacen ahora introduciendo cambios en los tratados de la UE impuestos mediante transas entre gobiernos, que serán redactados de ahora a marzo y “sin necesidad” de ser ratificados en referéndums populares que están seguros de perder.
Los “mercados” celebraron semejante engendro con cotizaciones en alza.
 

¿Una Europa germano-francesa?
Alemania y Francia se acordaron ahora de la necesidad de exigir “rigor presupuestario” y sancionar automáticamente a aquellos países cuyos déficits superen el 3% del PBI, acusando de ser “derrochones” a otros miembros: Grecia, Portugal, Irlanda, pero también Italia y España. Es más: para garantizar que los países estrangulados por las deudas paguen a rajatabla sus compromisos a los bancos franceses y alemanes, ahora acordaron limitar al 0,5% el margen de déficit en países que hoy lo tienen a niveles del 8 o hasta del 10% (!).
El “techo” del 3% ya era una norma de la UE, consagrada en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de 1997. Y ¿quiénes fueron los primeros que se atribuyeron el derecho de violarlo a principios de la década anterior, mientras se lo negaban a otros? Pues ¡Alemania y Francia!
El propio nuevo acuerdo nace parido a partir de una violación: como reglamentariamente el Banco Central Europeo (BCE) tiene prohibido proporcionar ayuda financiera a los miembros de la zona euro (para asegurar su “disciplina” presupuestaria y fiscal) los sesudos ideólogos del nuevo pacto europeo resolvieron eludir la prohibición haciendo que, individualmente, los bancos centrales de los países miembros de la Eurozona sumen 200.000 millones de euros disfrazados de “préstamos bilaterales” a los 300.000 millones de que ya dispone el FMI, para cubrir la ficción de que sea éste y no el BCE el que aporte los “rescates” para sostener a los eurobancos y a los eurogobiernos.
Ahora la Comisión Europea (organismo supranacional de la UE con funciones de poder ejecutivo) supervisará los presupuestos nacionales. Es decir: los más poderosos monopolios bancarios e industriales de las principales potencias europeas vigilarán, vetarán o harán “recomendaciones” sobre si el presupuesto de países como los antes mencionados deben asignar más o menos fondos para los desocupados o para salud y educación, chantajeándolos con abrir o cerrar el grifo de los fondos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), el nuevo engendro anti-crisis que también manejarán los poderosos de Europa. Para eso eliminaron la unanimidad en las decisiones del MEE, reemplazándola por una “mayoría calificada” del 85%, que parece mucho pero que con los chantajes referidos no será difícil de obtener.

 

Inglaterra: ¿qué clase de “no”?
El conservador Cameron dijo no al pacto fiscal de los conservadores Merkel y Sarkozy. A riesgo de fracturar la Unión Europea, Inglaterra, que en homenaje a sus tradiciones imperialistas y colonialistas siempre se negó a “ceder soberanía” al organismo con sede en Bruselas, rechazó sumarse al nuevo pacto. Los británicos no son parte de la zona euro, ni tampoco de otras normativas comunitarias como las laborales y sociales. Su interés central en la Comunidad -a la que se incorporaron recién en 1973- siempre fue garantizar el acceso a los mercados comunitarios para su comercio y sus inversiones.
Desde ya, Cameron no dio su no en interés de los trabajadores británicos, parte de los cuales protagonizaron hace un par de semanas una de las huelgas más masivas en décadas en repudio al ajustazo de la coalición conservadora-liberaldemócrata. Si Cameron se plantó fue en defensa de los intereses de la City de Londres, uno de los antros del capital financiero mundial responsable de la crisis actual (y de las anteriores) donde los usureros ingleses mueven miles de millones en fondos de alto riesgo (hedge funds) y que se niegan a ser “regulados” por la UE. Dicen que la mitad de los fondos de campaña electoral de Cameron fueron puestos por esas compañías. Para ellas, como se ve, era una inversión a futuro…
Los países “chicos” de la UE, con la bota germano-francesa encima sus cabezas, no se alinearon con Cameron. Pero el cimbronazo del apartamiento de Londres deja a la “Unión” más cerca de la desunión, dificultando aún más el objetivo original de las burguesías monopolistas del Viejo Continente de hacer de Europa una superpotencia.

 

Horizonte de luchas
Quizá las corporaciones bancarias e industriales de las potencias europeas encuentren algún paliativo en las nuevas inyecciones financieras que prevén. Lo que no se ve por ninguna parte es alivio para las masas trabajadoras desocupadas, precarizadas y empobrecidas que proliferan en todos los países de la UE hundidos en la crisis.
Con seguridad lo que se avecina es un horizonte de duras luchas obreras y de otros sectores populares contra los efectos del nuevo acuerdo que remacha la Europa de los monopolios.