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26 de octubre de 2020

Fratelli Tutti: la nueva Encíclica del Papa Francisco

La nueva Encíclica de Francisco… De su texto: “todo lo que es humano tiene que ver con nosotros”. Coincide con la sentencia “nada de lo humano me es ajeno”. Marx la tenía en gran estima. Así vivió y actuó.

Vale una reflexión. Cristianos y marxistas nos encontramos en el Humanismo. Dos multitudinarias corrientes filosóficas (por llamarlas de algún modo), con visiones diferentes sobre un amplio arco de cuestiones y con una larga historia de desencuentros. Creyentes y no creyentes afrontando desafíos comunes. Proponiendo cada una SU camino hacia un futuro mejor.

 

Una arenga apasionada

A Francisco le disgusta como anda el Mundo. Reclama no acostumbrarnos a las calamidades que nos rodean. Alza su voz urgiendo correcciones. ¿Creerá realmente que la exhortación será escuchada? De todos modos, la Encíclica tiene un valor intrínseco.

Fratelli Tutti marca a fuego la pobreza, el hambre, las guerras, los desplazados, las minorías. Veamos sino los siguientes párrafos:

  • Mirar la realidad con los ojos de Francisco de Asís quien caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos”.
  • “Abrirse al mundo” es una expresión que hoy ha sido cooptada por la economía y las finanzas. Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses extranjeros o a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países”.
  • “…licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes. De este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el “divide y reinarás”.
  • “Este descarte se expresa de múltiples maneras, como en la obsesión por reducir los costos laborales, que no advierte las graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se produce tiene como efecto directo expandir las fronteras de la pobreza”.
  • “…un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre”.
  • “…me asombra que, con semejantes motivaciones, a la Iglesia le haya llevado tanto tiempo condenar contundentemente la esclavitud”.
  • “…el individualismo radical es el virus más difícil de vencer”.
  • “…luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales”.
  • “La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares”.
  • “…la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada”.
  • “…junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso”.
  • “…el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso [] se ve fuertemente dificultado por la presión que origina la deuda externa”.
  • “…negociar en bloque y evitar convertirse en segmentos marginales y dependientes de los grandes poderes. Hoy ningún Estado nacional aislado está en condiciones de asegurar el bien común de su propia población”.
  • “El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo”.
  • “La sociedad mundial tiene serias fallas estructurales que no se resuelven con parches o soluciones rápidas meramente ocasionales”.
  • “…la Iglesia no pretende condenar todas y cada una de las formas de conflictividad social. [] a lo largo de la historia, surgen inevitablemente los conflictos de intereses entre diversos grupos sociales y que frente a ellos el cristiano no pocas veces debe pronunciarse con coherencia y decisión”.
  • “…la eliminación total de las armas nucleares se convierte tanto en un desafío como en un imperativo moral y humanitario”.

 

Fraternidad

Con el telón de fondo de la pandemia, lo denunciado en la Encíclica cobra una dimensión mayor. “…se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente”. Un tiempo duro que explicitó cuán injusta y desigual es nuestra realidad.

Francisco habla de y a Hombres y Mujeres como si fuésemos un sujeto único, colectivamente responsable por los atropellos sociales, ambientales, bélicos, que padecemos. De tal manera, el destinatario de su exhortación es difuso. “Somos todos hermanos”. ¿TODOS por igual? No. No todos somos responsables.

 

Todos Nosotros, todos Ellos

Compartimos, hasta donde ella llega, la denuncia contenida en la Encíclica. Nos queda el deseo de profundizarla. Descreemos que tan solo el amor, la caridad, el perdón, la fraternidad convenzan a los culpables de tantas Plagas.

 En el Todos coexistimos dos categorías. Las víctimas y los victimarios. Nosotros y Ellos. Ambos contenidos en la misma contradicción. Para su propia existencia, florecimiento, encumbramiento Ellos, necesitan de Nosotros. Que somos los verdaderos hacedores de sus riquezas. La pregunta del millón, ¿Acaso Nosotros necesitemos de Ellos?

La respuesta a la Pandemia ha sido un dechado de fraternidad al interior del Pueblo. Asistiendo a enfermos o mitigando el hambre a riesgo del propio pellejo. Mientras Ellos ponen el grito en el cielo ante otro “riesgo”: el del proyecto de un Aporte extraordinario a las grandes fortunas.

La pobreza y el hambre no son novedades de estos tiempos. Son lacras milenarias. Admitamos por un instante la posibilidad de perdonar las injusticias pasadas. Pero, ¿cómo perdonar las que están en curso y las por venir? ¿Cómo admitir el Hambre en un mundo que tira manteca al techo? ¿Vivir en el siglo XIX en pleno XXI?

 

Llegar a Jericó

La Parábola del Buen Samaritano ocupa un lugar destacado en la Encíclica. Un peregrino viaja de Jerusalén a Jericó. En el camino unos salteadores lo apalean y despojan de todo. Yace caído y pasan sin detenerse un dignatario y un religioso. Quién sí se conduele es un hombre de Samaria. Abandonando sus propias urgencias lo auxilia. Repone sus pérdidas y le procura albergue, remedio, comida. Recién entonces el samaritano reemprende su trayecto.

¿Qué nos dice la Parábola? La caridad hacia el prójimo… un compromiso irrenunciable. Virtud que, faltando en doctores de la Fe, encarnaba en un sencillo profano como el samaritano. Hasta aquí la linealidad del mensaje.

Al interior de la Iglesia, la Parábola provoca múltiples debates. Están quienes se preguntan ¿qué pasaría si el hombre, ya recuperado, persistiera en viajar a Jericó? ¿Y si en el camino lo volvieran a emboscar? ¿A esperar por otro samaritano? ¿Y si tal ciclo se repitiera una y otra vez? Sería evidente que la virtuosa solidaridad no alcanza. Se pone a la orden del día la tarea de terminar con los salteadores.

En el lenguaje simbólico de la Parábola dichos atracadores no son simples rateros. Sino que representan a las fuerzas dominantes que en todas las épocas viven del Pueblo y expolian a las Naciones.

 

Los alcances de la economía popular

Francisco señala la importancia de “los movimientos populares que aglutinan a desocupados, trabajadores precarios e informales y a tantos otros que no entran fácilmente en los cauces ya establecidos. … estos gestan variadas formas de economía popular y de producción comunitaria. Hace falta pensar en la participación […] de los excluidos en la construcción del destino común”.

 Enfrentando la exclusión, el hambre, la desocupación han surgido distintas herramientas para la subsistencia. Esa es la gran dignidad de la economía popular. Son tiempos de ensañamiento de los sectores dominantes contra los de abajo. Su voz de mando… descargar la crisis sobre nuestras espaldas. Enfrentando tal pretensión, florecen entonces valiosas iniciativas. Ejemplo de ellas, el proyecto de Ley impulsado por la CCC por Tierra, Techo y Trabajo.

La validez de la economía popular reconoce un límite. Un gran complemento, no una alternativa superadora de la gran producción. En tal condición contribuye a la principal. El Pueblo no debe desentenderse de lo que pasa alrededor de la Producción y la Economía. Así, a secas.

Los conflictos entre excluidos por el sistema e “incluidos” (cuando surgen) no son discordias entre enemigos. Y mucho menos la contradicción principal. Enfrentando hermanos contra hermanos, debilitamos el Frente Único imprescindible para enfrentar a antagonistas reales. Que desde ya no nos faltan.

La Encíclica llama a “luchar contra las causas estructurales” de nuestros males. Pero es imprecisa respecto de cómo enfrentar el accionar de las corporaciones globales y el papel del Imperialismo. Tampoco menciona al protagonista central de la lucha en los grandes conglomerados fabriles. El proletariado, al que muchos describen como especie en extinción, sigue vivito y coleando.

¿Los beneficiarios de esta estructura? Pongámosle nombre y apellido: los especuladores financieros, monopolios, terratenientes. Más tarde o más temprano removeremos esas “causas estructurales”. La Revolución nacional y social pondrá las cosas en su lugar.

Por eso, los sectores dominantes nos prefieren fuera del mapa. Pero, cuando no tienen más remedio que “soportarnos”… entonces, que no despleguemos vuelo. Que nos desentendamos de las palancas reales de la economía. Y, por supuesto, a mil kilómetros de poner en discusión su potestad sobre los medios de producción. Que nos ocupemos de lo chico mientras Ellos siguen “resolviendo” lo grande.

Siempre ha sido un buen consejo: ¡No subestimar al Estado! Y tener presente el peso objetivo y subjetivo de la formación económico-social dominante. Recordar el “aviso” de Lenin: la pequeña propiedad (aún la comunitaria), inevitablemente, engendra capitalismo.

 

El diálogo

La Encíclica insta a “recuperar la Amabilidad”. Convoca al diálogo y a la búsqueda de consensos. Se trata de un documento extenso y complejo. Al acercar nuestra percepción lo hacemos con respeto y franqueza. Sin menospreciar las diferencias, rescatamos lo que tenemos en común.

Caminar más cerca de los de abajo exige andar más lejos de los de arriba.

El texto acota (no mucho) los alcances de la Paz social. Pero alrededor de ella persiste el debate. En demasiadas tertulias sigue vigente la máxima de Goethe: “prefiero la Injusticia antes que el Desorden”.

La Encíclica no profundiza en algunas definiciones. Que sí figuran en otros documentos eclesiales. El Vaticano (2018) produjo el texto “Cuestiones Económicas y Financieras”. Mientras critica (severamente) los rasgos salvajes del capitalismo, rescata al capitalismo normal y ético como el único sistema económico viable. En nuestra opinión, en cambio, aún el “mejor” de los capitalismos es parte del problema. Nunca la solución Tanto por lo que no hace como, principalmente, por lo que SI hace.

¿Podemos acaso concluir que los poderosos no estuvieron a la altura de las circunstancias? “La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo”.

Todo Diálogo es un sinfín. Fratelli Tutti… con sus luces y sus sombras, una inestimable base para desplegarlo.

 

Escribe Sebastián Ramírez

20 de octubre 2020