Las protestas empezaron en la sección del campo donde se encuentran detenidos los menores no acompañados por adultos, durante una visita al lugar del ministro de Inmigración griego, acompañado de un funcionario holandés. Los inmigrantes protestaron contra las condiciones del campo, que ha pasado a ser de detención, y rechazan los intentos de deportación.
Las protestas empezaron en la sección del campo donde se encuentran detenidos los menores no acompañados por adultos, durante una visita al lugar del ministro de Inmigración griego, acompañado de un funcionario holandés. Los inmigrantes protestaron contra las condiciones del campo, que ha pasado a ser de detención, y rechazan los intentos de deportación.
La policía reprimió con gases lacrimógenos, hiriendo a varios niños, muchos de los cuales debieron ser hospitalizados, como denunció la organización Save the Children. Muchos de estos niños -informa esta organización- están retenidos en el campo de Moria desde hace semanas o meses, en condiciones inhumanas.
La situación de los miles de inmigrantes que siguen llegando todos los días a distintos puntos de Europa se ha agravado terriblemente desde la puesta en vigencia del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, por el que miles están siendo deportados. Los inmigrantes volvieron a denunciar el maltrato, que se impide el acceso a los miembros de las organizaciones de derechos humanos y que prácticamente se bloquean los accesos a la permanencia en el continente de manera legal.
Esta situación se repite en otros centros de refugiados, como el de Indomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia, donde cerca de 10 mil personas se niegan a ser deportadas.
Hay alrededor de 54 mil refugiados en campamentos en Grecia, y siguen llegando más día a día, en condiciones de viaje terribles, que han ocasionado la muerte a 1.300 personas, ahogadas en el Mediterráneo, desde principios de año.
Cada vez más, las luchas populares en cada país están incluyendo el tema de los refugiados como parte del enfrentamiento con sus gobiernos. Esto se ve en el creciente apoyo de los jóvenes franceses en lucha contra la reforma laboral flexibilizadora que quiere imponer Hollande, que incluyen a los refugiados en sus imponentes asambleas del movimiento “noches de pie”.