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02 de mayo de 2012

El 6 de mayo se elige en Francia el nuevo presidente. Todo indica que François Hollande (PS) será electo con 55% de los votos contra 45% de su rival Nicolás Sarkozy, actual presidente, y representante del ala más conservadora y pro yanqui de su  grupo político.

Francia: entre la “austeridad” y el “crecimiento”

Hoy 1417 / Sarkozy y Hollande dirimen las elecciones en segunda vuelta

Estos dos sectores de las clases dominantes que se disputan el poder se presentan con programas de base similares, y con contenidos de forma diferentes. Cacarean que su objetivo es el crecimiento económico, según ellos para beneficio del pueblo, pero en realidad es para salvar a los monopolios y grupos financieros, de la crisis más importante de la historia de Europa, luego de la segunda guerra mundial.

Estos dos sectores de las clases dominantes que se disputan el poder se presentan con programas de base similares, y con contenidos de forma diferentes. Cacarean que su objetivo es el crecimiento económico, según ellos para beneficio del pueblo, pero en realidad es para salvar a los monopolios y grupos financieros, de la crisis más importante de la historia de Europa, luego de la segunda guerra mundial.
Mientras Hollande hace centro sobre el crecimiento, enumerando medidas de inversión para sacar al país de una recesión que se prevé prolongada, y propone renegociar el Tratado de Estabilidad Europeo (que Sarkozy firmara 2/03/2012 con Alemania y el resto de los 25 países de la UE), tratado de austeridad al que no critica de fondo, sino que propone incluir un capítulo de inversión del más puro estilo keynesiano. Capítulo de inversión que incluye 1) Creación de eurobonos, 2) Que el BEI (Banco Europeo de Inversión) financie nuevos proyectos y que el BCE (Banco Central Europeo), pueda prestar a los estados. 3) Creación de la tasa a las transacciones financieras (tasa Tobin).
Pero todo esto no es más que una cortina de humo para presentar una contramedida a las posturas de austeridad y competitividad empresarial, y miseria para el pueblo, que defiende Sarkozy. Con su consabida baja de cargas sociales de las empresas; pero las cargas nunca se eliminan, sólo se transfieren y en este caso son los trabajadores que pagan.
Ya Ángela Merkel (desde Alemania) advirtió que no habrá ninguna posibilidad de renegociar el tratado, sobre todo porque una política de inversión, sinónimo de aumento del gasto público, será en todo caso soportada mayoritariamente por Alemania, y esto los monopolios y bancos alemanes no lo desean, especialmente porque no ven una salida rápida de la recesión en Europa, y basan sus negocios en sus clientes asiáticos.
Por otro lado desde Italia, los dos Marios, como así se los llama en Europa, Mario Monti, jefe del gobierno italiano por decisión pura y exclusiva de la oligarquía dominante, y Mario Dragui, presidente del Banco Central Europeo, comienzan a acercarse tímidamente a algunas de la posiciones de Hollande, cuando hablan de la necesidad de un pacto de crecimiento, lo que molesta seriamente a Ángela Merkel.

Crece la desocupación en Francia
Sucede que tanto Monti como Dragui son hombres de la Goldman Sachs (Mario Monti consejero internacional desde 2005 y Mario Dragui vicepresidente entre 2002 y 2005 de dicha financiera yanqui). Y Washington, que había puesto en un principio todas sus fichas a favor de Sarkozy, empieza a empujar a los alemanes hacia un acuerdo con Hollande, pues están más interesados en que Alemania contribuya en una salida de la crisis en Europa, que de competir con ellos en el mercado asiático. Además de la necesidad de que sus aliados militares salgan de la crisis (Gran Bretaña ya está en recesión), para continuar expoliando a los países invadidos y a invadir.
No obstante, Alemania necesita de su alianza con Francia para liderar la UE, pues sola perdería gran parte de su influencia y negocios. Por ello ahora Merkel, sabiendo que el caballo al que apostó del vamos (Sarkozy), será perdedor, y viendo las “nuevas” posturas de Monti y Dragui, anuncia que en junio se discutirá el aspecto de inversión de proyectos para Europa, dejando así una puerta de discusión con Hollande. Pero dejó en claro que se deberá hacer con reformas estructurales en la zona euro, y que se basen en la flexibilización del mercado de trabajo para mejorar la competitividad de los estados, y no en aumentar el gasto público. Así que a buen entendedor…
En lo que se refiere a las propuestas de Hollande de los eurobonos, los alemanes no lo aceptan, pues sería mutualizar las deudas, y dicen no querer pagar deudas producto de la mala gestión, y falta de competitividad, de los demás estados de la UE. Por otro lado el BCE se creó para garantizar la estabilidad del euro. Y prestar a los estados (en recesión, y endeudados) solo podría hacerse imprimiendo moneda, con la consecuente híper inflación en la zona euro.
En cuanto el BEI, se trata de un banco que obtiene sus créditos en el mercado internacional, o sea que sólo podrá obtener créditos del mercado para prestar a los bancos, de los respectivos estados, y éstos prestarán a su turno, para los respectivos proyectos. Con este sistema se puede imaginar que estos créditos serán a una tasa de interés impagable, que aumentara la ya insoportable deuda actual.
Y por último, en lo que respecta a la tasa Tobin, ya se trató en varios círculos políticos y económicos de los centros imperialistas, y nadie estuvo de acuerdo con dicha tasa, especialmente EEUU, el Reino Unido, Alemania y otros. Así que si no es con acuerdo internacional, dicha tasa es inviable, puesto que las transacciones son internacionales y siempre participan una multitud de estados.
Así las cosas, Francia, con una deuda soberana de 85% del PIB, y una tasa de desocupación elevadísima (10% son sus actuales cifras engañosas, pues no tienen en cuenta ni los trabajadores precarios, ni aquellos que están fuera del sistema de cálculo de los organismos de empleo, y que suman millones), se prepara para esta segunda vuelta, en la que Hollande aparece como favorito, y listo para repetir, como su antecesor y mentor François Miterrand, cambios en la organización de la producción que se caracterizarán por una mayor represión a la clase obrera, haciéndoles creer que con sus formulas económicas inviables, y más o menos keynesianas, podrán salir del atolladero económico y social en el que se encuentran.