Hace treinta días que una huelga masiva, tiene en vilo al gobierno de Sarkozy, en Guadalupe, isla caribeña que constituye, junto con Martinica, Guayana Francesa y el archipiélago de Saint Pierre et Miquelon (al sur de la isla de Terra Nova), las posesiones coloniales del Estado imperialista francés en América. A estos territorios deben sumarse las islas de Reunión, Mayotte, las Islas Kerguelen (en el Indico), Nueva Caledonia, y la Polinesia Francesa (en el Pacífico).
En Guadalupe el movimiento popular, al frente del cual se encuentra un conjunto de sectores nucleados en el LPK (Lyiannaj Kont Pwofitasyon), “Colectivo Contra la Explotación Extrema”, lucha por un aumento salarial de 200 euros netos para los salarios más bajos.
Contra la “explotación extrema”
En esta isla, como ocurre en las otras posesiones francesas, el costo de la vida es un 30% más elevado que en la metrópolis, y los salarios son más bajos, el mínimo casi nunca es respetado, y de todas formas lo que abunda es la precariedad cuando no la desocupación.
La población mestiza (africano-europea), en su mayoría y descendientes de esclavos, se debate para sobrevivir bajo un gobierno (metropolitano, y sus representantes locales), que dirigen los negocios de la isla, junto a los empresarios, descendientes de los grandes propietarios de esclavos.
Durante cerca de 400 años Francia organizó el comercio de esclavos, y al día de hoy la base de la economía de estas islas está en manos de los descendientes de estos grandes propietarios de esclavos. Así continua la explotación como en la época colonial y nos lo recuerda el LPK cuando nos habla de “explotación extrema” y de las “castas” que los gobiernan, haciendo referencia a lo que la cínica cultura de dominación francesa acostumbra a llamar sus “nouayeaux durs” (núcleos duros) es decir el grupo de detentores del poder económico y político de la clase dominante.
La huelga, que continúa con cortes de ruta y barricadas, y la correspondiente represión y provocación policial, dio un paso importante en esta última semana cuando, desde las barricadas, se respondió a la represión con acciones armadas de parte del pueblo.
El gobierno francés, por un lado publica en los medios que está por dar satisfacción al pueblo, con algunas medidas a medias tintas, y por el otro ya envió aviones cargados de policías para reprimir a los isleños.
El LPK por el momento no transige, y el pánico cunde entre la clase dominante, local y metropolitana, sobre todo porque esta lucha ya se extendió a Martinica (que lleva 11 días de huelgas), con reivindicaciones que van de los 200 euros de aumento neto de todos los salarios, aumento del mínimo social, jubilaciones, y becas estudiantiles, hasta una baja de 20% del precio de productos de consumo corriente, congelación de alquileres sociales, y baja de 5 euros de la garrafa de gas. También en la Guayana comienzan a aparecer reivindicaciones del mismo tipo, y hasta el pequeño archipiélago de Saint Pierre y Miquelon, poblado de pescadores, levanta la voz por un nivel de vida digno.
También en la metrópolis
Mientras tanto en París, Sarkozy trata de frenar la próxima huelga masiva, que se prepara para el 19/03 (réplica de la última marcha del 29/01, en que se movilizaron mas de 2,5 millones de trabajadores en todo el país), y que la burocracia sindical se ve obligada a llamar a causa del empuje popular contra la carestía de la vida y por el mantenimiento de los empleos.
Casi todos los días hay marchas y paros sectoriales, especialmente de los universitarios (profesores investigadores) apoyados por los estudiantes, contra las nuevas leyes de “Autonomía de las universidades” que propone el Ministerio de Educación, y que es en realidad una forma de “dedificar” los nombramientos por parte del gobierno y de las empresas, de los que entran en la administración de las universidades.
Con este avance de los trabajadores y el pueblo en Francia, al que debe sumarse el hervidero en que se encuentran los pueblos en Alemania, Gran Bretaña, España e Italia, este 2009 se presenta en Europa de tal forma que por un lado las clases dominantes buscan hacerle pagar la crisis a los trabajadores. Pero estos, concientes de esto, se organizan para dar batalla.