El 30 de abril se produjo un levantamiento cívico militar en Venezuela que fue sofocado a lo largo del día. Adelantándose a las manifestaciones propuestas para el 1º de Mayo, el autoproclamado “presidente designado” Juan Guaidó apareció junto a Leopoldo López, líder de una fuerza opositora de derecha que hasta ese entonces estaba en prisión domiciliaria, en las cercanías de la base aérea militar de La Carlota. Había sido liberado por el jefe del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), Manuel Cristopher Figuera.
En una descarada injerencia imperialista, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, dijo: “El gobierno de Estados Unidos apoya plenamente al pueblo venezolano en su búsqueda de la libertad y la democracia”.
Hubo manifestaciones frente a la base que marcharon luego hacia el centro de Caracas. Fueron reprimidas por los llamados “colectivos”. Hubo nuevamente muertos y heridos (cinco muertos según las Naciones Unidas, tres de ellos menores de edad). Pero no tuvieron las características masivas que esperaban los organizadores. También hubo manifestaciones muy importantes en Maracaibo, en Valencia, y en Puerto Ordaz.
Sólo un pequeño grupo de militares se plegó al intento. Muchos de ellos pidieron posteriormente asilo en la Embajada de Brasil, y Leopoldo López, junto con su familia, pidió asilo en la Embajada de España. Durante todo el día Maduro no apareció. Sí lo hizo Diosdado Cabello, jefe de la fuerza militar. Hubo inmediatamente declaraciones de diferentes gobiernos. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia acusó a la oposición venezolana de recurrir a la violencia, en lo que calificó como un descarado intento por empujar a las fuerzas armadas del país a un enfrentamiento.
El presidente boliviano, Evo Morales, se mostró seguro de que el gobierno de Maduro se “impondrá a este nuevo ataque del imperio”. Mientras tanto en Cuba, su presidente Miguel Díaz-Canel calificó de “traidores” a los seguidores de Guaidó y los acusó de querer crear “zozobra y terror”.
El Grupo de Lima –que reúne a varios países latinoamericanos que se oponen a Maduro– expresó su “pleno” respaldo a Guaidó y rechazó que lo ocurrido sea calificado como “golpe de Estado”. Además, reiteró su llamado a las Fuerzas Armadas para que apoyen al líder opositor. Realizó una reunión el 3 de mayo en Perú, a puertas cerradas, para analizar la situación.
El gobierno de Macri fue uno de los primeros en apoyar a Guaidó. El PCR en un comunicado repudió inmiscuirse en los asuntos internos de otros países.
El 1 de mayo continuaron las manifestaciones de uno y otro lado. Maduro habló en un acto masivo. Cristopher Figuera fue destituido esa noche. El intento de levantamiento militar fracasó.
¿Confusiones? ¿Versiones intencionadas?
Según versiones periodísticas se esperaba que algunos militares de alto rango participaran en el levantamiento. Entre ellos Vladimir Padrino, ministro de Defensa de Venezuela, al que su familia le pidió públicamente que se sumara. Después apareció junto a Maduro el 1º de Mayo. El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, dijo que altos funcionarios como Vladimir Padrino (el presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela), Maikel Moreno, y el general de la Guardia Nacional Rafael Hernández Dala “están de acuerdo en que Maduro debe irse”. Otros aseguran que Maduro estaba dispuesto a salir para Santo Domingo o Cuba y que los rusos intervinieron para disuadirlo. Elliot Abrams, enviado especial de la Casa Blanca para Venezuela dijo que esos tres funcionarios participaron en reuniones con la oposición en la que se pactó una transición con garantías para que personas como Maduro pudieran irse con honor.
Sean o no ciertas estas versiones, lo cierto es que además del llamado Grupo de Lima, integrado por países latinoamericanos, que propuso incluir en las negociaciones a Cuba y al Grupo de contacto internacional, integrado por Uruguay, Bolivia, Costa Rica y varios países de la Unión Europea, el grado de involucramiento de las grandes potencias es descarado.
Ejemplo de ello es la larga conversación telefónica sostenida el viernes 3 de mayo entre Putin y Trump, en la que se supone se habló de Venezuela en el contexto global que incluye el tema de Crimea y el de Corea del Norte. También se anuncia oficialmente una reunión entre el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo y su par ruso Serguéi Lavrov para discutir la situación de Venezuela aprovechando la reunión del Consejo Ártico, que comenzaba el 6 de mayo en Rovaniemi, Finlandia.
Tengamos en cuenta que EEUU y la Unión Europea declararon un bloqueo económico por el cual no distribuyen el petróleo venezolano, y que Rusia tiene un fuerte contingente militar en Venezuela.
La situación del pueblo venezolano es muy grave. Las Naciones Unidas y Amnistía Internacional denuncian la represión, y por otra parte informes de la FAO hablan sobre el aumento de la desnutrición que afecta a grandes sectores.
Las declaraciones de Guaido, y las de la reunión del Comando sur de los EEUU, rompen con lo que parecía ser entrar en una etapa de negociación. Esto hace aún más vigente el comunicado del PCR, del 30 de abril, que dice: “ratificamos que sólo la clase obrera y el pueblo de Venezuela sean quienes decidan su destino. Repudiamos el bloqueo de EEUU y la Unión Europea. Alertamos a que los sucesos del día de hoy puedan servir de pretexto para una intervención militar extranjera iniciada por el imperialismo norteamericano, que pueden llevar a que Venezuela se convierta en una nueva Siria, escenario de una confrontación con intervención imperialista, de uno y otro lado. Repudiamos las declaraciones del presidente Macri, que constituyen una injerencia en los asuntos internos de un país hermano”.
Escribe Irene Alonso
Hoy N° 1765 08/07/2019