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14 de enero de 2015

Millones de trabajadores del carbón derrotaron al gobierno reaccionario. Defendieron la industria nacional y conquistaron mejoras en sus condiciones de trabajo

Gran triunfo de los mineros de la India

Luego del segundo día de huelga, más de 3.700.000 obreros del carbón de la India le torcieron el brazo al gobierno reaccionario, que debió reconocer su derrota. No fue tapa de ningún diario, los multimedios lo ocultaron, pero en el segundo país del mundo por su población, con más de 1.000 millones de habitantes, los mineros hicieron hocicar a su gobierno.

Luego del segundo día de huelga, más de 3.700.000 obreros del carbón de la India le torcieron el brazo al gobierno reaccionario, que debió reconocer su derrota. No fue tapa de ningún diario, los multimedios lo ocultaron, pero en el segundo país del mundo por su población, con más de 1.000 millones de habitantes, los mineros hicieron hocicar a su gobierno.
La huelga por 5 días, con la amenaza de extenderla por tiempo indeterminado, fue declarada por los sindicatos agrupados en 5 centrales de trabajadores, que agrupan a los obreros de la empresa estatal Compañía de Carbón de la India. Es la segunda mayor empresa minera del mundo, produce 472 millones de toneladas de carbón anuales, tiene una ganancia del 8,8%, y no tiene deudas. Los mineros enfrentaron con la huelga la decisión del primer ministro Narendro Modi de desnacionalizar la producción de carbón y producir reformas que significaban la pérdida de conquistas y abrían las puertas a despidos masivos. El gobierno reaccionario indio buscaba descargar sobre los trabajadores la crisis que golpea el gigante asiático. Perdió.
Luego de dos días de huelga, la masividad y firmeza de los mineros colocó al país a las puertas de un colapso del sistema energético: el 60% de la producción eléctrica es a base de carbón. El gobierno reconoció su derrota: suspendió su proyecto de privatización de la Compañía de Carbón, retrocedió en todas las medidas antiobreras, y se comprometió a otorgar viviendas y mejoras en las condiciones de trabajo.
El triunfo de la gigantesca huelga de los trabajadores del carbón de la India, precedido por masivas huelgas de obreros chinos, grandes movilizaciones en Brasil el año pasado, y los dos paros nacionales en la Argentina, entre muchas otras luchas, muestran que grandes masas de trabajadores enfrentan a las políticas de superexplotación y entrega con las que las clases dominantes y el imperialismo tratan de descargar su crisis.
 
Recetas de superexplotación y entrega
La lucha de los mineros del carbón de la India deja enseñanzas. El plan del gobierno para duplicar la producción de carbón se basaba en avanzar hacia la privatización del carbón, aumentando la superexplotación de los trabajadores mediante la liquidación de conquistas, y utilizando nuevas tecnologías para producir más con menos obreros, mediante inversiones de capitales de la gran burguesía india y extranjeros.
Un economista yanqui al que nadie puede acusar que sea “de izquierda”, Nouriel Roubini, sostiene que la llamada “tercera revolución industrial”, se caracteriza por “mejoras tecnológicas en robótica y automatización que aumentarán la productividad y la eficiencia con importantes beneficios económicos para las empresas”. Así, con “el uso intensivo de capital”, “un alto nivel de competencia técnica”, y “el ahorro de mano de obra (menos demanda de trabajadores no calificados y semicalificados)”, el resultado será “que los trabajadores fabriles se quedaron sin empleo” (Una revolución que podría dejar muchos excluidos, Nouriel Roubini, La Nación, 11/1/2014).
Lo que dice Rouvini, en Estados Unidos, se traduce, para nuestros países dependientes, así: atraer capitales imperialistas, importar máquinas y productos elaborados, y exportar soja y minerales. ¿No es esto lo que está ocurriendo en la Argentina? 
 
Relaciones carnales
De la mano de las relaciones carnales del gobierno kirchnerista con China y Rusia, estas potencias imperialistas se van adueñando de los ferrocarriles liquidando la industria ferroviaria nacional, nos venden barcos dejando sin trabajo a los astilleros nacionales o queriendo convertirlos en taller de reparaciones como el Río Santiago, se llevan el cobre, el hierro, el oro, el litio y parte del petróleo (el que exporta PAE, la empresa inglesa-rusa-china a la que le rebajaron las retenciones del 11% al 1%). Construirán represas, usinas atómicas y acueductos, trayendo las maquinarias, los técnicos y hasta los obreros. Nos mandan productos elaborados que arruinan ramas enteras de la industria nacional, y nos los devuelven en productos elaborados que nos cobran 10 a 100 veces más caros que las materias primas que les vendemos.
En la reciente reunión de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac), en Pekín, el mandamás chino, Xi Jimping, anunció “inversiones en la región por 250.000 millones de dólares (…) en las áreas de energía, construcción de infraestructura, agricultura, manufacturas, e innovación tecnológica”, es una descarnada muestra de los objetivos de la penetración estratégica del imperialismo chino.
Las relaciones carnales de la burguesía intermediaria kirchnerista con China y Rusia no tienen nada que envidiarle, en cuanto a sometimiento nacional, a las relaciones carnales de la burguesía india, históricamente con Inglaterra y en el último período con Estados Unidos. Por eso, la huelga de los mineros indios, defendiendo sus recursos naturales y su industria nacional, sus puestos y sus condiciones de trabajo, dejan una enseñanza válida para el movimiento obrero y popular argentino.