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02 de octubre de 2010

Frenar la ofensiva pirata para robarnos el petróleo

Hoy 1306 / La plataforma inglesa ya opera en Malvinas

La Nación Argentina ha comenzado a sufrir una nueva agresión del imperialismo inglés. El inicio de las operaciones petroleras en la porción colonizada del territorio nacional, es una decisión estratégica para consolidar el dominio británico sobre el Atlántico Sur y usurpar las gigantescas reservas petroleras y gasíferas que nos pertenecen.
Saqueada desde adentro por los monopolios petroleros imperialistas, y usurpados por Inglaterra los grandes yacimientos marinos, la Argentina se verá condenada a importar cada vez más petróleo a precio internacional, perdiendo una de las bases para su soberanía económica y su desarrollo agroindustrial.
Inglaterra preparó minuciosamente su agresión. Fracasó en su intento de realizar una presentación junto con la Argentina, sobre el lecho marino, por las denuncias del Foro Patriótico y Popular, y fuerzas como el PCR. Pero logró que el gobierno argentino realizara su presentación considerando a Gran Bretaña “país ribereño”, como si fuéramos vecinos, y no, como correspondía, denunciándolo como usurpador colonial. Además, el gobierno argentino subestimó totalmente el significado de la incorporación de Malvinas, Georgias y Sandwich como “territorios de ultramar” en el Tratado de Lisboa, que constituye una virtual Constitución de la Unión Europea, limitando sus respuestas a “notas de protestas”.
Las operaciones diplomáticas y jurídicas inglesas fueron unidas a la preparación militar en función de la operación ahora concretada. La base militar de Malvinas fue reforzada con aviones capaces de operar sobre toda la Argentina (y gran parte de América Latina), con barcos de guerra, las tropas de la base realizaron maniobras de entrenamiento, y un militar veterano de Irak fue designado gobernador de las islas. En ese contexto, la ceguera estratégica del Ministerio de Defensa K permitió que se construyera un aeropuerto para aviones de gran porte en las estancias del inglés Lewis, en Río Negro, que podría incorporarse al dispositivo militar británico, en caso de conflicto, al igual que las enormes extensiones de tierras que se le permitió comprar a ese “ciudadano” británico en una zona cordillerana y de frontera.
Gran Bretaña, sumida en la crisis económica, con sus yacimientos petroleros del Mar del Norte prácticamente agotados, apunta sus intereses al saqueo del Atlántico Sur.

Pasos positivos, pero muy tibios
Ante los hechos consumados, el gobierno argentino, finalmente, reaccionó. Decretó que todo navío en viaje a Malvinas que atraviese aguas argentinas, o recale en puertos argentinos, debe solicitar autorización. Condenó la acción inglesa, y llevó la cuestión de soberanía a la reunión del Grupo Río y Cumbre América Latina y Caribe. Hay que decir que Chávez, tan atacado por las derechas opositoras, fue el presidente latinoamericano que rápidamente se atrevió a defender la soberanía argentina y reclamar a la reina pirata, mucho más claramente que el gobierno argentino, la devolución a la Argentina del territorio colonizado.
Las decisiones del gobierno son correctas, pero muy tibias e insuficientes para frenar la agresión inglesa.
Hay más para hacer en el terreno diplomático. Hay que llevar a votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas la denuncia de la continuidad de la usurpación colonial inglesa, unida al reclamo del desmantelamiento de la base militar en Malvinas, y a la prohibición de la operación petrolera inglesa. Fue Menem quien abandonó las votaciones en la ONU que eran enormemente mayoritarias a favor de la Argentina, y ninguno de los presidentes que le siguieron la retomó.