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18 de febrero de 2022

Nota de opinión. Por Luciano Orellano

¿Hacia dónde va la Argentina?

El rumbo actual, la salida, y los debates en curso

A la luz del rumbo tomado por el gobierno de Alberto Fernández, hay un cambio en la situación política argentina (condensado en el pretendido “acuerdo” con el FMI), que agrava nuestra dependencia y sometimiento, amarrándonos cada vez más a las potencias imperialistas y sus socios nativos, en el nefasto camino de la entrega de nuestra soberanía y de la profundización de los sufrimientos a los que somos destinadas las grandes mayorías argentinas.

Se han acelerado las medidas del gobierno en este rumbo.

 

Los argumentos falaces para la entrega de nuestra soberanía

En el campo popular en Argentina, está en curso el debate sobre qué salida es posible para nuestro país ante el lugar que nos han asignado en este orden mundial. Este debate pone en el centro si es posible un cambio de rumbo que modifique la estructura dependiente latifundista, y hasta dónde pueden tomarse las medidas profundas que necesitamos para la plena recuperación de nuestra soberanía en todos los sentidos y las posibles alternativas de salida al saqueo y a los enormes padecimientos que sufrimos.

Frente a este debate genuino, son alentadas intencionalmente las salidas defensivas y derrotistas desde diversos sectores, para fundamentar el supuesto camino de lo “posible” versus lo “necesario”: “no podemos aislarnos del mundo”; “tenemos que atraer capitales”; “hay que buscar el mal menor”.

Escuchamos a diario falacias repetidas en forma permanente en la historia argentina por economistas, políticos, técnicos, periodistas, en concordancia con concepciones teóricas que predominan en el manejo del aparato del Estado en su entusiasmo por perpetuar los intereses de sus directos beneficiarios. Difunden por todos los medios de los que disponen que nuestro país, por sus características y su historia de productor de materias primas, necesita para crecer y desarrollar su industria de “inversiones extranjeras”. Estas inversiones, terminan en un tributo que se paga al imperialismo en rentas parasitarias financieras, ganancias monopólicas, fuga de capitales, contrabando, deudas eternas, etc.

Con sus diversas formulaciones, propagandizan la salida de las sucesivas crisis que atraviesa nuestro país: “vendrán lluvias de inversiones”, “el mundo tiene que confiar en nosotros para invertir en nuestro país”, “nuestra economía debe ser predecible para atraer inversiones y capitales”, entre tantas otras, que se complementan con promocionar la idea del Estado “ineficiente, ineficaz, incapaz” y justificar así la entrega por los años de los años. Trabajan la idea de que nuestra integración al mundo debe ser de “complementariedad subordinada”. Cualquier argumentación que no vaya en este sentido es descalificada.

No se trata de no integrarnos al mundo, el tema es cómo nos integramos, para qué, y en beneficio de quiénes.

La integración al mercado mundial que pregonan es en lo fundamental  de carácter unilateral, superespecializada, de exportadores de materias primas. A cambio nos inundan con productos industriales y bienes de capital, enterrando toda posibilidad de desarrollo autónomo, independiente, que resuelva el problema de la desocupación industrial estructural que padece la Argentina. En este modelo ningún crecimiento va a resolver este problema, que es el principal drama que tiene nuestro país.

Se presentan como abanderados del crecimiento, el desarrollo, la innovación, el progreso, como única salida a nuestros males, pero lo hacen desde una extranjerización de los eslabones fundamentales de nuestra estructura económica.

En un mundo multipolar, con la supremacía de una superpotencia como es EE.UU y en una aguda disputa, mantienen al mundo en vilo ante amenazas de guerras, con consecuencias inimaginables.

Tiende a negarse la contradicción entre un puñado de naciones imperialistas, y los países, naciones y pueblos oprimidos por estas (entre los cuales se ubica la Argentina).

También promocionan la idea del imperialismo chino como  “amigo de los pueblos”, “salvavidas”, “la meca del mundo que nos ofrece un mercado”, con el que “nuestra alianza tiene que ser estratégica integral” para ejercer nuestro lugar asignado en el nuevo orden mundial de “cubrir su seguridad alimentaria”.

No hay imperialismo bueno.

Por citar un ejemplo, la flota pirata de 350 buques de este supuesto imperialismo “bueno”, “no agresivo”, nos roba todos los años millones de dólares en recursos pesqueros, saqueando en nuestro Mar Argentino de la mano de los ingleses, y cuenta con una base militar “disfrazada” en nuestra provincia de Neuquén.

La Argentina tiene una parte de su territorio insular y su espacio marítimo ocupado por el imperialismo inglés, transformando nuestras Malvinas en una base militar inglesa. La presencia de Joe Lewis en nuestra Patagonia es una extensión de la misma, donde han creado un “estado propio” con lago adentro y todo, lo que demuestra descarnadamente la actualidad de la impunidad de este imperialismo, desde siempre, en nuestras tierras.

En función de sus intereses, las clases dominantes siempre consideraron que el factor externo es el principal para el desarrollo argentino y no vacilan en entregar lo que sea de la soberanía nacional con tal de asegurarse la conservación del poder político, los beneficios monopolistas y la renta terrateniente. Es a través de ellos que actúan los factores externos y, en definitiva, son los principales que sustentan la dependencia y su agravamiento.

Las amenazas, los chantajes, los condicionamientos, la prepotencia de las grandes potencias, se imponen principalmente a través del control que de una u otra manera ejercen sobre los resortes claves del poder político y económico dentro del país.

De una cosa estamos seguros, y es que por este camino no vamos a cerrarles el paso a los sectores más reaccionarios, más bien todo lo contrario.

 

Se profundiza la entrega

El “acuerdo” con el FMI:

El gobierno de Alberto Fernández avanza en un “acuerdo” con el FMI, organismo hegemonizado por EEUU, para el pago de una deuda que es totalmente ilegítima y fraudulenta, lo cual es reconocido por todos: desde el propio Alberto Fernández hasta Mauricio Macri (que fue quien la contrajo para favorecer a sus bancos amigos, para intentar garantizar su reelección, que hoy festeja exultante su impunidad en este acuerdo).

Ni un solo peso de lo que fue una “estafa” a todas voces llegó a los argentinos. El pago de esta deuda no es más que un mecanismo de estrangulamiento feroz a toda la economía argentina, con la fiscalización directa de funcionarios del FMI. Ben Kelmanson, economista “británico”, será el nuevo representante del FMI en Argentina, organismo que cuenta en forma permanente con “oficina local propia” en nuestro suelo, para controlarnos de cerca.

Kelmanson fue recibido recientemente en la Policía Federal Argentina en nuestro país con todos los honores ¡ante la bandera argentina a la par de la inglesa!, ¡y en los 40 años de Malvinas! Como si esto fuera poco, recibió condecoraciones.

Este acuerdo es defendido con mentiras y engaños al pueblo argentino, argumentando que esto inicia un camino de “crecimiento” y asegurando que será “sin ajuste”. Pero con la sola mención de “deuda externa”, “FMI”, nuestro pueblo  sabe y conoce dolorosamente muy bien de lo que se trata, porque ya lo hemos  sufrido, sangrado y enfrentado a lo largo de nuestra historia.

Este acuerdo entreguista es “ajuste fiscal” y será con una feroz profundización del ajuste, en curso, al pueblo argentino. El ministro de trabajo Claudio Moroni anticipó que en las paritarias se fijará un tope de aumento salarial del 40%, muy por debajo del 55% de variación del costo de vida en el 2021, como parte de las pautas que se negocian con el FMI, y lo van a “vender” como si cubriera la inflación, que superará ampliamente esa cifra.

Es necesaria y urgente la más amplia movilización popular para impedir contundentemente que este acuerdo con el FMI sea aprobado por el Congreso Nacional.

Las deudas se pagan, las estafas no: ¡la deuda es con el pueblo!

 

La entrega del Paraná

El gobierno marcha a la continuidad de la entrega de nuestro río Paraná y a la reprivatización de la mal llamada “hidrovía”, disputa en la que están interesadas empresas holandesas, belgas, chinas, danesas. Es la principal vía navegable por la cual cada año pasan alrededor de 5.000 buques de ultramar y se transportan cerca de 127 millones de toneladas en granos, minerales, combustibles y aceite vegetal. Garantiza el flujo de salida de materias primas desde la cuenca del Plata, el “embudo” de escala continental destinado a asegurar la demanda de las grandes potencias del mundo y se estima que un 80 % de las cargas que se transportan corresponden a productos primarios y derivados del complejo agroexportador.

Al momento de escribir este informe, se conoce que el Ministerio de Transporte se encamina a otorgar a Jan de Nul (ahora reconvertida en Sudamericana SA) la llamada “licitación corta” que por 180 días le otorgará el dragado del canal de navegación troncal del Paraná, dejándola en mejores condiciones para la compulsa internacional, la “licitación larga”, que volverá a dejar en manos extranjeras nuestro río.

Como ya lo hemos denunciado, salen por una puerta y entran por la ventana. Derogar el decreto 949/20 sigue siendo la única opción frente a estas maniobras que solo avizoran remachar el camino de entrega iniciado por Menem en los 90 con la era de las privatizaciones.

A esto se suma la postergación en la ejecución del canal Magdalena que, como parte de los recortes y ajustes que se negocian con el FMI, quedó excluido y sin partida adjudicada para su ejecución, lo que asegura la continuidad de la “llave” del río Paraná a potencias que están bajo la órbita de la OTAN, en este país que tiene parte de su territorio ocupado por el imperialismo inglés.

 

El “paquete” de leyes

Los proyectos de leyes enviados por el gobierno nacional a las sesiones extraordinarias del Congreso Nacional, van en el mismo rumbo.

El proyecto de Ley tendiente a crear el “Régimen de fomento al desarrollo agroindustrial federal, inclusivo, sustentable y exportador”, no es más que el proyecto que impulsa el Consejo Agroindustrial mal llamado “Argentino”, delineado por las principales cámaras que agrupan a las multinacionales que controlan nuestro comercio exterior (como Cargill, Bunge, Dreyfus, Cofco), a las bolsas de comercio y de cereales, a la Cámara de Puertos Privados, etc. Buscan profundizar el “modelo agroexportador” con el objetivo de alcanzar los 100 mil millones de dólares en exportaciones y la meta de 200 millones de toneladas. Pretenden remachar un modelo productivo que con el avance de la soja, el corrimiento de la frontera agrícola y la desaparición de 70 millones de hectáreas de bosques, ha agudizado la concentración y extranjerización de las tierras y favorecido al agronegocio, en donde los grandes terratenientes y las multinacionales que controlan el comercio exterior argentino son los principales beneficiarios.

Un modelo que nos ubica como meros exportadores de materias primas en el mercado mundial, mientras a los dólares se los llevan otros. Una política que nos amarra, nos somete a los terratenientes, a la burguesía intermediaria, y a los imperialismos, comprometiendo nuestra soberanía y haciendo imposible cualquier desarrollo independiente para nuestra patria, apropiándose de nuestras riquezas y de nuestro trabajo humano, con los consecuentes y tremendos daños ambientales, la deforestación, la contaminación, el extractivismo. De allí la oposición entre “riqueza récord” y “pobreza récord”.

El proyecto de Ley de Promoción de la Electromovilidad y de las inversiones en la industria automotriz, que en la realidad son “ensambladoras”, está hecho a medida de las intenciones de la empresa automotriz estatal china Chery de instalarse en Santa Fe con exenciones impositivas de todo tipo. Es complementario al desarrollo de la extracción del litio y su industrialización para el desarrollo de las baterías destinadas a los automóviles eléctricos, en la que diferentes imperialismos tienen varios proyectos en curso en el NOA.

Forma parte del discurso oficial de promoción de las inversiones extranjeras con el objetivo de obtener dólares por exportaciones. Un camino harto demostrado ineficaz para los intereses nacionales, y que solo beneficia a un puñado de empresas extranjeras chinas, inglesas, francesas que ya han anunciado inversiones en el NOA, como: Zijin Mining Group (china); Río Tinto (inglesa, que es una de las empresas que controla la producción de mineral de hierro en Brasil, del cual una parte importante es enviada a China, uno de los países que mayor demanda a nivel mundial tiene en la actualidad); Eramet (francesa). Una parte de esta explotación ya la controlan los yanquis, australianos y japoneses y ahora se suman más empresas extranjeras.

La Ley de Inversiones Mineras, que regula la actividad del litio en Argentina, permite la importación de maquinaria libre de aranceles, incluye desgravaciones impositivas y establece regalías de apenas el 3% en la exportación.

El proyecto de ley de promoción de inversiones para la exploración y explotación de  hidrocarburos, petróleo y gas, con el que también se pretenden fomentar las exportaciones, profundiza el modelo de entrega y extranjerización de los recursos naturales con nuevas exenciones impositivas. Podrán disponer libremente del 50% de los dólares sin la obligación de tener que liquidarlos en la Argentina, fijando además un tope a los derechos de exportación que podrán variar del 0 al 8 %. Fue presentado en su momento por el presidente Fernández como una “ambición muy grande” que apunta a que la “Argentina produzca en exceso, se  exporten los excedentes e ingresen los dólares”… “hacen mucha falta”…

En este marco se inscriben las masivas y contundentes protestas que tuvieron epicentro en la ciudad de Mar del Plata, en rechazo a que se realicen exploraciones sísmicas en busca de hidrocarburos frente a la costa bonaerense y a la instalación de plataformas petroleras de extracción frente a las costas de esa ciudad.

Las masivas movilizaciones contra la megaminería  a cielo abierto en la provincia de Chubut arrancaron la derogación de la ley de Zonificación Minera, que había sido votada en la legislatura provincial y promulgada por el gobernador Arcioni. Una ley que fue hecha  a la medida de Pan American Silver (canadiense), iniciativa que fue respaldada y avalada por el gobierno nacional: “En Chubut hemos logrado que en la zona de la meseta podamos explorar oro y plata. Allí está nuestra riqueza y eso es abrirnos al mundo con inteligencia” (Alberto Fernández, 18-12-2019). Chubut es uno de los reservorios de plata más importantes del mundo.

 

La “gira” presidencial

Como si todo lo dicho hasta aquí fuera poco, el presidente Fernández en su reciente gira dejó claro su pedido al presidente ruso Putin: “Estoy empecinado en que Argentina tiene que dejar esa dependencia tan grande que tiene con el Fondo y con Estados Unidos. Y tiene que abrirse camino hacia otros lados”… “Tenemos que ver la manera de que Argentina se convierta en una puerta de entrada de Rusia en América Latina”.

Lo hace, en medio de la escalada de amenazas a Ucrania por parte de Rusia, en medio de las tensiones con EEUU por su pretensión de sumarla a la OTAN.

Continuando su gira firmó acuerdos en China, amarrándonos a este imperialismo con el ingreso a la “Franja económica de la Ruta de la Seda” y la “Ruta Marítima de la Seda”, una estrategia geopolítica de China para extender su garra imperialista a nivel global y un proyecto de entrega para Argentina.

La decisión de adherir a “la Franja y la Ruta”, el plan de China para asegurarse la provisión de materias primas y la participación de su mano de obra calificada en proyectos de infraestructura, se formalizó finalmente en la gira presidencial, con anuncios de “inversiones” por 23.700 millones de dólares.

En cuanto a energía nuclear, China logró cerrar el acuerdo para la construcción de Atucha III a partir de un reactor de 1.200 megavatios a instalar en el complejo de Lima, en la provincia de Buenos Aires. Se entregará “llave en mano”, es decir, concluida y ya en funcionamiento, basada en componentes de origen 100% chino y sin transferencia alguna de tecnología. Hacia adelante: dependencia absoluta en términos de mantenimiento de instalaciones operativas y reactor.

Una central que podría construirse sin inconvenientes con tecnología y recursos humanos altamente calificados con los que cuenta actualmente Argentina.

En relación a la base “espacial” china que se instaló en Neuquén, en la que la potencia oriental ya tiene garantizados 50 años de uso irrestricto de la zona desde el 2018, se estableció un incremento operativo en principio hasta el año 2025 y la utilización de la tecnología instalada para el monitoreo de distintas áreas del Atlántico Sur. El agravante respecto de esto último corresponde a las campañas de devastación de los ecosistemas marinos que, cada año, lleva a cabo, justamente, la flota de más de 350 buques chinos que pescan calamar de forma ilegal, y si se avanza con la intención de los chinos de monitorear el mar, se les dará la posibilidad adicional de conocer con certeza dónde están las especies que ellos buscan, intensificando el desastre que provocan cada año.

Saqueo de nuestros recursos que se efectúa desde hace años con el silencio de los gobiernos de turno. Es un acuerdo con el que Argentina le abre aún más la puerta a las pretensiones económicas y militares del país oriental sobre la Antártida y el Atlántico Sur.

Por último, los ministerios de Agricultura de ambos países firmaron el “Plan de Acción Estratégico en materia de Cooperación Agrícola 2022-2027″, pacto mediante el cual la potencia gozará de injerencia en las regulaciones locales para la aprobación de nuevos transgénicos –China, recordemos, es el gran comprador de porotos de soja y la intención del oficialismo es abrir de una vez el mercado de harina basada en la oleaginosa–, se harán pruebas cruzadas de organismos genéticamente modificados e, incluso, habrá evaluaciones conjuntas de nuevos agrotóxicos que podrían llegar al escenario productivo de los “commodities”.

A China también le interesa generar experimentos conjuntos en genética bovina. Y mantener su monopolio en cuanto a compra de carne: el 74,3 por ciento del producto que se exportó en 2021 fue a parar a ese mercado asiático. El Gobierno apunta a incrementar aún más ese porcentaje. Con todo lo que eso implica en términos de desmontes, afectación de humedales y ampliación de la frontera agropecuaria.

 

 Es necesario otro rumbo para Argentina

El rumbo actual va en sentido opuesto a las necesidades y derechos del pueblo y de la Patria; a las ideas fundacionales de Manuel Belgrano y nuestros patriotas “ni amo viejo, ni amo nuevo, ¡ningún amo!”; a las de Arturo Jauretche: “no se trata de cambiar de collar, sino de dejar de ser perro”.

Este rumbo de entrega, claudicante, que profundiza la dependencia y el colonialismo, echa por tierra la posibilidad de todo camino de desarrollo independiente y del ejercicio de nuestra soberanía en el más amplio de los sentidos.

Esta política es antagónica con los intereses del pueblo y de la patria.

Siguiendo el camino de los mejores legados de los hombres y mujeres de nuestra historia decimos “basta de saqueo” y abrazamos la bandera argentina para elevar su contenido, la esencia de su origen: los ideales colectivos de una Argentina justa, libre y soberana,  para que en el trono de la vida cotidiana ¡reine la noble igualdad!

 

Fuente: www.ptpsantafe.org