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25 de septiembre de 2013

Hasta el 29/9 el Centro Cultural Borges exhibe una amplia selección de afiches políticos difundidos en China mayormente durante 
la época maoísta. (Viamonte esq. San Martín, CABA, con entrada gratuita) 

Hermosos carteles de la Revolución China

Pretenden desvirtuar a Mao

Se trata de piezas de gran valor por su testimonio histórico y por su belleza artística, expuestas por primera vez en nuestro país. En su mayoría contienen consignas revolucionarias, así como referencias a la educación, la autodefensa militar y diversos aspectos de la vida social durante la construcción del socialismo. Hay retratos de Mao y de mártires de la lucha revolucionaria como la joven Liu Hu-lan, ejecutada por el Kuomintang en 1947, a quien el verdugo ofreció salvar la vida a cambio de renunciar a su lealtad al Partido Comunista; ella se negó y fue decapitada de inmediato: tenía 14 años (nuestro Raúl González Tuñón le dedicó un poema). Aclaramos que estas historias no se cuentan en la muestra, las obras se acompañan sólo de una breve traducción de los títulos.
Las imágenes, vivaces y de gran colorido, están realizadas con distintas técnicas pictóricas y gráficas, tanto de antigua tradición china como otras más modernas. Prevalecen las escenas obreras y campesinas que expresan la alegría del protagonismo popular así como la firmeza en la defensa de la revolución. Entre aquellas de fecha más reciente, hay también alguna que evidencia las nuevas costumbres traídas por la restauración capitalista, como presumir de vestir a la moda “occidental”.
La muestra se titula “Servir a la gente. China: Revolución-Evolución desde 1949 hasta 1983”. Debería decir “Servir al pueblo”, pero al igual que el resto de los textos explicativos, el título es producto de una pésima traducción del inglés.
 
Los curadores falsean 
el maoísmo
Las obras integran una colección perteneciente a la Hafnia Foundation. La entidad afirma no tener fines de lucro y promover “el diálogo internacional del arte y sus artistas”. Sus directores, los estadounidenses Stevens Vaughn y Rodney Cone, son también propietarios de una empresa de comercialización internacional de porcelana fina y objetos de arte decorativo. Uno de los socios, Stevens Vaughn, integró en su juventud el Cuerpo de Paz, una institución de penetración cultural y espionaje del imperialismo nor- teamericano creada en 1961 por el gobierno de Kennedy para enviar “misioneros de la democracia” a distintos destinos (hoy, más de 70 países), con el fin de contrarrestar la mala imagen yanqui y “promover una mejor comprensión por parte de otros pueblos hacia los estadounidenses”. No sabemos si al dejar el Cuerpo de Paz para convertirse en próspero comerciante Vaughn abandonó también sus misiones políticas (pareciera que no, según veremos más adelante), lo cierto es que sus viajes como “misionero” parecen haberle proporcionado la experiencia y los contactos para montar su comercio de arte oriental, al tiempo que continúa desempeñándose como “experto en diseño de cerámica” en los países en los que “misionó”, entre ellos Japón, Indonesia, Corea del Sur, Sri Lanka y China. 
En los años ‘90, ambos socios recorrieron hogares chinos para comprar a bajo precio los afiches expuestos en esta muestra, que por entonces ya estaban en desuso. Reunieron así unas 6.000 piezas que, junto a esculturas y pinturas, conforman la colección que Hafnia expone en distintos países, tal vez a modo de amigable introducción cultural a sus fines comerciales, aunque más nítidamente a sus propósitos ideológicos y políticos revisionistas del maoísmo. Esto último es patente en los textos de presentación, tanto en el programa de mano como en el ingreso a la sala. Allí se realizan afirmaciones coincidentes con el pensamiento de los restauradores del capitalismo en China, quienes mantienen la formalidad de reivindicar a Mao pero vaciándolo de sentido revolucionario. 
Así, los expositores no ven en el maoísmo sino una mera etapa histórica del “nacimiento de la China moderna”, seguida –como induce a pensar el subtítulo de la muestra– por la actual etapa de “evolución”… capitalista. 
“Mao apoyaba la creatividad natural de la gente china”, reconocen, pese a escribir otra vez “gente” en lugar de pueblo, y afirmar más adelante que los productos de esa creatividad “representan las esperanzas del maoísmo utópico” (¡!). 
Considerar utopía a las realizaciones concretas del maoísmo comprobables históricamente es, con todo, menos escandaloso que la flagrante tergiversación de sus fundamentos teóricos, a los cuales el texto de presentación pretende contraponer al materialismo dialéctico: “En contraste a la teoría Marxista tradicional –afirma ese escrito– y a su ‘primo’ el Marxismo-Leninista, el Maoísmo no es una interpretación materialista del desarrollo histórico [¡chan!], sino más bien una teoría idealista basada en la creencia de Mao de que la conciencia y la voluntad humana son los principales factores que manejan la historia”. 
¡Qué descaro! Como si un par de líneas de vana suficiencia pudiesen desmentir los notorios aportes teóricos y prácticos de Mao al marxismo-leninismo. 
Y como si quedaran dudas sobre qué partido representan, los expositores concluirán reivindicando al líder de la restauración en China, suscribiendo su consigna preferida: al considerar que más allá de su contenido político-ideológico, los afiches “son valorados y preciados por su belleza y uso decorativo”, se permiten sostener que “esta dualidad está mejor captada con la famosa cita de Deng Xiaoping basada en un antiguo dicho de Sichuan: «Da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones»”. Y se ve que a la Argentina vienen a cazar incautos.