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26 de agosto de 2015

Reproducimos una tercera nota escrita por un compañero de La Verdad, órgano de difusión del PCR de Uruguay.

Galeano, el arma de la memoria cargada de poesía

Reseña sobre la vida del escritor uruguayo (III)

En 1964 habiendo regresado de su viaje a China y la URSS, Eduardo debe emprender el encargo de cubrir el derrocamiento en Brasil de Joao Goulart. En Sao Paulo, Brasilia y Río, se contacta con decenas de protagonistas esenciales que incluyen al propio Goulart, Leonel Brizola y varios militares. El informe pormenorizado de los aconte-cimientos revelaba el protagonismo de Lincoln Gordon, embajador de USA en Brasil, quien había puesto en marcha la operación “Brother Sam” para colocar en el poder una junta militar conforme a la política continental de Washington. El programa de Goulart afectaba intereses de las multinacionales y el latifundio. Incluía reformas im-positivas y salariales habiendo acordado con éxito cambios educativos y de salud pública. Pero fue un tímido acercamiento al bloque socialista el disparador que esperaban la burguesía y los EEUU. 
Goulart nunca contó con un partido proletario capaz de sostener los cambios y ni siquiera pudo formar una sólida coalición de izquierda con el movimiento obrero. Finalmente fue derrocado sin resistencia, en realidad se trató de un voluntarismo reformista, cuyo destino solo podía terminar de ese modo. La crónica completa de estos hechos fue publicada por Marcha y Monthly Review de New York, del mismo modo que el matutino Época lo haría con una síntesis de esos trabajos, diario del cual Galeano era director. 
En Río de Janeiro Galeano se contacta telefónicamente con el Che y toma la decisión de viajar a Cuba. El informe producto de ese encuentro en La Habana con el Comandante pasará a constituir una parte esencial del legado político de Guevara.
En la isla Eduardo logra los contactos necesarios que harán posible viajar a la selva guatemalteca donde operaba la FAR. De ese modo, a mediados de 1966, llega como turista a ciudad Guatemala. Su guía, Rogelia Cruz, lo llevará al norte del territorio en la espesura de la sierra, frontera con el estado de Chiapas en México al encuentro del jefe guerrillero. Ella había obtenido años antes el título de Miss Guatemala y era estudiante de arquitectura, razón por lo cual su presencia pública constituía el mejor contacto con las ciudades. Cesar Montes, llegó a ser uno de los combatientes más notorios de Latinoamérica, años más tarde ocuparía la jefatura del Frente Guazapa en el Salvador, del cual fue fundador y en Nicaragua enca-bezaría la columna de Tomás Borge, junto a Chombo Ferretti.
En 1968, Montes estaría en Vietnam, combatiendo al yanqui en la ofensiva del Tet, acción bélica que él consideraba una victoria revolucionaria. Galeano permaneció junto al grupo de jóvenes insurgentes largos meses en los cuales las charlas con Montes junto al fuego fueron recopiladas en uno de sus textos más importantes. El jefe guerrillero coincidía con el Che sobre el papel de la juventud en la construcción del socialismo, del mismo modo que aborrecía la estrategia del PC de la URSS respecto a la coexistencia pacífica, a la cual consideraba un acto de claudicación revolucionaria. 
Cuando Galeano retorna a Montevideo en setiembre de 1967, de inmediato edita el libro Guatemala, clave de Latinoamérica. Ese fin de año ocurren hechos significativos y dolorosos para Eduardo, la ejecución del Che y de Rogelia Cruz, al tiempo que el presidente Pacheco prohíbe continuar la salida del diario Época, lo cual confirmaba la tesis del incipiente fascismo denunciado en 1961 con su primer libro: El asesinato de Arbelio Ramírez. 
Según el economista y sociólogo marxista norteamericano Paul Sweezy ambos textos de Eduardo Galeano, China, crónica de un desafío y Guatemala clave de Latinoamérica son imprescindibles para comprender el proceso revolucionario mundial en la segunda mitad del siglo XX. Es lógico pensar que fue allí en Centroamérica, en contacto con los habitantes originarios y los lu-chadores marxistas donde comienza Galeano a pensar en Las venas abiertas de América Latina.
En efecto fue entre 1968 y 1971, que se construye ese tratado histórico de la opresión. Recientemente algunas palabras de Eduardo sacadas de contexto en un encuentro del libro en Brasilia lo acusaban de renegar de esa obra, pero más allá del dolor que aún siente el imperio y sus enanos de la prensa burguesa por ese documento humano insoslayable, su permanencia trasciende a su propio creador, y quedará por el resto de los tiempos como la más elocuente denuncia de los explotados sobre sus explotadores.
El fascismo civil cederá su lugar al fascismo militar en el Uruguay a principios de los 70, así vendrá el cierre de toda las publicaciones de izquierda y el inicio de la Época Obscura. 
Eduardo continuará su tarea periodística en Argentina como director de Revista Crisis, una aventura editorial a la altura de la ya desaparecida Marcha, hasta que su permanencia en ese país cons-tituyó la certeza de ser asesinado por el régimen. Después vendrán Es-paña, México y nuevamente Cuba. Pero Galeano ya no volverá a ser el cronista de la lucha por la liberación, sino el poeta que se inspira en la memoria del continente, una memoria cargada de futuro.
Alberto