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04 de abril de 2011


II. Balance desde el 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982

Documentos aprobados / Tomo 4-2

21. La justa guerra por la recuperación de las Malvinas. Análisis y posición de nuestro Partido. La Resolución del 29 de mayo de 1982. Nuestra posición y sus fundamentos marxistas-leninistas.
El 2 de abril, las Fuerzas Armadas argentinas recuperaron para la soberanía nacional las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.

21. La justa guerra por la recuperación de las Malvinas. Análisis y posición de nuestro Partido. La Resolución del 29 de mayo de 1982. Nuestra posición y sus fundamentos marxistas-leninistas.
El 2 de abril, las Fuerzas Armadas argentinas recuperaron para la soberanía nacional las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
La bárbara agresión del imperialismo inglés posterior a ese acto, impuso a la Argentina una guerra nacional. Como analizan las tesis del IV Congreso, la respuesta colonialista del imperialismo inglés; el boicot económico que nos impusieron el Reino Unido y los países de la Comunidad Económica Europea; el apoyo yanqui al ataque colonialista inglés; la hipócrita conducta del socialimperialismo soviético (que no vetó en las Naciones Unidas la propuesta inglesa, posteriormente suspendió las compras de productos agropecuarios argentinos, y presionó descaradamente para obtener concesiones políticas a cambio de una hipotética ayuda), que buscaba pescar en aguas revueltas, fueron hechos que demostraron, nítidamente, que la Argentina es un país dependiente; un país con parte de su territorio sometido a dominio colonial; un país disputado por las grandes potencias.
La guerra por el dominio y soberanía de las Malvinas e islas del Sur, produjo un cambio sustancial en la política nacional. Fue una guerra justa desde el punto de vista nacional, desde el punto de vista de la contradicción del mundo moderno entre los países imperialistas opresores y los países dependientes oprimidos.
Una gigantesca oleada patriótica sacudió al país. Se produjo un profundo remezón patriótico en las conciencias de las grandes masas. Miles de jóvenes debieron enfrentar con las armas en la mano al agresor imperialista. Los grandes temas políticos en debate en un mundo al que la disputa entre las dos superpotencias llevará, más tarde o más temprano, a una nueva guerra mundial, pasaron a ser temas de discusión de las grandes masas. Masas que tomaron conciencia abruptamente de la realidad de la Argentina como un país oprimido y débil; un país que interesa a las superpotencias fundamentalmente por su posición estratégica en el Atlántico Sur; un país que sólo tiene como amigos verdaderos a los países de América Latina y del Tercer Mundo y a la clase obrera mundial, que fueron los que la apoyaron incondicionalmente en esa ocasión. Pese al odio acumulado contra la dictadura, las masas apoyaron fervorosamente la lucha patriótica.

La posición de nuestro Partido.
Inicialmente, el apoyo popular a la medida fue cauteloso. Las masas estaban librando grandes luchas antidictatoriales, luchas que tuvieron una gran expresión combativa en las manifestaciones organizadas por la CGT el 30 de marzo y que fueron bárbaramente reprimidas por la policía, con el saldo de muertos, heridos, y centenas de detenidos. Había trascendido, y era motivo de debate, que se realizaban negociaciones. Pero éstas eran secretas y las masas recelaban.
Ante el bloqueo y la escalada bélica inglesa, que significaban de hecho la iniciación de una guerra no declarada contra el país, la contradicción dictadura-pueblo fue relegada y la contradicción nación-imperialismo inglés –como analizó en esos momentos nuestro Partido– pasó a ser la contradicción principal. Y el imperialismo inglés y sus agentes, el enemigo principal.
Ante esto, afirmó, “corresponde enfrentar la agresión imperialista, la agresión de la tercera potencia militar del mundo que es apoyada por la OTAN, con la unión nacional de todas las clases y sectores nacionales dispuestos a enfrentarla, organizando el Frente Único Antiinglés que concrete esa unión nacional”. El CC del 12/4/82* editó una declaración con la que se realizó una importante propaganda de masas en todo el país.

La Resolución del 29 de mayo de 1982.
Nuestra posición y sus fundamentos marxistas-leninistas.

El análisis de la nueva situación tuvo en la resolución del 29 de mayo de 1982 un documento de gran importancia.**
En ella se planteó que debíamos valorar los acontecimientos de acuerdo a la enseñanza leninista y maoísta, de que al movimiento nacional de los países oprimidos no se lo debía valorar desde el punto de vista de la democracia formal, sino desde el punto de vista concreto en la lucha contra el imperialismo. Que cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país así, “las diferentes clases de éste, salvo un pequeño número de traidores, pueden unirse temporalmente en una guerra nacional contra el imperialismo”. Que entonces esa contradicción “pasa a ser la contradicción principal, mientras todas las contradicciones entre las diferentes clases dentro del país quedan relegadas temporalmente a una posición secundaria y subordinada”. Enseñanza ésta que cobraba la mayor importancia, sobre todo ante quienes, en nombre de la lucha contra “la aventura” militar, borraban la verdadera y objetiva línea divisoria en esos momentos.
Que para los marxistas-leninistas el carácter justo o injusto de una guerra no depende de quién la comenzó o de quién se considera agresor. Sino que depende del carácter de clase de la guerra, de las clases que la sostienen, de los fines de esa guerra; lo que en la época del imperialismo y las revoluciones proletarias no puede separarse de la división existente en el mundo entre un puñado de países opresores y una mayoría de países oprimidos.
Que el hecho de que la contradicción con el imperialismo inglés fuese central, no implicaba ocultar los problemas sociales y políticos. Cada clase enfoca la guerra desde su particular punto de vista. La clase obrera lo debe hacer desde el suyo, levantando su propio programa para el Frente Único Antiinglés, y adelantando sus propias respuestas e iniciativas con independencia. Y esto exige practicar en este curso la política de unidad y lucha.
Que el hecho de que el Frente Único Antiinglés fuese temporario, no autorizaba a poner el centro de la atención de las masas y del esfuerzo diario en la postguerra como hacían los sectores prorrusos y proyanquis; sectores que saboteaban la lucha e impulsaban el derrotismo. Porque la postguerra dependerá de si se gana o se pierde la guerra. Y de cómo la gane o cómo la pierda. Y preocuparse centralmente de la postguerra, en medio de la guerra, era una posición claramente divisionista y derrotista.
Por todo ello, señaló la resolución de mayo, el esfuerzo debe ponerse en ganar la guerra, preparándose para un conflicto prolongado. Lo fundamental para triunfar será la fuerza propia y la solidaridad de los pueblos hermanos. Para lo cual proponía en lo inmediato cambiar urgentemente la política económica, acabar con la represión fascista e imponer una democracia de masas, impulsar la paz con Chile y organizar a las masas en un verdadero Frente Único Antiinglés.
Finalmente, el CC del 29 de mayo alertó: “ni desde la Junta Militar, ni desde la mayoría de las direcciones sindicales y políticas se empuja realmente la organización de las masas para la guerra. Además la quintacolumna proyanqui y prorrusa bloquea esa organización. Si la resistencia sólo es sostenida por las Fuerzas Armadas con el apoyo pasivo del pueblo, fracasará. Porque el enemigo es muy poderoso”.
Y luego de señalar que el gobierno no podía asegurar el triunfo en la guerra, polemizando con las posiciones oportunistas de los Montoneros, el P“C” y Vanguardia Comunista sobre el “gobierno de emergencia”, señaló que los comunistas revolucionarios “estamos dispuestos a compartir las responsabilidades de un gobierno de Frente Único Antiingles que asegure el triunfo de la guerra en curso. Sobre la base de un ascenso del movimiento patriótico de masas y de una crisis política que rompa el frente dictatorial de las clases dominantes, creemos que puede ser posible un tal tipo de gobierno de emergencia nacional”.
El CC finalmente aprobó el documento “Diez puntos para ganar la guerra antiinglesa”.

22. La caracterización de los cambios de diciembre.
La contradicción democracia-fascismo. Dos debates.

En los meses iniciales de 1982, cobró intensidad la discusión sobre la caracterización que había hecho nuestro Partido de los cambios operados en diciembre, con posiciones que sostenían que con el desplazamiento de Viola no había sucedido nada. Con posiciones que creían que esos cambios, desde el punto de vista revolucionario de masas, eran negativos.
La recuperación de las Malvinas puso de manifiesto que la caracterización general de la situación hecha por el Partido, había sido justa. Y que las luchas del pueblo habían estimulado el resurgimiento en el seno de las Fuerzas Armadas de corrientes con posiciones nacionalistas, que no se subordinaban y que enfrentaban, en un proceso muy complejo, a las superpotencias y sus agentes.
Durante los meses iniciales de 1982, se había abierto igualmente un intenso debate en el Partido contra posiciones que, acentuando unilateralmente la lucha democrática, hacían de la contradicción fascismo-democracia la contradicción principal en el país. Con ello abandonaban una línea revolucionaria de clase contra la dictadura, negaban de hecho el carácter de país oprimido y dependiente de la Argentina, y la lucha contra el enemigo principal.
En momentos en que éste había perdido una batalla importante, en que todas las fuerzas prosoviéticas centraban su ataque contra sus rivales en el frente dictatorial, y en momentos en que las fuerzas reformistas planteaban una salida electoral convocada por la dictadura, esta posición se constituía – tras su democratismo de izquierda– en una política que furgoneaba a la burguesía reformista. Y principalmente desguarnecía totalmente al Partido ante las maniobras del violovidelismo y del P“C”.
La raíz de esta desviación estaba en su profunda subestimación del enemigo principal y de su penetración en nuestro país. De allí su incomprensión de que sin golpear a éste, era imposible debilitar a la dictadura en su conjunto en el camino de su derrocamiento revolucionario.

23. Debate sobre la política de Frente Único Antiinglés.
Luego de la recuperación de las Malvinas y la agresión inglesa, se puso en discusión en el Partido la política de Frente Único Antiinglés.
El enemigo seguía siendo para muchos la dictadura y no el agresor inglés. Era una realidad muy compleja la que planteaba la política de frente único. Máxime ante una conducción militar que frente a la agresión armada subestimaba al enemigo y a las superpotencias. Que mientras predicaba el triunfalismo y que “cada uno siguiese en lo suyo” no movilizaba, para vencer, a todos los factores positivos de la nación. Y compleja, sobre todo, porque la conducción de la guerra tenía sobre sus espaldas todo el odio popular generado por la política de hambre, entrega y crímenes de la dictadura desde 1976.
Pero esas contradicciones, no obstante ser una realidad viva en el pueblo, pasaban –como señaló nuestro Partido desde un primer momento– a integrarse y subordinarse a lo fundamental: luchar contra el invasor colonialista inglés. Y sólo luchando por encabezar este combate, la clase obrera y el pueblo podían plantearse avanzar posteriormente en su lucha por acabar con la dominación de todos los imperialismos, los terratenientes y la burguesía subordinada a ellos, y conquistar así la verdadera libertad.
Y no al revés, como planteaban quienes –en medio de la guerra– proponían seguir haciendo blanco principal de la lucha a las fuerzas dictatoriales. Fuerzas que eran objetivamente aliadas, en ese momento, en la lucha contra el invasor. O quienes, siguiendo en las nuevas condiciones el anterior debate, planteaban desde la contradicción fascismo-democracia, seguir haciendo blanco principalmente en Galtieri y en los rivales de los violovidelistas en el frente dictatorial.
Se argumentaba también que la guerra “es la continuación de la política por otros medios”. “Que la política declara la guerra”. Para concluir, de este modo, que la guerra de las Malvinas era así la guerra de la dictadura y una maniobra para ocultar problemas internos.
Nadie negaba que hubían fuerzas que obraban por esto. En especial obraban así los corifeos de las superpotencias. Pero eso no podía ocultar la contradicción de fondo que objetivamente planteó la agresión inglesa. Y era frente a esa realidad concreta ante la que había que tomar una posición. La política de los dos blancos era una política de división, y en los hechos derrotista.

24. Nuestro trabajo en ese período. Lucha contra posiciones oportunistas de derecha. Difícil situación en el Regional Santa Fe.
La movilización posterior al 2 de abril fue impresionante. Las masas populares del país, que protagonizaron a fines de la década del 60 e inicios de la del 70 las grandes movilizaciones del Cordobazo y las puebladas de ese entonces, acumulando experiencias sociales que se mantienen vivas en sus conciencias, realizaron en los meses de abril, mayo y parte de junio, una gigantesca movilización nacional. No hubo lugar del país donde no se expresara la solidaridad y participación del conjunto del pueblo con quienes combatían en las Malvinas. Ejemplos emocionantes de solidaridad, de decisión masiva de voluntarios de tomar las armas para combatir, de padres y madres que ofrecían un ejemplo de dignidad patriótica ante los caídos en el combate, se vivieron en la Argentina en esos históricos meses. Una oleada patriótica conmovió hasta el último rincón del país.
Nuestro Partido desarrolló una intensa actividad y apareció públicamente en las concentraciones populares luego de muchos años de represión. Impulsó la unidad patriótica, la solidaridad y la organización de las masas, multiplicó su propaganda y dio batalla abierta principalmente contra el derrotismo. Y también contra el triunfalismo y el pacifismo que desmovilizaban al pueblo. Una delegación de nuestro Partido visitó, en estos meses, la República Popular China, España e Italia en donde expuso sobre la justa guerra de nuestro pueblo y sobre su posición ante la misma.
En este proceso y en lucha contra posiciones oportunistas de izquierda que se habían manifestado inicialmente, se desarrollaron también en algunos compañeros posiciones oportunistas de derecha, que abandonaban la política independiente de clase del Partido en su lucha por construir un verdadero Frente Único Antinglés.
Estas posiciones diluían erróneamente las contradicciones con las fuerzas que en ese momento golpeaban juntas contra la agresión colonialista inglesa, y practicaban la política de “sólo unidad” con ellas.
En zonales como el de Santa Fe, este error llevó en algunos casos a desguarnecer al Partido ante los aparatos represivos de la dictadura.
Por otra parte, ante golpes represivos sufridos en este período por el Partido en la provincia, se dieron situaciones en que se puso en evidencia una actitud que si bien los enfrentaba dignamente, no practicaba a fondo y en todos sus términos la Resolución del CC del 12 de mayo de 1979.
Estos errores fueron utilizados en ese momento, y posteriormente, para intrigar e imponer una situación de liberalismo que creó serias dificultades en el regional, y en las relaciones de éste con el CC.
Esta situación fue analizada crítica y autocríticamente por los compañeros del regional de Santa Fe en un documento, que adquirió importancia para corregir esos errores, luchar contra la intriga y las prácticas liberales, y para unir al Partido en torno a la línea política. Posteriormente también fue analizada esta situación en varias reuniones del Comité Regional.

25. Avances en la Juventud Comunista Revolucionaria.
Un papel destacado cumplió la JCR en este período, en el desarrollo de la política de frente único entre la juventud y los soldados.
Como se analizó en el anterior balance, en su lucha antidictatorial la JCR venía de sufrir duros golpes represivos y de dar batalla desde 1978 contra el reflujismo, el pesimismo revolucionario y el liberalismo.
En estos meses dio pasos positivos en su combatividad revolucionaria, en su propaganda y en su relación con los jóvenes. Avances que ya se habían comenzado a operar en el curso de la lucha por la paz con Chile.
En este proceso comenzó a avanzar en su trabajo en empresas, en algunos lugares agrarios y a reorganizar sus fuerzas en la Universidad. Comenzó a trabajar también entre los estudiantes secundarios, y a regularizar la aparición de su periódico. Estos avances le permitieron dar pasos en la extensión nacional de su organización.

26. Deserción de Marcos Palermo.
En abril de 1982, en forma precipitada y rehuyendo todo tipo de discusión y contacto con el CC, Marcos Palermo desertó del comunismo revolucionario y del Partido. El hecho que precipitó esta decisión, fue la posición que nuestro Partido adoptó en relación con la recuperación de las Malvinas.
Luego del CC de enero de 1979, Marcos Palermo pasó –después de rechazar la propuesta de ser responsable del trabajo partidario en una importante zona industrial– a militar en la zona norte. En dicha oportunidad, y también posteriormente, argumentó que tenía dificultades para conjugar su actividad política con su vocación poética.
En el mes de diciembre de 1981, en la dirección de la zona norte se había planteado una discusión en la que se le criticaron actitudes propias de un estilo elitista burgués y despreciativo hacia los cuadros obreros. Estilo que había puesto en peligro la unidad de la dirección de la zona. Igualmente se le criticaron posiciones políticas trotskizantes en relación al movimiento obrero. Y también su escasa actividad práctica, el incumplimiento de acuerdos y la falta de preocupación para que nuestra propaganda y prensa llegaran a las masas obreras y populares de la zona.
Desde diciembre de 1981, el CC trató en varias ocasiones de discutir la situación planteada. Pero no pudo hacerlo porque M. Palermo faltó deliberadamente a las reuniones. Es en estas circunstancias que a comienzos de abril de 1982 se produce su deserción, rehuyendo fundamentar su decisión y todo debate sobre la misma.
Ante esta situación, el CC decidió por unanimidad, a fines de mayo, excluir a Marcos Palermo del Partido de acuerdo a lo que norman los estatutos. Decisión que discutió y aprobó posteriormente la zona norte, y que conoció el conjunto del Partido.

27. El Golpe capitulacionista del 15 de junio de 1982. Un debate de masas.
Las masas populares, pese al odio acumulado contra la dictadura, apoyaron fervorosamente la lucha patriótica contra el invasor inglés. Esta unidad fue la base de la heroica resistencia ofrecida por nuestros soldados, aviadores y marinos.
La lucha por la recuperación de las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, islas de enorme importancia estratégica desde el punto de vista militar y económico, no podía ser, como analizó nuestro Partido en su Resolución del 11 de julio de 1982, una lucha corta y fácil, posible de resolver con gestiones diplomáticas. Nuestro Partido planteó por eso la necesidad de prepararse para enfrentar una guerra larga y difícil, una guerra del pueblo movilizado y en armas, como única forma de guerra con posibilidades de triunfo. Única forma de guerra que puede oponer un pueblo oprimido por el imperialismo (y por esto mismo débil) a un agresor imperialista como el Imperio Británico. Lo que obliga a implementar medidas económicas acordes con ese tipo de guerra, para movilizar a fondo las energías populares y las fuerzas patrióticas. Medidas que golpearan al agresor y sus cómplices en la enorme deuda externa usuraria, en sus empresas monopólicas, etc.
Este tipo de guerra exigía reducir el radio del golpe al agresor, tratando de utilizar sus contradicciones; en primer lugar, con los otros países europeos del Mercado Común Europeo; y secundariamente, con las dos superpotencias: los EE.UU. y la URSS. Conscientes de que éstos aprovechaban el conflicto para sus propios fines de hegemonía en el Atlántico Sur. Y exigía apoyarse en la clase obrera internacional, en primer lugar en la clase obrera inglesa, y en la solidaridad de los pueblos de Latinoamérica y el Tercer Mundo. Para ganar la guerra era necesario tener claro el juego de las superpotencias y combatir a fondo el quintacolumnismo inglés y proimperialista.
Pero se hizo lo contrario de eso. El país no fue movilizado. No se tomaron medidas en relación a la deuda externa y a la expropiación de las empresas del imperialismo inglés. Sólo se planteó la guerra larga para pedir “ayuda” a la URSS o para chantajear a los yanquis con esa supuesta “ayuda” (ayuda que dicho sea de paso nunca se ofreció realmente). No se buscó la ayuda efectiva de Latinoamérica y el Tercer Mundo. Ni se organizó a decenas de miles de voluntarios.
Todo esto se debió, por un lado, a la línea de traición de jefes militares y sectores proimperialistas (proingleses, proyanquis y prorrusos). Y por otro lado a las vacilaciones de los sectores que impulsaron la recuperación de las islas australes. Sectores que sacaron “los pies fuera del plato” de las leyes de juego impuestas por las superpotencias y los imperialistas y vacilaron luego, por su esencia de clase, en romper el frente dictatorial y librar una guerra nacional y popular.
Aprovechando estas vacilaciones y errores, un sector de las clases dominantes y de la dictadura, que había estado en contra de esa recuperación e intrigado y maniobrado permanentemente para producir nuestra derrota en la guerra, aprovechando la rendición en Puerto Argentino –en la que tuvieron mucho que ver– desplazó del gobierno y de posiciones importantes en las Fuerzas Armadas al sector que enfrentó al imperialismo inglés. Los sectores proimperialistas en general, pero particularmente el prorruso, se montaron así en la derrota de Puerto Argentino para producir el golpe de Estado capitulacionista del 15 de junio de 1982. Por eso, como señaló nuestro Partido, era y es necesario diferenciar en el balance que se abrió desde entonces sobre la guerra: a los sectores militares y civiles que, con vacilaciones y errores, apoyaron la guerra contra el agresor inglés, de los que la traicionaron y organizaron la capitulación, con el fin de garantizar a fondo la capitulación nacional frente a los imperialistas en general.

Llevar el verdadero debate de la guerra al debate de masas.
Este debate de masas que desde entonces recorrió todo el país, mantiene plena vigencia.
El sentimiento patriótico, antiimperialista, y tercermundista que brotó en el pueblo argentino, horrorizó a las fuerzas proimperialistas, en especial a las fuerzas prosoviéticas. Por ello desataron una gigantesca campaña tendiente a “borrar” la guerra y la cuestión clave del poder. A meter la idea de que un pueblo del Tercer Mundo no puede luchar con éxito contra los imperios y las superpotencias. De que los pueblos oprimidos no pueden actuar sin pedir permiso a esas superpotencias. O sólo pueden luchar contra una entregándose a la otra. Que la guerra fue una aventura sin sentido que sólo trajo desgracias y penurias a nuestro pueblo. Es decir, una campaña capitulacionista propia de la mentalidad vendepatria de quienes son sirvientes del imperialismo, de los terratenientes y de la burguesía intermediaria. Continuadores por otra parte de quienes ya a fines de 1700 sostenían que toda independencia era una empresa imposible. Y de aquellos para los cuales siempre toda lucha contra la opresión es una aventura.
Esta campaña reaccionaria dio desgraciadamente sus frutos, ya que utilizando principalmente el justo odio antidictatorial de nuestro pueblo, y los graves errores y vacilaciones de quienes dirigieron la guerra, lograron que el verdadero balance de la guerra de las Malvinas no esté claro entre las masas y la juventud.
Esta realidad exige una preocupación especial por parte del conjunto del Partido y nuestra Juventud. Pues es necesario dar una persistente y profunda batalla contra las posiciones que, en nombre de la aventura, del pacifismo, de la democracia gorila, o desde posiciones sectarias que niegan la política de frente único, vacilan en la defensa de la lucha anticolonial, en la defensa de la justeza de la guerra de las Malvinas y de las guerras de liberación, y son confundidos por la ideología capitulacionista. Es necesario llevar con firmeza nuestro balance al debate que existe en las masas. Tarea ésta en la que estamos en serio retraso, principalmente por las trabas que para ello han significado las posiciones oportunistas de izquierda y de derecha en relación a esta cuestión, que hemos analizado anteriormente.
La recuperación de las Malvinas fue un hecho histórico con repercusiones muy profundas y prolongadas en nuestro pueblo. Esa justa guerra se dio en un país que presenció el auge de las luchas de 1969. En un país con tradiciones de luchas liberadoras que ya enfrentaron antes al imperialismo inglés.
Las masas, que no fueron consultadas para nada, con su sabiduría intuitiva y espontánea que resume esas experiencias, comprendieron de inmediato, más profundamente que muchos teóricos, de qué se trataba. De allí su apoyo generoso, hasta de la propia vida, a la guerra patriótica. Apoyo que forzó una línea de enfrentamiento a la agresión imperialista. Sometidas luego a la maceración capitulacionista de la propaganda oficial, atisban que nada bueno hay en ella. Y tarde o temprano ese profundo sentimiento patriótico recobrará nuevo vigor para la recuperación de las Malvinas, y para la lucha, hoy fundamental, contra los responsables de la dependencia y el atraso.
El resultado de la guerra, como analizan las Tesis, también planteó la necesidad de revisar los criterios básicos de la doctrina militar que han prevalecido desde la mitad de la década del 50, y de revisar todas las ideas fundamentales en las que se basó la dictadura instaurada en 1976 (la idea de buscar una dependencia “digna y próspera” de la URSS, según unos; de los EE.UU., según otros; la idea de fabricar cosas superfluas en vez de acero, etc.).