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12 de junio de 2019

17 de junio de 1821

Güemes murió traicionado

Un sector de los llamados historiadores académicos, particularmente el que se identifica con Luís A. Romero o Hilda Sábato, cuestiona lo que ellos llaman el “relato mítico” u “origen mítico” de la Revolución de Mayo de 1810. Algunos hablan de que existió un “Pacto Colonial” entre los originarios y España, por lo que las masas no estaban interesadas en la independencia. Para este tipo de historiadores no tienen significación alguna los antecedentes de Tupac Amaru o Tupac Catari, también aseguran que “hoy resulta casi una obviedad decir que la historia económica perdió el lugar de privilegio que había ocupado hasta los años 1960 y 1970, convirtiéndose en una rama marginal de los estudios históricos”. Desde ya que tanta seguridad de lo obvio no es opinión de los materialistas históricos, para quienes Marx “descubrió la ley del desarrollo de la historia humana, el hecho tan sencillo, pero oculto hasta hora bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.”, tal como lo expresó Engels al despedir a Marx en su tumba. Por ello es muy importante estudiar cómo se producía y las relaciones sociales que imperaban en la época de la Guerra de la Independencia, pues ayuda a comprender, por ejemplo, porque y como se llegó al asesinato de Martín Güemes.

 

El Fuero Gaucho

Proveniente de familia de terratenientes de Salta y Jujuy, Martín Güemes tuvo a su cargo la lucha principal contra las invasiones realistas entre 1814 y 1821. Destacar el rol de este gran revolucionario es principalmente poner como ejemplo su auto del 11 de abril de 1818, que mandara a publicar por bando.

El escenario social, económico y político de la región que hoy conforma el NOA de Argentina, presentaba la contradicción entre las clases sociales que conformaban el complejo frente único revolucionario. Los ingresos de la clase terrateniente y comercial provenían del trabajo y la producción de los originarios y criollos pobres y el tráfico comercial que hacían hacia el Alto Perú y por tanto no podían tolerar que los combatientes de la milicia gaucha estuvieran protegidos en forma permanente por el fuero militar, porque ellos los necesitaban para que trabajen y paguen tributos. En un oficio del 15 de agosto de 1815 el Cabildo de Salta, con predominio de realistas, le pretendió imponer a Güemes que “no está, pues en el orden que habiendo cesado ya la guerra en esta Capital restituídose la gente, que la hacía al antiguo estado de labrador, y paisano, sean juzgados por los militares (…) esto es un caos, una confusión. Las actuales circunstancias exigen que todo americano sea soldado, y que desempeñe las funciones cuando sea preciso, pero cuando no es llegado este caso, es un paisano, cuya sujeción inmediatamente depende de la justicia ordinaria”.

Ante tal posición y exigencia se opone Güemes quién había ordenado que ningún combatiente miliciano pagara tributo a sus patrones o brindara servicios personales, típicos del régimen feudal de producción de ese momento, aun cuando no estuvieran en servicio.

 

La conspiración que lo llevó a la muerte

Durante todo su mando después del gran triunfo en Puesto del Marqués (Jujuy), en 1815, Güemes hizo cumplir el fuero militar para todos los gauchos. El 11 de abril de 1818, hostigado durante tres años por su propia clase que se había organizado en un Partido llamado “Patria Nueva”, escribe: “todos los que se interesan en el desorden y desunión que los valientes Gauchos, que a costa de su sangre, han defendido con heroicidad la gran causa de nuestra independencia”, y decide sancionar que “todos los gauchos alistados en los respectivos Escuadrones, y la tropa no sólo gozan y eternamente han de gozar del fuero militar”. Tras la Declaración de la Independencia de 1816, que él había impulsado, acuerda con Belgrano y le pide que remita lo más pronto posible el Bando del 27 de abril a Buenos Aires, lo que concreta el 3 de mayo de 1818. El Director Supremo Pueyrredón lo aprueba el 1º de junio y el 13 de julio Belgrano se encarga de comunicarle la respuesta favorable, lo cual sella el más importante acuerdo político entre los dos próceres, que tenía un profundo contenido revolucionario por el cuestionamiento de las relaciones sociales de producción impuestas por la Colonia.

Este tipo de decisiones profundizó el odio de los terratenientes prorealistas hacia Martín Güemes y Belgrano y no pararon hasta provocar sus muertes. El 24 de mayo de 1821 la “clase decente”, según Bernardo Frías destituye al “tirano” Güemes y nombra como gobernador a Saturnino Saravia. El 31 de mayo, apoyado por los gauchos retoma el control del gobierno. Lo más indignante y revelador del rol de la “clase decente” de toda la región de Salta-Tucumán y Jujuy es que en ese momento ya estaba en marcha la infame conspiración coordinada por los cabildantes de Salta y Jujuy junto con el gobernador tucumano Bernabé Araoz que aliado con el jujeño Arias, habían apresado a Belgrano, al tiempo que se carteaban con el jefe militar realista Olañeta para preparar el ataque a Güemes.

El 7 de junio en una maniobra sorpresiva Güemes es herido de muerte. El 8 de junio los realistas entran a Salta y el 16 nombran gobernador a Olañeta. En su mensaje Antonino Cornejo dice: “La gratitud es ciertamente con la que debió manifestarse V.S. La virtuosa Salta, por haberle debido su sacudimiento del Bárbaro poder de un déspota que, a funesta sombra de una libertad rastrera, fue el mayor de los tiranos”. Olañeta asume el 17 de junio de 1821, el día que moría Martín Güemes. Los terratenientes y comerciantes de Tucumán, Salta y Jujuy aplaudían y agradecían al enemigo. Mitre expresando su propio odio dice que “había sublevado contra él a todas las clases ilustradas” y que “era sostenido por la plebe” y “había sido en el Norte lo que Artigas en el oriente: un prototipo de los tiranos”. La oligarquía del NOA nunca podrá negar el asesinato de Güemes y hoy realizan homenajes hipócritas.

La Guerra de la Independencia en el Alto Perú recién finalizó en la Batalla de Tumusla, el 1º de abril de 1825, donde fue derrotado y ejecutado el último virrey designado por el rey de España, el mismísimo General Olañeta, a manos de los “Infernales de Güemes”: tarijeños, chicheños, jujeños y salteños. Lo que vino después fue la usurpación de la Independencia por la clase terrateniente y comercial, tras la derrota del sector que encabezaron Moreno, Castelli, Monteagudo, Belgrano, San Martín, Güemes, Gorriti, Juana Azurduy, Camargo, entre otros grandes patriotas. El predominio de estas clases en la organización nacional llevó a la Argentina a una nueva dependencia, a la cual nos someten hoy distintos imperialismos. Tenemos por delante la tarea de luchar por nuestra segunda y definitiva independencia.

Escribe Carlos Aramayo

Hoy N° 1770 12/06/2019