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02 de octubre de 2010

Acosado por el desboque de la inflación, la crisis energética y las luchas obreras y populares, las derrotas del kirchnerismo en las elecciones de Capital Federal y Tierra del Fuego agravaron el deterioro político del gobierno.

Golpeado

Hora política

1 – Dos duras derrotas
El kirchnerismo atraviesa su peor momento. En un domingo negro cosechó dos durísimas derrotas electorales: Capital Federal y Tierra del Fuego, que dejaron tambaleando la candidatura de Cristina K (y los delirios de 16 años de “gobierno K”). Fue después de una semana con una trepada escandalosa de los precios, y el estallido de la crisis energética que paralizó a gran parte de la industria, afectó al campo y volvió a mostrar el colapso del aparato educativo. Los paros obreros, la bronca agraria y la rebeldía estudiantil están a la orden del día.
Cuando aún están frescos los datos de los comicios, que introducen cambios importantes en la política nacional, hacemos estas primeras aproximaciones sobre qué pasó y qué cambió.

La derrota porteña
En la Capital Federal, el triunfo de Macri-Michetti sobre Filmus-Heller por una enorme diferencia de votos (1.006.157 a 644.414) lo proyectó nacionalmente desde la gran vidriera porteña.
Macri logró unificar el voto de lo de más arriba (80,58% en El Socorro, la zona de La Recoleta), y atraer a parte de lo de más abajo contando con el apoyo del peronismo “anti K” y sectores de la iglesia católica. Kirchner le facilitó el juego al subordinar las elecciones en la Capital Federal a su estrategia para las presidenciales de octubre: polarizar con Macri. Así, logró patear a Telerman fuera de la segunda vuelta. Pero subestimó su gran deterioro político que volcó al macrismo, ya en la primera vuelta, sectores de asalariados y capas medias golpeados por la carestía, y sectores de muy abajo que han vuelto al hambre por la liquidación de los planes sociales y su congelamiento a $ 150. La derrota de la primera vuelta amenazó convertirse en una catástrofe cuando Kirchner se desbocó en los días siguientes a las elecciones.
El kirchnerismo no pudo alcanzar el 40% que se había propuesto confiando en robarle los votos a la izquierda.
Filmus y Heller lograron “amordazar” a Kirchner y realizar una campaña que osciló entre el ruego y el chantaje al centroizquierda y a la izquierda. Lograron en parte su objetivo, pasando de 408.279 votos, a 644.414. Pero mintieron cuando balancearon que el 39% que lograron “es una elección histórica para el justicialismo porteño”, como dijeron los candidatos en la conferencia de prensa, rodeados por casi todos los ministros (faltó De Vido), sin Scioli ni Cristina K. El PJ superó esa cifra con Cámpora y con Perón; y el kirchnerismo también la superó en la segunda vuelta de Ibarra, con el 54%, cuando obtuvo 926.155 votos, 281.741 más que ahora. Esta fuga de votos es la que quiere ocultar el kirchnerismo para tapar su desgaste.
El kirchnerismo no pudo impedir que la izquierda, que dio pasos unitarios con la reunión del Bauen, contribuyera al aumento del caudal de votos bronca de 479.999 a 537.102. El PCR continuó su campaña con el voto bronca, para unir en el voto lo que está unido en la calle.
La mayoría de la dirección nacional del PC “se subordinó al Credicoop” apoyando a la formula Filmus-Heller, y desconoció la resolución de la dirección capitalina que había aprobado la abstención ya en la primera vuelta. Esto provocó la rebelión de parte de su militancia porteña, que además sospecha que sus dirigentes ya habrían acordado con Kirchner para las elecciones de octubre.

La derrota fueguina
Fabiana Ríos es la primera gobernadora electa de la Argentina. Con el 52% de los votos derrotó a Hugo Cóccaro (47%), el candidato K, aquel cuya compañera de fórmula, la kirchnerista Susana Bertone, había dicho que “manda a matar gente”. Antes, había dejado fuera de la segunda vuelta a otro “candidato K”, Garramuño, del MPF, cuyo ahijado político fue sorprendido contando los billetes de una coima. Cóccaro desplegó una campaña de pánico, pero fracasó.
Cóccaro negoció el apoyo de sectores del PJ y el MPF (Estabillo y Manfredotti) que no lo votaron en la primera vuelta, por eso cayó el voto en blanco en la segunda vuelta. Pero no le alcanzó. Hubo sectores peronistas en Ushuaia, y radicales en Río Grande que no lo votaron: no aceptaron ser empujados a un “voto K”.
Fabiana Ríos ha apoyado las luchas sociales y democráticas fueguinas, e integra la corriente progresista del ARI.
Fabiana Ríos ha dicho que el mandato que recibió de las urnas es barrer con el aparato reaccionario y corrupto que ha venido gobernando la isla. No hay cheque en blanco.
El PCR puso como blanco a la política de Kirchner y su instrumento fueguino, Cóccaro, haciendo acuerdos con sectores del ARI para la segunda vuelta. El sábado 23 se avanzó en la unidad de casi todos los principales gremios de Ushuaia, dando un paso muy importante para el avance de las luchas. Las luchas obreras y populares, entre ellas las de Renacer, docentes y estatales, de los desocupados, etc., debilitó y creó condiciones para la derrota electoral de Cóccaro. Ahora su derrota electoral crea mejores condiciones para profundizar la lucha, enfrentando el poder que sigue en manos de los mismos monopolios y terratenientes que saquean a la provincia.


2 – Arriba: desgaste y división
Las elecciones porteñas muestran que se profundiza el desgaste de Kirchner y la división entre los grupos de poder. Una parte de estos grupos ladeada por Kirchner del manejo de las “cajas” del Estado, y otros preocupados por el desgaste político del gobierno, consideran que el triunfo de Macri mejora las chances de los candidatos del sistema rivales de Kirchner abriendo la posibilidad de forzarlo a una segunda vuelta en octubre. Otros ven en las derrotas de Kirchner del domingo pasado un estímulo para sus planes de desgastarlo ahora y derrotarlo en el 2009.
Hay que tener en cuenta que en la “mesa chica” de la dirección de PRO hay un núcleo que expresa el “relevo generacional” de “apellidos” vinculados con el poder, como el del mismo Macri, “Horacito” Rodríguez Larreta (hijo de un ladero de Frigerio), Tramutola (hijo del ex vicepresidente de Techint), Caputo, etc.
La derrota kirchnerista en Tierra del Fuego es más significativa aún porque Kirchner, considerando seguro el triunfo de Cóccaro o Garramuño (sus candidatos), hizo acoplar la elección fueguina a la porteña para “compensar” su previsible derrota en la Capital Federal. La falta de visión de la realidad de su desgaste político le provocó un doblete en contra.
Kirchner venía de fracasar en el armado de su “partido transversal” que supuestamente iba a instalar su “nueva política”. Pasó entonces a usar como herramienta electoral al PJ auxiliado por los gobernadores radicales, es decir, las fuerzas golpeadas por el Argentinazo del 2001. El resultado es que el Frente para la Victoria kirchnerista, con base en el PJ, cosechó derrotas en Misiones, Neuquén, Río Negro y ahora la Capital y Tierra del Fuego. Y los “radicales K” se impusieron en Catamarca y Río Negro.
Un analista del sistema ha dicho con alarma: “El poder hegemónico de Kirchner surgió y se consolidó a partir de la situación de vacío de poder desatado por el colapso del sistema político vigente desde 1983 hasta diciembre de 2001”, por lo que “el significado nacional de estas elecciones (…) desata una crisis política de fondo en el eje del sistema: la hegemonía presidencial” (Jorge Castro, en Perfil, 25/6).


3 – Avances en la lucha y en el voto
El telón de fondo en el que se realizaron las elecciones del domingo pasado es la carestía que devora los ingresos de los sectores populares, y condena nuevamente al hambre a los desocupados. La movilización de los desocupados de la CCC al Banco Central, repleto de 42.000 millones de dólares, mostró la mentira kirchnerista: hay mucha plata, pero va para los de arriba.
Además, ha comenzado a pesar fuerte el estallido de la crisis energética que ya paralizó gran parte de la producción la semana pasada. Los anuncios de suspensiones en las fábricas, que de hecho significan la “poda” de gran parte de los salarios, marca el campanazo de largada de nuevas luchas obreras y de asalariados, que se suman a las duras y prolongadas que vienen sosteniendo los trabajadores de Mafissa, Terrabusi, telefónicos, subtes, estatales, etc. Crece el movimiento por la reestatización del petróleo y el gas, que marcha a la movilización del 3 de julio frente a Repsol-YPF.
La falta de gas desnuda el colapso del sistema educacional y alienta la rebeldía estudiantil. La falta de gasoil suma temperatura a la bronca del campo.
El Encuentro de pueblos originarios realizado el fin de semana en Rosario, con numerosos pueblos y nacionalidades que reclaman por tierras y otras reivindicaciones, es un hecho de enorme importancia, lógicamente ocultado por la prensa del sistema. Los pobres del campo, los que llevan siglos de opresión a manos de los terratenientes y el Estado, están de pie, luchando y avanzando en su unidad, lo que constituye un hecho nuevo y fundamental para las perspectivas de la lucha popular y revolucionaria de la Argentina.
Las derrotas electorales del kirchnerismo muestran que los tiempos se aceleran. Muestran la amplitud de los torrentes que no se subordinan a las fracciones de poder en pugna. Y trabajan, con la lucha y con el voto, para cambiar esta política kirchnerista de la mentira y el doble discurso, creando las condiciones para conquistar un gobierno popular, patriótico y democrático, que resuelva pan, trabajo, salud, educación, techo, tierra, libertad e independencia nacional.