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01 de abril de 2015

El paro nacional del 31 ha sido un gigantesco pronunciamiento del movimiento obrero y popular frente a las políticas de ajuste. El mayor paro y el más contundente del ciclo kirchnerista. ¡Basta de mentirnos que estamos bien, de robarnos el salario, de techos en las paritarias por debajo de la inflación, de jubilaciones y planes sociales de hambre; basta de entregar las riquezas nacionales, de robar, de soberbia, de inseguridad!

Gigantesco pronunciamiento del movimiento obrero y popular

Columna de R. Fierro en Radio Belgrano

El discurso de ayer de la presidenta volvió a demostrar que no escucha. Habló con bronca calificando de peores que los oligarcas a millones de argentinos que pararon el país, como si ella fuera la dueña de la verdad. Esa bronca con la que habló demuestra que sintió el castigo; como también lo demuestra que Máximo Kirchner tuvo que salir a dar la cara por sus cuentas en el extranjero, y anunciar que va a ser candidato, es decir, que también él va a buscar fueros que le den impunidad frente a la avalancha de juicios por corrupción que envuelven a la familia presidencial y sus testaferros.

 

Se terminó la disciplina de una parte de la CGT oficial que la presidenta consideraba como propia. El paro creó muy buenas condiciones para la lucha de las paritarias. La presión desde abajo en los gremios que carnerearon el paro fue muy fuerte, y en muchos casos fueron desbordados por sus sindicatos locales y los cuerpos de delegados que se plegaron al paro. También fueron desbordados sindicatos kirchneristas como el del subte, que se dicen “combativos” y en los hechos son carneros.

 

El paro fue una advertencia a esa oposición que considera que la única forma de salir de esta Argentina con una inflación galopante y una economía frenada, es con un nuevo ajuste mediante la devaluación del peso, que no es otra cosa que un hachazo al valor del dinero que tiene en el bolsillo el trabajador, el chacarero, el profesional, el comerciante o el industrial nacional.

 

Se volvió a reconstruir la unidad que ya se había expresado en los paros anteriores, y se amplió esa unidad. El arranque fue de los 22 gremios de la Confederación del Transporte, que están en las 4 centrales de trabajadores, y confluyeron con las CGT de Moyano y Barrionuevo, y la multisectorial que integra la CTA, la CCC, Barrios de Pie, Federación Agraria, la Federación Nacional Campesina, el Movimiento de Originarios en Lucha y la FUA. A esa convocatoria se sumaron trabajadores estatales y de numerosas empresas y sindicatos que están en las CGT de Caló y la CTA de Yasky. Los desocupados y los jubilados se hicieron oír con sus movilizaciones y piquetes.

 

El paro puso en la agenda política los reclamos de los trabajadores y el pueblo. Si el discurso de la presidenta es su respuesta, ya hay conversaciones para ir a un nuevo paro, de 36 horas con concentración en Plaza de Mayo. Si Macri creyó que con la sillita de oro de la UCR iba directo a la Casa Rosada, y si él y Massa creían que con anuncios demagógicos van a ocultar que los equipos que arman sus planes están integrados por cuanto ministro o funcionario ajustador hubo en los gobiernos pasados, ya no se deben sentir tan seguros.

 

Los trabajadores y el pueblo zapatearon un malambo y le cambiaron la música al baile. Eso ensanchó el camino para trabajar para un gran Frente Popular, con propuestas concretas para acabar con la inflación y el freno y la entrega de la economía, para que haya trabajo, salud, educación y vivienda para todos, para que no se siga entregando la riqueza nacional, para aplastar la corrupción, la inseguridad, y las redes de esclavización de la trata de personas y el narcotráfico.

 

No es casualidad que el Paro se haya hecho en la semana donde se recuerda que la “Hermanita perdida”, Malvinas, volvió a casa.