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02 de octubre de 2010

Golpe oligárquico contra el gobierno constitucional de Zelaya. Represión fascista y resistencia popular. ¿Globo de ensayo proyanqui contra procesos reformistas y revolucionarios de América Latina?

Honduras: golpe de Estado y resistencia

Hoy 1274 / La oligarquía proyanqui vuelve por sus fueros

Aislada mundialmente y repudiada por la mayoría del pueblo hondureño, pero sentada sobre los tanques del Ejército, las togas de la Corte Suprema y los monopolios de prensa, la dictadura oligárquica golpista instaurada en Honduras el domingo 28 de junio sigue en pie.
La Corte Suprema y el Congreso santificaron el golpe que expulsó del gobierno y arrojó al exilio al presidente constitucional Manuel Zelaya, legitimando su destitución en nombre de la "Constitución" y designando en su lugar al jefe del Parlamento Roberto Micheletti, popularmente bautizado como "Pinocheletti" y "Goriletti".
Varios anuncios de retorno y un intento de aterrizaje de Zelaya se frustraron. La situación hondureña bordea la guerra civil. Grandes manifestaciones populares repudiaron el golpe de Estado pese a la brutal represión con gases y balazos. Los sectores oligárquicos –mayoritarios en los partidos, en el Parlamento y en el aparato estatal– organizaron también concentraciones para disfrazar el golpe con un barniz de popularidad, mientras el régimen dictatorial allanaba masivamente las casas de dirigentes sociales y amenazaba reprimir con "grupos especiales" el posible levantamiento popular. Responsabilizando a Zelaya de los muertos ya provocados, los golpistas batían el parche sobre la supuesta injerencia de Cuba y Venezuela para justificar la represión sangrienta.
La OEA suspendió la pertenencia de Honduras al organismo y, con ello, los créditos del BID. El gran empresariado hondureño, que celebró el golpe cívico-militar, ahora se preocupa por la posible exclusión de Honduras de la asociación comercial que negocian la Unión Europea y América Central.

Oligarquía alarmada
Desde su asunción a principios de 2006 Zelaya tomó distancia de los sectores políticos y sociales que habían ayudado a encumbrarlo –incluidos los de su propio partido Liberal–, con algunas políticas sociales, fuertes medidas contra la corrupción de políticos ligados al Estado, y planes de reconversión civil de la base militar norteamericana de Palmerola.
Las fuerzas oligárquicas pro-yanquis le respondieron desatando el terrorismo mediático contra el plebiscito a realizarse el mismo 28 de junio impulsado por el presidente hondureño para convocar a una Asamblea Constituyente.
El miércoles 24 Zelaya había destituido al general Romeo Vásquez –alumno en otro tiempo de la Escuela de las Américas, famosa academia de terroristas, torturadores y golpistas al servicio del imperialismo yanqui–, por haberse negado a distribuir el material para esa consulta. La Corte Suprema dio prácticamente la señal del golpe al ordenar la restitución del comandante del Ejército, luego protagonista principal del "putsch" cívico-militar. La Iglesia hondureña se alineó con los golpistas y sostuvo desvergonzadamente que "las instituciones del Estado democrático están en vigencia y de acuerdo a la Constitución".

¿Hacia la guerra civil?
Los países latinoamericanos respaldaron con rara unanimidad al gobierno constitucional de Zelaya. Los países del ALBA y otros retiraron sus embajadores. Se anuncian sanciones económicas contra el régimen golpista.
El gobierno norteamericano de Obama masculló una condena más que ambigua. Es el mismo gobierno cuyas fuerzas de ocupación llevan a cabo en estos días una brutal ofensiva contra la resistencia afgana. Chávez lo acusó de tibio: "¿Qué dirá el gobierno de Estados Unidos?-, denunció. -Anda blandengue, sí y no. Defínete, chico: ¡o eres molusco o eres calamar!".
Sobre el final del ultimátum de tres días dado el miércoles 1º de julio por la OEA para reponer a Zelaya en la presidencia, el secretario general del organismo, José Miguel Insulza, viajó a Tegucigalpa para presionar al seudo-gobierno de Micheletti. La Corte Suprema rechazó todos sus reclamos.
Las fuerzas populares se manifiestan decididas, y distintas organizaciones sociales esperaron masivamente a Zelaya en su intento de retorno. Pero también las fuerzas oligárquicas y sus esbirros en las Fuerzas Armadas y represivas se preparan para aplastar al pueblo con una masacre.
Los pueblos latinoamericanos deben alzar su puño solidario con el pueblo hondureño. ¡Abajo el golpe oligárquico, fascista y proimperialista!