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19 de abril de 2017

Inflación y más recesión

El gobierno macrista volvió a aumentar las tasas de interés

 

 
Desde mediados del año pasado, los funcionarios del gobierno macrista y los economistas afines –que piensan que la inflación es un fenómeno solamente monetario, sin ver sus causas de fondo–, venían sosteniendo que la inflación había sido “domada”. Este era un argumento para sostener que las paritarias no debían regirse por la inflación pasada, sino por la futura, por lo que los aumentos nominales en los salarios, supuestamente para “recomponer el salario real”, no podían superar en más de 2 o 3% el techo de la pauta de inflación de 12 a 17% que estableció el Banco Central para todo 2017. De ahí el 18% que la gobernadora Vidal aplicó a los estatales bonaerenses, con la sola oposición de ATE, y que el presidente Macri festejara el 20% con que el jerarca Cavalieri aceptó que se mantuviera el robo del salario del año anterior para los trabajadores de Comercio de todo el país.
Pero la semana pasada el propio Federico Sturzenegger y el directorio del Central tuvieron que reconocer que sus supuestos se habían estrellado contra la realidad. Los precios al consumidor del Indec, aún con la baja ponderación que tienen en la canasta los combustibles, las tarifas de electricidad, etc., cantaron para el primer trimestre un 6,3% de inflación. Y como abril incorporará el aumento del gas, en apenas cuatro meses se estima que la inflación alcanzará 9%, es decir más de la mitad del 17% fijado como techo para todo el año. Y todavía está pendiente el aumento del 23% pautado para el agua en mayo.
Frente a esto el Banco Central volvió a insistir con la misma medicina que aplicó el año pasado, aplastando la actividad económica. Elevó las tasas de interés que le marcan el paso al costo del crédito, 24,75 al 26,25%, el triple de lo que suponían aún los economistas afines al gobierno. Fue llamado por algunos el “martes negro”, en el que al saque a las tasas se sumó otra caída del dólar y una colocación de 4.260 millones de dólares del Ministerio de Finanzas
 
Más daños a la economía real
El endurecimiento de la política monetaria como instrumento para bajar la inflación, sin atender a sus causas de fondo, profundiza los daños que viene provocando la política económico-financiera del gobierno macrista.
Por un lado, aplastará aún más la actividad económica, pues los pesos que van a las Lebac del Banco Central, son menos pesos para el crédito, inversiones productivas y demanda interna de bienes. Para muchos “técnicos” la recesión habría quedado atrás, pues los índices muestran dos trimestres consecutivos sin retrocesos del PBI (en términos absolutos, no per cápita), pero también es necesario tener en cuenta otros factores para semejante afirmación.
Ni siquiera en Estados Unidos todos los técnicos se conforman con definir la salida de una recesión en términos de dos trimestres consecutivos de recuperación del PIB real. Por ejemplo, para la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés), una recesión es una disminución significativa en la actividad económica que se extiende a toda la economía, por más de unos pocos meses, normalmente visible en el PIB real, el ingreso real, el empleo, la producción industrial y las ventas al por mayor y al por menor (www.nber.org/).
Es cierto que hay subas en el sector agropecuario (en la Pampa Húmeda, no así en las economías regionales), en las obras públicas y algunos servicios, pero no en la mayoría de los sectores industriales, donde hasta ahora sólo se atenuó el ritmo de caída, lo mismo que en el empleo y los salarios.
En cuanto al consumo interno (que representa 72% del PBI) tampoco se ven signos de reactivación: las ventas minoristas de marzo, relevadas por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), registraron en volumen una baja interanual de 4,4% (y de 3,7% en el primer trimestre), con reducciones en todos los rubros. Aparte que esa caída es mayor para la industria nacional por el aumento de las importaciones, como ocurre también con industrias como la automotriz y la electrónica, también fueron significativas las caídas del consumo interno registradas en Mendoza (11%); Misiones (12%); Entre Ríos (9,3%) y Santa Cruz (7,2%), provincias desde las cuales se pueden realizar compras en los países limítrofes (Chile, Paraguay, Brasil, Uruguay) para aprovechar las diferencias de precios.
 
Aumenta la especulación financiera
Por otro lado, la suba de las tasas en pesos potencia, aunque sea transitoriamente, un mayor ingreso de divisas para aprovechar la diferencia frente al dólar desinflado. Esta oferta refuerza la “bicicleta” financiera (carry trade, en el mercado), para lograr elevados rendimientos en dólares a corto plazo. La nueva tasa de referencia fijada por el Banco Central, después de 19 semanas sin cambios, equivale a algo más de 2% mensual anualizado si la cotización del dólar se mantiene “planchada” o en baja como hasta ahora. Esto se agrega al aumento del ingreso de dólares por el fuerte endeudamiento externo para financiar el déficit fiscal (nacional y provincial), el blanqueo y el comienzo de la temporada alta de liquidación de la cosecha agrícola, lo que implica un “seguro de cambio” para los apostadores de la “bicicleta”, mientras el Banco Central “aguante” con esta nueva inflada del globo de su endeudamiento en Lebac (al cierre de 2016 a $630 mil millones que, en un año al 24%, ya implicaba tener que pagar $150 mil millones en intereses).
Así el gobierno de Mauricio Macri, con su política a favor del sector financiero para sostener el endeudamiento externo, agrava el sacrificio del consumo y la inversión productiva internos, que no pueden “competir” (una palabra cara a los familiares de los Braun Menéndez en el gabinete) con las llamadas “inversiones financieras”. Con esta política, ¿de qué fin de la inflación -y menos de la recesión- podemos hablar? Por algo los representantes del Fondo Monetario Internacional, al participar del Foro Económico Mundial en Buenos Aires, tuvieron que amenguar el obligado optimismo de los economistas del sistema –“los brujos de la tribu”–, expresando que, por ahora, prevén que la economía argentina recupere este año 2,2%, que no alcanzaría para compensar la caída del 2,3% del año pasado. Así no habrá recuperación por el lado del empleo ni por el lado del ingreso real de los trabajadores.