La semana pasada a partir de las declaraciones del ministro de Economía sobre el presupuesto dijimos que estaba en línea con el acuerdo con el FMI, que lo preside la idea de que el déficit fiscal tiene que bajar del 2,5% al 1,9%. Estamos hablando de reducir 2.500 millones de dólares. También que un déficit se puede reducir aumentando ingresos o bajando gastos. Acá los ingresos no se aumentan porque se ha convalidado la continuidad de los mismos impuestos federales, con un agravante que a las provincias se les permite aumentar ingresos brutos, uno de los peores impuestos que se trasladan inmediatamente a precios. El presupuesto federal no va a tener nuevos ingresos, no es que se va por las ganancias extraordinarias de las que se hablaba a principios de año, tampoco se va por el aumento de retenciones. Por lo tanto, inevitablemente se va por el achicamiento de gastos. Y se les habilitó aumentar ingresos brutos a las provincias para reducir aportes federales en obras y servicios federales.
¿Cómo se produce el achicamiento de gastos? Subestimando la inflación, porque el presupuesto dice que la inflación del 2023 va a ser del 60%, pero resulta que se promete un aumento de gastos del 72%. ¿De dónde saldría esto? No hay magia, no se aumentan los ingresos vía impuestos progresivos y se va a recaudar a partir de una inflación superior al 60% y se licúan los gastos. Impuesto a los más pobres. Como se lo ha hecho este año. Esta es la filosofía básica de este presupuesto.
El otro tema grueso es que se plantea reducir el crecimiento, veníamos de un 11%, de rebote post pandemia, este año se amesetó a un 4%, pero se plantea para el 2023 reducirlo a la mitad, al 2%. ¿Por qué? Porque al enfriar la economía se reducen las importaciones industriales, producto de nuestra dependencia, y se aumenta la exportación de los primarios, aumentando así en forma reaccionaria el superávit comercial. Por lo tanto, se prevé un aumento del superávit comercial, pasar de 7.000 millones de dólares que está este año a 12.000 millones para el 2023, dada la exigencia del FMI de aumentar las reservas, juntar dólares para pagarles a ellos y a los bonistas
Este presupuesto compromete un pago sideral de intereses. La firma del acuerdo de este año implicaba convalidar la deuda de Macri sobre la base de que el FMI hace los giros para pagar la vieja deuda, pero el año que viene el FMI va a girar 15.600 millones de dólares y va a cobrar 17.000 millones de dólares. O sea, que empieza la zona de pagos.
El presupuesto nos compromete a todos los habitantes de Argentina a pagar en el 2023 el 2.7% del PBI de intereses, estamos hablando arriba de 13.000 millones de dólares, sumado a que el FMI te obliga a que del déficit del 1,9% el BCRA sólo financie el 0,6%, o sea que el 1,3% hay que lograrlo con nueva deuda. En total, sumar a la deuda pública arriba de lo equivalente a U$ 20.000 millones.
Estos son los pilares del presupuesto. Con esta estructura de presupuesto después viene el forcejeo. Por ejemplo, los gobernadores van a forcejear porque los subsidios energéticos en un 40% se quedan en el AMBA. Un reclamo justo de los gobernadores y también los subsidios del transporte quedan en un 75% en el AMBA. Este reclamo federal es correcto, al igual que el reclamo de las organizaciones sociales. Son reclamos justos y logran en el tironeo que entre algún reajuste en el presupuesto. El gobierno promete un aumento de los planes Argentina Progresa y otros, pero esto no es más que un forcejeo dentro de la estructura de un presupuesto de ajuste.
Ahora, ¿estamos condenados a convalidar esto? ¿O es posible otra política y otro presupuesto?
Esto es posible de modificar en la medida que mantengamos la movilización y la calle por parte del movimiento obrero, de los movimientos sociales y del campo popular de sostener los reclamos y de romper el corset de este acuerdo con el FMI.
De Renzis: Acá entramos al debate de si el proyecto económico en general que se está haciendo va a permitir eso, si Massa se va a reunir con la CGT, con los movimientos sociales, si va a llegar el mensaje para abajo, pero no podemos esperar mucho porque el que está necesitando se trata de saber si come todos los días.
Arnoldo Gómez: No podemos esperar ni un minuto, porque el tiempo pasa en contra del pueblo y de las necesidades de la Nación. Este es un presupuesto que nos ata mucho más, hay que romper el acuerdo con el Fondo y hay que lograr torcer el rumbo.
De Renzis: Estamos pidiendo que haya un cambio fundamental en algo que parecería ser que no hay predisposición.
Arnoldo Gómez: Claro, y ahí viene la teoría del posibilismo…
De Renzis: Ayer en el debate del Senado, que aprobó con media sanción lo de la Corte Suprema, varios senadores oficialistas hablaron de la situación económica, como que reconocían eso, porque la oposición decía que este no era momento para hablar de eso, pero justamente es momento para hablar de la justicia, para tratar de normalizar la justicia, porque una de las cosas más graves que se nota más en esta democracia fraudulenta es la injusticia.
Fijate que en los reclamos a favor de la sociedad y de los sufrientes, siempre el fallo es al revés, al punto tal que un miembro de la Corte dijo que no era cierto que donde había una necesidad había que cumplir con el objetivo que pensaba Evita, que decía que ante cada necesidad había que dar una respuesta.
Hay un pensamiento liberal instalado en la Corte Suprema que estaría absolutamente en contra de cualquier modificación de este tipo. Y como la Corte está haciendo un suprapoder, está haciendo el trabajo de los legisladores porque los políticos han judicializado la actividad política, me parece que estamos en un brete muy complejo.
Arnoldo Gómez: …Unificando decisiones muy fuertes de otro proyecto de país va a ser posible salir de acá. Lo que achata la movilización es el posibilismo. Hacer sólo lo posible dentro de este corset, que si no hay un factor de poder arriba que nos ayude no va a ser posible generarlo desde abajo y desde el consenso que vamos teniendo todos los que queremos una nación independiente.
Y esto no es así, Argentina es un país con puntos de inflexión fuertes y el pueblo va olfateando la necesidad de ese punto de inflexión, porque se aguantó con la pandemia, empieza a recuperar la calle y no está dispuesto a que un nuevo ciclo sea en contra del pueblo y de la Argentina. Cuando esto se olfatea y el silencio se transforma en reclamo y en búsqueda de una salida y ahí es donde tenemos que abonar y sumar voluntades se está discutiendo para dónde va el próximo ciclo de la Argentina porque este ciclo se acaba.