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04 de marzo de 2015

Huelga de obreros molineros (1)

Crónicas proletarias

 En septiembre de 1917 se crea la Sociedad de Resistencia de Obreros Molineros, que agrupaba a los trabajadores de los principales molinos de Buenos Aires, en particular Molinos Río de la Plata, propiedad de la firma belga Bunge y Born.

 En septiembre de 1917 se crea la Sociedad de Resistencia de Obreros Molineros, que agrupaba a los trabajadores de los principales molinos de Buenos Aires, en particular Molinos Río de la Plata, propiedad de la firma belga Bunge y Born.
Este gremio libraría una larga batalla con las patronales, en 1918, en un sector fundamental para la economía agroexportadora que por esos años hacía de nuestro país el “granero del mundo”, y modelo de país dependiente.
Según el Censo de 1914, el 95% de la harina elaborada en el país se producía en la Capital Federal, Buenos Aires, Santa fe, Córdoba y Entre Ríos. Molinos Río de la Plata era la empresa productora de harina más importante: contaba con el 80% de la fuerza productora de harina y poseía 13 modernos molinos en el territorio nacional, 6 de los cuales se encontraban en el puerto de Buenos Aires y Avellaneda. En el molino del puerto se molía la mayor parte de la harina destinada a la exportación. Luego de los primeros años del siglo 20, Bunge y Born comenzó a abastecer también el mercado interno.
Antes de 1917, los trabajadores molineros estaban dispersos en los gremios que existían en el puerto de Buenos Aires. La Sociedad de Resistencia, a pocos meses de su creación, tenía 969 afiliados, de los cuales 830 eran de Molinos Río de la Plata, y el resto de molinos más pequeños.
El trigo llegaba al molino en bolsas, que eran llevadas por los cargadores a la zona de estiba. De ahí pasaban a la sección “rejilla” donde se descargaban en los elevadores de cinta hasta el silo donde se hacía una primera limpieza. Luego venía la molienda del cereal, y las distintas “roturas” o tamizados, que determinaban la calidad (establecida por la cantidad de ceros). En este proceso intervenían distintas secciones, los estibadores, hombreadores, cilindreros, embolsadores, etc., que tenían distintos regímenes de trabajo. Los estibadores habían conquistado las 8 horas (como parte de las luchas portuarias), pero debían cargar bolsas de entre 80 y 90 kg, haciendo pilas de 12 metros de alto. Otras secciones (embolsadores, serenos, etc.) trabajaban hasta 12 y 16 horas diarias.
A poco de conformarse el gremio, los molineros se lanzaron a una huelga, reclamando su reconocimiento, jornada de 8 horas para todo el personal, 20% de aumento en todos los jornales, instalación de una sala de primeros auxilios, pago de los jornales perdidos por huelga, el pago de las horas extras a razón del 50%, el cese de los despidos y las suspensiones injustificadas. A comienzos de enero de 1918, tras una serie de violentas persecuciones, los obreros obtenían un triunfo parcial.