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02 de octubre de 2010

Lo que transformó los focos iniciales en una catástrofe ambiental, por el incendio generalizado en más de 60.000 has de Islas del Delta, fue la falta de acción del gobierno.

Incendios y responsabilidad del gobierno

Hoy 1213 / Desde Campana, Zárate, San Pedro e islas del delta

Los efectos de los incendios y el humo producido en islas del Delta del Paraná, se han convertido en un problema ambiental gravísimo.
Las autoridades nacionales a coro han salido a acusar a productores agrarios de la zona "que en su afán de ganancias queman los campos". Estas acusaciones groseras pretenden enfrentar a los productores agrarios con la gente de la ciudad.
Por más que lo nieguen, el principal responsable de lo que ocurre es el Estado, que mientras cacarea con la reactivación económica y reservas de fondos en el Banco Central, no toma medidas de prevención en ningún aspecto.
Tardaron 21 días para recién tratar de apagar los incendios en distintos sectores del Delta bonaerense y entrerriano, cuando ya se habían tornado incontrolables. Hay campos, como los de famosos dirigentes políticos de Entre Ríos, que hace más de un mes que se están quemando.
Es lo mismo que ocurrió en este verano cuando se quemaron miles de hectáreas de la Reserva Natural de Otamendi en Campana, provincia de Buenos Aires. Todos los que cruzamos la ruta Panamericana lo hemos podido observar con el humo y sus riesgos, sin embargo, no han adoptado ninguna medida con posterioridad, ni la provincia, ni la Nación. Y ahora se repitió la misma inacción oficial.
El inicio de los incendios puede haber sido casual o por alguna quema de pastizales, pero lo que transformó los incendios iniciales en una catástrofe ambiental, fue la falta de acción del gobierno. No solo la prevención, que falta. Sino que faltó la acción una vez que comenzaron los incendios.

Delito de omisión
Se habla de la posible comisión del delito de estrago por la acción culposa de particulares que hayan iniciado quema de pastizales, pero no hay duda de que existe comisión del delito de estrago por omisión culposa en la falta de acción que correspondía realizar al gobierno y sus funcionarios.
La particularidad de estos incendios es que a veces no se ve el fuego, porque lo que se quema es el suelo, la turba o resaca como le llamamos, ese producto que se genera por la acumulación de varios períodos de los pajonales y que cuando se lo extrae, se lo muele y se usa como abono.
La secretaria de Medio Ambiente, Piccolotti, no sabe ni lo que se quema, porque no se queman solo los pastos sino que por la intensa sequía se está quemando el suelo. Hay lugares donde se ve directamente la arena y por eso la intensidad del humo. Desgraciadamente, las cosas se conocen si afectan a la ciudad de Buenos Aires.

Incendio y negocios
En el Delta del Paraná los incendios son habituales. Ya en libros de 1911 (Primeros habitantes del Delta, de Juan J. Torres) se habla de los incendios que se ven desde Buenos Aires a donde llega el humo cuando el viento lo impulsa. También lo relata Liborio Justo en su libro Río Abajo, de 1951.
Quienes hemos apagado fuegos en la región sabemos cómo se hace. Se debe hablar de prevención, en primer lugar, y de elementos livianos y trasladables en segundo lugar. Detectado el foco, se lo debe atacar inmediatamente, porque cuando se expande, hasta que no llueve no se controla.
Pero esto no es negocio. Por eso nuestras autoridades políticas nacionales y de las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos hablan de helicópteros, aviones hidrantes y otros elementos costosísimos muy difíciles de utilizar en la zona. No les interesa controlar el fuego, les interesa el negocio y para eso tiene que haber gastos importantes.
Justamente esto demuestra la irresponsabilidad del Estado que no previene, que no actúa en forma inmediata sobre los focos iniciales controlándolos. Es lo mismo que ha ocurrido con las inundaciones en otras zonas del país como en la ciudad de Santa Fe, en Salta, etc. Sin duda que las condiciones climáticas contribuyen, porque si fuera un período lluvioso no habría fuego.
El año pasado las islas del Delta bonaerense y entrerriano sufrieron una inundación que provocó la muerte de decenas de miles de cabezas de ganado. Aún no ha llegado la ayuda miserable comprometida por el gobierno a todos los que serían beneficiarios según sus disposiciones. Los pequeños productores de ganado que presentaron las solicitudes de subsidio superando las trabas burocráticas e impositivas están esperando. Acaban de poner a disposición de la última lista de beneficiarios los fondos en el Banco Nación hasta la letra L ¡un año después de la catástrofe!
Como si fuera poco, la presidente Cristina Kirchner, para quien la soja es un yuyo, con profunda ignorancia, ha expresado que con la quema se abonan los campos. La quema jamás puede abonar el campo, al contrario, elimina los productos orgánicos que alimentan a las plantas, señora.
Es cierto que en ocasiones se practican quemas para eliminar pajonales y posibilitar el crecimiento de pastos tiernos, comúnmente para ganado, otras veces por simple limpieza. Pero eso, si el que lo hace no está loco, se hace al fin del invierno, agosto o septiembre, con la tierra húmeda, para que la quema sea superficial, ahí sí se quema el pajonal, y no la turba (equivalente al humus). Jamás sería racional quemar tras el verano, como ahora, y eliminar el poco pasto que queda, menos aún con la sequía que hay.
Si algún habitante de la zona, productor o funcionario político (¿por qué no?) cometió ese crimen, que lo identifiquen y lo condenen, pero para eso deberían haber detectado el foco inicial, como propusieran entidades del Delta ante la llamada Ley de Fuego para Entre Ríos discutida en el 2005. Ese proyecto de ley no tenía ninguna medida concreta sobre cómo prevenir y atacar incendios, pero, casualmente, creaba un impuesto a la forestación para hacerlo. ¡Similares argumentos a los usados para justificar el alza de las retenciones a la soja! Esa parte sí era concreta y citaba con precisión los artículos de la ley impositiva y los mecanismos para percibirlo. Por eso fue rechazada, y como la fundamentación rayaba en lo ridículo, el senador oficialista Melchiori no pudo mantener su propuesta.
Desde las instituciones locales teníamos interés en que se realice una ley que ayude contra los fuegos, pero luego de varias propuestas sobre cómo prevenir y atacar los incendios de islas, mediante vigilancia utilizando las avionetas de los aeroclub locales y sus pilotos, pequeñas motobombas de fácil traslado y otros elementos básicos, sencillos, económicos y con otras aplicaciones, la ley quedó en la nada.
Una vez más como en la salud, como en la educación y tantas cosas, el Estado es el principal responsable, pero como el ladrón del cuento, grita: "al ladrón".