1. ¡Aguanten!
Miles y miles de personas se acercan diariamente a la carpa de los chacareros en la Plaza Congreso. Expresan su solidaridad con la rebelión agraria, inundándola de cartelitos. Pacientemente hacen las colas para firmar el petitorio que reclama al Congreso la discusión de la política agraria. Trabajadores ocupados entregan declaraciones de sus delegados, como los de Terrabusi, Bosch, telefónicos y muchos más. También colaboran con el aguante los desocupados y jubilados de la CCC, y estudiantes. Se arrima gente de barrios pobres y de las capas medias de la Capital y del Conurbano Bonaerense. Otros vienen de muchas localidades de las provincias.
Las palabras que más se escuchan son: ¡Aguanten!, ¡No aflojen!, ¡Estos son unos mentirosos, estamos con ustedes!
En el otro extremo de la Plaza están las carpas K, de organizaciones comandadas por funcionarios del Estado, como Compromiso K, de Zanini. Hay música, pantalla gigante, y de vez en cuando algunas presencia “notable” rompe la rutina. Como Hebe de Bonafini, llamando a dar “palos y gases” a los chacareros, “meterlos presos”, aplicarles leyes como la de “defensa de la democracia” (pactada por Alfonsín y Luder con la dictadura), y la “antiterrorista” (acordada entre los Kirchner y Bush).
Así son las cosas. De un lado la solidaridad obrera y popular con la más grande rebelión agraria y federal de la historia argentina. Del otro, la convocatoria a reprimirla con las peores armas heredadas o pactadas con el fascismo.
2. El “ojo de la tormenta”
El Congreso, adentro y afuera, está en “el ojo de la tormenta”.
Se supo ahora que en la decisión del gobierno de enviar la resolución 125 al parlamento habría pesado una comunicación de la Corte Suprema a la presidenta anticipándole que avalaría los fallos de varios jueces que han sentenciado la inconstitucionalidad de esa resolución kirchnerista (Clarín, 29/6). Si es cierto, mostraría que la situación del kirchnerismo es peor de lo que parece.
La disciplina del bloque de diputados oficialista se ha roto. Entre 40 y 60 legisladores rechazan la directiva de Néstor Kirchner de “no cambiar ni una coma” al proyecto de la Casa Rosada. “El Congreso hubiera sido incendiado si nos quedábamos encerrados y disciplinados”, se sinceró un diputado oficialista. Si lo votan así “no van a poder volver a sus pueblitos”, les advirtió De la Sota. También en el Senado se rompen las fidelidades.
Hay varios proyectos en danza. El gobierno, busca mantener la resolución 125 con el agregado de “devoluciones” a los chacareros. Anunciaron tantos subsidios que fueron a los bolsillos de la “rosca” sojera sin caer ni migajas a los productores, que nadie le cree. Está claro: si quisieran realmente hacerlo, bastaría con volver al 10 de marzo, y segmentar y coparticipar las retenciones.
Los proyectos de Solá y Cobos, y el de Schiaretti, solo buscan un acuerdo de los pooles con el gobierno, no hay nada para los chacareros.
Mientras tanto, siguen cayendo las encuestas sobre Néstor y Cristina Kirchner (en Córdoba estarían en el 9% de “imagen positiva”). También caen Scioli, Capitanich y otros gobernadores K.
3. “¡Traidores!”
“¡Traidores! Serán unos traidores los que no voten las retenciones tal como están”, grita Kirchner, amenazando a los legisladores disidentes con que “les aplicará la ley de defensa de la democracia y hará todo lo posible, y hasta lo imposible, para meterlos presos” (La Nación, 29/6). Kirchner empuja la instalación provocativa de carpas, y un acto para el jueves.
El kirchnerismo maniobra. Las comisiones de Agricultura y Presupuesto del Senado estaban 7 votos contra 7, y desempataba el voto de Urquía. Si Urquía votaba a favor del gobierno no podría pisar Córdoba. Acordó con Kirchner renunciar y fue reemplazado por otro kirchnerista. Si la resolución de las comisiones era desfavorable al proyecto de ley oficialista, el Senado debía aprobarla por el 66% de los votos, si era favorable, por el 51%. De manera que Urquía jugó a facilitarle el juego al kirchnerismo. Su empresa, AGD, una de las mayores exportadoras del país, sigue recibiendo subsidios del gobierno por cientos de millones de pesos.
Mientras Cristina Kirchner habla contra los pooles, usa la plata de los jubilados para armar negocios con ellos: el Anses habría invertido $ 74 millones en pooles. ¡Qué hipocresía! Igual que el negociado del gobierno con las cerealeras, sobre el que estuvieron obligados a “pedir informes” ante la denuncia de Mario Cafiero y Francisco Llorens (ver pág. 3).
El gobierno sabe que la economía argentina está mucho peor de lo muestran las cifras truchas del IndeK, y su consecuencia directa es que “la caja K” ya no da para sostener la “fidelidad” del aparato de gobierno montado en base a “grasa”. Los vientos de la economía mundial han cambiado. Estados Unidos vivió un jueves y un viernes negro: la Bolsa de Wall Street se desplomó. En un año, las acciones de la General Motors cayeron el 70%, las del Citibank el 65%, dos símbolos de la economía yanqui. Europa y Japón buscan parar la inflación que les provoca los aumentos del petróleo y las materias primas. Esto golpeará a China, la India y Brasil. La gran rebelión campesina de Guizhou, en China, es una muestra de que al imperialismo “aliado estratégico” de los Kirchner no es ninguna “tabla de salvación”. No hay mago que salve a la Argentina de los vientos huracanados de la economía mundial.
En definitiva, el kirchnerismo cosecha lo que sembró su política: más dependencia y más latifundio y pooles. La consecuencia es un país más débil ante estos huracanes.
3. El kirchnerismo se deshilacha
El temor a que la política de confrontación del kirchnerismo acelere su derrumbe agita las aguas. El poskirchnerismo está en marcha.
Cobos tomó distancia del gobierno, luego de la reunión con gobernadores (por la que fue declarado “traidor” por el kirchnerismo), se reunirá con el cardenal Bergoglio. El vicepresidente es el primero en la línea sucesoria. Se deshilacha el kirchnerismo en diputados y senadores. Quinientos intendentes de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe van al Congreso a reclamar una solución a la protesta agraria. Duhalde, De la Sota, Reutemann, Busti, Rodríguez Saá y otros buscan armar una fuerza para que no los arrastre un derrumbe precipitado del gobierno, como le pasó al radicalismo con De la Rúa.
Elisa Carrió sostuvo que el gobierno, si gana “será una derrota en las calles”, por lo que “pierde si gana, y pierde si pierde”. Y compara a Kirchner con Ceaucescu, el presidente rumano que terminó ejecutado luego de su derrocamiento por una gigantesca rebelión…
4. “Abrirle la mano” y terciar
La situación es tensa y muy inestable. El gobierno está en caída libre, sin paracaídas, lo que lo vuelve muy peligroso. Atribuye la rebelión de masas contra su política a una “conspiración”, y prepara zarpazos represivos a los supuestos “conspiradores”: un autogolpe institucional. Los grupos rivales al kirchnerismo –que se venían preparando para las elecciones del 2009 y el 2011– ahora trazan planes por si la situación se precipita. Es decir que hay planes autogolpistas y golpistas.
El gobierno se ha ganado el odio de grandes masas, pero éstas tampoco quieren un recambio institucional golpista.
Si el gobierno impone su política confiscatoria de los chacareros en el Congreso, y aplica los planes represivos que prepara, provocará una pueblada nacional más dura que la que liberó a De Angeli y los presos de Gualeguaychú y el cacerolazo del lunes siguiente. Y si sus rivales dentro del sistema, pretenden aprovechar una derrota del gobierno para un simple recambio a través de un golpe institucional, tampoco la van a sacar barata.
El camino es reagrupar un frente de las fuerzas obreras, campesinas y populares, patrióticas y democráticas, para “abrirle la mano” al gobierno y terciar, con una propuesta que recoja todas las urgencias y necesidades populares.
Ese frente se va construyendo en las multisectoriales, en las asambleas de los autoconvocados y otras organizaciones de los trabajadores y el pueblo. Y esa red de multisectoriales puede ir uniendo la rebelión agraria con la de los trabajadores y el pueblo en las ciudades. Hay condiciones en muchos pueblos y ciudades para constituir gobiernos comunales unitarios, a partir de las multisectoriales, y darles un funcionamiento democrático, para garantizar las urgencias populares y la continuidad de la lucha. Desde esas posiciones es posible terciar, es decir, enfrentando tanto a las provocaciones del gobierno como las maniobras golpistas que preparan sus rivales.
Estamos en julio, un mes emblemático y con muchas enseñanzas para los argentinos.