Noticias

02 de octubre de 2010

Por la unidad y la defensa de la FJC y el PC sobre la base de los principios leninistas.

Hacia el IX Congreso

Federación Juvenil Comunista (FJC), Comité Central (CC) / octubre de 1967

El 21 de setiembre se reunió el CC de la FJC y consideró la grave situación creada en nuestra organización. En esta reunión se aprobó la resolución adoptada por el Comité Ejecutivo (CE) del día 18 de setiembre, se convocó al IX Congreso Nacional de la FJC, encomendándose al CE la preparación de un documento político (ver Juventud de setiembre de 1967).

El 21 de setiembre se reunió el CC de la FJC y consideró la grave situación creada en nuestra organización. En esta reunión se aprobó la resolución adoptada por el Comité Ejecutivo (CE) del día 18 de setiembre, se convocó al IX Congreso Nacional de la FJC, encomendándose al CE la preparación de un documento político (ver Juventud de setiembre de 1967).

Desde entonces, lamentablemente, se acentuó la actitud de algunos camaradas del CE -que habían trabajado para que otros camaradas del CC no concurrieran a la reunión del 21 de septiembre-; esta lamentable actitud culminó con una reunión de una parte de los miembros del CC de la FJC. En esta reunión se tomaron medidas no solo antiestatutarias, sino lo que es más grave, de corte abiertamente antileninista, tendientes a liquidar de cuajo toda posibilidad de realizar la discusión orgánica de los problemas políticos suscitados en nuestra FJC. Se ha agravado así un proceso impulsado por dichos camaradas que causan un grave daño a nuestra organización.

Es con gran preocupación de militantes comunistas que observamos -como lo vienen haciendo crecientemente organismos, dirigentes y militantes de nuestro Partido de diversos lugares del país- que camaradas de la Dirección Nacional y direcciones regionales del Partido adoptaron e impulsaron la misma actitud errónea ante los problemas suscitados. Claro que todo esto se hacía en nombre de la defensa del Partido y de su línea -lo cual es un propósito muy loable-; pero es que sólo una discusión franca y abierta puede demostrar quién está defendiendo la línea y quién no.

Por otra parte ¿cómo se defiende mejor al Partido? ¿Ignorando nuestros errores -y por lo tanto manteniéndolos- o analizándolos autocríticamente y corrigiéndolos? ¿Era lógico traer la preocupación sobre la aplicación de la línea del XII Congreso durante el gobierno de Illia, a la luz de la práctica y del hecho al que más atención debíamos prestar: por qué la derecha peronista y de otros sectores logró mantener en la pasividad a las masas?

Illia, el golpe y la "expectativa esperanzada"

Creemos que sí. Primero porque aclarar y extraer conclusiones de la aplicación de la línea durante ese periodo permite una mejor comprensión y aplicación de la línea del XII Congreso [marzo de 1963] en el presente y el futuro inmediato. Segundo, porque en la VII Conferencia Nacional de nuestro Partido [abril de 1967] en el informe central, aparecen -a nuestro modo de ver- algunas apreciaciones confusas y contradictorias. Por ejemplo, caracteriza al gobierno de Illia como pequeñoburgués y burgués nacional, en contradicción con las anteriores caracterizaciones hechas por el Partido. Vinculado a esto se afirma que:

"Colocado bajo la presión de las masas, apoyando sobre todo sus medidas progresistas, se hubiese conseguido que Illia reorganizara su gobierno incluyendo en él a representantes de diversos partidos democráticos, formando así un gobierno democrático que hubiese dado satisfacción a las apremiantes reivindicaciones obreras y populares" (El subrayado es nuestro).

Si partimos de la concepción leninista del Estado, esto no aparece claro. Afirmaba Lenin:

"Como todo el mundo sabe, ya en su programa, el partido Socialdemócrata, expresó su inquebrantable convicción de que es necesario establecer un poder plenamente popular para satisfacer de modo efectivo las necesidades apremiantes de las masas populares. Si la masa del pueblo no posee en toda su plenitud el poder del Estado, si dentro de éste queda algo de poder no elegido por el pueblo, inamovible, que no dependa totalmente de él será imposible satisfacer efectivamente las necesidades apremiantes por todos sentidas" (V.I. Lenin, O.C., tomo XI, pág. 21. El subrayado es del autor).

Entendemos que la práctica vivida durante el gobierno de Illia, confirmó la teoría leninista. Por otra parte Lenin señala respecto a la política que corresponde frente a las organizaciones liberal-burguesas:

"(…) que no constituyendo organizaciones de clase determinadas, oscilan permanentemente entre la pequeña burguesía democrática y los elementos contrarrevolucionarios de la gran burguesía, vacilan entre el deseo de apoyarse en el pueblo y el temor a la iniciativa revolucionaria de éste, y sus aspiraciones no salen de los marcos de una sociedad burguesa jurídicamente constituida y defendida de las pretensiones del proletariado por la monarquía y un sistema bicameral. En interés de la educación política del pueblo, la socialdemocracia debe utilizar la actividad de estos partidos, contraponiendo a su fraseología hipócritamente democrática, el democratismo consecuente del proletariado y desenmascarando implacablemente las ilusiones constitucionalistas difundidas por ellos".

Con otras palabras el XII Congreso de nuestro Partido señalaba:

"En cuanto a los partidos burgueses y pequeñoburgueses, si bien de tiempo en tiempo, sobre todo en época de elecciones, dan a conocer plataformas electorales con algunos puntos programáticos, no disponen de programas completos. Y cuando establecen esos puntos programáticos como el llamado Programa de Avellaneda, con el cual Frondizi y su partido, conquistaron el apoyo popular necesario para triunfar en las elecciones, luego una vez en el gobierno, bajo la presión de los ‘factores de poder’ lo arrojan por la borda y lo sustituyen por el plan trazado por el FMI. Como dijo hace unos días un periodista, los representantes de esos partidos suelen realizar la campaña electoral con frases de izquierda; y cuando triunfan, constituyen inicialmente gobiernos de centro izquierda, luego lo reestructuran como gobierno de centro derecha y terminan por ser gobiernos de derecha".

Creemos que durante el gobierno de Illia se fue desdibujando y dejando de lado, en la práctica, esta concepción leninista tomada por el XII Congreso. El no haber denunciado y atacado suficientemente la política, en lo esencial reaccionaria del gobierno de Illia, facilitó a la derecha peronista su maniobra de aparecer como los más decididos combatientes de esa política, lo que era un pretexto para enganchar a las masas detrás del golpe.

Pensamos que debemos profundizar en lo que decía el camarada Dimitrov en el VII Congreso de la Internacional Comunista:

"La subida del fascismo al poder no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de la dominación de la burguesía -la democracia burguesa- por otra; por la dictadura terrorista abierta. Pasar por alto esta diferencia sería un error grave, que impediría al proletariado revolucionario movilizar a las amplísimas capas de los trabajadores de la ciudad y el campo para luchar contra la amenaza de la toma del poder por los fascistas, así como aprovechar las contradicciones existentes en el campo de la propia burguesía. Sin embargo, no menos grave y peligroso es el error de no apreciar suficientemente el significado que tienen para la instauración de la dictadura fascista las medidas reaccionarias de la burguesía que se intensifican actualmente en los países de la democracia burguesa, medidas que reprimen las libertades democráticas de los trabajadores, restringen y falsean los derechos del parlamento y agravan las medidas de represión contra el movimiento revolucionario (…) Todo el que no lucha en estas etapas preparatorias contra las medidas reaccionarias de la burguesía y contra el creciente fascismo, no está en condiciones de impedir la victoria del fascismo, sino que por el contrario la facilitará (…) Especulando con la profunda desilusión de las masas sobre los gobiernos de la democracia burguesa, el fascismo se indigna hipócritamente ante la corrupción (…) El fascismo capta en interés de los sectores más reaccionarios de la burguesía a las masas decepcionadas que abandonan los viejos partidos burgueses. Pero impresiona a estas masas por la violencia de sus ataques contra los gobiernos burgueses, por su actitud irreconciliable frente a los viejos partidos de la burguesía" (Obras Escogidas, pág. 91, Ed. en Lenguas Extranjeras, Bulgaria).

Si tenemos en cuenta todo esto, tal vez tendremos en parte una noción más clara del por qué de la "expectativa esperanzada". Otra parte en lo que hace al análisis de nuestra actividad de Partido y Juventud Comunista la tendremos a nuestro modo de ver en la política desarrollada en ese periodo en el movimiento obrero.

Vandor, Onganía y el Manifiesto del 1° de Mayo

En la primera mitad del año 1966 -producto del desarrollo de las luchas de la clase obrera y como consecuencia de su conciencia unitaria, sobre la base de la asimilación de su propia experiencia y del papel jugado en ello por nuestro Partido-, comienza a desarrollarse un proceso unitario que Vandor y su camarilla aprovechó y estimuló para fortalecer sus posiciones frente a Alonso, ante la escisión sin principios producida en el seno del peronismo.

Este proceso unitario se expresa públicamente con la firma del Manifiesto del 1° de Mayo y alcanza su culminación orgánica con la constitución de una dirección de la CGT en la cual se da participación al camarada Lito Rodríguez. Paralelamente Vandor-Prado y sus seguidores preparaban febrilmente en conexión con jefes militares reaccionarios de las FF.AA. su golpe de Estado. Prueba concreta de esta labor fue la pública participación de estos dirigentes en el acto de homenaje al coronel Leal realizado a fines de abril, en Luz y Fuerza. Otra clara expresión de su labor golpista fue la negativa de estos sectores a sacar el paro del 7 de junio de los marcos economistas y transformarlo también en un paro contra el golpe.

Críticamente hemos planteado que en pro de una política unitaria con estos dirigentes, hayamos apagado el fuego de nuestra crítica a la actividad criminal y reaccionaria de estos elementos sindicales, actitud que a nuestro entender, no ayudó a la clase obrera y al pueblo a ver los verdaderos propósitos de estos dirigentes y mostrar cómo, tras una aparente política unitaria y de oposición "frontal" al gobierno de Illia, se ocultaban sus fines golpistas.

Esta falta de crítica a fondo acerca de las posiciones golpistas de los dirigentes de derecha peronista y de otros sectores, estuvo reflejada en una serie de declaraciones y publicaciones realizadas por nuestro Partido y de algunos camaradas de dirección, como así también en una serie de hechos acontecidos antes del 28/6/66. En este sentido, pensamos que decir, como lo hace la declaración del Comité Central de nuestro Partido del 8/6/66 (que justamente llamaba a unirse contra el imperialismo y el golpe de Estado): "La clase obrera y el pueblo saben quiénes se mueven detrás de los sables y amenazas. En primer lugar está el imperialismo (…) Están los terratenientes vacunos (…) Están los grandes capitalistas intermediarios (…) Están los sectores oscurantistas y reaccionarios que quieren segar la cultura popular (…) Y están ciertos sectores gorilas del Ejército, la Marina y la Aviación (…) Finalmente están (…) los órganos venales de la prensa antipopular (…)", y no decir ni una palabra de denuncia acerca de los compromisos golpistas de parte de estos dirigentes sindicales de derecha, no hace sino confirmar nuestra opinión sobre nuestra falta de crítica. Planteaba la citada declaración: "Pero los planes golpistas contra el pueblo y la nación no prosperarán (…) La clase obrera ha hecho su experiencia y está atenta y decidida a defender sus derechos y conquistas. A defender especialmente la CGT unitaria alcanzada". Al hacer tan categóricas afirmaciones estábamos llevando a nuestros militantes y a las masas una idea que no se ajustaba a la realidad, dado que como lo analizó el Partido, no era posible que los comunistas saliésemos solos a la calle a luchar contra el golpe; al decirse "el golpe no prosperará" no nos cabía otra interpretación que la de pensar que las masas influenciadas aún por esos dirigentes (cuyas maniobras golpistas eran públicas) serían movilizadas por éstos contra el golpe.

No menos perjudicial fue para nuestra política independiente el hecho que objetivamente hayamos aparecido junto a uno de los sectores peronistas, que en una disputa sin principios por la dirección del movimiento, llegaron hasta el enfrentamiento físico. Así sucedió en el caso Rosendo García, que tantos artículos, declaraciones (ver Nuestra Palabra, 18/5/66) y actitudes prácticas de nuestro Partido levantaron como un "hecho contra la unidad", resaltando las falsas frases "unitarias de Augusto Vandor" en nuestros periódicos, en vez de tomar una actitud independiente y de crítica a fondo a quienes se escudaban en maniobras unitarias para fortalecerse en sus objetivos.

Alianzas para elevar, no para bajar el nivel de conciencia

Cuando planteamos estos problemas acerca de nuestra lucha ideológica y de nuestra actitud independiente, se nos contesta que estamos "infantilmente" contra toda política de compromisos. Señalamos claramente que esto no contesta a nuestro planteo. Que entendemos la política leninista de compromisos, tal como genialmente está sintetizado en La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo, cuando plantea:

"(…) se desprende imperiosamente la necesidad, una necesidad absoluta, para la vanguardia del proletariado (…) para el PC de recurrir a las maniobras, a los acuerdos, a los compromisos con los diversos grupos de proletarios, con los diversos partidos de los obreros y de los pequeños patrones. La cuestión es saber aplicar esta línea para elevar y no para rebajar el nivel general de conciencia, de espíritu revolucionario, de capacidad de lucha y de victoria del proletariado (…) Los demócratas pequeñoburgueses, los mencheviques inclusive, oscilan inevitablemente entre la burguesía y el proletariado, entre la democracia y el régimen soviético, entre el reformismo y el revolucionarismo, entre el amor a los obreros y el miedo a la dictadura del proletariado.

"La táctica acertada de los comunistas debe consistir en utilizar estas vacilaciones, de ningún modo ignorarlas; esta utilización exige concesiones a los elementos que se inclinan hacia el proletariado, en el caso y en la medida exacta en que lo hacen, y al mismo tiempo la lucha contra los elementos que se inclinan hacia la burguesía.

"Gracias a la aplicación por nuestra parte de una táctica acertada, el menchevismo se ha ido descomponiendo cada vez más y sigue descomponiéndose en nuestro país; dicha táctica ha ido aislando a los jefes obstinados en el oportunismo y trayendo a nuestro campo a los mejores obreros, a los mejores elementos de la democracia pequeñoburguesa" (V.I. Lenin, O.C., tomo XXXIII, págs. 70-71).

Lo planteado por el camarada Marischi en su folleto "Por una CGT unitaria, poderosa y combativa" (y esa fue la orientación sindical en ese momento), tanto en su esencia, como especialmente en las páginas 19 y 20 dice:

"En esta difícil tarea de reconstrucción de la unidad sindical, son muchos los dirigentes que han contribuido a la misma; queremos dedicar un párrafo aparte a los compañeros como Vandor, Cavalli, Izzeta, Coria, Prado, Tolosa, Monestina y otros compañeros que durante todo este periodo de apasionadas discusiones evidenciaron su disposición a allanar las dificultades que dividían a la CGT y el movimiento obrero, superando los esquemas sectario partidistas que causaron tanto daño al movimiento sindical y al país, rubricando los conceptos unitarios y programáticos del Manifiesto del 1° de Mayo". (pág. 19)

"Este acontecimiento trascendental en el movimiento obrero argentino, revela un avance cualitativo de la conciencia y comprensión de las masas, como de numerosos dirigentes sobre el valor de la unidad. Las experiencias duras y difíciles del pasado (…) han demostrado que las posiciones antiunitarias y las tendencias a orientar al conjunto del movimiento sindical en función de objetivos limitados y de una política de compromisos con los ‘factores de poder’ no han contribuido a resolver en forma estable y satisfactoria ninguna de los problemas de las masas laboriosas. Esta conclusión sostenida permanentemente por el MUCS, ya es hoy un patrimonio de importantes fuerzas en las diversas tendencias en el movimiento obrero" (El subrayado es nuestro).

Estos planteos son a nuestro modo de ver la antítesis de la citada concepción leninista. La posterior experiencia práctica, -que es la mejor medida de una línea-, así lo comprobó. Es más, pensamos que la formulación realizada por el camarada Marischi no concuerda, tanto en el planteo de las palabras como en el de la práctica que se derivó, con lo expresado por el mismo camarada en su informe al XII Congreso de nuestro Partido, cuando dice:

"Nuestro concepto de la actividad y de la labor unitaria, no consiste en silenciar los errores de fondo, pues así haríamos un gran daño en el sector obrero y popular del peronismo, sobre las posiciones erróneas de la ideología nacionalista burguesa y ganarlos para las concepciones justas del proletariado. Incluso debemos luchar hasta el máximo de nuestras posibilidades frente a ciertas actitudes de dirigentes peronistas a fin de que no sean utilizados para la contrarrevolución" (XII Congreso del PC de la Argentina, pág. 422).

Y a continuación dice en la página 423:

"Debemos ser pacientes, pero ello -si bien significa no romper- no significa silenciar, conciliar. Tenemos que hacer nuestra labor unitaria en función de las masas y con los dirigentes que éstas consideran su dirección peronista. (…) La actitud de los aliados depende mucho de cómo nosotros pongamos la proa y les ayudemos al proceso de la elevación de su conciencia política y a la comprensión del proceso revolucionario, en su conjunto, para ganarlos para las posiciones, de clase (…)".

Por ello creemos que con justeza y a partir de la concepción de que, como lo señala el camarada Rubens Iscaro en Nueva Era N° 7 de este año (pág. 21):

"La lucha contra las ideas burguesas, nacionalistas burguesas y reformistas en el movimiento obrero es una lucha de principios en la que no cabe ningún tipo de compromisos porque de su predominio o no, habrá de determinar la suerte de la clase obrera y el triunfo o la derrota de sus acciones.

"En diversas oportunidades se han sobrevalorado algunas manifestaciones unitarias de dirigentes peronistas y reformistas, creando ilusiones que debilitaron nuestra labor por abordar lo que ha sido y sigue siendo lo fundamental de nuestra acción política. Es preciso valorar con justa precisión las posiciones verbales, incluso algunos hechos de unidad, que producen ciertos dirigentes para poder advertir en cada caso si se trata de una maniobra demagógica, o del resultado de la presión de las masas. No hay que olvidar que los dirigentes conciliadores suelen usar un lenguaje revolucionario con el propósito de confundir a las masas y que éstas no adviertan sus compromisos con los factores de poder, ya que ellos los haría perder rápidamente prestigio y autoridad".

Nos parece muy justo que estas cuestiones hayan sido planteadas ahora por el camarada Rubens Iscaro, aún salvando el hecho formal de no haberlo hecho en la VII Conferencia Nacional de nuestro Partido. Es una situación similar a la de varios camaradas que como nosotros, planteábamos en los organismos correspondientes algunas opiniones en otros momentos; no llevando el conjunto de nuestros planteos a reuniones ampliadas -como por ejemplo la Conferencia de la FJC de la Capital- con el objeto de no caer en apresuramientos poco serios y, en cambio, estudiar en profundidad y comparar con la práctica diaria los juicios que nos merecían aspectos de la aplicación de la línea y su expresión en el informe central de la VII Conferencia Nacional de nuestro Partido.

Es más, podemos decir que los militantes comunistas nos sentimos fortalecidos cuando hace pocos meses el Comité Ejecutivo de nuestro Partido y su Comisión Nacional Sindical, analizaron en cierta medida crítica y autocríticamente estos errores, tal como lo expresó la camarada Alcira de la Peña en su intervención a la VII Conferencia Nacional de la FJC (ver Juventud N° 7, 1967)

Posiciones clasistas en todas las instancias

Sin embargo, también es necesario decir que aún en ese análisis creemos no se fue suficientemente a fondo en la búsqueda del por qué pudieron deslizarse estos errores, traducidos en la práctica en pérdida de la aplicación de la línea independiente en el movimiento obrero. Porque en este mismo informe se señalaba que la lucha por la aplicación de nuestra línea independiente había sido formulada permanentemente por la dirección y lo que sucedió era que determinados organismos y compañeros no la habían asimilado suficientemente.

Entendemos que -si bien pueden haber compañeros u organismos que no hayamos asimilado suficientemente la línea-, corresponde siempre a la dirección analizar a fondo, crítica y autocríticamente su propia responsabilidad en esta deficiencia. Más cuando el principal responsable de estos errores es un miembro del secretariado nacional de nuestro Partido.

Y esto lo decimos valorando y destacando, a la vez en toda su dimensión -como lo hemos hecho en nuestros materiales para los jóvenes trabajadores en ese momento- la justa y valiente posición del MUCS en el CCC [CGT] del 9/3/67 en el que marcó a fuego la traición que significaba el levantamiento incondicional del Plan de Lucha, posición que elevó considerablemente en ese periodo su prestigio.

Al mismo tiempo, y esto es aún más grave, al contestarse nuestros planteos se nos dice que el Partido siempre ha señalado la necesidad de la lucha ideológica y la unidad desde abajo. Lo que nos preocupa, es que no puede obtenerse más que confusión en nuestros propios militantes, cuando por un lado les decimos que hay que trabajar y ganar para las posiciones clasistas a los obreros desde abajo, mientras en el plano de la dirección realizamos una política que se contradice con este planteo. Es difícil, por ejemplo, que los compañeros metalúrgicos puedan dar pasos importantes en su labor clasista y unitaria en las empresas, luchar por llevar a sus compañeros del gremio la idea acerca de la necesidad del cambio de la actual dirección de la UOM, reemplazarla por una clasista y unitaria, cuando en la esfera de la dirección se realizan tratativas con los dirigentes a quienes decimos que es necesario cambiar, (tratativas que desde luego deben hacerse) y en el curso de ellas se les plantea a nuestros compañeros atenuar la crítica para no romper las mismas.

Como la experiencia lo ha demostrado en el caso de Rigolleau, solo alcanzamos éxitos -que se miden no únicamente por la conquista de las reivindicaciones, sino también por el crecimiento de nuestras organizaciones, por nuestra capacidad de movilización de masas y la elevación de la conciencia de clase de los trabajadores-, cuando aplicamos a fondo nuestra línea independiente. Justamente, al no aplicar consecuentemente esta línea, los "Rigolleau" no se multiplican en la medida de lo posible.

Debemos decir también que el análisis crítico y autocrítico realizado por nuestro Partido -al que antes hiciéramos mención- aunque nos preocupó porque el mismo no iba a fondo, sin embargo creó en cada uno de nosotros cierta confianza de que estos hechos no se repetirían.

La práctica posterior nos ha mostrado ante otros acontecimientos, muchos de ellos recientes, que reverdecen con fuerza errores similares. Por ejemplo, ante la declaración de la CGT sobre la "Ley Anticomunista", preocupó -y así lo planteamos- el hecho que a partir del análisis realizado por el CE de nuestro Partido, se nos dijera que no era justo criticar los aspectos negativos de esta declaración, que como todos conocemos, tenía expresiones claramente anticomunistas; sino que lo importante era levantar lo positivo del significado que tenía el pronunciamiento de la dirección de la CGT.

 

La crítica es también un instrumento de la independencia de clase

Nosotros pensamos que es justo tener en cuenta, y los comunistas jamás despreciamos ni despreciaremos, todo lo que puede ser útil en las luchas por las libertades y en interés del proletariado para su objetivo final. Pero una vez más señalamos que jamás podemos hacerlo sobre la base de renunciar a la denuncia de todo contrabando ideológico que se quiera llevar a la clase obrera. Por otra parte se nos ha dicho con relación a la Declaración del CCC del 22/8/67 -y así ha aparecido en del 29/8/67-, que ésta era una convocatoria para la lucha, que en la misma estaba reflejado lo fundamental de nuestros planteos, que solo faltaba el problema de los desalojos campesinos y la precisión en las medidas de lucha.

Nosotros entendemos que no puede decirse que ésta era una convocatoria para la lucha, cuando la declaración carecía de las medidas concretas para ello; no puede decirse que contiene lo fundamental de nuestros lineamientos, cuando la misma plantea -en lo fundamental- las ideas del desarrollismo; cuando, bajo la crítica al plan de la dictadura, dice que éste no es el programa de las FF.AA., sino el de los tres Comandantes en Jefe (contrabandeando en esa formulación, nuevamente, el llamado a los "factores de poder" para un nuevo golpe). Tampoco puede decirse que contiene lo fundamental de nuestros planteos una declaración que alerta contra la lucha de clases.

Hay camaradas que nos dijeron que correspondía criticar a los dirigentes cegetistas cuando no cumplieran con lo resuelto por ese CCC, pues nosotros criticamos los hechos. Creemos que es otro error, porque en lo fundamental la declaración de la CGT era un hecho que de por sí significaba una nueva traición a los intereses y a los deseos de lucha de los trabajadores y por su contenido no podía producir otros resultados que la falta de entusiasmo y la pasividad, como lo han demostrado los acontecimientos; al mismo tiempo es indudable que esta etapa de esclarecimiento, que debemos aprovechar como tribuna, tiene el claro propósito (así debemos denunciarlo), de evitar la lucha y aprovecharla como cierta agitación tendiente a respaldar, por parte de muchos de estos dirigentes, nuevas maniobras golpistas.

Otras veces, ante nuestro planteo acerca de una crítica ideológica consecuente sobre la posición de ciertos dirigentes, se nos dice que la misma hay que hacerla según el momento, o que no debe ser escrita, porque no ayudamos a los trabajadores influenciados aún por estos dirigentes a ver lo positivo de estos hechos o declaraciones, sino poner acento en lo negativo. Entendemos, como se ha dicho en otras oportunidades que, en primer lugar, las masas están en condiciones de entender nuestras críticas a estos dirigentes; y por otra parte, no es sino a partir de su propia experiencia pero con nuestro trabajo de esclarecimiento, como podremos arrancarlas de la influencia del enemigo de clase.

Entendemos que nada puede impedirnos la crítica objetiva, tanto oral como escrita. Al respecto, contestando a Plejánov ante sus actitudes oportunistas sobre el peligro de denunciar la traición de los liberales, Lenin le contesta:

"Resulta que Plejánov exhibe como un ‘triunfo’ sobre los socialdemócratas revolucionarios el mismo cuento infantil del lobo y el pastor con el que ya los oportunistas alemanes trataran de asustar a Liebknecht: tanto acostumbráis a la gente a vuestro grito ‘que viene el lobo, que viene el lobo’, que cuando de verdad se presente, ya nadie os creerá. A lo que Liebknecht contesta certeramente a los numerosos correligionarios alemanes del Plejánov de hoy: ‘En todo caso, los que avisan del peligro salvaguardan los intereses del Partido mejor que los que se ríen’". (V.I. Lenin, O.C., Ed. Cartago, tomo XI, pág. 408)

En los últimos tiempos, partiendo de la idea justa de diferenciar a los dirigentes y no ponerlos en la misma bolsa, nos preocupa que se diferencie a los dirigentes peronistas y de otros sectores, teniendo en cuenta solamente el hecho que se pronuncien o no contra la dictadura. Es verdad que están aquellos dirigentes declaradamente al servicio de la dictadura (pactistas) según Nuestra Palabra del 5/9/67; pero también debemos diferenciar entre aquellos que honradamente se pronuncian contra la dictadura y no encuentran una salida justa, y aquellos que, ante el desprestigio de la misma y para no perder su influencia sobre las masas se pronuncian contra la dictadura y tratan de utilizar el descontento de aquellas para nuevos golpes o salidas "frentistas" de derecha. No hacerlo así es caer nuevamente en los errores criticados en relación al 28 de junio de 1966. Esta misma inconsecuencia se refleja en la consigna de constituir una dirección de la CGT sin exclusiones. Debemos dejar claro que nosotros luchamos por la unidad sindical, es decir, por una CGT única, por una sola Federación, por un solo sindicato, etc. Pero no puede confundirse la idea de la unidad orgánica con la idea de la unidad sin exclusiones en el plano de la dirección. Mientras la idea de la unidad sindical, o sea la idea de la unidad orgánica de los trabajadores es justa -nos oponemos a las posiciones de los elementos divisionistas-, la consigna de la unidad sin exclusiones en la dirección no corresponde a nuestros principios, dado que como Partido de la clase obrera luchamos por una dirección unitaria, pero al mismo tiempo clasista, es decir sin traidores ni claudicantes. Puede decírsenos que debido a la correlación de fuerzas en el movimiento obrero no hay condiciones inmediatas para ello. Sin lugar a dudas esto es así, pero nuestra consigna no debe rebajarse a ello, sino que debe expresar lo necesario para la clase obrera a los efectos de educarla en esta lucha. Claro está que en el proceso maniobraremos todo lo que nuestras fuerzas den y obtendremos dentro de ese marco lo que sea posible.

Nuestra situación, el movimiento obrero y popular

En la "declaración" del llamado CC de la FJC, del 26 de setiembre de 1967, se dice que somos un grupito antipartido, que hemos tratado de "imponer una línea aventurera, sectaria, tendiente a aislar a nuestra organización de las masas juveniles". En otra parte de la misma "declaración" se afirma que "tras analizar los avances de nuestro trabajo en el seno de las masas juveniles, sobre todo en el movimiento obrero, ha comprobado también, que estos éxitos serían mayores de no haber existido en el seno de nuestra organización la actividad antipartidaria de un grupito fraccionista (…)". Debemos decir al respecto de la citada "declaración", que encierra la falsedad más absoluta sobre la actividad de camaradas y organismos a los que llama "grupitos fraccionistas".

Nadie puede ignorar, por más adjetivos y epítetos con que se quiera confundir, el esfuerzo realizado por los organismos de la FJC de Santa Fe, Mendoza, Capital Federal, los sectores universitarios, de localidades de la provincia de Buenos Aires, etc., y de sus direcciones, en función de ligar más al conjunto de la FJC con el grueso de la juventud obrera, estudiantil y popular.

¿Puede decirse sin avergonzarse que no avanzó más el trabajo en el seno de la juventud obrera por la labor de estos "grupitos", cuando permanentemente se ha destacado la labor de organismos y compañeros, hoy tan ligeramente tachados de "aventureros" y "sectarios"? Las cifras de camaradas con cargos sindicales de la FJC de la Capital Federal, que en la última Conferencia, pasaron de 25 delegados a 75, con el aporte juvenil importante al Movimiento Unitario Metalúrgico: 15 candidatos a delegados; a la coordinadora bancaria; a la coordinadora de Empleados de Comercio; en Luz y Fuerza, etc., echan por tierra las realmente aventuradas afirmaciones de los que hacen de la diatriba su principal fundamentación, al igual que en Santa Fe el triunfo en Petroquímica, en Mendoza, la Comisión de Resistencia contra la intervención ferroviaria; el trabajo con la juventud mosaísta; o con los delegados de la mayoría de las grandes empresas de comercio, etc.

Sería incorrecto, sin embargo, dejar de reconocer las debilidades en nuestro trabajo de masas, fundamentalmente en el movimiento obrero. Somos conscientes de esto y estamos preocupados en hallar las causas para corregirlas. Justamente, tratando de profundizar en las causas de estas serias insuficiencias, llegamos a la conclusión que -si bien existen muchas y variadas causas de las que tenemos nuestra responsabilidad-, en gran medida los esfuerzos por desarrollar esta labor de masas no lograron cristalizar y desarrollarse no por la actividad de estos "grupitos" sino porque chocaban en definitiva con una orientación política sobre la cual hemos manifestado nuestras preocupaciones y desacuerdos y cuya esencia está planteada en este documento.

Se nos acusa de querer imponer una línea sectaria, despegada de las reivindicaciones inmediatas juveniles, y reemplazar la acción organizada de las masas. Esto es falso. Y no haría falta demostrarlo, si no fuera porque esta gran campaña de tergiversaciones y de calumnias -echadas a rodar por algunos camaradas, para enturbiar el fondo de la discusión política-, puede confundir a algunos compañeros. ¿Pueden acaso olvidar tan fácilmente, los camaradas que hoy hacen estas afirmaciones, cuáles han sido los esfuerzos de la FJC de la Capital y otros organismos, en el movimiento obrero, por desarrollar una amplia labor deportiva y cultural entre los jóvenes, por crear más y nuevas comisiones juveniles de empresa y gremio? ¿Pueden estos camaradas olvidar, que como resultado de esta política crecieron y se desarrollaron numerosas comisiones juveniles, en gremios como bancarios, comercio, ferroviarios, etc? Se nos acusa de abandonar las reivindicaciones juveniles, el deporte, las fiestas, etc., para llevar una línea sectaria.

No puede decirse con tanta facilidad que hemos abandonado la lucha reivindicativa juvenil en la actividad desplegada por la Juventud Comunista en el movimiento popular, especialmente en las villas, clubes y ligas de fútbol, y conociendo la labor deportiva realizada con más de 80 equipos de fútbol de empresas y gremios en el plano de la Capital Federal, por ejemplo. No puede decirse, sin faltar a la verdad, que hemos abandonado otras reivindicaciones de la juventud trabajadora, estudiantil y popular, cuando son numerosos los ejemplos de los combates estudiantiles por el presupuesto, por la defensa de la universidad, etc., la lucha contra los desalojos en las villas, la pelea de los jóvenes ferroviarios por aprendizaje, la participación de la juventud en la lucha por aumentos de salarios desarrollada en diversos gremios como bancarios, metalúrgicos, comercio, etc.; los esfuerzos por la participación real y consecuente de los jóvenes en la vida sindical (como lo prueba la mayor participación de los jóvenes trabajadores en asambleas, elecciones, etc., de diversos gremios).

Debemos decir sí, que lo que nos preocupó y nos preocupa es cómo la realización de estas actividades salen del marco del economismo estrecho. Los comunistas no realizamos nuestra labor entre las masas juveniles para quedarnos a la altura de las reivindicaciones inmediatas (por las que hemos luchado y seguiremos luchando), sino para ayudar a elevar, a partir de las mismas, a sus más altos niveles de conciencia política a esas masas. Como organización de la avanzada no solo debemos plantear el problema de la lucha por las reivindicaciones, sino que combatimos para llevar a los jóvenes a la idea de que para satisfacerlas plenamente es necesario la realización de transformaciones de fondo, únicamente posibles a través de la revolución democrática, agraria y antiimperialista y su paso ininterrumpido al socialismo y al comunismo. Es decir, llevar a los jóvenes la idea de la lucha por la revolución, por la toma del poder. Por eso no estamos de acuerdo con las opiniones y actitudes de camaradas, que partiendo de una idea justa de amplitud, la confunden con la de apoliticismo; y a través de sus opiniones, reflejan la idea de una Juventud Comunista cuya finalidad sea la realización de actividades juveniles limitadas en su contenido.

¿Se puede decir que somos "aventureros", o que tenemos una "concepción agitativa", porque los organismos y compañeros calificados hoy así, se esforzaran por sacar a los jóvenes a la calle para combatir en solidaridad con el heroico pueblo de Vietnam, Cuba, Bolivia, etc? ¿Porque hemos movilizado en repetidas oportunidades a la juventud obrera a las puertas de la CGT con el fin de exigir medidas de lucha frente a la traición y vacilaciones de los dirigentes sindicales?

Muchas veces, contraponiendo la idea de una labor paciente y de no suplantar la organización de las masas, a la idea de realizar acciones, (que si bien no contaban con la participación de amplios sectores, no dejaban de tener un contenido de masas); desde la Dirección de organismos de Partido no se impulsaban las medidas concretas de movilización.

Si tenemos en cuenta todos los elementos expuestos, estará claro por qué producido el golpe del 28 de junio, en vez de ocurrir lo que la Dirección de nuestro Partido planteaba: "En nuestro país los golpes de Estado prodictatoriales y los planes reaccionarios fracasarán por la movilización de las masas y la rápida formación definitiva del Centro Coordinador dirigente de la clase obrera y el pueblo" (Vicente Marischi, folleto citado), se extendió la "expectativa esperanzada" y el "crédito de confianza".

A veces se nos dice, ¿pero entonces, para ustedes el culpable de lo que pasa en el país es el Partido, y no el imperialismo, la oligarquía y la derecha política y sindical? Esto elude los problemas planteados. Está claro que los responsables de la actual situación son el imperialismo, la oligarquía y sus sirvientes. Lo que planteamos es analizar errores de nuestra política provenientes de la no aplicación de la línea, que aquellos aprovechan para la suya. En este sentido partimos de lo que planteaba el camarada Lenin:

"La actitud de un partido político frente a sus errores es una de las pruebas más importantes y más fieles de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situación que las ha engendrado y examinar atentamente los medios de corregirlos, esto es lo que caracteriza a un partido serio, en esto es en lo que consiste el cumplimiento de sus deberes, esto es educar e instruir, a la clase primero y después a las masas".

Otras veces se nos contesta que nosotros queremos que cada vez que se firma un pacto o un compromiso, hagamos estampar en él que los otros que los firman son vendidos o capituladores. Eso no es cierto, nadie plantea tal infantilismo. Lo que sí afirmamos es que la firma de un pacto o declaración no debe significar la pérdida de nuestra independencia y actitud crítica. Se nos dice entonces "no se puede criticar a aquél con quien hay que marchar unidos". Creemos que en todo lo anteriormente expuesto hemos respondido suficientemente lo erróneo de esta postura oportunista. Vale la pena recordar lo dicho por el secretario de los sindicatos ingleses cuando en el reciente Congreso éstos aprobaron una crítica a la política económica de Wilson. Oponiéndose a ésta dijo el secretario de los sindicatos: "No se le puede decir que apesta a aquel con quien se va a tratar"; en un laborista inglés esto es explicable. A esta inconsecuente aplicación de nuestra línea independiente de clase, creemos que la facilita también algunas expresiones del informe a la VII Conferencia Nacional del PC rendido por el camarada Codovilla. Como cuando en la página 5 afirma:

"Lo extraño es que dirigentes sindicales y políticos experimentados no comprendieran o no hayan querido comprender qué intereses de clase defendían los sedicentes revolucionarios que acaban de dar el golpe de Estado y contribuyeran a su consolidación (…)".

Y en la página 49 se señala:

"Analizando objetivamente la situación se puede afirmar que lo que llevó a los dirigentes de la CGT voluntariamente o no a inducir a la clase obrera a depositar su confianza en el gobierno militar se debe a su falso análisis del carácter de clase del golpe de Estado del 28 de junio".

Consideramos que lo que los comunistas debemos decir con absoluta claridad es: no es extraño, sino perfectamente explicable -por los intereses de clase que defienden realmente y no de palabra estos "dirigentes" sindicales- el que hayan apoyado el golpe.

Claro que si decimos eso, aparecen errados aspectos importantes de nuestra política sindical antes del golpe de Estado.

La salida y el papel de la burguesía

También nos preocupa cómo se plantea -y por lo tanto, actúa- la salida a la actual situación política nacional.

Del estudio de la VII Conferencia Nacional de nuestro Partido nos han surgido diversos interrogantes. Por ejemplo, en la página 6 del informe del camarada Codovilla se expresa:

"Por lo tanto, el establecimiento de un régimen verdaderamente democrático, solo es posible luchando por transformar esa estructura de atrasada en progresista, cosa que se puede conseguir solamente liquidando el latifundio y sus supervivencias semifeudales y el predominio que los monopolios extranjeros ejercen en los sectores fundamentales de la economía nacional y, a través de ellos, determinan la política interna y externa del país".

En la página 93 se señala:

"Desde entonces quedó como modelo la idea leninista y su realización práctica de la necesidad de la alianza del proletariado con los campesinos y otros sectores progresistas de la población, bajo la hegemonía del proletariado, para asegurar el triunfo, consolidación y desarrollo de la revolución".

En la página 62 se dice:

"En base a análisis de la realidad nacional a la luz del marxismo-leninismo, hace tiempo que los comunistas formulamos la tesis de que para poder avanzar en el terreno de la democracia en el orden económico y social es preciso realizar la revolución democrática, agraria y antiimperialista, con vistas al socialismo, y que sin cambiar esa estructura económico-social, ésta continuaría generando la crisis en la superestructura política del país; que solo así llevando a la práctica los postulados de esta revolución se podrían superar las profundas contradicciones en que se debate la economía nacional y suprimir, a la vez, las causas que desde hace décadas generan la intranquilidad política y la zozobra social".

No entendemos por qué en ninguna de estas citas se expresa la necesidad de la toma del poder por la clase obrera y el pueblo, para la realización de esos cambios; lo cual, sumado a la formulación de que bajo la presión de masas el gobierno de Illia hubiera realizado por lo menos parte de sus cambios, confunde sobre nuestra posición acerca del problema del poder.

Pero contradictoriamente, en otras partes del informe citado, se puntualiza:

"Este proceso será tanto más rápido si hacemos consciente de esa política nefasta [se refiere el camarada Codovilla a la de la dictadura] al pueblo trabajador en su conjunto; y si nuestro Partido, junto con otras fuerzas democráticas, juegan el papel de vanguardia que le corresponde en esta patriótica lucha" (el subrayado es nuestro).

Entre esas fuerzas estarían, como se desprende de la página 55, el Comité Nacional de la UCRP y el propio Illia. ¿Es que los últimos años y su experiencia práctica no han demostrado suficientemente que esas fuerzas, como en general cualquier fuerza burguesa, no pueden estar ya a la vanguardia de nada, o incluso que va a ser muy difícil que acompañen al pueblo en un verdadero proceso revolucionario? Esto lo plantea claramente el XII Congreso y la reunión de los "81 Partidos" en 1960; y, fundamentalmente, es lo que la vida reiteradamente ha demostrado. Lo que puede llegar a ser más grave en todo esto es que en vez de desenmascarar a estos sectores ante las masas, para que se pueda avanzar en el proceso revolucionario, se facilite el crear ilusiones que de cristalizar lo retrasarían aún más. No debemos olvidar que:

"Toda la historia de la democracia burguesa pone al desnudo esta ilusión, para engañar al pueblo los demócratas burgueses han lanzado y lanzan siempre todas las ‘consignas’ imaginables. El problema consiste en comprobar su sinceridad, en comparar las palabras con los hechos, en no contentarse con frases idealistas o charlatanescas, sino en ver la realidad de clase". (V.I. Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky).

El gobierno provisional y el programa del XII Congreso

También nos trae preocupación el planteo de la salida cuando se expresa:

"En lo que concierne a nuestro país, repito, es más urgente que nunca a través de un frente democrático y patriótico que luche para terminar con el gobierno militar fascista y por formar un gobierno provisional de amplia coalición democrática y antiimperialista que convoque a una asamblea constituyente sobre la base de una representación proporcional para determinar en definitiva sobre el régimen político, económico y social del país. ¿Por qué una Asamblea Constituyente? Porque lo que hizo crisis en nuestro país no es un gobierno ni un partido, sino un régimen político que reposa sobre una estructura económico-social arcaica, que no responde a las exigencias de una país moderno en un mundo en transformación. De esto se trata: modernizar la Argentina, de ponerla a tono con las grandes corrientes renovadoras mundiales. Y tarea de tal magnitud debe ser puesta en manos de un pueblo soberano. La forma más idónea de hacerlo es convocando a una Asamblea Constituyente con el sistema electoral más democrático, el de la representación proporcional, para permitir la expresión de todos los sectores del país y de todos los matices del pensamiento político y social argentino".

Luego de hablarse del Programa aprobado en el XII Congreso, se plantea:

"Pero, nuestro Partido considera también que las fuerzas democráticas pueden y deben sellar su unidad de acción alrededor de puntos programáticos que sean comunes".

¿Acaso esto significa, en primer lugar, que la tarea del gobierno provisional sería solo la de derrocar la dictadura y convocar una Constituyente y luego quedaría en manos de esa Constituyente el régimen político y económico a sancionar? La unidad que se propone para constituir ese gobierno no sería por nuestro programa mínimo -el del XII Congreso- sino por el que se concuerde con las fuerzas burguesas antedichas.

Acerca de lo que a nuestro modo de ver no es justo en el tipo de unidad que se propone ya nos hemos referido. Coincidentemente con ello se plantea, pensamos, la cuestión del programa del gobierno provisional, de la Constituyente y del camino hacia ello.

En Dos tácticas, explicando la resolución de III Congreso del POSDR, Lenin planteaba así la cuestión:

"¿Qué importancia tiene el gobierno provisional revolucionario en la revolución presente y en la lucha general del proletariado? La resolución lo explica, indicando desde el comienzo la necesidad de la libertad política más completa posible, tanto desde el punto de vista de los intereses más inmediatos del proletariado como desde el punto de vista de los objetivos finales del socialismo. Pero la libertad política completa exige la sustitución de la autocracia zarista por la República Democrática, como se reconoce ya en el programa de nuestro Partido. Subrayar la consigna de la república democrática en la resolución del Congreso es necesario desde el punto de vista lógico y de principios, pues el proletariado como combatiente de la vanguardia por la democracia, trata de alcanzar precisamente la libertad completa (…) Para la instauración de la República es absolutamente necesaria la asamblea de los representantes populares, asamblea que debe ser necesariamente de todo el pueblo (sobre la base del sufragio universal, igual, directo y secreto) y constituyente. Eso es lo que reconoce más adelante la resolución del Congreso. Pero no se limita a esto. Para establecer un nuevo orden de cosas que ‘exprese efectivamente la voluntad del pueblo’ no basta con dar a la asamblea representativa la denominación de constituyente. Es necesario que dicha asamblea tenga poder y fuerza para ‘constituir’. Dándose cuenta de ello la resolución del congreso no se limita a formular la consigna formal de ‘Asamblea Constituyente’ sino que añade las condiciones materiales, las únicas que permitirán que dicha asamblea cumpla su misión. La resolución del Congreso dice que solo un gobierno provisional revolucionario con la particularidad de que sea el órgano de la insurrección popular victoriosa, es capaz de garantizar la libertad completa de agitación durante la campaña electoral y de convocar una asamblea que exprese realmente la voluntad del pueblo".

Llevar a las masas consignas concretas

Justamente, esa limitación que señala Lenin no puede tener la resolución que creemos es la que tiene la VII Conferencia; aclarar que el gobierno provisional debe ser revolucionario (o sea destructor del viejo Estado y expresión de un poder de nuevo tipo democrático, popular, revolucionario) y la base que lo permitirá "constituir", el pueblo organizado preparado y dispuesto para combatir en cualquier terreno.

Se nos dice que queremos hacer la revolución con consignas chillonas, que lo importante es la unidad y la organización por abajo y no las formulaciones. Creemos que eso es injusto. Partiendo de la lucha, la unidad y la organización por abajo, de las que los organismos que han expresado preocupaciones tienen buenos ejemplos, decimos que a la vez hay que ser preciso y terminante en las consignas que llevemos abajo, pues ellas son, junto a la lucha, las que van educando a las masas y les dan perspectiva y las ponen realmente en movimiento, como nos enseña la práctica en los lugares de concentración obrera y popular.

Decimos de las consignas precisas porque observamos que en el mismo periodo se dan en nuestros materiales, informes, declaraciones (del CC del PC), en Nuestra Palabra y Nueva Era distintas consignas, por ejemplo, sobre el gobierno por el cual luchamos los comunistas; gobierno democrático y popular; gobierno de amplia coalición democrática y antiimperialista; gobierno democrático-popular; gobierno de nuevo tipo; gobierno de hondo contenido social, de amplia coalición; gobierno de representantes de la clase obrera y del pueblo.

Esto no ayuda a poner en claro a nuestros propios militantes ni a llevar claridad a las masas sobre el tipo de gobierno por el que luchamos. Porque cada formulación debe tener un significado preciso: qué clases sociales participarán en el gobierno y cuál debe ir conquistando la hegemonía; qué tareas debe tener el gobierno. Por otra parte, no obrar así lleva en la práctica, al espontaneísmo, a seguir detrás del movimiento de masas y no a conducirlo y elevarlo al plano de la lucha por el poder, que es nuestra misión esencial como partido de vanguardia de la clase obrera. Es así que Lenin insistía en difundir entre la masa la necesidad de imponer con la lucha un gobierno provisional revolucionario y afirmaba:

"Es más, debemos indicar el programa de acción de dicho gobierno, programa que corresponda a las condiciones objetivas del momento histórico por el que estamos atravesando, y a las tareas de la democracia proletaria. Dicho programa es todo el programa mínimo de nuestro Partido [el equivalente a nuestro XII Congreso], el programa de las transformaciones políticas y económicas inmediatas, completamente realizables por una parte, en base a las relaciones económicas y sociales actuales, y necesarias por otra, para dar el paso siguiente, para realizar el socialismo".

Más confusas se tornan aún, formulaciones de algunos camaradas al plantear que frente a la existencia de una dictadura (hacemos notar que el XII Congreso se realizó en medio de otra, caracterizada como militar civil y fascista) la etapa actual es la de luchar por el restablecimiento de la democracia, que permite unir mayores fuerzas y acometer, una vez obtenida ésta, la lucha por la revolución democrática, agraria y antiimperialista.

Esta postura es errónea y así lo ha expresado la experiencia desde 1930.

Es no comprender en toda su magnitud el fenómeno de que los periodos "democráticos", burgueses, son cada vez más espaciados, más cortos y menos profundos debido a la agudización de la crisis de estructura, y a la profundización del proceso de concentración monopolista y de mayor dependencia del imperialismo, particularmente el yanqui que sufre un proceso similar aún más hondo. Esta última cuestión, es la que vincula estrechamente la posibilidad de la instauración de la democracia a la liquidación de las posiciones del imperialismo en nuestra patria. Por lo tanto, no hay posibilidad de obtener la democracia política amplia en nuestro país, si no es a través de la vía revolucionaria. La burguesía ya es incapaz de asegurarla.

El XII Congreso y la democracia

Esto no es despreciar la batalla por las libertades democráticas, que por el contrario más que nunca debe formar parte de nuestro combate como escuela de lucha por la verdadera democracia -la obrera y popular- (como planteó el XII Congreso) y como posibilidad de detener desmanes represivos e incluso arrancar algunas libertades, pero que nunca pudo transformarse en el objetivo de la etapa. Por otra parte debemos recordar siempre al hablar de democracia que así como tal no existe, ya que es, democracia proletaria o democracia burguesa.

Se plantea, pero hay fuerzas que contra la dictadura marcharían y por la revolución democrática agraria y antiimperialista, no: ¿marchamos con ellas o con una postura sectaria las dejamos de lado? El problema es así, a nuestro modo de ver está mal expuesto. Es como decir: "el eje, la esencia, el quid de nuestra política es conseguir aliados". Nosotros decimos: el eje es ganar a nuestra clase y desarrollar su conciencia desalojando la ideología burguesa e introduciendo la del proletariado; y forjando sobre esa base una justa política de alianzas. Las alianzas que sean útiles en esa perspectiva las realizamos, no realizamos aquellas que sean inútiles o incluso perjudiciales, como sucedió en 1963 con nuestra oposición al Frente Nacional y Popular de Solano Lima. Por lo tanto marcharemos unidos -manteniendo nuestra independencia crítica- con todos aquellos que están dispuestos a luchar y recorrer la etapa de la revolución democrática. Iremos forjando así un agrupamiento de fuerzas revolucionarias que servirá, tal como lo afirmara el XII Congreso, a través de la actividad concreta y de su accionar crítico, para ir desgajando a masas -e incluso sectores dirigentes- objetivamente interesados en los cambios de fondo para la actual etapa y que hoy marchan inconscientemente ilusionados tras las promesas de "cambios" de la burguesía reformista, sea "liberal" o "nacionalista".

Con aquellos que interesados solamente en el derrocamiento de esta dictadura para volver a lo de antes -al 27 de junio o para una nueva variante burguesa- podremos golpear paralelamente pero manteniendo la más estricta independencia en todos los planos para continuar y elevar la lucha por arrancarle las masas obreras y populares que aún influencian.

El poder y la hegemonía del proletariado

Algunos camaradas preguntan qué posición tomaríamos si, producto del derrocamiento de la dictadura, surge un gobierno en el cual los comunistas no participan. Nosotros pensamos que dependerá de su composición de clase; si es un gobierno de la pequeña burguesía revolucionaria (posibilidad difícil en la Argentina por su falta de independencia política y orgánica) lucharemos con las masas por impulsarlo hacia delante y por integrar al proletariado y a su partido para que dispute en su seno la hegemonía y lleve la revolución hasta el fin, haciéndola pasar a la etapa socialista.

Si es un gobierno de la burguesía reformista, aprovecharemos todo lo que se pueda de su política (libertades retaceadas, regateos con el imperialismo, etc.) y lo combatiremos intransigentemente para reemplazarlo por un gobierno provisional revolucionario con la hegemonía de la clase obrera.

En este sentido en Nuestra Palabra del 26/9/67 se plantea en su editorial:

"Como lo han dicho nuestro XII Congreso y nuestra VII Conferencia Nacional, el país argentino no puede salir de su situación económica y política sin una revolución democrática, agraria y antiimperialista. Todas las fuerzas afectadas en una u otra medida por la oligarquía terrateniente y por la oligarquía imperialista, están capacitadas para actuar de consuno por la liberación. (…) La reacción se esfuerza por unificar y concentrar sus energías, superando sus dificultades internas; a la tentativa de la coalición reaccionaria solo cabe responder con la coalición democrática, que abra el camino a las grandes transformaciones de fondo. Estructurando pues el frente democrático nacional, el pueblo marchará bajo la hegemonía proletaria, como hay que esforzarse por asegurar, hacia un gobierno de amplia coalición democrática que modifique sustancialmente la organización político-social vigente y que produciendo las medidas radicales antilatifundistas y antiimperialistas, cree a la clase obrera las mejores condiciones para el ulterior curso socialista".

Esta formulación contiene en esencia los errores que hemos criticado. Es incorrecto plantear que "todas las fuerzas afectadas en una u otra medida por la oligarquía terrateniente y oligarquía imperialista están capacitadas para actuar de consuno por la liberación" ya que hay sectores de la burguesía nacional que, como se ha demostrado históricamente, por su temor al proletariado son incapaces de actuar de acuerdo con la clase obrera y solo buscan el apoyo de ésta para su política; y no solo eso sino que por el contrario enfocan toda su política haciendo un proceso de "reformas" que evite la real liberación nacional. Además el planteamiento del "poder" hecho en el mismo editorial adolece de las mismas limitaciones que señalamos cuando nos referimos a la VII Conferencia y que hacen correr el peligro de dejarlo en el terreno del verbalismo. Lo mismo podemos decir con respecto a la formulación "hegemonía proletaria", que se realiza sin analizar a partir de ello, qué posición tomar ante la gestación de frentes -como el de Illia, Perón u otros-, cuyo fin esencial es mantener la hegemonía de distintas fuerzas burguesas en el país sobre la base del hipotecamiento de la independencia de clase del proletariado. Por ello es urgente fijar una política concreta de nuestro Partido, que a la vez batalle contra esos nuevos intentos burgueses de acaudillar masas populares, sea capaz de impedir se nos aísle de ellas y logre, por el contrario, vincularnos activamente, combatiendo los intentos hegemónicos de la burguesía.

Por otra parte sólo de este modo, conduciendo a las masas obreras y populares por un camino independiente -forjando la alternativa revolucionaria- es que podremos luchar con éxito por impedir e incluso derrotar nuevos golpes ultrarreaccionarios que amenazan actualmente y seguirán haciéndolo en caso de retornarse a alguna forma de democracia burguesa en el país. Ante estas posiciones se plantea que hay una gran influencia, pequeñoburguesa en quienes las sostenemos Es cierto que hay presión de la pequeña burguesía sobre el proletariado y su partido. Entendemos que esta presión se manifiesta con toda fuerza, justamente, en quienes concilian con la burguesía liberal y con el nacionalismo burgués, como siempre ha procedido el grueso de la pequeña burguesía argentina.

La situación mundial y nuestras tareas internacionalistas

Esta crisis en nuestra FJC y nuestro PC se desarrolla en medio de una aguda y compleja situación nacional e internacional.

La política del imperialismo norteamericano de actuar como gendarme internacional para reprimir a sangre y fuego las aspiraciones y las luchas populares, es la causa de la gravísima situación que vive actualmente el mundo. Esta afirmación está basada en los hechos: los sucesos de Santo Domingo; la criminal masacre contra el indoblegable pueblo vietnamita; la agresión contra los pueblos árabes; la brutal explotación, discriminación y represión de la población negra en el propio EE.UU.; el llamado a la agresión contra la Cuba socialista con los que marchen (expresión abierta de esto fueron Costa Méndez, Barrientos); la preparación de una Fuerza Interamericana -así sea de dos o tres países- en la que para vergüenza de nuestro orgullo de argentinos los yanquis utilizan como principales promotores a los jefes reaccionarios de nuestras FF.AA. (la brigada X es ya el destacamento organizado de dicha fuerza); la preparación de golpes de Estado para imponer gobiernos títeres.

Pero la política de opresión y de guerra del imperialismo choca con la fortaleza y la firme política de paz y de solidaridad activa con los pueblos que practica la gloriosa Unión Soviética y otros países socialistas. Choca con la voluntad y el combate creciente de la clase obrera de los países capitalistas. Choca con el bravo y vasto batallar de los pueblos por su liberación nacional y social que en nuestro continente asume proporciones crecientes. Recibe el repudio de todos los hombres y mujeres que, cualquiera sea su condición social y su posición política o religiosa, ansían la paz y rechazan la guerra.

La política de la dictadura de Onganía, incondicionalmente proyanqui, nos pone a todos los patriotas argentinos -en primer lugar a los comunistas-, ante una doble responsabilidad: debemos elevar nuestra lucha contra su política, por impedir que consume sus preparativos de enviar jóvenes argentinos como mercenarios del verdugo Barrientos para ahogar en sangre las heroicas luchas de los trabajadores, estudiantes, campesinos y guerrilleros bolivianos y elevar nuestra lucha contra su política y por impedir que encabece una fuerza de agresión contra la gloriosa Cuba socialista. Y unido a ella, desarrollar a planos superiores la solidaridad activa con el heroico pueblo vietnamita; ese mil veces heroico pueblo que soporta el vandalismo yanqui y libra en todos los terrenos, con la solidaridad material -económica y militar- de los países socialistas, particularmente de la Unión Soviética, la gran batalla liberadora.

De nuestra actividad creciente, de nuestra energía y capacidad revolucionaria, del fortalecimiento del PC y nuestra FJC, de la construcción y el despliegue combativo de la unidad obrera y popular, depende el que derrotemos el gran plan del imperialismo de convertir a nuestra patria en una base de agresión activa contra nuestros pueblos hermanos -hoy en particular contra el boliviano y el cubano- y por el contrario, que en la Argentina se desarrolle y alcance el triunfo la lucha revolucionaria de todas las fuerzas antiimperialistas encabezadas por la clase obrera y su Partido. La solidaridad activa con los combatientes de la guerrilla y las organizaciones obreras y populares bolivianas encabezadas por el Partido Comunista hermano, constituyen un deber internacionalista de primera importancia, a la vez que forma parte integrante de nuestra lucha por desarrollar el proceso revolucionario argentino.

Como lo señaló la VII Conferencia Nacional de nuestro Partido debemos salir a la ofensiva contra la campaña desenfrenada que el imperialismo yanqui y sus sirvientes (los sellos anticomunistas por ejemplo, Faeda) desarrollan contra la OLAS. Debemos difundir entre la clase obrera y el pueblo la heroica lucha que en todos los planos despliegan nuestros pueblos hermanos contra el imperialismo. Es preciso desarrollar la solidaridad activa y militante con ellas, organizar esta solidaridad en el plano nacional uniendo esfuerzos en todos los sectores antiimperialistas y coordinar esta organización solidaria en el plano continental.

Los jóvenes argentinos tenemos una fuente de inspiración en la gesta heroica de nuestro próceres de Mayo y del Libertador San Martín. Debemos tomar el legado de aquellos patriotas que hasta con aceite hirviendo corrieron a los ingleses (el colonialismo más poderoso de aquella época) y los expulsaron de nuestro suelo. Y de aquellos que supieron forjar nuestra patria y ofrendar sus vidas para tener el orgullo de llamarnos hoy argentinos.

Tenemos una fuente de inspiración en la entereza, la dignidad y la valentía revolucionaria de Ernesto Mario Bravo -ejemplo de joven comunista- y de tantos combatientes que han pasado con honor la prueba de las brutalidades del aparato represivo.

Y de los mártires que en recientes años como Jorge Calvo que fuera secretario general de nuestra FJC, Ingalinella, Kehoe, Vallese, Daniel Grinback, Mussy, Pampillón, Hilda Molina, cayeron en los combates obreros y antiimperialistas, combates presagio de futuro, de ese futuro nuevo en una Patria nueva que forjaremos, sin duda, si somos capaces de llevarlos hasta el fin.

La dictadura de Onganía es entrega, hambre y represión

La dictadura de Onganía -dictadura descarnada del gran capital intermediario, de la oligarquía terrateniente y de los monopolios imperialistas-, ha desatado una furiosa ofensiva contra las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera y el pueblo, ha acelerado al máximo la entrega del país al imperialismo, y se esfuerza en perfeccionar una legislación y estructura estatal de tipo corporativo fascista, disfrazada de "democracia de participación" o de "representatividad auténtica". Mientras acentúa todo el dispositivo represivo y lo utiliza contra las luchas obreras y populares que se producen, continúa esforzándose por lograr un acuerdo con los dirigentes capituladores peronistas y de otras tendencias reformistas del movimiento obrero para "tregua" o "paz social", con el fin de maniatar a las masas, poder desplegar más cómodamente su ofensiva reaccionaria y llegar a estructurar un "Movimiento Nacional" o fuerza política propia.

Un millón de argentinos, muchos de ellos jóvenes, trabajadores rurales, portuarios, metalúrgicos, textiles, alimentación, carne, bancarios, estatales, automotor, viven el drama de la desocupación y la angustia del hambre en sus hogares. Se acrecienta el número de jóvenes que luego de la escuela primaria, en edad preliminar o luego de la conscripción, no encuentran ocupaciones durante largos meses. Mientras tanto, otros varios centenares de miles para poder subsistir, deben gastar sus mejores años de vida en jornadas de 10, 12 y hasta 14 horas de trabajo. En el Norte y en otras zonas de nuestra patria, millares de argentinos viven como parias en su propia tierra. En la Capital y el Gran Buenos Aires, en Rosario y otras ciudades, centenares de miles de familias trabajadoras habitan en las villas miserias -claro producto de la explotación y del enriquecimiento de la oligarquía y del imperialismo- entre la falta de lo mínimo del progreso moderno y las razzias policiales e incendios provocados. Se impone la necesidad de impulsar desde cada empresa -coordinando entre sí desde cada gremio-, la lucha por el aumento inmediato de los salarios contra la desocupación y la carestía (a pesar y en contra de la congelación de los convenios y los decretos "racionalizadores" y venciendo la pasividad de la dirección cegetista).

Ante la juventud obrera al igual que sus mayores, la destrucción de la sociedad capitalista con la supresión de la explotación del hombre por el hombre que encierra la misma, se torna cada vez más una necesidad histórica. Transformación que no solo resolverá sus problemas inmediatos, sino que abrirá cauce real a los mejores sueños y esperanzas de felicidad que anidan en todo nuestro pueblo.

Es perfectamente explicable -porque son agentes de la burguesía en el movimiento obrero- que la mayoría de los actuales máximos jerarcas sindicales continúen con su política de tratar de confundir a las masas con la fundamentación de que la aguda crisis actual es producto solo de la política de tal o cual equipo económico "liberal", ocultando las verdaderas causas: una estructura dependiente del imperialismo, deformado por la presencia de éste, entrelazado con la oligarquía nativa y el gran capital aliado, que sume a nuestro país en el atraso y la miseria; y en el plano político, la presencia del Estado destinado a mantener la situación actual.

Así se ahoga nuestro país y se duplica el yugo explotador que soporta nuestra clase.

La Ley 17.253, de desalojos masivos en el campo, que perjudica enormemente a la mayoría de los campesinos, pobres, medianos, e incluso algunos ricos, rompe definitivamente las esperanzas de obtener en este régimen tierras para labrar y fundar su hogar a la juventud campesina. El campesinado y su juventud elevan su protesta y se movilizan -a pesar del freno y la capitulación de los dirigentes de la Federación Agraria Argentina- contra esta ley y por sus reivindicaciones inmediatas. Van tomando conciencia -y es lo que los comunistas esencialmente debemos ayudar a desarrollar- que solo con la reforma agraria saldrán de esta situación penosa en que los sume la oligarquía terrateniente y los monopolios nacionales y extranjeros: y que para ello les hace falta -junto a la clase obrera y demás sectores populares- combatir por un poder de nuevo tipo que realice las transformaciones de la revolución democrática, agraria y antiimperialista.

Las universidades, la educación primaria y secundaria, la cultura en general, sufren los embates de la ofensiva reaccionaria que quiere instrumentarlos incondicionalmente para los fines de la dictadura.

Se comienza a vivir en el país un clima de caza de brujas y aunque lo más estridente y cómico hayan sido los excesos puritanistas del defenestrado intendente Schettini contra obras de teatro y cine, el verdadero objetivo del macartismo onganiano -en este campo- son las ideas y la cultura de contenido popular y revolucionario, como lo demuestra la bárbara hoguera de libros en el Correo Central.

La Ley anticomunista y la respuesta popular

La dictadura sufre tensiones internas, particularmente entre el sector llamado "nacionalista" (Borda, San Sebastián, Díaz Colodrero) y el "liberal" (Krieger Vasena, Alsogaray) en torno a la aplicación total y rápida del plan hambreador y entreguista, asimismo como sobre las formas políticas futuras para asegurar la continuidad de los intereses de los grandes monopolios y la oligarquía. Estas diferencias no esenciales son, sin embargo, agudas y pueden seguir en el próximo periodo abiertamente, desencadenándose golpes de Estado.

Mediante la brutal "Ley" anticomunista la dictadura pretende intimidar a los trabajadores y al pueblo, a los patriotas, maniatarlos, porque teme, porque sabe que un pueblo unido y en lucha es invencible.

"La nueva ley anticomunista está inserta dentro de la teoría yanqui del ‘frente interno’. So pretexto de la defensa nacional, que en ningún momento ha sido puesta en peligro, el poder dictatorial se autoatribuye el ejercicio en tiempos de paz de poderes y métodos de represión como si se tratara de tiempos de guerra" (Declaración del CC de nuestro Partido).

A partir de hoy, comunista será todo joven que quiera ver realizados sus mejores sueños y esperanzas y que defienda sus derechos; todo obrero que no se someta a la prepotencia patronal, todo campesino que quiera una parcela de tierra; todo trabajador que quiera estudiar; todo maestro que enseñe a sus alumnos a enseñar y pensar y opinar; todo aquel que proteste contra los altos impuestos y la carestía de la vida; todo argentino que sienta vergüenza ante hechos que nos humillen, y luche por impedirlos. A partir de hoy, comunista será aquel peronista, socialista, radical, católico, independiente, que no se resigne con este presente de hambre, entrega y represión, que se rebele y luche por forjar un futuro nuevo en una patria liberada.

"Por esta ley aunque se diga lo contrario, se establece el principio inquisitorial de la represión de ideas; se proscribe civilmente a los ciudadanos inculpados por organismos especiales de tipo gestapista; se los condena al hambre al crearse las penalidades de expulsión del trabajo y hasta la confiscación de los bienes; se establecen condenas de hasta nueve años de prisión y cumplida la pena, se los expulsa del país si fuesen extranjeros, sin apelación (…) Y para colmo se crea la Central Nacional de Inteligencia (CNI) a imagen de la siniestra CIA (Agencia Central de Inteligencia de los EE.UU.) a la que le dan poderes omnímodos" (Declaración del CC del PC).

Pero no es casual que esta Ley se dirija contra los comunistas en primer término. Ello se debe a que nuestro Partido Comunista y nuestra FJC representan para la reacción el escollo fundamental de su política. Frente a semejante ley se ha levantado una oleada de repulsa popular. Como expresión de ello se ha pronunciado la inmensa mayoría de organizaciones populares y democráticas (es de destacar las declaraciones de las juventudes políticas, de asambleas estudiantiles, de diversos sindicatos). También lo han hecho la generalidad de dirigentes populares. Esto da la base para estructurar un gran movimiento contra la represión, que para tener éxito deberá ir ligándose a toda la lucha contra la política de la reacción y por un poder de nuevo tipo. Ante esta respuesta y ante el hecho de que de una u otra forma esta Ley también los pueda afectar a ellos, se han pronunciado contra la misma sectores que cuando fueron gobierno aplicaron disposiciones parecidas, u otros que se pronunciaban contra la misma lo hacen en términos de polemizar sobre cuál es la mejor forma de luchar contra el comunismo, como actualmente lo han hecho los directivos de la Central Obrera. Es lastimoso que quienes se propugnan como dirigentes obreros asuman el papel de los más consecuentes e "inteligentes" defensores del capitalismo.

Los comunistas convocamos a la unidad de acción para luchar contra la represión, contra esa monstruosa Ley, por las libertades públicas. A la vez, no dejaremos de señalar claramente a la clase obrera y al pueblo a quienes hablan contra la Ley haciendo anticomunismo, o tratan de hacer olvidar a las masas que ellos reprimieron a los trabajadores y al pueblo e hicieron razzias contra los comunistas cuando estuvieron en el gobierno.

Por otra parte, siendo sus posiciones contra la Ley también reflejo del auténtico sentimiento democrático que caracteriza los sectores que influencian, con esta posición crítica y unitaria nuestra podemos incidir más para que esas bases y dirigentes medios del peronismo y radicalismo exijan y desarrollen en la práctica superando las meras declaraciones verbales de sus dirigentes a la acción y la lucha contra la Ley.

Objetivos de los diversos "golpes" y "pactos"

Producto del odio de las masas a la dictadura y de las luchas que a pesar de todo el freno de los dirigentes se imponen desde abajo, nuevamente en la CGT se habla de "planes de lucha". En el ámbito político se tejen diferentes pactos, frentes, acuerdos. En el ámbito militar se acentúan los preparativos de golpes o "revoluciones". Las direcciones de los partidos liberal burgueses tradicionales se mueven a dos puntas. Organizan encuentros, caravanas de autos y marchas cívicas en los que centenares de argentinos que repudian a la dictadura, manifiestan la voluntad de lucha por sus justas aspiraciones.

Pero estos dirigentes derechistas tradicionales tienen los ojos puestos en otra cosa: en la publicidad que revitalice sus deterioradas figuras ante las masas, y aporte fuerza a los grupos militares que preparan un golpe reiniciador del ciclo de la "democracia" con proscripciones y con fraude. La mayoría de estos sectores dirigentes, simultáneamente, buscan el "pacto", "frente salvador", el famoso pacto Illia-Perón, que logre el reencuentro de los argentinos, y encienda por enésima vez ante los ojos de las masas un rayo de esperanza que paralice su actividad independiente y dé calor a una nueva fórmula de recambio. Fórmula que está inscripta en una variante de la política del imperialismo yanqui (similar al que se gesta en Brasil y otros países de América Latina) en combinación con los sectores reformistas de las clases dominantes, tratando de incorporar -subordinándola- a la burguesía nacional.

En el campo de la dirección peronista, a la vez que se trabaja en la segunda maniobra, se impulsa el intento de dar base sindical a un nuevo golpe de Estado de militares "nacionalistas".

Frente a un golpe de Estado, la experiencia ya está hecha: por la composición social, ideológica y política de los altos mandos reaccionarios de las Fuerzas Armadas, nada nuevo se puede esperar. Por lo tanto, lo que corresponde es la acción independiente, la lucha organizada y unida desde abajo, de la clase obrera y los sectores populares para forjar su propia alternativa revolucionaria que conduzca a la conquista del poder. Ante la amenaza de próximos golpes de Estado, los comunistas debemos esforzarnos por incidir y lograr que los trabajadores, los estudiantes, los campesinos, los sectores populares, se movilicen, ocupen fabricas y universidades, ganen la calle, obtengan armas, confraternicen con los soldados y suboficiales y con los oficiales democráticos y patriotas y los impulsen a tomar una actitud independiente: a no cumplir las órdenes de sus altos mandos reaccionarios; a sumarse a la clase obrera y el pueblo, a repartir armas y a luchar juntos para derrotar la dictadura y los equipos reaccionarios de relevo y por imponer un gobierno democrático y popular que realice un programa de auténticas soluciones y transformaciones revolucionarias.

Aunque esto no se lograra cristalizar próximamente -por todo lo que nos falta para modificar en favor de las fuerzas obreras y populares la correlación de fuerzas en el país- es la actitud práctica que debemos seguir con firmeza y consecuencia, pues es la parte inseparable del ir forjando día a día las fuerzas que impondrán la alternativa revolucionaria.

Si se produce un enfrentamiento entre dos sectores militares como ocurrió en 1962 y 1963 entre Azules y Colorados y en uno de ellos participan sectores que tienen algunos intereses y posiciones coincidentes con la clase obrera, y este sector levanta algunas postulaciones de viso democrático y popular, debemos impulsar en esencia, la misma actitud antedicha. Concretamente, levantar entre las masas, con toda fuerza nuestro programa y el tipo de gobierno que necesitamos; manifestar que entendemos y compartimos los sentimientos patrióticos y democráticos de quienes participan en el golpe creyendo que es el camino para alcanzar sus aspiraciones de cambio, pero los altos mandos reaccionarios que predominan en definitiva hacen imposible esta aspiración; y que, por lo tanto para que su esfuerzo no sea estéril y utilizado por los enemigos de siempre, deben confraternizar con el pueblo en las calles, entregarles armas, apoyarse en las masas organizadas y armadas y junto a ellas, abrir ese camino nuevo imponiendo un gobierno democrático y popular.

Se dirá que esto puede ser justo pero utópico y que debemos adoptar una actitud más práctica. En definitiva, tomar partido por uno de los sectores -el menos malo para derrotar al peor. Esto es, a nuestro modo de ver, profundamente erróneo. La práctica del año 1962 y 1963 nos enseña mucho a los comunistas sobre cuál es la actitud más práctica en estos casos, la que permite elevar más la conciencia de nuestra clase y de las masas populares, y acumular más organización y fuerza para la revolución.

Pensamos que es nuestro deber asimilar a fondo las enseñanzas leninistas al respecto, enseñanzas confirmadas por la práctica de la Revolución Rusa y la de todas las revoluciones triunfantes hasta hoy. A pesar de su longitud, nos permitimos transcribir las siguientes apreciaciones de Lenin:

"‘Hay que elegir’ es el argumento con que siempre han tratado y tratan de justificarse los oportunistas. De golpe y porrazo no puede lograrse nada importante. Hay que luchar por lo que aún siendo poco, sea asequible. ¿Cómo saber que algo es asequible? Mediante el ascenso de la mayoría de los partidos políticos o de los políticos ‘más influyentes’. Cuanto mayor sea el número de políticos que se muestren de acuerdo con un avance, por pequeño que él sea, más fácil será lograrlo, más asequible será. No hay que ser utopistas, aspirar a las cosas grandes. Hay que ser políticos prácticos, saber plegarse a la exigencia de cosas pequeñas, las cuales facilitarán la lucha por las cosas grandes. En lo pequeño reside la etapa más segura para luchar por lo grande.

"Así argumentan todos los oportunistas, todos los reformistas, a diferencia de los revolucionarios (…) Hay que elegir entre el mal presente y la mínima corrección de este mal, en pro de la cual aboga la inmensa mayoría de quienes se sienten descontentos y por el mal presente. Conseguido lo pequeño , facilitaremos la lucha por obtener lo grande (…) Hay que elegir entre la reacción y los radicales burgueses, que prometen una serie de reformas prácticamente realizables. Hay que apoyar a estos radicales, apoyar su ministerio; las frases acerca de la revolución no son más que vacuas charlatanerías de ‘blanquis’, ‘anarquistas’, ‘utopistas’, etc. ¿Cuál es el error fundamental de que adolecen todos estos argumentos oportunistas? Su error fundamental reside en que esta argumentación suplanta de hecho la teoría socialista de la lucha de clases, única fuerza motriz real de la historia, por la teoría burguesa del progreso ‘solidario’, ‘social’. Según la teoría del socialismo, es decir del marxismo (pues ya no puede hablarse en serio de un socialismo no marxista): la fuerza motriz real de la historia es la lucha revolucionaria de clases; las reformas son un producto accesorio de esta lucha; accesorio por cuanto que son el resultado de los intentos frustrados por atenuar esta lucha, por embotarla, etc. Según la teoría de los filósofos burgueses, la fuerza motriz del progreso es la solidaridad de todos los elementos de la sociedad, conscientes del carácter ‘imperfecto’ de tal o cual institución. La primera de estas dos teorías es materialista, la segunda idealista. La primera es revolucionaria. La segunda, reformista. La primera sirve de base a la táctica del proletariado en los modernos países capitalistas. La segunda suministra el fundamento para la táctica de la burguesía.

"De la segunda teoría se deriva la táctica de los adocenados progresistas burgueses cuyo lema es: apoyar siempre y en todas partes ‘lo mejor’; elegir entre la reacción y las fuerzas que se oponen a la extrema derecha de esa reacción. De la primera teoría se deriva la táctica revolucionaria independiente de la clase más progresiva. Nuestra tarea no se limita, en modo alguno, a apoyar las consignas reformistas más difundidas de la burguesía. Nosotros mantenemos una política independiente, y solo convertimos en consigna nuestra, aquellas reformas que interesan incondicionalmente a la lucha revolucionaria, que incondicionalmente contribuyan a elevar la independencia del grado de conciencia y de combatividad del proletariado. Solamente mediante esta táctica podemos hacer inocuas las reformas desde arriba, reformas que son siempre de doble filo, siempre trampas burguesas o policíacas.

"Más aun. Solamente mediante esta táctica impulsamos realmente esta lucha en torno a las reformas importantes. Parece paradójico, pero esta aparente paradoja se halla confirmada por toda la historia de la socialdemocracia internacional: la táctica de los reformistas es la que peor garantiza la implantación de reformas y la realidad de éstas. La táctica de la lucha revolucionaria de clases constituye la mejor garantía de lo uno y lo otro. En la práctica las reformas las arranca siempre la lucha revolucionaria de clases, su independencia, su fuerza de masas, su tenacidad. Solamente la fuerza de esta lucha hace que sean también reales y efectivas las reformas, siempre mentirosas, hipócritas e impregnadas de subjetivismo. Al fundir nuestras propias consignas con las consignas de la burguesía reformista, debilitamos la causa de la revolución y también, como consecuencia de ello, la causa de las reformas, ya que con ello debilitamos la independencia, la firmeza y la fuerza de las clases revolucionarias" (V.L. Lenin, O.C., tomo XI, págs. 62-66. Escrito en 1906)

Los "actos" del radicalismo del pueblo, no están enderezados pues a lograr un real entendimiento con las fuerzas populares, en primer lugar con los comunistas -y sobre esa base la resistencia de masas organizadas, desde abajo y en todos los terrenos a la dictadura-, sino buscando el golpe publicitario para conmover la sensibilidad de algunos altos mandos militares. Por ello Perette, manifestó recientemente, y con toda claridad, que ellos no están por ninguna revolución, sino por la restauración de la Constitución; y que solo así puede "salvarse al país del comunismo".

Completan el panorama el verbalismo "revolucionario" y la pasividad práctica de la mayoría de los directivos sindicales sepultando el Plan de Lucha de la CGT -tanto independientes como peronistas y los líderes del sindicalismo oficialista: Coria, Prado, Cavalli, etc.- "jugándose" por la subsistencia de su patrón Onganía con la bendición de monseñor Caggiano. Estos dirigentes son traidores abiertos de la clase obrera. Llegan a esa situación partiendo de la misma concepción de conciliación de clases, de ubicar al proletariado como furgón de cola de la gran burguesía proimperialista, de los Vandor, los Alonso, los Bono, los Pomares, los March, los Framini.

Conciencia y organización: imprescindible para el triunfo

En las masas obreras, crece no solo el odio contra la dictadura, sino, también el descontento contra un aparato sindical que desde hace largos años viene estrellando su combatividad. "Tránsfugas" es la expresión más difundida entre los trabajadores para calificarlos. Y no es para menos. Permanentemente han servido y sirven a una u otra alternativa de la política burguesa. Pero aún el grueso de los trabajadores no ve el fondo político-ideológico de esa postura capituladora de los dirigentes derechistas. Espontáneamente, los trabajadores no van a comprender la raíz de tal situación. Esta es nuestra gran tarea. Podremos cumplirla en la medida en que, promoviendo las luchas reivindicativas concretas, llevemos audazmente, con profundidad política e ideológica, el debate sobre las posiciones peronistas y reformistas, diferenciándolas de las nuestras. Esto es fundamental, ya que es la lucha concreta por ganar al proletariado para su ideología de clase, por rescatar a las masas obreras y populares de la influencia del liberalismo y del nacionalismo burgués, que son las principales trabas que encuentra en nuestro país en su camino hacia la conciencia y la acción revolucionaria.

En las masas obreras y populares aumenta la simpatía y el apoyo a la lucha de otros pueblos -como el vietnamita o el boliviano- y la admiración por la Unión Soviética y la Revolución Cubana.

Pasando por encima de sus dirigentes, y a pesar de ellos, las masas van organizando sus propias luchas. Es tarea fundamental nuestra ocupar un lugar de vanguardia en éstas, para ayudar a transformarlas en triunfos; no solo a través de la obtención de la reivindicación concreta, sino también, del saldo que deje en elevación de la conciencia y organización, y del reemplazo de los dirigentes conciliadores o traidores por aquellos que sean fieles a su clase y estén dispuestos a llevarla por el camino revolucionario y no el de la componenda a espaldas de la clase obrera.

La política de desgaste, de freno y traición, practicada durante largos años por los dirigentes de la derecha peronista que cuando no podían impedir las luchas, las dejaban aisladas o desarrollaban planes de "lucha" con la consigna de la revolución que luego quedaban reiteradamente interrumpidos y empantanados, ha dejado su influencia en sectores de las masas obreras. Muchos ven que hay que luchar, pero se sienten impotentes, pues al no confiar -con justa razón- en la actual dirección de la CGT, tampoco ven qué dirección, qué fuerza puede conducir victoriosamente la lucha. Otros, que también son una masa importante -principalmente jóvenes- optan por desafiliarse de los sindicatos, por no participar en la vida gremial.

Con una decidida y consecuente actitud de vanguardia en la lucha reivindicativa, política e ideológica -junto a los militantes clasistas de otros sectores- debemos ir mostrando que sí hay una fuerza capaz de llevar al triunfo; debemos ir llenando este vacío de dirección que se produce aceleradamente en la actual situación. Así podremos canalizar también en un sentido positivo, esa reacción de una parte de los trabajadores que abandonan hoy la vida sindical, y transformarla en movilización activa, en asambleas combativas y periódicas, en ruptura de fraudes electorales, etc. Este es el único camino que -tanto desde el plano de la comisión interna, pasando por la dirección de sindicatos, hasta llegar a la propia CGT- permitirá ir derrotando a los dirigentes conciliadores e ir imponiendo direcciones clasistas y unitarias.

Con estos objetivos los comunistas debemos colocarnos a la cabeza de nuestros compañeros, para impedir que los dirigentes traidores entierren nuevamente el plan de lucha, y transformar éste en un verdadero accionar clasista con movilizaciones en la calle, paros, ocupaciones, etc. Para ello, debemos impulsar la organización de asambleas y actos en las fábricas, con grupos de fabricas, en los sindicatos, según las condiciones, y coordinar todo esto, sin esperar las decisiones de la CGT, a la vez que seguimos exigiendo que ésta encare un verdadero plan de lucha nacional. Y en este proceso, ganar la solidaridad del conjunto de las fuerzas populares.

La autodefensa de masas

El desarrollo de las luchas plantea con fuerza ante nuestra clase y el resto del pueblo, la necesidad de organizarse para impedir que la represión logre doblegar las luchas; para responder en el terreno que sea necesario a la agresión. De ahí que organizar la autodefensa de masas en el proceso de desarrollo de la lucha, tenga tanta importancia. Pero hay que tener claro -y explicárselo así a las masas- que esto lo hacemos no solo con vista a la autodefensa, sino también a ir creando condiciones que nos permitan disputar con éxito en ese terreno también el poder; y defenderlo para la clase obrera y el pueblo una vez obtenido. En esta cuestión consideramos que el retraso enorme en la preparación militar, señalado por la Dirección de nuestro Partido, es fruto de una insuficiente comprensión sobre el problema del poder.

El proceso de fascistización del Estado que viene sufriendo nuestro país desde hace largos años, ha ido perfeccionando un poderoso aparato burocrático militar de las clases dominantes, que ellas utilizan y utilizarán sin vacilación y en toda su magnitud para intentar impedir el triunfo revolucionario. Esto entronca con lo analizado en la VII Conferencia Nacional de nuestro Partido, respecto a la acción y la doctrina oficial del imperialismo yanqui en América Latina, de intervenir abiertamente con sus fuerzas militares allí donde peligre el poder de sus sirvientes y aliados ("…como se vio en Santo Domingo, están listos para sembrar la muerte por doquier, con el fin de aplastar cualquier país del continente"  (Informe del camarada Codovilla, pág. 81).

En este marco tienen aun mayor significado concreto para nosotros las enseñanzas leninistas acerca de la necesidad de dominar todas las formas de lucha, de estar preparados para pasar rápidamente de una a otra forma, como predominante, en el proceso en el combate revolucionario, de inculcar en nuestra clase y en las masas populares la disposición a emprender acciones revolucionarias resueltas.

¿Esto quiere decir que hay que lanzarse ya, inmediatamente, a la insurrección abierta y generalizada? Evidentemente no. Para eso, tiene que haber una situación revolucionaria directa que aún no existe. Pero tampoco se puede esperarla pasivamente; debemos ir creando condiciones para su desarrollo. De ahí la importancia de la preparación militar, no solo de pequeños grupos, sino de grandes masas. Y eso exige además de la preparación técnica, el armamento y la actuación oportuna en cada lucha concreta, la agitación y la propaganda de estas ideas que preparan el espíritu, la combatividad, la conciencia; que hagan posible actuar a estas grandes masas en el momento que sea necesario y posible.

Es a partir de esto también que tiene tan grande importancia el trabajo político en las filas de las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, lo que más facilitará la elevación de la conciencia y de la organización de sus soldados, suboficiales y parte de su oficialidad, será la repercusión que tenga en su seno la movilización y lucha de las grandes masas, de sus hermanos obreros, campesinos, estudiantes, que siempre deben dirigirse fraternalmente a ellos, llamándolos a incorporarse a la lucha revolucionaria y democrática y a destruir la actividad antipopular de sus jefes reaccionarios.

Todo esto, es además de justo y necesario políticamente, el mejor medio -junto a la profunda lucha ideológica- de derrotar las posiciones erróneas de Debray, que preconiza como único camino (igual para todos los países latinoamericanos) ya mismo, el desarrollo de un foco guerrillero campesino, aislándolo del cuadro político general de masas. Revisando los principios básicos del marxismo-leninismo, Debray ubica como vanguardia revolucionaria al grupo de combatientes guerrilleros, negando lo fundamental, que es el papel dirigente del partido marxista-leninista y de la clase obrera, dirigida por el mismo.

El núcleo del Frente

Analizábamos anteriormente el papel reaccionario de la mayoría de los dirigentes sindicales y políticos que hoy revista en el campo de la oposición. ¿Quiere decir entonces, que hoy solo se enfrentan a la dictadura los dirigentes comunistas? Por supuesto que no. Aunque con muchas dificultades, por las características del propio proceso, y por la insuficiente crítica a los dirigentes conciliadores o entreguistas del nacionalismo y del liberalismo burgués, han ido surgiendo en las luchas de los últimos años una gran cantidad de dirigentes medios -e incluso algunos nacionales- que militando en el campo del peronismo, principalmente del sindicalismo independiente, del propio radicalismo, del socialismo, de la democracia cristiana y del socialcristianismo, de los católicos revolucionarios, del humanismo (tanto en el plano político como sindical, estudiantil, y en mucha menor escala campesino), al ir comprendiendo el proceso de traición de sus propios dirigentes, han ido enfrentándolos y tomando posiciones consecuentemente democráticas y revolucionarias.

La gran debilidad de todos estos sectores -producto de lo señalado anteriormente y de la política de los dirigentes de los partidos burgueses que ante la aparición de alas de izquierda en sus partidos, recurren a condenarlas y liquidarlas inmediatamente- reside en su grado de organización, y por lo tanto de influencia concreta no solo como ideas, sino como peso dirigente, como fuerza organizada. Se expresan principalmente en juventudes políticas, en agrupaciones sindicales, estudiantiles y políticas, en corrientes que subsisten aun dentro de algunos partidos y en líderes individualmente. Claro está que entre ellos suelen aparecer algunos aventureros, pero ese no es el signo del proceso.

Los comunistas, en la construcción del Frente de Liberación Social y Nacional, deben concentrar la atención en unificar en la acción a estas fuerzas de izquierda junto a nuestro Partido, como lo señalara el XII Congreso, que planteó:

"Por eso no debemos cejar hasta conseguir la formación de un amplio frente común de lucha, cuyo núcleo sean los partidos Comunista, Peronista, Socialista de Vanguardia, Federación Argentina de Partidos Populares, y otras fuerzas antioligárquicas y antiimperialistas que ya están agrupadas en la Comisión Interpartidaria, atrayendo a dicho frente a los militantes y dirigentes medios de esos partidos, que están dispuestos a luchar por reivindicaciones que sirvan para dar una salida democrática y progresista a la situación reaccionaria actual. Para ello, es preciso que los comunistas y los verdaderos demócratas y antiimperialistas, no pongan su atención solamente en lo que sucede arriba, en la dirección de los partidos burgueses y pequeñoburgueses, sino en lo que sucede abajo, en sus organizaciones de base en donde la gran mayoría de los militantes y dirigentes medios han manifestado y manifiestan su voluntad de luchar en común con fuerzas afines (…)"

Algunos plantean que esto ya no es posible, que ya no existen, por ejemplo el Partido Socialista de Vanguardia o la FAPP, o que desde entonces en el peronismo ha habido muchos cambios. Eso es un error, pues estos hechos no invalidan el profundo concepto encerrado en esta aseveración del XII Congreso, sino que por el contrario lo reafirman más profundamente. Justamente, la no existencia organizada de ese polo de atracción de las izquierdas, es lo que facilitó y facilita el proceso de dispersión. A pesar de esto último, las fuerzas de izquierda en nuestro país tienen una gran perspectiva ante sí porque expresan el estado de ánimo y las necesidades de las masas que han demostrado mayor grado de consecuencia y combatividad en las luchas contra la reacción y el imperialismo, y que quieren cambios de fondo, vislumbrando la necesidad del poder. Por ello, hay que insistir con mayor énfasis aun, en constituir ese polo de atracción con lo que ya está dispuesto. Será tarea de los comunistas y de esas fuerzas de izquierda -participando y promoviendo el proceso de lucha de las masas- ir desgajando nuevas fuerzas (dirigentes y bases) de los partidos tradicionales, que se irán incorporando al proceso y sumando a otras que surjan y se desarrollen. Todo esto puede parecer más lento y más difícil, pero es el único camino para forjar el gran frente que nuestro pueblo necesita rescatando a la clase obrera, al campesinado y demás capas medias de la influencia burguesa que frena su marcha revolucionaria.

Todo intento de resolver la situación con "caminos intermedios", con "acuerdos", con "presiones a los dirigentes actuales de los partidos burgueses", lleva inevitablemente al oportunismo y a la incapacidad, a la imposibilidad de desarrollar lo que es la misión histórica de la clase obrera y su Partido, la revolución.

No podemos olvidar, en este sentido, lo que planteaba Lenin:

"El proletariado lucha y seguirá luchando por aniquilar el viejo poder. Y hacia ese objetivo tenderá toda su labor de propaganda, de agitación, de organización y movilización de masas. Si no logra aniquilar totalmente el viejo poder, el proletariado sabrá aprovechar también su destrucción parcial. Lo que no hará nunca será propugnar esa destrucción parcial, embellecerla, llamar al pueblo a apoyarla. En la lucha real solo se apoya efectivamente a aquel que aspira a más (y que en caso de fracaso alcanza menos) y no a aquel que, ya antes de que comience la lucha, amputa de un modo oportunista sus tareas".

Y agregaba en otro artículo:

"La esencia del oportunismo estriba en sacrificar los intereses permanentes y duraderos del proletariado a sus intereses superficiales y momentáneos. En la época de la revolución burguesa, los oportunistas de la socialdemocracia, olvidan la importancia del ala revolucionaria de la democracia burguesa y se posternan servilmente ante los éxitos del ala no revolucionaria de ella".

Por un gran PC y una gran FJC

Es necesario pues, poner ya manos a la obra para forjar una amplia política de alianzas con los sectores de izquierda -alianza que también presupone la lucha ideológica y por nuestra hegemonía-, que vaya forjando la fuerza necesaria para abrir paso a la revolución democrática, agraria y antiimperialista con vistas al socialismo en nuestro país. Simultáneamente, y haciendo centro en dicha política, es necesario y justo pugnar por acuerdos parciales o temporarios o por marchar paralelamente, con sectores del frente Illia-Perón, u otros agrupamientos que se produzcan. Nuestra política consiste así, en ampliar al máximo el campo de los que luchan contra la dictadura y tener como eje permanente y principal el ir formando la fuerza obrera y popular capaz de imponer la alternativa revolucionaria, superando y rompiendo la falsa opción en que siempre se ha logrado embretar a las masas, y que nuevamente se intenta hacer: dictadura militar reaccionaria o democracia formal retaceada.

El elemento esencial que permitirá forjar esa política de alianzas, será la acción de una clase obrera poderosamente organizada y ganada mayoritariamente para las ideas de la lucha de clases, para la idea del socialismo y del comunismo, y que a través de su actuación independiente, dirija al resto de las clases y capas revolucionarias en la lucha por la victoria sobre la oligarquía, el imperialismo y el gran capital.

Esta acción de la clase obrera tiene como aliado principal a los campesinos pobres y medios. La alianza obrero-campesina, la lucha por forjarla, constituye un elemento esencial del proceso de construcción y fortalecimiento del gran Frente de Liberación Social y Nacional.

Para ello es imprescindible desarrollar el gran Partido Comunista y la gran FJC, compuestos por los mejores hijos de nuestra clase: los más combativos, los que desde sus puestos de activistas, de delegados, de directivos sindicales la encabezan fielmente en sus batallas. Junto a ellos debemos incorporar a aquellos que proviniendo de otras clases y capas, comprenden la misión histórica del proletariado, la comparten y se entregan a su hermosa brega.

Para desarrollar este gran Partido y gran FJC, es preciso que nuestros militantes, a la vez que sean los más destacados impulsores de una amplia política unitaria -a partir de los principios de clase y de las luchas concretas-, sepan diferenciarse claramente de las otras fuerzas y llevar con profundidad el programa de nuestro Partido a las amplias masas criticando decididamente a quienes en el seno de la clase obrera propugnan la colaboración de clases, e incluso a aquellos que quieren hacer aparecer ante el proletario común como el súmmum de su destino solo la lucha por la liberación nacional.

Es nuestra tarea -y es la única forma posible de construir un gran Partido y una gran FJC-, hacer comprender a la clase obrera que su misión va mucho más allá de lograr la liberación nacional. Que culmina con la destrucción total del capitalismo y la construcción de la sociedad sin explotadores ni explotados: el socialismo y el comunismo. Comprendiendo esto crecerá la necesidad de los obreros -adultos y jóvenes- de afiliarse a un partido diferente, al Partido Comunista y a la FJC.

Esto lo podremos lograr en la medida en que elevemos el papel de cada círculo y cada célula, que aseguremos su vida política intensa y regular, íntimamente ligada a los problemas, las luchas y la actividad natural de los trabajadores, campesinos, estudiantes. Para ello debemos superar una concepción estrecha y a la vez economista que predomina aun en la labor orgánica del PC y de la FJC y que entorpece mucho la consolidación y el crecimiento de nuestros círculos y células particularmente de empresas. Sobre estas cuestiones de tanta importancia para el avance en nuestra organización, próximamente el CC hará una discusión especial.

Cómo superar la crisis en nuestras filas

Hemos expuesto lo que, a nuestro modo de ver, es la esencia de la crisis por la que atraviesan la FJC y el PC y cómo superarla en bien de su fortalecimiento.

Claramente planteaba Lenin:

"La crítica, dentro de los límites de los fundamentos del programa del partido, debe ser absolutamente libre (recordemos, aunque más no sea, el discurso de Plejánov a este respecto en el II Congreso del POSDR) y, además, no solamente en las reuniones partidarias sino también en las asambleas amplias. Prohibir tal crítica o tal ‘agitación’ (ya que no se puede separar la crítica de la agitación) no es posible. La acción política del partido debe ser única". (V.I. Lenin, O.C., tomo X, pág. 437)

Y en otro trabajo señalaba:

"En el terreno de los principios hemos expuesto ya muchas veces nuestras ideas acerca de lo que significan la disciplina y el concepto de la disciplina en el partido obrero. Unidad de acción. Libertad de discusión y de crítica: he aquí nuestra definición. Solamente una disciplina así es digna del partido más democrático de la clase más progresiva. La fuerza de la clase obrera reside en la organización. Sin organización de las masas, el proletariado no es nada. Organizado es todo. Organización es unidad de acción, unidad de actuación práctica. Claro está, que todas las acciones y toda actuación tienen un valor solamente en cuanto impulsan hacia adelante y no empujan hacia atrás, en cuanto que contribuyen a la cohesión ideológica del proletariado, en cuanto que lo estimulan, y no lo rebajan, lo corrompen o lo debilitan. Organización sin contenido ideológico es un desmán, que solo sirve, en la práctica, para convertir a los obreros en lamentables instrumentos de la burguesía entronizada en el poder. De ahí que el proletariado no reconozca nunca la unidad de acción sin libertad de discusión y de crítica. Y de ahí también que los obreros con conciencia de clase no puedan nunca olvidar que ante violaciones de los principios, suficientemente graves, la ruptura de todos los nexos de organización se convierte en un deber". (V.I. Lenin, O.C., tomo XI, págs. 317-318)

Esta era la opinión de Lenin sobre las normas del partido y no la interpretación capciosa que se da a su oposición en ¿Qué hacer? a la libertad de crítica que exigían quienes desde el revisionismo querían liquidar el marxismo.

Se dice que se viola la disciplina porque se pone en discusión la línea. Esto no es cierto. Lo que se ha puesto en discusión son, sí, aspectos esenciales de la aplicación de la línea del XII Congreso, a partir de la lucha por difundir y hacer realidad el programa y su consigna central.

Pero aunque estuviera en discusión la línea, esto no es indisciplina: primero, porque como dice Nueva Era N° 4:

"La VII Conferencia ratificó la convocatoria al XIII Congreso Nacional del Partido, debiendo servir el informe del camarada Codovilla para la preparación del mismo. Segundo: porque entre Congreso y Congreso hay obligación de aplicar la línea, pero se puede pedir la discusión a la misma, como se desprende claramente de los artículos 11 y 13 de los estatutos del Partido".

Por una parte se exponen las opiniones en los organismos correspondientes. Por la otra se intenta la intervención a esos organismos y la destitución de sus principales dirigentes, acompañándose ello de una campaña inorgánica de calumnias. Al mismo tiempo se ponen en funcionamiento direcciones fraccionales paralelas.

Ante esta situación quienes planteaban opiniones divergentes, exigieron el funcionamiento de los organismos naturales: Comité Ejecutivo, Comité Central y Comités Regionales; y para que no se distorsione el proceso y no se deteriore la unidad partidaria, se informa orgánicamente de lo que está ocurriendo. La otra parte niega la reunión de los organismos naturales, a la vez que arrecia la campaña difamatoria. En aquellos organismos que no estaba en sus manos convocar, con diversos pretextos, procura demorar su funcionamiento, (Comité de la Capital, Mesa de Santa Fe).

Ante eso se hace necesario autoconvocar el Comité Ejecutivo (18 de setiembre) y por éste convocar al CC (21 de setiembre), invitándose a ambas reuniones a todos sus integrantes.

La otra parte boicotea ambas reuniones y, con calumnias (como ser: los camaradas que plantean opiniones divergentes buscan la división del Partido), impiden la concurrencia de varios miembros.

Reunidos en esas fechas y a pesar de todos los elementos que demostraban la incurrencia por parte de varios camaradas del CE en actitudes inorgánicas -empezando por el secretario general- nadie pensó en ninguna medida disciplinaria. Porque se parte de la concepción de hacer la discusión política, de practicar los métodos leninistas y no perjudicar la unidad partidaria. Con ese supremo fin se convocó el Congreso de la Juventud que permitirá, a través de su preparación, la consulta al conjunto de afiliados para resolver los problemas planteados. Al mismo tiempo se insistió ante la Dirección Nacional de nuestro Partido a través de cartas y de mensajes orales, en solicitar una entrevista del conjunto del CE de la FJC con el secretariado de nuestro Partido, a los efectos de intercambiar ideas que facilitaran una salida a todo este proceso sin debilitar la actividad y la estructura de nuestra organización. Aún no recibimos respuesta.

Frente a esta actitud, el secretariado general convocó a una reunión de CC de la FJC, pero con las siguientes graves anomalías: desconocimiento de las reuniones de CE y CC realizadas anteriormente (18 y 21/9) que contaban con quórum y llenaban todas las normas orgánicas planteadas en el Estatuto de la FJC; se "preparó" la reunión del 26/9 con entrevistas personales a cada uno de los miembros a los que se invitó, en las que se difamaba, se llenaba de adjetivos y acusaciones a otros miembros, enrareciéndose así la atmósfera, "preparándose" así la "discusión"; y por si esto no asegurara totalmente el resultado de la misma, no se invitó a esa reunión a varios miembros titulares; a otros se los invitó mal (se les entregó la cita a las 16 horas de ese mismo día, o se les hizo llegar la invitación de tal modo que no la vieran, no se las dejó en su casa) y, a la vez, no se invitó a varios miembros suplentes que se hallaban en los primeros lugares de la lista.

Una reunión "preparada" de tal modo, decidió la separación de diez titulares del CC (seis miembros del CE, la mayoría de éste) y seis suplentes del CC. Eligió un nuevo CE, un nuevo CC, un nuevo Secretariado (incorporando al mismo a un camarada que había sido pasado al Partido).

Creemos que queda claro quiénes son los que quieren provocar la división en el Partido y la FJC.

Ocurrió, además, que a varios de nosotros se intentó cerrar las puertas de reuniones. No reconoceremos ninguna de estas maniobras por ser violatorias de las normas leninistas del centralismo democrático y del Estatuto de nuestra Juventud Comunista. Incluso, aunque el desarrollo de todo el proceso encabezado por ese grupo de camaradas fuera intachable, las sanciones no serían válidas. En efecto: el artículo 53 del Estatuto plantea: "Las medidas disciplinarias deberán ser aprobadas por la Asamblea del organismo correspondiente con la aprobación de la mayoría de los participantes, a cuya reunión deberá ser citado el afiliado afectado. Para tener validez la medida deberá ser aprobada por el organismo correspondiente superior". El organismo correspondiente superior al CC es el Congreso de la FJC. Como vemos, éste, de todos modos, se hace imprescindible y hasta tanto no se realice, ninguna medida disciplinaria que afecte a miembros del CC es válida.

Se plantea que se procede así con quienes expresan opiniones divergentes porque está la "mano del enemigo". Repetidamente hemos demostrado que eso no es cierto. Pero ¿qué mejor forma de aislar al enemigo que organizando la discusión en profundidad de abajo hacia arriba, tomando las ideas justas y desechando -con argumentación- las injustas? ¿Por qué no se hace esto? Porque hay obsecación por parte de algunos compañeros -impropia de dirigentes de un partido leninista- en sostener ideas incorrectas que causan grave daño a la actividad y la organización partidaria. Hay la falsa idea de que la autocrítica de errores graves desprestigia o deteriora a la organización y al dirigente. Ya hemos demostrado lo profundamente erróneo de esa concepción. No hay que olvidar lo que Lenin decía:

"De la política y de los partidos se pude decir -con las variaciones correspondientes- lo mismo que de los individuos. No es inteligente quien no comete errores. Hombres que no cometen errores, no los hay ni puede haberlos. Inteligente es quien comete errores que no son muy graves y sabe corregirlos con facilidad y pronto".

Hay compañeros que afirman que es incorrecto que opinemos sobre aspectos generales de la política de nuestro Partido, por dos motivos. Basándose en el primero, dicen que lo que corresponde como método, es que cada organismo solo analice crítica y autocríticamente cada uno de los hechos que se van dando en su accionar político corriente. Lo otro adolecería de fallas, ya que uno u otro organismo pueden evaluar desde su punto de vista solo un aspecto parcial de la realidad. Esta afirmación constituye un típico ejemplo de cómo un concepto justo aplicado mecánicamente, lleva a conclusiones peligrosas.

Reducir el análisis crítico y autocrítico de cada organismo y afiliado solo a su labor más inmediata es castrar a nuestra organización de uno de sus bienes más preciados, cual es la participación activa elaborada, consciente y responsable del conjunto de ideas que sintetizamos en nuestra línea política, ideas que van desde las conclusiones más particulares y modestas a aquellas más generales y de más trascendencia en la política y la ideología. Además, de acuerdo a esa concepción quienes serían los únicos en poder opinar y decidir sobre los aspectos más generales de la política serían solo un reducido núcleo de camaradas.

Como afirmamos anteriormente, pensamos que esta opinión es peligrosa, ya que conduce a delegar una de las responsabilidades básicas de todo organismo, de todo revolucionario, solo en un sector de la organización.

El otro motivo con el cual dichos compañeros avalan esa concepción errónea, es que la FJC constituye un organismo auxiliar del Partido y, por lo tanto, solo aplica y no discute ni participa en la elaboración de su línea política. Se nos hace difícil aceptar dicha concepción a quienes hombro con hombro con los camaradas del Partido nos jugamos con orgullo nuestra vida misma en la lucha por la aplicación de la línea.

Por ello se nos quiere dejar fuera de las direcciones y en la práctica de la organización, para impedir se desarrolle este proceso de discusión.

En esta situación se nos plantea un interrogante esencial, suscitado tanto en la reunión del CC del 21 de setiembre, como a lo largo de nuestra FJC en estas intensas semanas: ¿por qué este empecinamiento en cerrar, en impedir la discusión de los problemas políticos suscitados?

Desde hace mucho tiempo, las inquietudes y opiniones planteadas en diversas ocasiones sobre aspectos importantes de la aplicación de la línea política de nuestro Partido, no recibían respuesta ni en la discusión, ni en la práctica. Cuando se plantearon estas opiniones en el CE y en Comités regionales, reflejando la inquietud generalizada de nuestra FJC hace un mes y medio, se desencadena la grave situación que vivimos y tampoco se da ninguna respuesta real a los problemas políticos. Esto significa que hay una lamentable cerrazón, que hay una actitud reiterada y agravada de no aceptar la discusión de los problemas que afectan al desarrollo de nuestro PC y nuestra FJC. Problemas que han traído un retroceso en los últimos años y que disminuyen, por lo tanto, nuestra posibilidad de jugar plenamente el papel de vanguardia de la clase obrera argentina para que ésta, a la cabeza de todos los sectores populares, conduzca a la victoria el proceso revolucionario.

Y como no obtenemos respuestas y como somos militantes comunistas y por lo tanto nos debemos a nuestra clase, a nuestro Partido y nuestra FJC por encima de cualquier otra consideración, la experiencia vivida nos ha afirmado en nuestras opiniones y en la convicción de que, a lo leninista, debemos continuar a fondo la lucha por el auténtico fortalecimiento de nuestra FJC y nuestro PC; esto es: la lucha por la aplicación consecuente de la línea independiente de clase de nuestro Partido y por la vigencia real de los principios leninistas del centralismo democrático.

Comprobamos con preocupación que se está aferrando a una política y a una práctica que en cuestiones esenciales se desvía de los principios de independencia de clase para forjar la unidad de las fuerzas revolucionarias que constituyen la base permanente de la línea de nuestro Partido, de su razón de ser, que constituyen la esencia del XII Congreso y su ideal central: por la acción de masas, hacia la conquista del poder.

Comprobamos que no se quiere permitir la discusión para no modificar esa política y esa práctica en aquello que la discusión y la vida demuestren necesario hacerlo. Comprobamos que para ello se apela a métodos reñidos con los principios leninistas, se violan los Estatutos de la FJC y del PC, se utilizan mecanismos y se lanzan medidas que recuerdan crudamente una época superada para el movimiento comunista internacional a partir del claro y valiente análisis crítico y autocrítico hecho por el glorioso PCUS en su XX Congreso.

Ante la aparición de este documento, seguramente arreciarán las acusaciones y las calumnias contra este CC. Se dirá que planteamos "otra línea" y que por lo tanto, hay derecho a segregarnos de la organización. Reafirmamos una vez más: eso es falso. No perseguimos ningún fin oculto, tan solo el de mejorar y fortalecer nuestra organización para hacer realidad la revolución en la Argentina.

Todos los militantes comunistas, adultos y jóvenes, estamos preocupados por profundizar y encontrar las causas del retroceso sensible en el número del activo, en la difusión de la prensa y literatura partidaria, en nuestro peso y capacidad real de dirigir y movilizar masas obreras y populares, con nuestras consignas. En fin, en lo que el camarada Arnedo Alvarez -en su informe a la Comisión Nacional de Organización de nuestro Partido en el mes de febrero último, sobre la base de las alarmantes cifras, regional por regional, del decrecimiento del número de efectivos- señalaba como el grave peligro de convertirnos en un partido pequeño.

Las preocupaciones vienen de largo tiempo atrás y tienen como base la realidad objetiva de la situación de nuestro Partido y FJC. Y no, como se afirma, de que son fruto del trabajo fraccionista, de elementos "diabólicos"; como si fuera posible llevar de la nariz a varios miles de militantes con "ideas raras". Tampoco responden a directivas de elementos aventureros que en la OLAS plantearon "la necesidad de crear vanguardias revolucionarias, negando el papel dirigente de los partidos comunistas". No haría falta recordarlo, pero dado el cúmulo de calumnias que se difunden para distorsionar la realidad, debemos hacerlo: justamente los camaradas que más son el blanco de dichos ataques, son lo que han defendido -representando a la FJC o a movimientos en los congresos y reuniones juveniles y estudiantiles internacionales de los últimos cuatro años-, las justas posiciones marxistas-leninistas y han combatido, política e ideológicamente con éxito, aquellas ideas aventureras.

Se dice que trátase de impacientes pequeñoburgueses, de que la composición social de nuestros organismos es solo estudiantil. Pensamos que la práctica política de nuestra militancia y las resoluciones del CE del 18 de setiembre de 1967, del 21 del mismo mes y la presente, constituyen el mejor y más rotundo desmentido a esa falsa caracterización. Por otra parte, se puede pensar que el mote de impacientes se nos pone para persistir en una actitud conformista. Por ello son tan actuales las palabras del camarada Codovilla en el reportaje aparecido en Juventud del 20 de diciembre de 1965, con motivo del 48 aniversario de nuestro Partido: "¡Guay si los jóvenes no tuvieran sueños de emancipación social, entusiasmo desbordante, e impaciencia por entrar en la lucha por la realización de sus sueños!"

En cuanto a la composición social de nuestros organismos dirigentes, es, evidentemente, deficiente. Ha ido mejorando con un mayor y consecuente trabajo de la FJC en el movimiento obrero. Por ejemplo: la mesa de la Capital de la FJC -que ha sido y es uno de los blancos principales de esa falsa caracterización de "grupito estudiantil"- sobre once miembros tiene cuatro obreros industriales, dos empleados de gran empresa, tres empleados y dos estudiantes.

Está claro que el principal déficit es el débil desarrollo de nuestra FJC y de nuestro PC en las empresas y gremios de concentración industrial y que ello se refleja en los cuadros; y aquí debe estar el centro efectivo de nuestra política.

Es de hacer notar -aunque ahora algunos lo oculten y lo tergiversen como medio para "combatir" nuestras posiciones-, que han sido destacados en cada reunión del CE y del CC de nuestra FJC y por los organismos dirigentes de nuestro PC, los esfuerzos, la preocupación y los pasos dados por nuestros organismos en su labor de concentración en el movimiento obrero, pero, además, es totalmente injusto y ajeno al espíritu comunista, que quiera utilizarse la caracterización "estudiantil" como si fuera una mala palabra o un enemigo al servicio del imperialismo. En nuestro PC y en nuestra FJC los camaradas estudiantes, abrazando la causa del proletariado y luchando por ganar a las masas estudiantiles junto a la clase obrera en la batalla por la revolución, han escrito páginas heroicas estos últimos años, han librado en las calles admirables luchas reivindicativas y antiimperialistas, han multiplicado la fuerza y la organización de la FJC; todo lo cual ha sido destacado reiteradamente por la dirección de nuestro Partido, particularmente en la VII Conferencia Nacional del mismo, y a través de la camarada Alcira de la Peña que propuso -aprobándose- una felicitación a los camaradas universitarios en la VII Conferencia Nacional de la FJC.

Entonces, siendo estos nuestros propósitos -avalados por la trayectoria militante y la práctica concreta de fidelidad a nuestra clase, a nuestro Partido y a nuestra FJC y de firmeza probada ante el enemigo- nos resulta doblemente doloroso cómo se ha procedido y se está procediendo para cerrar administrativamente la discusión y apelar a sanciones antiestatutarias.

El IX Congreso Nacional de la FJC, instancia máxima de nuestra organización -precedido por una profunda y real discusión política en cada círculo- es el único organismo que, por resumir la opinión y experiencia del conjunto de la juventud comunista, podrá resolver positivamente la situación creada y significar una etapa muy importante en el fortalecimiento y elevación del papel de la FJC para que llegue a jugar en la práctica su papel de avanzada de la juventud trabajadora. Por ello el CC de la FJC tomará todas las medidas para asegurar la realización del IX Congreso Nacional. Los camaradas del CC de la FJC y de instancias dirigentes de nuestro Partido que insistan en la actitud equivocada que hasta hoy han seguido, asumen una gran responsabilidad por las consecuencias que dicha actitud antileninista acarrea a nuestra FJC y a nuestro PC.

De todos modos, por más que arrecie la lamentable campaña de diatribas contra este CC de la FJC, no caeremos, por respeto a nuestra FJC y nuestro Partido -al que pertenecemos y seguiremos perteneciendo y engrandeciendo pase lo que pase-, en utilizar ese mismo lastimoso y pobre método que está muy lejos de los elevados principios políticos y revolucionarios que rigen entre los comunistas y que solo puede favorecer al enemigo.

Nos duele decirlo, pero tanto en la "declaración" de un grupo de camaradas del CC y de la FJC como en charlas grabadas de algunos dirigentes de nuestro Partido se utiliza un recurso para la polémica que es ajeno a los comunistas. Se nos atribuyen conceptos absurdos o actitudes ridículas que no tenemos, para luego "rebatirlas" cómodamente.

Y reiteramos, que aún comprendiendo que algunos desbordes de compañeros de nuestra FJC son fruto de lamentables métodos, no los justificamos, sino que por el contrario, los hemos combatido y los seguiremos combatiendo y corrigiendo.

Y a los grupitos trotsquistas que han sacado un volante "saludando" la existencia de opiniones críticas en la FJC y en el PC, así como a otros grupos de ultraizquierda les advertimos: no se alegren, porque justamente con la aplicación permanente y a fondo de la política independiente de clase de nuestro Partido -que es lo que nos anima- quedarán todavía más desnudas las posiciones ideológicas, profundamente extrañas al marxismo-leninismo y nocivas para la revolución que sustentan, y serán aún más ínfimas las posibilidades de que confundan a los revolucionarios honestos.

Decía el camarada Arnedo Alvarez en su informe a la VII Conferencia Nacional del Partido:

"Si no levantamos más la bandera de nuestro Partido, si no hacemos conocer más su programa, si no realizamos más intensamente la discusión entre estas masas de las ideas comunistas, entonces, quitamos lo que debe ser la médula de nuestro trabajo entre las masas, limitando así nuestros objetivos y con ello correríamos el peligro de que otras corrientes extrañas a la clase obrera sigan perdurando y que otros conquisten el terreno que nosotros no ocupamos"  (págs. 23-24. El subrayado es nuestro)

Y dice en la misma página 24:

"Por otra parte, si los comunistas no realizamos entre las masas a la vez que un trabajo organizativo, una tarea de esclarecimiento político, entonces estas masas seguirán estando subordinadas a la ideología y la influencia de la burguesía, que cuenta con tan poderosos medios para confundir y desorientar a las masas trabajadoras" (el subrayado es nuestro).

Frente a estos justos planteos creímos y creemos que es deber de cada organismo y militante de nuestro PC y de nuestra FJC profundizar en las causas de nuestra deficiencia en el por qué no levantamos y aplicamos como deberíamos nuestra línea independiente y unitaria, no realizamos como deberíamos una profunda labor ideológica en nuestra clase.

Y hacerlo sin conformismo, sin formalismo, sin conciliación, sin adaptarnos a las dificultades -que son enormes, que están creadas por la reacción y frente a lo cual resalta aún mucho más la firmeza y la abnegación heroica de nuestros militantes- sino con el espíritu comunista de ir a fondo, de desnudar las raíces de nuestras debilidades para poder encarar resueltamente y con claridad política su superación. En nada contribuye a fortalecer a nuestra FJC y nuestro PC seguir apelando al exitismo que tanto daño causa y sobre esa base eludir el análisis profundo.

Queremos mantener a toda costa la disciplina de Partido, pero sobre la base que planteaba Lenin en La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo:

"La primera pregunta que surge es la siguiente: ¿cómo se mantiene la disciplina del partido revolucionario del proletariado?, ¿cómo se comprueba?, ¿cómo se refuerza? Primero, por la conciencia de la vanguardia proletaria y por su fidelidad a la revolución, su firmeza, su espíritu de sacrificio, su heroísmo. Segundo, por su capacidad de ligarse, de acercarse, y, hasta cierto punto, si se quiere, de fundirse con las más amplias masas trabajadoras, en primer término con las masas proletarias, pero también con las masas trabajadoras no proletarias. Tercero, por lo acertado de la dirección política que ejerce esta vanguardia, por lo acertado de su estrategia y su táctica política, a condición de que las masas más extensas se convenzan de ello por experiencia propia. Sin estas condiciones es imposible la disciplina en un partido revolucionario verdaderamente capaz de ser el partido de la clase avanzada, llamada a derrocar a la burguesía y a transformar la sociedad. Sin estas condiciones, los intentos de implantar una disciplina se convierten, inevitablemente, en una ficción, en una frase, en gestos grotescos".

Medio siglo decisivo

Estamos en vísperas del cincuentenario de la gran Revolución Socialista de Octubre que abrió una nueva era en la historia humana: la era del socialismo y del comunismo, la era de las revoluciones proletarias, la era de la liberación nacional y social de los pueblos. El glorioso PCUS, forjado por el inmortal Lenin, ha sido -y continúa siéndolo- un ejemplo inspirador para el movimiento comunista y obrero internacional, para todos los combatientes antiimperialistas, por su fidelidad al internacionalismo proletario; por las enseñanzas de sus históricas conquistas en el difícil y heroico camino recorrido conduciendo al proletariado y al pueblo soviético; por las enseñanzas de su capacidad revolucionaria de analizar sin conciliación el camino recorrido, señalar franca y abiertamente los errores y luchar resueltamente por corregirlos.

La enconada batalla que se libra en el plano mundial contra el imperialismo, particularmente el yanqui, se desarrolla con toda la aspereza propia de la lucha de clases en una etapa en que la vieja clase -la burguesía- está herida de muerte y apela a cualquier recurso para subsistir.

La Unión Soviética es la principal fortaleza y está en el centro -como la potencia más poderosa y avanzada del proletariado triunfante- del torrente único de las tres fuerzas revolucionarias de nuestra época: los países socialistas, la clase obrera de los países capitalistas y el movimiento de liberación nacional y social de los pueblos oprimidos por el imperialismo.

Si el imperialismo ha podido lograr algunos éxitos parciales en estos años -dentro del cuadro histórico general del avance del socialismo y de las fuerzas revolucionarias- ello se debe, en gran medida, al daño causado al campo socialista y al movimiento comunista y antiimperialista mundial por la política antimarxista-leninista y la labor divisionista y provocadora del grupo de Mao Tsetung.

La lucha por la unidad de acción y por la cohesión del movimiento comunista internacional sobre la base de los principios internacionalistas proletarios y del marxismo-leninismo, es inseparable de la lucha ideológica contra las posiciones nacionalistas y aventureras de esos dirigentes chinos.

El CC de la FJC llama a todos los organismos y camaradas a desarrollar una vasta labor de difusión en las empresas, en el campo, en las escuelas, en las barriadas populares, de las conquistas de la juventud soviética, del papel de la URSS en la lucha antiimperialista y por la paz, del significado histórico para nuestra propia lucha revolucionaria de las enseñanzas de Lenin. El CC de la FJC propone a todos los organismos desarrollar un plan de educación estos próximos meses en torno a las enseñanzas del PCUS en su gloriosa trayectoria revolucionaria.

El cincuentenario de la Revolución de Octubre está unido en nuestro país al cincuentenario de la fundación de nuestro Partido. Rompiendo con el reformismo de los líderes derechistas del Partido Socialista, enarbolando la bandera clasista de lucha contra la guerra imperialista y de apoyo al proletariado y los bolcheviques rusos, organizaciones y militantes marxistas revolucionarios y la Juventud Socialista fundaron el 6 de enero de 1918 el Partido Comunista Argentino.

La celebración de este aniversario tan importante para la clase obrera argentina, nos encuentra en la lucha por fortalecer y elevar el papel de nuestro Partido y la FJC, y ello es motivo aún más valedero para que desarrollemos en nuestros organismos y afiliados y, sobre todo, entre las masas, el estudio y la difusión de la historia de lucha de nuestro Partido, de su programa aprobado en el XII Congreso y de sus principios.

Al profundizar en ello nos pertrecharemos de más elementos políticos, ideológicos y organizativos para aportar con éxito a esta histórica lucha por la unidad y defensa del PC y de la FJC sobre la base de los principios leninistas. Continuando y desarrollando las mejores tradiciones revolucionarias y la escuela de abnegación, de espíritu de sacrificio, de heroísmo cotidiano y anónimo de los militantes de nuestro Partido.

El Comité Central de la Federación Juvenil Comunista saluda al conjunto de los militantes de la FJC y el PC, y en este periodo que se abre, preparatorio del IX Congreso Nacional, los exhorta a redoblar todos los esfuerzos para el cumplimiento de los objetivos trazados por cada uno de los organismos y militantes de nuestra organización.

¡Viva la Federación Juvenil Comunista!