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08 de febrero de 2012

A una semana de que el pueblo de Famatina le haya torcido la muñeca a la minera canadiense Osisko, conversamos con una asambleísta pionera del corte.

Famatina: “Una semilla que ha madurado”

Hoy 1405> Carolina Suffich de la Asamblea de Alto Carrizal

—¿Podrías contar cómo se ha mantenido el corte esta semana?
—El corte viene sosteniéndose bien, sostenido, porque sabemos que éstas son luchas largas, no terminan acá. Y ahora tenemos que continuar trabajando con las bases, como venimos haciendo hace siete años, con los vecinos, con las comunidades. Porque para que esta lucha triunfe necesitamos que la gente no le otorgue la licencia social tan preciada para las mineras.

—¿Podrías contar cómo se ha mantenido el corte esta semana?
—El corte viene sosteniéndose bien, sostenido, porque sabemos que éstas son luchas largas, no terminan acá. Y ahora tenemos que continuar trabajando con las bases, como venimos haciendo hace siete años, con los vecinos, con las comunidades. Porque para que esta lucha triunfe necesitamos que la gente no le otorgue la licencia social tan preciada para las mineras.
Hay unas cien personas que circulan permanentemente en el corte mientras no haya ningún movimiento importante. Y los fines de semana sumamos unas 1.500 personas aproximadamente.
Permanentemente estamos realizando asambleas. Los temas son la revocatoria que es una instancia que está en la Constitución Nacional, pero creo que no hay antecedentes a nivel país. Queremos hacer un pedido a nivel nación que se revea la situación de las leyes mineras que avalan este tipo de procedimientos contaminantes.

 

—¿Cómo ven este “freno” del gobierno?
—El gobierno y la empresa no han frenado ni han retrocedido. Nosotros hemos visto que el gobierno y la empresa han dilatado en el tiempo su avance porque necesitan la licencia social. ¿Y cómo pretenden lograrla? Con dádivas, con compra de voluntades, con la entrega de bolsones, con el apriete a los que tienen planes sociales, becas, repartiendo electrodomésticos, usando así las necesidades del pueblo. Esa es la forma en que trabajan, como lo vienen haciendo hace tiempo. Acá no iniciaron ninguna campaña de debate popular abierto acerca de la minería, porque ellos no tienen qué debatir. ¿Qué van a debatir? ¿Qué la minería a cielo abierto es buena, que no usa agua, que no dinamita cerros y no usa cianuro? ¿Eso van a debatir? No están en condiciones. ¿Qué de un 3% el gobernador logró un 30% que es lo que lo hizo cambiar de perspectiva? ¿La parte costo-beneficio para los bolsillos de ellos, obviamente?
Acá hay municipios paralelos con clientelismo. Esto significa que el gobernador se encargó de que los recursos para el municipio, haya cuatro municipios paralelos que son los que manejan los recursos, con plata que ya puso la minera en forma adelantada. Entonces, ellos manejan la necesidad del pueblo como debate, que ponen en el tapete, con la compra de voluntades.
Pero afortunadamente, el acompañamiento del pueblo de Famatina y de Chilecito es muy grande. Estamos acá, sosteniendo esta lucha, que como te digo es y va a ser muy larga.

 

—¿Cómo ves esta lucha hoy viendo las otras contra la minería en otras localidades?
—Nosotros visualizamos los caminos que tenemos que transitar. Siempre hablamos de que lo de Famatina es una resistencia pacífica y estamos en una situación muy diferente a la de Belén porque ellos ya tienen que detener camiones de una minera que ya está en funcionamiento, lamentablemente. Nosotros en ese sentido, vamos un paso adelante –por decirlo de alguna forma y sin herir susceptibilidades– porque en Famatina no entró ningún camión y todos los intentos fueron de las mineras fueron frenados, entonces hay una diferencia. En Famatina no está el proyecto minero en funcionamiento. Acá intentaron, pero no pudieron, se dieron contra la pared al encontrar esta enorme resistencia porque la gente está concientizada, está informada y sabiendo todo lo que va a pasar.

 

—¿Cuáles son las actividades de la asamblea?
—Anoche hicimos una movilización en Chilecito, y en el distrito de Pituil. Estamos con movilizaciones permanentes. Acá somos todos vecinos que todos trabajamos, todos tenemos vida y tareas en nuestros hogares, no estamos todos dedicados al cien por ciento, como imaginan o como se puede ver desde otro lado el piquete. No, nada que ver, somos vecinos comunes que estamos organizados en función de las necesidades que haya.

 

—¿Cómo evaluás el trabajo de estos siete años?
—El avance de nuestra lucha ha sido muy lento. Es un trabajo de muchos años de soledad, de trabajo solitario, de sufrir degradación, de sufrir que nos cierren la puerta, de que nos tilden de loquitas, fundamentalistas, de que nos sobra el tiempo, de que no queremos que venga el progreso. Todos esos calificativos que todo el mundo conoce. Pero la gente ha entendido, ha madurado. Nuestro trabajo ha sido una semilla que hemos puesto hace siete años y hoy está dando un fruto porque consideramos que es una lucha digna. Estamos defendiendo nuestros recursos naturales no renovables, nuestra agua, nuestra cultura, y estamos juntando las herramientas que la Constitución nos brinda. No estamos generando ningún golpe de Estado, ni derrocando ningún gobierno. Creo que estamos poniendo las cosas en su lugar y llegó el momento que “el que le quepa el poncho que se lo ponga”.