Sex education debe su éxito principalmente a un público juvenil de acné, mal llamado “pavo” y rebelde casi por naturaleza: los/as adolescentes. La joven feminista Wiley, junto al tímido Otis, emprenden en la primer temporada una clínica sexual con sede en los baños abandonados del colegio.
Los directores de la serie, decidieron hacer una pintura de la genuina necesidad de millones de jóvenes que buscan -aunque nos obligan a callarlo- una ayuda en el descubrimiento de la identidad sexual, de los inicios para muchos/as de sus primeras relaciones, los tabúes, el bullying, y la violencia de las etiquetas y represiones que impone esta sociedad capitalista y patriarcal. Otis, sentado en su inodoro-diván dentro de cuatro desvencijadas paredes, hace recomendaciones a sus clientes -que pagan por un consejo de este gurú del coito- para superar las dificultades que se les presentan para tener un sexo exitoso con sus parejas o amantes.
Casi idéntico a la Argentina, donde los/as estudiantes tenemos que informarnos por nuestra cuenta o a través de internet, porque la ESI todavía es una deuda y no está implementada en todas las escuelas. La única clase que tienen Otis y sus amigos/as de Educación Sexual es en la clase de biología.
“¿No entiendes, Lian? No es no”
Así Otis aconsejaba a su cliente que insistía en la búsqueda de que una chica aceptara ir al baile de la escuela con él. Esta escena, como aquella en que el profesor de jazz recomienda en la fiesta: “y ahora busquen pareja, pero con consentimiento”, muestran el avance social en la delimitación de los espacios que las mujeres conquistaron con su lucha. Sin embargo, el relato tiene su techo. Pretende mostrar que el camino para avanzar en derechos y conquistas es individual, e incluso puede venderse como una mercancía (como los turnos para que Otis te escuche).
“Es solo un estúpido autobús”
Sin embargo, el argumento de la segunda temporada de Sex Education es mejor que la primera, porque no gira tanto en el desarrollo de las clínicas sexuales ni en la “historia de amor” de Otis y Maeve, sino que profundiza en las historias de los demás personajes, como Adam, Aimee, Ola, etc. para continuar abordando temas como la masturbación, la bisexualidad, la asexualidad, el acoso sexual y sus consecuencias emocionales.
La segunda temporada de Sex Education nos confirma los tiempos en que vivimos, abordando con un estilo cómico pero también reflexivo, los debates y las necesidades en materia de salud sexual de gran parte de la juventud. Demuestra en el penúltimo capítulo la importancia de la empatía y la solidaridad entre las jóvenes adolescentes que escuchan a Aimee, compartiendo todas experiencias de acoso y abuso sexual, como si fuera un taller de nuestros Encuentros de Mujeres. Fortalecidas en lo colectivo buscan apoyar a Aimee acompañándola en el autobús donde había sufrido el abuso, estrechando lazos de compañerismo. Ya en el final, Otis reflexiona en un discurso delante de toda la escuela sobre la necesidad de que la institución brinde un espacio de educación sexual para todas y todos.
Más allá que la serie escapa a mostrar que la ESI es responsabilidad del Estado y por ende del gobierno de turno, la segunda temporada se reivindica bastante con el capítulo de la solidaridad ante el abuso y la reflexión de Otis al final. Esperamos que Netflix confirme pronto una tercera temporada, y que esta pueda superar todavía más, lo bueno de las dos primeras. Mientras tanto en nuestra realidad, las y los jóvenes debemos tener en claro que el camino para avanzar en derechos, es la lucha colectiva en las calles, donde debemos exigir la ESI como un pilar fundamental en todas las escuelas.
Hoy N° 1801 5/02/2020
