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14 de octubre de 2020

15 de octubre. Día de la mujer rural

“Hay que luchar y se puede salir adelante”

Entrevista a Susana María Cayumil, de Río Negro.

“Soy Susana María Cayumil. Tengo 55 años, soy nacida en el paraje Lonco Vaca (Río Negro). Primeramente me he criado allá, con muchos golpes. Mi propia familia me crió pero con mucho maltrato. Desde chica criaba animales sin ningún valor para mí, porque era todo para ellos. Mi historia es muy triste, me he criado sin padre ni madre, hasta que yo pude defenderme. Cuando no encontraba las chivas, no me daban comida, iba a las bardas y cazaba ardillas para comer, con eso vivía hasta que encontraba los animales. Recién ahí me daban la comida.

“Hasta que tuve 12 años, y me escondí debajo de fardos de lana en una camioneta de un comprador y me vine para el pueblo Roca. Vine a trabajar a una chacra, no tenía donde vivir, dormía adentro de una acequia. La chica que me dio laburo me decía «¿por qué llegás tan temprano?». Era porque vivía en la acequia. El trabajo era limpiar acequias, y cosechaba en la temporada de manzana. Hasta que decidí casarme para ver si cambiaba mi vida, y fue para peor.

“El padre de mi hijo era borracho, y tenía que andar atrás de él para pedirle plata para comprar la leche. Hasta que un día decidí ir a trabajar de albañil. Cortaba ladrillo, sacaba escombro, y así salí adelante solita, con mi hijo al hombro. Mi hijo se llama Juan Carlos, con él anduve arriba de los camiones cargando escombros. Ahora estoy mejor, tengo mi esposo y mi hija, hice mi casa, tengo mi caballo, tengo chiva y chivita, chancho y gallina. Pero ahora no lo puedo ir a ver, porque estoy muy enferma, estoy esperando una operación. Mi vida será así, será para mejor o para peor, igual doy gracia a dios que mi hija está sanita, mi hijo también y mi esposo”.

Susana cuenta de su yegua: “Yo salgo a pasear en mi yegua,  me voy al campo, a pastorear. Se llama Tormenta. Un día me la robaron. Como mucha gente me conoce llegué al hombre que la tenía y lo apuré. Me dijo que no tenía mala intención, y que cómo iba a demostrar que era mía. Fuimos a la chacra y le dije a mi esposo: «acelerá la moto», y la yegua relinchó. Esa es la señal que es mía, ahora te muestro otra le dije. Entonces grité: «Tormenta» y volvió a relinchar. «Es mañera – me dijo- la quisimos  montar y nos volteó». Le dije que la suelte y se vino adonde yo estaba, le puse el recado, la monté y me la traje. «La tiene bien enseñada a su yegua», me dijo.

“Yo voy al centro y miro todas las casas, son iguales. Le dije a mi esposo un día, hagamos una casa redonda, y él me dijo: «¿y cómo la vas a techar?» Le dije hagámosla y después vemos, y primero era de un piso y ahora es de dos pisos. ¿Usted conoce que las rucas -casas mapuches? Son redondas. Mi sueño es tener una ruca pero hecha de cuero.

Mi historia le puede servir a muchas mujeres, si ellas no ven su salida, no hay que quedarse ni tirarse, hay que luchar y se puede salir adelante. Sin varones se puede salir, yo ahora tengo mi esposo, me ayudó a tener mis animalitos.

 

Hoy N° 1836 14/10/2020