Un festejo más que merecido. Es que Osvaldo, un anarquista de ley, puso su pluma y su bien ganado renombre al servicio de las causas populares. Más allá de las coincidencias o las discrepancias (que nunca faltan) siempre consideró, y así actúa, que quienes enfrentamos genuinamente a nuestros enemigos pisamos baldosas de la misma vereda.
Un festejo más que merecido. Es que Osvaldo, un anarquista de ley, puso su pluma y su bien ganado renombre al servicio de las causas populares. Más allá de las coincidencias o las discrepancias (que nunca faltan) siempre consideró, y así actúa, que quienes enfrentamos genuinamente a nuestros enemigos pisamos baldosas de la misma vereda.
Don Osvaldo, un tipo generoso. En el Tugurio (así se llama su vieja vivienda en el paquete Belgrano porteño), recibe a todo el mundo. Y cuando se presenta una causa justa allá pone el hombro. Así fue recientemente con su contribución a la conmemoración del Centenario de la Revolución de Octubre.
Volvemos a la plaza. Algunas sillas y una multitud de parado. Saludan a Osvaldo: Nora Cortiñas; el presidente de Rosario Central (Osvaldo, un furibundo “canalla”); Jaime Fuchs con sus jóvenes 97 años y tantos más.
Y desde el escenario distintos grupos musicales, entre ellos la Orquesta Argentina de Charangos que dirige Rolando Goldman. Fue emotivo escuchar sus poemas libertarios hechos canción. Baste con señalar algunos títulos: el homenaje a “Las Putas de San Julián” y el contundente “Chau Falcón, gracias Simón”. n