Grecia es estremecida hasta los cimientos por el vendaval de la crisis política. Golpeados por la crisis mundial, europea y propia, al cierre de esta edición de hoy los partidos del ajuste no pudieron formar un gobierno que asegurase el cumplimiento de las imposiciones de la “troika” imperialista y la permanencia de Grecia en la zona del euro.
Grecia es estremecida hasta los cimientos por el vendaval de la crisis política. Golpeados por la crisis mundial, europea y propia, al cierre de esta edición de hoy los partidos del ajuste no pudieron formar un gobierno que asegurase el cumplimiento de las imposiciones de la “troika” imperialista y la permanencia de Grecia en la zona del euro.
Azules, verdes o rosados, empleados de la troika
En las elecciones parlamentarias del 6 de mayo, la avalancha de repudio a las políticas antipopulares que la troika Unión Europea-Banco Central Europeo-Fondo Monetario Internacional viene descargando desde hace dos años sobre el pueblo griego en complicidad con los dos partidos hasta ahora “tradicionales” de Grecia (el conservador Nueva Democracia y el socialdemócrata Pasok) derrumbó a éstos a menos de la mitad de los votos que antes obtenían en conjunto, y elevó al segundo lugar a la coalición Syriza (Izquierda Radical). Integrando la misma, los revolucionarios de la Organización Comunista de Grecia (KOE) consagraron tres diputados en la bancada parlamentaria de la coalición.
A renglón seguido, fracasaron todos los intentos de formar un nuevo gobierno de “unidad”. Como señala el KOE, las negociaciones entre los partidos políticos pro-troika (ND y Pasok) con miras a la formación de un “gobierno ecuménico” –para el que buscaban sumar al partido Izquierda Democrática–, constituían “un intento de reconstruir el bloque reaccionario en favor de la troika y salvar al sistema político podrido, tambaleante y culpable”.
“El pueblo griego –agregan– ha enviado un mensaje categórico y mayoritario en contra de los ‘acuerdos’ con la troika UE-FMI-BCE. El régimen colonial impuesto por los ‘acuerdos’ y por la troika es definitivamente condenado por el pueblo griego. Lo mismo ocurre con sus empleados, sin importar si se visten de azul (la derecha), verde (el Pasok) o rosado (Dimar, ‘Izquierda Democrática’). El pueblo griego exige que su voto sea respetado… exige una salida que excluye a este sistema político, que toleró o impuso el régimen colonial de nueva ocupación de los imperialistas y los banqueros”.
Syriza, firme contra el ajuste antipopular
Los dos partidos pro-troika presionaron de todas las maneras posibles para que Syriza consintiera en sumarse al engendro entreguista. Pero la dirigencia de la coalición se negó, forzando la realización de nuevas elecciones.
El objetivo fundamental del acuerdo al que habían llegado el Pasok, Nueva Democracia y el centrista Dimar –sobre la base de cumplir a rajatabla el brutal ajustazo impuesto por la troika como condición para obtener nuevas “ayudas” financieras y para mantenerse dentro del euro– era precisamente impedir que el fracaso de su contubernio forzara la realización de nuevas elecciones: las encuestas pronostican ahora un amplio triunfo de la alianza Syriza, y además el sistema electoral griego –pergeñado para remachar la mayoría parlamentaria de los conservadores o los socialdemócratas asignándole 50 bancas adicionales, del total de 300, a la primera fuerza electoral–, en las nuevas elecciones operaría a favor de Syriza, asegurándole a la Izquierda Radical un abrumador predominio parlamentario.
El ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, canalizó el chantaje de los euro-imperialistas amenazando con que si Grecia abandona las “reformas” y no cumple los compromisos firmados por los gobiernos anteriores la Unión Europea suspenderá su “ayuda” y Grecia caerá en bancarrota, sin fondos para pagar jubilaciones y salarios estatales. Así, después de haber promovido entusiastamente el abismal endeudamiento de Atenas, los sátrapas de Europa se atribuyen el derecho de decidir quién debe gobernar o no a los griegos.
El temor más profundo de la dirigencia europea es que la posible salida de Grecia de la Eurozona haga que los inversores (es decir, los usureros y especuladores internacionales) teman el “contagio” de la insolvencia griega a otros países y lleven a las nubes los intereses de los nuevos préstamos y créditos de los que han llegado a depender dramáticamente casi todos los estados europeos.
Por eso desde Bruselas, Berlín y todas las instituciones imperialistas “apretaron” a los depreciados líderes griegos para acordar una “salida” que asegurara la permanencia de Atenas en los compromisos firmados y en la zona del euro.
Pero el pueblo griego, fogueado en varios años de combates callejeros con la represión y de manifestaciones gigantescas en la histórica Plaza Syntagma, se hartó de aprietes y chantajes. “Cualquier intento de falsificar la voluntad del pueblo sólo hará crecer la ira popular, que barrerá a cualquier ‘gobierno’ pro-troika”, concluyen los comunistas griegos.