El Cali es del pueblo y de corazón rojo. Hoy brilla una estrella en alto y en su nombre. Nos encandila su resplandor en cada homenaje y cada anécdota risueña y conmovedora que lo trae de nuevo a la vida, en cada persona que lo quiso, en cada lágrima y abrazo. Un Cali presente de casaca verde en los pasillos de su querida facultad.
En momentos de profundo dolor, nada de lo que escribamos podrá resumir lo que sentimos por él, nuestro camarada y amigo, gran compañero. Juan Caliani, para nosotros “El Cali”, empezó su militancia integrándose a las filas del Movimiento de Unidad Secundaria (MUS) y fue protagonista, junto a sus compañeros de la EPET 8, de luchas en defensa de la educación pública y mejores condiciones de estudio en Neuquén.
En su paso por la universidad fue parte de la Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista (CEPA) en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) en Roca, Río Negro. Fue consejero directivo, consejero superior y miembro de la conducción de la Federación Universitaria del Comahue (FUC).
Cali fue un compañero incondicional de esos que estaban para hacer el aguante en todas, querido y reconocido por sus compañeros/as de la facu. Pasaba por los cursos y te esperaba con mates en la mesita de la CEPA, hacía programas de radio con sus compañeros/as de Comunicación Social con quienes estrechó lazos inquebrantables.
Aprendía de sus errores, escuchando a sus compañeros/as y siendo autocrítico de sus prácticas. Estaba dispuesto a cambiar lo que tenga que ser cambiado para transformar la realidad.
Él trabajaba como periodista, productor y relator de radio acompañando a cada oyente con la alegría que lo caracterizaba. Se iba al interior de las provincias a relatar los partidos de fútbol más recónditos y logró gracias a su talento y persistencia dar saltos en su carrera.
Militó durante toda la pandemia en los barrios de Fisque Menuco junto a la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el movimiento Ni Un Pibe Menos por la Droga dando talleres de Comunicación en el barrio, propagandizando las luchas de los movimientos sociales, participó del programa sanitario El Barrio Cuida al Barrio para frenar la emergencia por covid-19. Cuando hizo falta una mano, el Cali se arremangó para cocinar en el comedor comunitario.
Desde el día de su asesinato, sus familiares, amigos, compañeros de militancia, de agrupación, de fútbol no dejamos de organizarnos para estar a la altura de lo que el Cali dejó: huellas imborrables que hoy siguen dando pasos.
Que la llama de su lucha siga encendida en los corazones de las nuevas generaciones de pibes y pibas, en las canchas, en la facu, en las escuelas, los pibes y pibas de la Argentina hoy que se quedan sin oportunidades y que desembocan en el camino de la delincuencia, también por ellos.
Su partida es injusta, nos genera impotencia y tristeza despedirlo, pero lo vamos a recordar en cada marcha, en cada lucha en la defensa de la educación pública, en cada contienda popular, enfrentando todo aquello que nos oprime.
Por la bandera de la CEPA, del MUS; de la CCC, la del PCR de Río Negro y de Neuquén, vamos a llegar hasta el final en el pedido de justicia junto a su papá Jorge, su mamá Ana y sus hermanos Julio y José.
¡Que la tristeza jamás sea unida a tu nombre, te vamos a extrañar querido Cali, hasta la victoria siempre! Justicia por el Cali. Todos somos Cali.
Corresponsal
Hoy N° 2005 10/04/2024