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11 de noviembre de 2010

Guerra, revolución y contrarrevolución

Documentos del PCR / tomo 6

La dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta que enfren­ta­ba a Francia. Inglaterra y Estados Unidos por un lado, con los paí­ses que con­for­ma­ron el eje fas­cis­ta: Alemania. Italia y Japón por el otro, ori­gi­nó la Segunda Guerra Mundial.

La dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta que enfren­ta­ba a Francia. Inglaterra y Estados Unidos por un lado, con los paí­ses que con­for­ma­ron el eje fas­cis­ta: Alemania. Italia y Japón por el otro, ori­gi­nó la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Alemania agre­de a la URSS (en ese enton­ces toda­vía bajo la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do) la gue­rra inte­rim­pe­ria­lis­ta se trans­for­ma en una gue­rra mun­dial anti­fas­cis­ta. El impe­ria­lis­mo nazi­fas­cis­ta, con­tra el que había libra­do una gue­rra desi­gual y heroi­ca el pue­blo espa­ñol, con­tra el que libra­ba una gue­rra nacio­nal desde la mitad de déca­da del 30 el pue­blo chino y con­tra el cual se había des­ple­ga­do la lucha de los fren­tes popu­la­res, pri­me­ro polí­ti­ca y luego arma­da, en casi toda Europa, se con­vir­tió en el ene­mi­go prin­ci­pal del pro­le­ta­ria­do a esca­la mun­dial. La defen­sa del pri­mer país socia­lis­ta se fun­dió con la lucha libe­ra­do­ra de los pue­blos sojuz­ga­dos por el nazis­mo ale­mán, el mili­ta­ris­mo japo­nés y el fas­cis­mo ita­lia­no. La URSS, con­du­ci­da por el Partido Comunista (bol­che­vi­que) diri­gi­do por Stalin, llevó desde enton­ces el peso prin­ci­pal de la lucha con­tra el fas­cis­mo.
Derrotado el fas­cis­mo se for­ta­le­cie­ron en todo mundo las posi­cio­nes pro­le­ta­rias revo­lu­cio­na­rías de libe­ra­ción nacio­nal. La revo­lu­ción triun­fó en algu­nos paí­ses del Este euro­peo. Los pue­blos de Asia, Áfri­ca y América Latina se colo­ca­ron en la pri­me­ra fila de la lucha anti­im­pe­ria­lis­ta y anti­co­lo­nia­lis­ta, rea­li­zan­do luchas arma­das revo­lu­cio­na­rias, con­quis­tan­do gran­des vic­to­rias que cam­bia­ron la fiso­no­mía del mundo de la pos­gue­rra. Esto esti­mu­ló al pro­le­ta­ria­do mun­dial y a los pue­blos de todos los paí­ses en su lucha revo­lu­cio­na­ria anti­im­pe­ria­lis­ta. A su vez, el Partido Comunista de China diri­gi­do por Mao Tsetung con­du­jo al pue­blo chino al triun­fo de la revo­lu­ción, ins­tau­rán­do­se la República Popular el 1º de Octubre de 1949.
Después de la Revolución de Octubre en Rusia la vic­to­ria de la Revolución China es el acon­te­ci­mien­to más impor­tan­te en la his­to­ria del movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio del pro­le­ta­ria­do inter­na­cio­nal. Mao Tsetung desa­rro­lló el mar­xis­mo-leni­nis­mo en todos los pla­nos.
El impe­ria­lis­mo yan­qui emer­gió de la Segunda Guerra Mundial como la super­po­ten­cia impe­ria­lis­ta hege­mó­ni­ca. Con la derro­ta que sufrió en Corea, y el triun­fo de la Revolución cuba­na y las gue­rras de libe­ra­ción nacio­nal de los pue­blos de Vietnam. Kampuchea y Laos, el impe­ria­lis­mo yan­qui cayó –a comien­zos de la déca­da del seten­ta en una pro­fun­da cri­sis mili­tar, polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca. Perdió fuer­zas, rela­ti­va­men­te, fren­te a los paí­ses de Europa Occidental y Japón y, pese a hacer deno­da­dos esfuer­zos por man­te­ner su hege­mo­nía, comen­zó a decli­nar y a retro­ce­der.
En la URSS –pri­me­ra expe­rien­cia dura­de­ra de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do– duran­te el perío­do de Stalin, en el marco de rela­cio­nes de pro­duc­ción no ente­ra­men­te revo­lu­cio­na­ri­za­das y de la no reso­lu­ción o reso­lu­ción erró­nea por la direc­ción del Partido de nue­vos pro­ble­mas teó­ri­cos y polí­ti­cos sur­gi­dos en la cons­truc­ción del socia­lis­mo, se habían incu­ba­do sec­to­res socia­les y ela­bo­ra­cio­nes teó­ri­cas y polí­ti­cas revi­sio­nis­tas. Estos sec­to­res y ela­bo­ra­cio­nes teó­ri­cas sir­vie­ron de apo­ya­tu­ra a una capa buro­crá­ti­ca pri­vi­le­gia­da, cada día más ale­ja­da del con­trol de las masas, que ini­ció el cami­no de la uti­li­za­ción de sus pri­vi­le­gios polí­ti­cos para gene­rar pri­vi­le­gios eco­nó­mi­cos y socia­les. En marzo de 1953 falle­ció Stalin. La línea del XXº Congreso del PCUS, rea­li­za­do en 1956, fue un salto cua­li­ta­ti­vo, la revi­sión total de las prin­ci­pa­les tesis mar­xis­tas leni­nis­tas, demos­tra­ti­vo de la fuer­za adqui­ri­da por los repre­sen­tan­tes de la bur­gue­sía en la direc­ción del Partido. En 1957 el sec­tor enca­be­za­do por Jruschov dio un golpe de Estado que garan­ti­zó la hege­mo­nía de esa bur­gue­sía en el Partido, en el Estado (prin­ci­pal­men­te en las fuer­zas arma­das y repre­si­vas) y en la socie­dad sovié­ti­ca, su con­ver­sión, en forma ori­gi­nal, en clase domi­nan­te, explo­ta­do­ra, bur­gue­sía de nuevo tipo, buro­crá­ti­co-mono­po­lis­ta, expan­sio­nis­ta, socia­lis­ta de pala­bra e impe­ria­lis­ta de hecho.
El ascen­so del revi­sio­nis­mo al poder, sig­ni­fi­có el ascen­so de la bur­gue­sía al poder, del revi­sio­nis­mo a la trai­ción, y de la trai­ción al socia­lim­pe­ria­lis­mo y al fas­cis­mo. Tal fue el trán­si­to de la direc­ción del PCUS. Esto colo­có fren­te al impe­ria­lis­mo yan­qui a un agre­si­vo rival, pode­ro­sí­si­mo, que pasó a dis­pu­tar­le el con­trol del mundo.
Con la dege­ne­ra­ción de la URSS sur­gió otro fenó­me­no en el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio mun­dial: ensi­lla­das por el socia­lim­pe­ria­lis­mo –que se dis­fra­za de “alia­do natu­ral” de los pue­blos del Tercer Mundo– varias revo­lu­cio­nes de libe­ra­ción nacio­nal triun­fan­tes sufrie­ron el cam­bio de amo. Países  cuyas heroi­cas revo­lu­cio­nes fue­ron ban­de­ras para millo­nes de explo­ta­dos y opri­mi­dos en el mundo, habien­do derro­ta­do a los yan­quis u otros impe­ria­lis­tas, pasa­ron a ser paí­ses depen­dien­tes opri­mi­dos por la URSS e inclu­so pun­tas de lanza de su polí­ti­ca. Ejemplos trá­gi­cos de este fenó­me­no son Cuba y Vietnam. El peso del revi­sio­nis­mo en las direc­cio­nes de los paí­ses comu­nis­tas y la no com­pren­sión por parte de los revo­lu­cio­na­rios y comu­nis­tas, del cam­bio de carác­ter de la URSS, posi­bi­li­tó su copa­mien­to por el nuevo amo impe­ria­lis­ta.
Mao Tsetung, el más gran­de mar­xis­ta-leni­nis­ta de nues­tro tiem­po, ini­ció la gran lucha con­tra el revi­sio­nis­mo moder­no, ana­li­zó el cam­bio de carác­ter de la URSS, defi­nién­do­la como socia­lim­pe­ria­lis­ta (socia­lis­ta de pala­bra e impe­ria­lis­ta en los hechos), y estu­dian­do la causa de esta tra­ge­dia his­tó­ri­ca para el pro­le­ta­ria­do y los pue­blos del mundo, impul­só a par­tir de 1966 la Revolución Cultural Proletaria. Una gigan­tes­ca revo­lu­ción diri­gi­da a impe­dir la res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta y a sos­te­ner la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do.
La teo­ría de la con­ti­nua­ción de la revo­lu­ción bajo la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do se basa en la com­pren­sión de que en el socia­lis­mo, como etapa de tran­si­ción entre el capi­ta­lis­mo y el comu­nis­mo, sigue exis­tien­do la lucha de cla­ses anta­gó­ni­ca entre el pro­le­ta­ria­do y la bur­gue­sía.
Aprovechando la muer­te de Mao Tsetung en 1976, y de otros líde­res del PCCH, des­pués del breve  perío­do en que Hua Kuofeng pre­si­dió en Partido, los repre­sen­tan­tes de la bur­gue­sía se apo­de­ra­ron del poder a par­tir del Tercer Pleno del Comité Central rea­li­za­do en diciem­bre de 1978, con­so­li­dan­do su hege­mo­nía en el XII Congreso de setiem­bre de 1982.
La res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta en China no inva­li­da sino que real­za los apor­tes revo­lu­cio­na­rios de Mao Tsetung.
En 1974, sin­te­ti­zan­do la rea­li­dad obje­ti­va de la lucha de cla­ses a esca­la mun­dial, Mao for­mu­ló la teo­ría de los Tres Mundos, defen­dien­do y desa­rro­llan­do tam­bién las tesis fun­da­men­ta­les del mar­xis­mo-leni­nis­mo.
La Teoría de los Tres Mundos se basa en la teo­ría de Lenin que afir­ma: 1) la nues­tra es la época del impe­ria­lis­mo y de la revo­lu­ción pro­le­ta­ria; 2) el desa­rro­llo desi­gual del impe­ria­lis­mo y la inevi­ta­bi­li­dad de que los paí­ses impe­ria­lis­tas recu­rran a la gue­rra para repar­tir­se de nuevo el mundo y 3) el impe­ria­lis­mo ha divi­di­do al mundo en nacio­nes opre­so­ras y nacio­nes opri­mi­das, el pro­le­ta­ria­do inter­na­cio­nal lucha al lado de estas últi­mas y las revo­lu­cio­nes de libe­ra­ción nacio­nal con­flu­yen con revo­lu­ción pro­le­ta­ria mun­dial.
La déca­da del 70 fue una déca­da de expan­sión agre­si­va, des­en­fre­na­da, de la URSS.
En la déca­da del 80, los Estados Unidos logran rever­tir par­cial­men­te la situa­ción, y se esta­ble­ció lo que nues­tro Quinto Congreso defi­nió como un “equi­li­brio ines­ta­ble y pre­ca­rio de las dos super­po­ten­cias”. Este equi­li­brio favo­re­ció el avan­ce de otras poten­cias impe­ria­lis­tas como Alemania Federal, Japón, Italia, Inglaterra, en “Occidente”, y ten­den­cias sepa­ra­tis­tas en el Este euro­peo y dio alas inde­pen­den­tis­tas a los paí­ses del Tercer Mundo.
A la vez el Este euro­peo y la pro­pia URSS han sido con­mo­vi­dos por un gigan­tes­co esta­lli­do de masas con­tra los regí­me­nes social­fas­cis­tas y por la inde­pen­den­cia nacio­nal.
La actual  situa­ción polí­ti­ca inter­na­cio­nal está enmar­ca­da por el perío­do de dis­ten­sión abier­to entre las dos super­po­ten­cias. Tanto la URSS como Estados Unidos nece­si­tan en forma apre­mian­te este perío­do de dis­ten­sión. Necesitan ganar tiem­po para mejo­rar su situa­ción eco­nó­mi­ca y moder­ni­zar su indus­tria béli­ca.
Esta dis­ten­sión es rela­ti­va, por­que lo fun­da­men­tal entre las dos super­po­ten­cias sigue sien­do la dis­pu­ta por el con­trol del mundo.
Asistimos a un momen­to de gran rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas a esca­la mun­dial. Reagrupamiento que deter­mi­na­rá en el futu­ro quién se alia­rá con quién y con­tra quién, en un pro­ce­so seme­jan­te al que pre­ce­dió a las dos gue­rras mun­dia­les de este siglo, cuya carac­te­rís­ti­ca fue la ali­nea­ción en dos blo­ques, dos trin­che­ras.
El cen­tro de la dis­pu­ta sigue sien­do Europa. Es el tea­tro prin­ci­pal de las riva­li­da­des polí­ti­co-mili­ta­res de los paí­ses de la OTAN y el Pacto de Varsovia. Pero los paí­ses de Europa tam­bién son pro­ta­go­nis­tas cre­cien­tes. Se ha pro­du­ci­do un desa­rro­llo desi­gual y a sal­tos y apa­re­cen como impe­ria­lis­mos en ascen­so Japón y, en Europa, par­ti­cu­lar­men­te Alemania. Sin embar­go Estados Unidos y la URSS siguen sien­do los ene­mi­gos prin­ci­pa­les, los prin­ci­pa­les opre­so­res.
La his­to­ria de este siglo demues­tra que el rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas actual va a ter­mi­nar for­ta­le­cien­do los fac­to­res de gue­rra a esca­la mun­dial. La lucha con­tra la gue­rra impe­ria­lis­ta sigue sien­do una gran tarea revo­lu­cio­na­ria de la clase obre­ra. Incluso la lucha para apla­zar su esta­lli­do crea­rá mejo­res con­di­cio­nes para enfren­tar­la cuan­do ésta se desa­te y con­ti­nuar el com­ba­te por la revo­lu­ción en cual­quier cir­cuns­tan­cia. Es nece­sa­rio pug­nar por la uni­dad de la clase obre­ra mun­dial y los pue­blos del Tercer Mundo, para enfren­tar y des­en­mas­ca­rar el hege­mo­nis­mo y derro­tar las pro­vo­ca­cio­nes de gue­rra y el expan­sio­nis­mo de las dos super­po­ten­cias.
Mediante la soli­da­ri­dad acti­va en el com­ba­te anti­he­ge­mo­nis­ta y anti­im­pe­ria­lis­ta, la lucha por la paz se entre­la­za con la lucha de los pue­blos del Tercer Mundo por su libe­ra­ción.
Una posi­ción acti­va por la paz requie­re la movi­li­za­ción por el des­ar­me ató­mi­co y la des­truc­ción del arse­nal ató­mi­co mun­dial. La exi­gen­cia del reti­ro de todas las bases y tro­pas mili­ta­res en el extran­je­ro, res­pe­tan­do el dere­cho sobe­ra­no de todas las nacio­nes, sean ellas gran­des o peque­ñas.
Está abier­to un perío­do pre­ña­do de con­flic­tos y de luchas de los explo­ta­dos y opri­mi­dos, que se entre­la­zan con el cre­ci­mien­to de los fac­to­res de gue­rra. La lucha por la libe­ra­ción nacio­nal y la lucha revo­lu­cio­na­ria de la clase obre­ra y de los pue­blos  opri­mi­dos, sigue desa­rro­llán­do­se en todo el mundo.
Los paí­ses, pue­blos y nacio­nes del Tercer Mundo son la fuer­za anti­im­pe­ria­lis­ta prin­ci­pal del mundo actual y lo segui­rán sien­do por un tiem­po pro­lon­ga­do. Juzgando la situa­ción en su con­jun­to, siguen exis­tien­do con­di­cio­nes favo­ra­bles para el desa­rro­llo y for­ta­le­ci­mien­to de las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias anti­im­pe­ria­lis­tas del Tercer Mundo y es muy difí­cil para las super­po­ten­cias aplas­tar este movi­mien­to, por­que sus fuer­zas repre­si­vas son limi­ta­das para enfren­tar­lo, exis­ten con­flic­tos entre las super­po­ten­cias y las fuer­zas impe­ria­lis­tas del Segundo Mundo, y la lucha por la hege­mo­nía en Europa con­su­me lo prin­ci­pal de sus ener­gías.