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22 de marzo de 2016

Obama es el representante de la principal potencia imperialista, desde el punto de vista político, militar, y económico del mundo actual.

Fuera Obama de Argentina

Fuera todos los imperialismos de América Latina

Viene después de visitar Cuba, en un intento de recuperar posiciones en Argentina y en América Latina, después de haber sufrido duros golpes, tanto por la lucha popular como por la presencia creciente de sus rivales imperialistas.

Viene después de visitar Cuba, en un intento de recuperar posiciones en Argentina y en América Latina, después de haber sufrido duros golpes, tanto por la lucha popular como por la presencia creciente de sus rivales imperialistas.
En el marco del acuerdo con los fondos buitre, lo acompañan unos 400 empresarios y la secretaria de Comercio norteamericana, quienes esperan que se les garanticen beneficios para eventuales inversiones; pero lo más importante serían los acuerdos a realizarse en materia de “seguridad” y de participación argentina en “misiones de paz” en el mundo (La Nación, 12 de marzo). 
Es significativo que llegue justo para el 40 aniversario del golpe de estado que instauró la dictadura más sangrienta de nuestra historia.  Golpe de estado apoyado por las entonces dos superpotencias, EEUU y la URSS, aunque en la dictadura rápidamente predominaron los sectores vinculados a la ex Unión Soviética. 
El imperialismo norteamericano mantiene su despliegue en todo el mundo. Tiene bases militares en todos los continentes. En la de Guantánamo funciona un campo de concentración y tortura reiteradamente denunciado. 
Es responsable, junto con otras potencias imperialistas, especialmente Rusia, y los aliados locales de cada una de ellas, de la intervención en la guerra civil en Siria, que ha provocado más de 220.000 muertos, millares de heridos y de desplazados. Se calcula más de dos millones en Turquía, 600.000 en Jordania, 100.000 en Egipto, 240.000 en Irak y más de un millón en Líbano. A esto se suma los miles que buscan refugio en Europa, originando la brutal catástrofe de los desplazados que la Unión Europea se niega a recibir. Esta guerra tiende a expandirse por Yemen y Libia. Apoya a Israel y su política de exterminio del pueblo palestino.
En el 2001 invadió Afganistán, en un conflicto que no ha terminado y dóonde mantiene efectivos militares y paramilitares hasta ahora. En el 2003 invadió y ocupó Irak, inaugurando la doctrina de “guerra preventiva”. Todavía hoy se pueden recordar las imágenes de las brutales torturas del ejército estadounidense de ocupación en la prisión iraquí de Abu Graib. También allí, se mantienen hasta hoy tropas y efectivos paramilitares bajo el nombre de empresas de seguridad.
En el último período ha centrado su acción en la región Asia Pacífico, donde refuerza su presencia y mantiene bases militares en Filipinas, Corea del Sur, Australia, y Japón, con el propósito de cercar a China.
 En el 2007 crea el Africom, comando militar de EEUU para África, que dispone de 3.000 efectivos en Djibuti. Además, EEUU enviará pequeños equipos militares a más de 35 países africanos, como Libia, Sudan, Argelia, Kenya, Uganda, etc. El objetivo es el entrenamiento a fuerzas locales contra eventuales fuerzas “islámicas”. Niger aceptó -en enero de 2013- instalar una base de estacionamiento de drones norteamericanos para el continente africano.
 
En América Latina
EEUU históricamente ha considerado a América Latina como su patio trasero. Ya desde el siglo 19 implementó la llamada doctrina Monroe, que tras la formulación “América para los americanos”, se autorizaba a intervenir en cualquier país. Era en realidad “América para los norteamericanos”. En la Argentina, que, como señalara Lenin, era el ejemplo de país dependiente de Gran Bretaña, apareció con Roque Sáenz Peña, en la Conferencia de Washington de 1899, la formulación: “América para la humanidad”. Es decir, para Gran Bretaña y las potencias europeas.
 Existía, ya entonces, la competencia económica con EEUU en cuanto a la exportación de productos agrícolas y ganaderos, competencia que se mantuvo hasta la actualidad.
Ya en la segunda mitad del siglo 20, en pleno enfrentamiento con la URSS, EEUU desarrolló la llamada doctrina de la “seguridad nacional”, nunca formulada directamente como tal, por la cual las fuerzas armadas de cada país debían enfrentar al “enemigo interno”. Daban instrucción en la Escuela de las Américas, con sede en Panamá, que funcionó hasta 1984.
Se trataba de detener el creciente ascenso del movimiento popular, alentado por el triunfo de la Revolución Cubana. EEUU estableció el bloqueo a la Cuba revolucionaria, además de organizar los derrotados intentos de invasiones y atentados. Bloqueo que recién ahora comienza a levantar. 
Así promovieron el golpe de estado contra Torres en Bolivia en 1971, contra Salvador Allende en Chile en 1973. 
Apoyó a Gran Bretaña en la guerra de Malvinas y sigue apoyando su presencia actual en nuestras islas del Atlántico Sur.
En ese período, de expansión del socialimperialismo soviético, como lo denominara Mao Tsetung, para mostrar que tras la máscara de socialista era en realidad imperialista, la Argentina de la dictadura fue la proveedora de cereales a la URSS en 1978, cuando ésta invadió Afganistán y EEUU decretó el boicot cerealero. La URSS bloqueaba en la comisión de derechos humanos de las Naciones Unidas cualquier sanción a la dictadura argentina, mientras denunciaba a Pinochet. En tanto que, en la disputa con la URSS, la política de EEUU hacia la Argentina, cambió con el gobierno de Carter. Denunciar al imperialismo norteamericano no debe ir acompañado de tergiversar la verdad histórica. Tampoco recordarla para justificar la recepción amigable a Obama.
El enfrentamiento entre EEUU y sus aliados, principalmente Gran Bretaña, y la entonces Unión Soviética, estuvo atrás de varios conflictos regionales en A. Latina: como el del canal de Beagle, en 1978 y los conflictos armados entre Perú y Ecuador, que estallaron en 1981. Esto ocurrió hasta la implosión de la URSS en 1991, cuando EEUU pasó a ser la única superpotencia.
EEUU apoyó a los contras en Nicaragua, la masacre contra las comunidades indígenas en Guatemala, etc. En 2008 anunció la puesta en operaciones de su la IV flota. Alentó el golpe de estado contra Zelaya en el 2009 en Honduras. Mantiene, entre otras, bases militares en Colombia, Honduras y Costa Rica. Con el pretexto del narcotráfico interviene en Méjico. Promueve el Tratado Transpacífico: para afianzar y mejorar sus posiciones en esa zona, al cual se han incorporado Méjico, Perú y Chile.
 
A qué viene Obama
En marzo del 2015 Obama decretó que la situación en Venezuela constituye una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional”, evidenciando su política de intervención contra el gobierno venezolano. Decreto que acaba de renovar en estos días.
Pero, como de alguna manera lo reconoce Obama en el reportaje a la CNN del 14 de marzo, en la última década EEUU había sufrido serios retrocesos en América Latina, como lo demuestra la formación de la Unasur y de la Comunidad de Latinoamericana y del Caribe, que excluyen a EEUU, relegando el papel de la OEA, instrumento tradicional de intervención norteamericana, que expulsó a Cuba después de la revolución.
Ya en el 2004 Venezuela y Cuba promovieron el ALBA (Alianza Bolivariana de los pueblos de América Latina), para oponerse al ALCA (zona de libre comercio promovida por EEUU), con la idea de un intercambio económico ventajoso entre los países que la integran. 
Este debilitamiento se debió a su propia crisis, al auge de luchas populares, al surgimiento de gobiernos que tomaron, en general, distancia de los EEUU, ya sea con programas nacionalistas y reformistas u otros que, aun levantando parte de esos programas, expresaron los intereses de sectores de gran burguesía intermediaria y terratenientes asociados a distintos imperialismos especialmente a sus rivales Rusia y China. Estos gobiernos contaron desde el 2002 con un período de crecimiento económico a partir del alza del precio de las materias primas (alimentos, minerales, combustibles, etc.) y de flujo de capitales basados principalmente en la demanda de China. Este es el llamado “viento de cola” que favoreció la situación económica de A. Latina pero sobre la base de reforzar la dependencia de la región respecto de la exportación de productos primarios y el extractivismo en desmedro de la industria nacional.
La crisis internacional, y muy especialmente sus manifestaciones en China, terminaron con el “viento de cola”. La caída de los precios internacionales del petróleo y de las materias primas, repercuten hoy agudamente en América Latina, marcando el fin de este ciclo, con expresiones no sólo económicas, sino también sociales y políticas.
Como decíamos al principio, Obama viene a intentar recuperar posiciones del imperialismo norteamericano en Argentina y en América Latina. Los que luchamos por una segunda y definitiva independencia, decimos:  No a Obama. Fuera todos los imperialismos de Argentina y América Latina, nos solidarizamos con todos los pueblos que sufren hoy su agresión militar.