Situación internacional
El Tercer Congreso de nuestro Partido señaló que en la situación internacional “se producen grandes divisiones y reagrupamientos”. Esta situación está caracterizada, como señaló el camarada Chou Enlai en su informe ante la sesión de la Cuarta Asamblea Popular Nacional de la República Popular China,
Situación internacional
El Tercer Congreso de nuestro Partido señaló que en la situación internacional “se producen grandes divisiones y reagrupamientos”. Esta situación está caracterizada, como señaló el camarada Chou Enlai en su informe ante la sesión de la Cuarta Asamblea Popular Nacional de la República Popular China,
“por un gran desorden bajo los cielos, desorden que se torna cada vez mayor. El mundo capitalista enfrenta la más grave crisis económica que se haya conocido en la posguerra y las diversas contradicciones fundamentales en el mundo se agudizan en mayor medida. Por una parte, la tendencia de la revolución de los pueblos del mundo se desarrolla en forma vigorosa. Los países quieren la independencia, las naciones quieren la emancipación y los pueblos quieren la revolución. Esto ha llegado a ser una corriente histórica irresistible. Por la otra, se hace cada vez más enconada la contienda por la hegemonía mundial entre las dos superpotencias, los EE.UU. y la URSS.”
La lucha revolucionaria de los pueblos de Asia, Africa y América Latina y el surgimiento y el reforzamiento del Tercer Mundo, constituye uno de los acontecimientos más significativos de la actual situación internacional. Estos pueblos se han transformado en centro de la lucha antiimperialista a escala mundial. Este hecho tiene implicancias enormes en la situación internacional en su conjunto.
En este marco, la defensa de las tesis leninistas sobre el imperialismo y sobre la guerra adquiere una importancia particular. Por eso debemos valorar la gran importancia que tuvo la definición de nuestro Tercer Congreso al aceptar la definición leninista de la época actual como: “la época del imperialismo y las revoluciones proletarias” y adoptarla como tesis básica y fundamental de la línea del Partido, derrotando a las tesis revisionistas que, negando la validez actual de esa definición leninista, habían predominado anteriormente en nuestro Partido. Precisamente hoy, cuando
“se hace cada vez más enconada la contienda por la hegemonía mundial entre las dos superpotencias, los EE.UU. y la URSS. Su disputa se extiende por todos los rincones del mundo, con Europa como punto clave. (…) Las dos superpotencias, los EE.UU. y la URSS, son los mayores explotadores y opresores internacionales de nuestra época, y los focos de una nueva guerra mundial. La enconada contienda entre ellas conducirá, tarde o temprano, a una conflagración mundial. Los pueblos deben estar preparados a este respecto.” (Informe del camarada Chou Enlai ante la primera sesión de la Cuarta Asamblea Popular Nacional de la República Popular China).
Lenin nos enseñó una ley objetiva: en tanto exista el imperialismo las guerras son absolutamente inevitables. Y el camarada Chou Enlai, al señalar en el mencionado informe que la contienda “conducirá, tarde o temprano, a una conflagración mundial”, se sitúa en la más estricta defensa de la doctrina marxista-leninista, en la defensa de las tesis leninistas sobre el imperialismo y sobre la guerra. Hoy es imposible entender la situación política internacional y nacional sin la ayuda del análisis leninista sobre el imperialismo y sobre la guerra.
El imperialismo norteamericano surgió de la Segunda Guerra Mundial como la potencia imperialista más poderosa, y pudo no solamente adquirir la supremacía en Asia, Africa y América Latina sobre las ex colonias francesas y británicas, sino también predominar y tener la supremacía en Europa Occidental. Ultimamente gracias a las guerras de liberación de los pueblos, a la derrota yanqui en la guerra de agresión en Corea y luego en Indochina, y al reforzamiento de otros Estados imperialistas, EE.UU. ha recibido grandes golpes en escala mundial y se encuentra debilitado con signos de declinación. Por otra parte, después que la camarilla de Jruschov se apoderó del poder en la Unión Soviética y restauró el capitalismo, la URSS se ha transformado en un potencia socialimperialista (socialista en las palabras, imperialista en los hechos), que gracias a la opresión feroz de los países del Este de Europa, a los que mantiene bajo ocupación militar, y aprovechando las derrotas del imperialismo norteamericano, especialmente la derrota sufrida por estos en las luchas de Indochina, se ha fortalecido e intenta introducirse por todos lados en las zonas de dominación de los EE.UU. El socialimperialismo soviético se introduce no solamente en Asia, Africa y América Latina, en las zonas agrarias y productoras de materias primas, sino, que, principalmente, dadas sus características de imperialismo, trata de anexarse zonas altamente industrializadas. Por ello la rivalidad entre yanquis y socialimperialistas soviéticos se ha manifestado con gran rudeza en la rivalidad por el control de Europa.
El imperialismo soviético, como un imperialismo joven, en desarrollo, se distingue por su particular agresividad. Así como el imperialismo alemán llegó demasiado tarde, como decía Lenin, al reparto del mundo, y por ello desencadenó la Primera y Segunda Guerra Mundial, hoy el imperialismo soviético, joven y agresivo, amparándose en la férrea dictadura que ha instaurado sobre Europa Oriental, y pese a un producto bruto nacional demasiado bajo en relación con otros países capitalistas y particularmente en relación con los EE.UU., mantiene una potencia militar equivalente e incluso en algunos aspectos superior a los EE.UU., y se constituye internacionalmente en el imperialismo más agresivo y más aventurero.
Manteniéndonos en el terreno del análisis marxista-leninista de la situación internacional, es posible comprender por qué el camarada Chou Enlai señala en el párrafo citado, respecto de una posible conflagración mundial: “los pueblos deben estar preparados a este respecto”. Porque si bien los factores de la revolución aumentan, también aumentan los factores de la guerra. Como señaló, también, el camarada Chou Enlai: “ya sea que la guerra haga estallar la revolución o la revolución impida la guerra, la situación internacional se desarrollará invariablemente en un sentido favorable para los pueblos, y de todos modos el futuro de mundo es luminoso.” Pero esto debe ser entendido cabalmente, esto significa que no será un movimiento por la paz, o un simple movimiento antiimperialista, el que impida la guerra. Sólo la revolución podrá impedir la guerra mundial. Y cuando decimos revolución, hablando de la perspectiva de guerra mundial, no nos referimos a la revolución en este o aquel país aislado, sino a una revolución que permita efectivamente quebrar las piernas de las superpotencias que empujan el mundo a la guerra.
Por eso hacíamos referencia a la justeza del Tercer Congreso de nuestro Partido y a la importancia que ha tenido para nuestra actividad el poder analizar la situación política nacional a la luz de las definiciones y las tesis leninistas sobre la época actual que, en combate contra las tesis revisionistas, han defendido los auténticos marxistas-leninistas.
Situación nacional
La pugna interimperialista en la Argentina
En cuanto a la situación nacional hemos visto en el último período, cómo junto al crecimiento de los factores revolucionarios se ha acentuado la aguda lucha por el control de Argentina entre los EE.UU. y la URSS, las dos superpotencias que han organizado y estimulan corrientes golpistas proimperialistas en nuestro país. La corriente golpista estimulada y promovida por la Unión Soviética se ha mantenido a la ofensiva en los últimos meses. Paralelamente ha ido creciendo la resistencia y la organización de las fuerzas patrióticas que se oponen a las corrientes golpistas proimperialistas.
La lucha entre las corrientes proimperialistas rusas y yanquis golpistas y los sectores patrióticos, antigolpistas, se ha constituido en el rasgo principal de la situación política nacional y ha ido tiñendo toda la situación política. Todas las fuerzas sociales y políticas se han ido dividiendo y reagrupando en torno a esa gran línea divisoria. Aumentan a diario los factores que tornan inestable la situación política y colocan al país al borde de la guerra civil.
Nuestro Tercer Congreso señaló que la lucha interimperialista yanqui-soviética tenía como uno de sus principales objetivos la disputa por la Argentina. Nuestro Tercer Congreso planteó que esa pugna “impregnó toda la situación política argentina desde 1966 hasta aquí”. Señalamos también en el Tercer Congreso que la lucha interimperialista se daba en el terreno de una sociedad convulsionada por una profunda crisis, y por grandes luchas, que habían aflorado luego de 1969. A partir de eso dijimos:
“la perspectiva es de una agudización de la lucha de clases y de la lucha interimperialista.”
Nuestro Tercer Congreso también señaló:
“la agudización de la lucha de clases ha planteado con agudeza el problema de una posible guerra civil.”
“Ella no es descartable, en el caso de contragolpe yanqui o de golpe de sectores aliados a los soviéticos, o el triunfo popular, la perspectiva de una guerra civil y la intervención militar extranjera está abierta.”
El análisis de la situación política argentina realizado por nuestro Partido luego del Tercer Congreso se orientó por esas tesis que los hechos demostraron correctas. El Comité Central de noviembre de 1974 señaló que las dos superpotencias imperialistas se preparaban para voltear al gobierno nacionalista y tercermundista de Isabel, continuador del gobierno del general Perón.
También nuestro Tercer Congreso planteó que el general Perón lideraba un amplio frente nacionalista burgués que estaba hegemonizado por la gran burguesía nacional, e indicó que el sector de la burguesía nacional prosoviética (sector dirigido por un grupo de testaferros soviéticos) era el sector hegemónico en esa gran burguesía nacional. El general Perón y posteriormente Isabel, lucharon duramente para lograr la hegemonía de su línea nacionalista y tercermundista en ese frente y chocaron crecientemente con la política y la influencia de los agentes, los testaferros, los intermediarios y los sectores subordinados y aliados al socialimperialismo en la Argentina.
El Comité Central de noviembre de 1974 afirmó que la Unión Soviética, a través de sus agentes, y apoyándose en sectores aliados y subordinados a ella, era la principal fuerza golpista y que llevados por su afán hegemonista dividian a las fuerzas antiyanquis facilitando el trabajo restaurador de los gorilas proyanquis. Ese Comité Central trazó la línea antigolpista como eje de la lucha política del Partido en el camino de la revolución democrática, agraria y antiimperialista por la que luchamos los comunistas revolucionarios, en marcha al socialismo.
Los hechos no tardaron en darnos razón, y en demostrar el error de quienes no advertían tal tormenta golpista proimperialista que amenazaba a la patria y al pueblo. Se demostró la mala fe de los políticos y periodistas proimperialistas que llegaron a calificar como delirantes la denuncia de nuestro Partido sobre el peligro golpista.
La actividad de los golpistas se incrementó extraordinariamente en los meses de junio, julio y agosto, como respuesta a las elecciones de Misiones, al relevo del teniente general Anaya como Comandante en Jefe del Ejército, y a otros acontecimientos que golpearon sus planes.
Los golpistas constituyeron, en los hechos, un amplio frente hegemonizado por los sectores del lanussismo prosoviético, frente que golpeaba, junto con los sectores proyanquis, al gobierno de Isabel de Perón.
Aprovecharon para ello la crisis económica que sacude al país y la política reformista burguesa del gobierno que, como tal, descargaba las consecuencias de esa crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador, al no golpear revolucionariamente las causas de la crisis y a los responsables de la misma: los monopolios imperialistas, principalmente yanquis, y la oligarquía terrateniente. Y, a partir de la hegemonía golpista en las direcciones de la CGE y la CGT, pretendieron montarse en la lucha de la clase obrera por la homologación de los convenios de trabajo.
La lucha de masas y el golpe
Desde los primeros días de junio gigantescas luchas obreras conmovieron el país. Estas luchas abarcaron a lo fundamental del proletariado industrial y a la enorme mayoría de los asalariados.
Pero los golpistas no lograron, pese a la gran confusión existente en las masas sobre la situación política, utilizar estas luchas para sus fines golpistas. Los golpistas prosoviéticos -que hegemonizaban el amplio frente golpista, contra el gobierno- precisaban las luchas de las masas para poder, operando con ellas como base, resolver las contradicciones del amplio frente golpista que habían montado, frente que tenía como enemigo principal a López Rega, pero que, en realidad, tras los golpes a López Rega, apuntaba a aislar a la dirección peronista de Isabel de Perón y voltear a su gobierno a través de un golpe “institucional”. La estrategia de este golpe fue claramente trazada en el mes de mayo y fue concebido como un golpe institucional “peronista”, es decir: implicaría el relevo de Isabel Martínez de Perón por Italo Luder y de ser posible, la posterior consagración por la Asamblea Legislativa del actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Victorio Calabró, como Presidente de la Nación. De esta manera esperaban los sectores prosoviéticos mantener la cohesión de un frente que englobaba desde los sectores liberales (y los sectores que se autodefinen en el Ejército como profesionalitas) hasta sectores nacionalistas partidarios de un gobierno sindical-militar, y desde los sectores políticos y gran parte de los sectores sindicales del peronismo, hasta gran parte de la dirección de la Unión Cívica Radical.
Con esta idea trabajaron, apoyándose en el profundo descontento generado por las medidas del plan de Rodrigo. Después de meses en los que los jerarcas sindicales golpistas no habían convocado asambleas para discutir los convenios ni se conocían las propuestas ni el estado de las discusiones, los golpistas estimularon la lucha por los convenios y planificaron la realización de un “17 de octubre al revés”. Contaron con poder realizar esto en la gran concentración que organizaron para el 27 de junio.
Pero los golpistas fracasaron.
La clase obrera luchó por sus reivindicaciones, pero no se dejó instrumentar por los golpistas.
Durante días y días los obreros cordobeses abandonaron las fábricas, realizaron paros, ocupaciones de fábricas, y marchas, sin que esa lucha pudiese ser desviada por los elementos provocadores al servicio de los golpistas.
Y en la gran concentración obrera realizada en Plaza de las Américas, en Córdoba, fue leída y aclamada la resolución de los obreros del SMATA por la cual se repudiaban los intentos golpistas, diferenciando claramente la lucha reivindicativa de la clase obrera de esos planes antinacionales.
Los golpistas fueron incapaces de movilizar a la clase obrera y al pueblo tucumano. Y solo pudieron movilizar parcialmente, y por sus reivindicaciones económicas, sin poder hacer predominar las consignas golpistas, a una parte del proletariado de Rosario.
No lograron, durante toda la crisis, instrumentar para sus planes a los obreros ferroviarios y a los obreros de la carne de Rosario. En la movilización de los obreros metalúrgicos de la ciudad de Santa Fe, también se libró una aguda lucha entre los sectores golpistas y los sectores antigolpistas encabezados por nuestro Partido, cuya posición fue ovacionada en la asamblea de delegados de los metalúrgicos de Santa Fe. La concentración obrera del 3 de julio en La Plata terminó abucheando a Dieguez, Valsedo y otros jerarcas golpistas lo que llevó a la policía de Calabró a reprimir duramente la concentración.
Y en el lugar que se transformó en el epicentro de la lucha de las paritarias, en el Gran Buenos Aires, los golpistas fracasaron el 27 de junio, cuando fueron incapaces de movilizar a los obreros de las dos principales zonas obreras del Gran Buenos Aires: la zona sur y la zona de La Matanza y el oeste. Sólo pudieron movilizar, y muy parcialmente, a una pequeña parte de obreros de la zona norte; y la concentración del 27 de junio que los golpistas prosoviéticos habían imaginado como un gigantesco “17 de octubre al revés”, se transformó en una concentración fundamentalmente de pequeña burguesía, una concentración en la que los pequeños núcleos de obreros que llegaron la abandonaron inmediatamente, asqueados por su carácter gorila y golpista. Sobre la marcha los golpistas intentaron rehacer sus planes con un nueva concentración el 30 de junio en la CGT, que volvió a fracasar, y volvió a alejar a los pocos obreros llevados allí de buena fe, por el contenido claramente golpista y prosoviético (hegemonizado por grupos del PC) que tuvo esa concentración.
De la confusión y resistencia pasiva a los golpistas, la clase obrera fue pasando a un estado de progresiva claridad sobre lo que se estaba discutiendo en la política nacional y de relativa claridad sobre cómo había sido instrumentada su lucha salarial por sectores golpistas para planes que estaban en contra de sus sentimientos y sus intereses. Y este cambio en la actitud de las masas se evidenció cuando en el Luna Park, los que pretendieron instrumentar la lucha de los obreros en la crisis de junio para sus fines golpistas, recibieron rechifla histórica.
Posteriormente la recepción masiva de Isabel Martínez de Perón en Mar del Plata, sólo comparable con la recepción ofrecida allí al general Perón en el año 1954, y la recepción a Isabel en Tucumán en su reciente viaje, fueron demostrativos del crecimiento de la conciencia antigolpista, antiimperialista, patriótica, de las masas, y de su voluntad creciente de ir enfrentando los planes golpistas.
En el desarrollo de esta corriente ha jugado un papel histórico nuestro Partido, junto a los sectores patrióticos del peronismo. Y hay que apuntar como un hecho importante, que ayudó a ir pasando a la contraofensiva a las fuerzas antigolpistas y patrióticas, la concentración en Plaza de Mayo del 26 de julio. Esta fue el inicio de la movilización de las fuerzas antigolpistas, que fueron reagrupando sus fuerzas, lo que permitió, posteriormente, contragolpear en una serie de medidas, tales como los sucesos de la legislatura de la Provincia de Buenos Aires, la elección del Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, el aislamiento de los sectores golpistas dirigidos por Calabró, Rubeo y el gobernador Romero en el Congreso del Partido Justi-cialista, y una cantidad de iniciativas por las que fue posible coordinar a las fuerzas antigolpistas, patrióticas del peronismo, de otros sectores políticos, y del PCR.
Fue la lucha de masas y la creciente claridad sobre los fines de los golpistas, y la resistencia de las masas a los planes de éstos, lo que facilitó la resistencia a esos planes de los sectores nacionalistas y terceristas del peronismo que encabeza Isabel Martínez de Perón. Se ha vuelto a demostrar que en la medida en que la clase obrera y el pueblo luchan, se agudizan las discrepancias entre las clases dominantes y explotadoras; y en la medida en que el pueblo lucha es posible que los sectores patrióticos de la burguesía nacional incrementen su resistencia a los planes del imperialismo.
El sector nacionalista y tercerista encabezado por Isabel Martínez de Perón resistió a los golpistas y luchó contra ellos en una situación muy difícil. Y fue obligando a que se fueran desenmascarando, porque fue quedando cada día más claro que el objetivo de esos golpistas no era la destitución de López Rega, sino la liquidación del gobierno peronista, la liquidación del gobierno de Isabel Martínez de Perón, por su política nacionalista y tercermundista. Y en la medida en que Isabel y los sectores nacionalistas y terceristas del peronismo fueron resistiendo, se crearon las condiciones para que emergiera una corriente nacional en las FF.AA., una corriente que resiste también a los planes de sumisión de nuestro país a las dos superpotencias, y que enfrenta los planes golpistas de éstas.
Esta corriente nacional en las FF.AA., llegó a imponer como Comandante en Jefe a Numa Laplane y ha pasado a tener una gravitación muy importante en los acontecimientos políticos argentinos. Pese a haber sufrido un duro golpe en la última crisis con motivo del pase a retiro de Numa Laplane y el nombramiento del lanussista general Videla como Comandante en Jefe, esta corriente tiene viejas y profundas raíces en el Ejército Argentino y ha de tender a mantenerse, y en la medida en que empalme con los sectores revolucionarios del proletariado y con los sectores antiimperialistas del pueblo, tiene una larga y brillante perspectiva por delante. Esta corriente nacional en el Ejército es una corriente heterogénea. En ella, junto a sectores tercermundistas, coexisten elementos infiltrados tanto por los prosoviéticos como por los proyanquis. Esta corriente, heterogénea, al no tener los elementos marxistas-leninistas de análisis se ve incapacitada para comprender a fondo la esencia de la lucha interimperialista por la Argentina. Pero es una corriente que tiende a desarrollarse y cuyos integrantes más conscientes han aprendido en los últimos acontecimientos, con la dureza con la que se aprende de la práctica, muchas cosas sobre los enemigos que enfrenta, y sobre la necesidad de la alianza con el proletariado y con los sectores patrióticos del pueblo para poder derrotar los planes golpistas de las superpotencias y poder liberar a nuestra patria de la opresión imperialista.
La burguesía nacional
Como señalamos en la anterior reunión del Comité Central, cuando planteamos la posibilidad de que sectores importantes de la burguesía nacional se incorporen al Frente Unico Antiimperialista y golpeen juntos, o se unan, con el proletariado revolucionario, lo hacemos no porque pensemos que esta burguesía nacional es revolucionaria, sino porque creemos que está necesitada de hacerlo por ser una burguesía nacional débil para evitar sola el intento de sojuzgamiento de las dos superpotencias.
Precisamente la crisis de junio y julio evidenció que en los momentos de particular agudeza de las luchas golpistas es cuando la debilidad de las corrientes nacionales de la burguesía se evidencian y cuando es más factible una política de frente único con ellos.
Esos sectores de burguesía nacional que resisten a las dos superpotencias son particularmente débiles, en primer lugar, porque no controlan el aparato del Estado. El aparato del Estado está controlado, en lo fundamental, por los agentes y amigos de las dos superpotencias. Si tenemos presente que a partir del gobierno de Lanusse los soviéticos fueron hegemonizando el gobierno y una gran parte del aparato estatal de nuestro país, manteniendo esta hegemonía hasta bastante tiempo después de la muerte de Perón; y si tenemos en cuenta que el imperialismo yanqui, o el imperialismo inglés, al igual que monopolios ligados a los países capitalistas del Segundo Mundo, han tenido una tradicional influencia en el aparato del Estado argentino, al igual que los terratenientes, comprenderemos que el origen fundamental de la debilidad de esos sectores de la burguesía nacional radica en su debilidad económica y en la falta de control de las palancas fundamentales del aparato estatal. Solamente tienen, actualmente, la posibilidad de disponer de una parte del gobierno.
Pero esa burguesía nacional es, potencialmente, fuerte, si tenemos en cuenta que en nuestro país existe un importantísimo sector estatal de la economía. Como señalamos en nuestro Tercer Congreso: “el sector estatal participa en el balance financiero de la economía nacional (incluyendo las economías internas de las empresas estatales, financiaciones para estatales e influencias indirectas) en un 50%. La inversión pública nacional aporta el 45% de la inversión total. El aparato estatal civil ocupa 1.500.000 personas. El grado de estatización de la economía argentina es uno de los más altos del mundo capitalista. (Plan del Comando Tecnológico)”. A más de empresas claves como YPF, SOMISA, YCF, EFEA, etc.; controla empresas intervenidas como los principales frigoríficos, Giol, CAVIC, COMASA, SIAM, Bernalesa, etc. De allí precisamente, que cuando los sectores prosoviéticos, a partir del control del gobierno y del Estado, pudieron meter mano en la Corporación de Empresas Estatales, llegaron a ser la principal fuerza económica del país. Y de allí también que esta burguesía nacional, en el caso de poder controlar esas palancas de la economía argentina, puede ser, potencialmente, muy fuerte. Es muy probable que en tal caso, en vez de fortalecerse las tendencias de esta burguesía a un frente único con los sectores revolucionarios del proletariado, las mismas disminuyan y sean reemplazadas por tendencias contrarias. En todo caso, esto dependerá siempre de la situación política internacional y nacional, preponderantemente.
También se ha demostrado durante la crisis de estos meses la importancia que tiene la tesis programática de nuestro Partido sobre la posibilidad de neutralizar a sectores importantes de la burguesía nacional, y fundamentalmente, de la burguesía rural. Esto ha sido demostrado con claridad durante la crisis, en torno a las oscilaciones de importantes organizaciones de la burguesía urbana y rural y de sectores importantes del radicalismo. Y se ha demostrado lo importante que puede ser esta neutralización aunque la misma llegue a durar horas o días. Está claro, entonces, que para lograr la neutralización de esos sectores, ha sido fundamental que en el propio radicalismo surgieran y crecieran sectores antigolpistas que también enfrentan la política de las dos superpotencias, particularmente en la Juventud Radical y en el radicalismo de la provincia de Buenos Aires.
Las dificultades de los golpistas
A partir de la creciente resistencia de la clase obrera y el pueblo a los planes de los golpistas, fueron apareciendo fisuras en el frente que éstos habían montado con la hegemonía de los sectores prosoviéticos.
En primer lugar aparecieron grietas en la aparentemente sólida unidad golpista que, en determinado momento, habían logrado crear los soviéticos en el campo, donde llegaron a constituir un frente que englobó prácticamente a la totalidad del movimiento campesino, desde las Ligas Agrarias hasta la Sociedad Rural. En la medida en que las contradicciones se agudizaron, aparecieron las fisuras allí. Fundamentalmente las que dividen a los sectores terratenientes tradicionales más ligados a los yanquis y a los ingleses, representados por la Sociedad Rural y los sectores terratenientes más ligados a los soviéticos y más propensos a una política de alianzas con la Federación Agraria Argentina, UPARA, y otras organizaciones agrarias en las que ha crecido la influencia de los sectores prosoviéticos.
Apareció una fuerte corriente en la burguesía nucleada en la CGE que comenzó a disputar la dirección de esta organización a los sectores prosoviéticos. Esta corriente de burguesía nacional está estimulada en algunos casos por sectores ligados a los yanquis y en otros por sectores ligados a los monopolios de los países capitalistas europeos. Pero también han aparecido allí sectores de burguesía que se oponen a la política de reemplazar al amo viejo por el amo nuevo. En el Congreso de la CGE realizado recientemente en Tucumán, aparecieron fuerzas que se oponen a la “política antidemocrática y al servicio de intereses foráneos” de la actual dirección de la CGE. El escándalo en torno al negociado de Aluar también ha influido para desenmascarar a la política de penetración del socialimperialismo y su conexión con las actuales autoridades de la CGE.
Aparecieron, también, corrientes antigolpistas en el seno de las organizaciones agrarias.
Y la Federación Universitaria Argentina adoptó, últimamente, una posición antigolpista muy importante, lograda en acuerdo con los dirigentes de la FUA de militancia radical y socialista popular y los compañeros de nuestro Partido.
Por todo ello los sectores prosoviéticos que habían logrado hegemonizar ese amplísimo frente golpista, que tenía un objetivo secundario visible, que era la liquidación de López Rega, y un objetivo real, pero oculto, que era el desplazamiento de Isabel, para imponer una dictadura cívico-militar al servicio de los socialimperialistas soviéticos, vieron, de pronto, escurrírsele de las manos como la arena, el frente que tan cuidadosamente habían montado, y vieron aparecer en él grandes contradicciones.
En primer lugar, los proyanquis que parecían marchar agazapados tras los soviéticos, estimulando el trabajo de éstos pero sin disputarles la hegemonía, se abren de los prosoviéticos, al lograr el 19 de julio que López Rega abandone el país, impidiendo, con otros sectores, que los rusos consumen su propósito de alejar a Isabel Martínez de Perón.
Los proingleses, también en ese momento, plantean la necesidad de mantener a Isabel Martínez de Perón, contribuyendo a impedir que los prosoviéticos culminen su trabajo.
Y grupos ligados a los europeos, a los sectores económicos del Segundo Mundo, también dan un paso al costado, dejando prácticamente solos con su política golpista a ultranza, a los prosoviéticos.
Ha sido, entonces, la resistencia de las masas, la resistencia del sector nacionalista tercerista de Isabel, la aparición de una corriente nacional en las FF.AA., el crecimiento del repudio a los planes de los golpistas lo que agudizó las contradicciones entre éstos e impidió que éstos consumasen por ahora su objetivo de liquidar al gobierno de Isabel para imponer una dictadura favorable a sus planes imperialistas.
Y se ha vuelto a demostrar la importancia que tiene en la Argentina la utilización de las contradicciones, no solamente en general, entre las clases dominantes, sino la utilización de las contradicciones interimperialistas para poder aislar al enemigo principal, en cada momento, en la lucha antiimperialista en la Argentina. Está claro que esto sólo es posible a partir de la lucha independiente de la clase obrera y del pueblo.
El socialimperialismo en la Argentina
Sectores antiimperialistas del peronismo sacaron como experiencia de la última crisis, con posterioridad al alejamiento de López Rega del gobierno, que ellos habían subestimado la fuerza del imperialismo soviético en la Argentina. Respecto de este problema, el Partido debe llevar adelante una dura batalla en defensa de los principios leninistas y en combate contra las tesis revisionistas, para esclarecer sobre el verdadero carácter de la URSS.
Tenemos que defender férreamente la tesis leninista sobre el imperialismo, tesis que se aplica con plenitud respecto del sociaimperialismo soviético, y esto nos obliga a una batalla ideológica con una serie de fuerzas que se autocalifican de “revolucionarias” e inclusive de “marxistas-leninistas”, cuando en verdad son revisionistas. Al analizar a la Unión Soviética, estas fuerzas adoptan algunas de las siguientes tesis revisionistas:
– Niegan en la práctica el carácter imperialista de la URSS.
– Consideran que el imperialismo es un “factor externo”, tal como lo consideraban los socialdemócratas del tipo de Juan B. Justo, y por ello estiman un “delirio” hablar de actividades rusas en la Argentina.
– Consideran que si bien los yanquis trabajan a través de empresas, la CIA, partidos amigos, militares, presiones financieras y diplomáticas, nada de esto es aplicable a la Unión Soviética.
– Consideran a los revisionistas modernos (prosoviéticos) como simples agentes de la burguesía en el movimiento obrero, sin ver que hoy son agentes de la burguesía imperialista soviética, quintacolumna de la URSS para el sometimiento nacional de nuestros países (ya sea que esos revisionistas dependan de la URSS o de su colonia cubana). Por eso esos revisionistas que se dicen “marxistas-leninistas” se desconciertan cuando los revisionistas soviéticos se colocan a la izquierda (e incluso a la “extrema izquierda”) cuando se trata de atacar a la fracción de la burguesía que se opone a sus planes de dominio.
A partir de estas consideraciones, estos “revolucionarios”, ganados por las posiciones de los revisionistas, hacen blanco de sus ataques a la burguesía nacional que resiste a yanquis y soviéticos; y queriendo ser más izquierdistas que el P“C” revisionista, se transforman en vulgares instrumentos del golpismo prorruso en su labor de sometimiento nacional de Argentina.
El Partido debe librar una ardua lucha teórica en defensa de los principios marxistas-leninistas respecto de la teoría del imperialismo en general, y respecto del imperialismo soviético en particular, para poder llevar a fondo la línea aprobada por nuestro Tercer Congreso y la lucha por el Programa del Partido aprobado en él.
El Segundo Mundo y la Argentina
Otra de las enseñanzas de la crisis política que estamos viviendo es que Argentina es, en primer lugar, uno de los países de América Latina en donde la lucha entre las dos superpotencias es particularmente aguda; y, en segundo lugar, un país en el que esto se complica por cuanto aquí también son fuertes los monopolios que pertenecen a los capitalistas europeos.
Es sabido que en 1931 Inglaterra tenía, aún, el 55.3% de las inversiones extranjeras en la Argentina. Y hasta 1939 sus inversiones en la Argentina representaban el 38% de las inversiones inglesas en América Latina. Conocemos la participación que tuvieron los ingleses en el pacto Roca-Runciman; y el grado de dependencia que mantuvo nuestro país respecto de los ingleses hasta épocas relativamente cercanas, como sucedió con el gobierno del Ortiz-Castillo. Incluso es conocido el papel activo que jugaron los ingleses en el golpe de Estado de 1955, y en acontecimientos posteriores como en la lucha de “azules” y “colorados”.
En cuanto al imperialismo italiano (en general subordinado en ambas guerras mundiales y en la posguerra a otras potencias imperialistas más poderosas y que en la Argentina se ha caracterizado también por una política de alianzas con el imperialismo de turno más fuerte) posee un poderoso grupo monopólico industrial, en el que figuran empresas como FIAT Concord, FIAT Materfer, FIAT Sauce Viejo, FIAT Caseros, Techint, Dálmine Siderca, Propulsora, Pirelli, etc.
En lo que respecta a los franceses poseen, además de otras inversiones, tres grandes fábricas del automóvil: Renault, Peugeot y Citröen.
Y los alemanes tienen influencia tradicional e inversiones importantes sobre todo en sectores tecnológicamente muy importantes, como las telecomunicaciones, la energía atómica, etc.
Como señaló hace poco un publicista en La Nación, Europa ha sido hasta ahora un gigante económico y un enano político. Pero existe una tendencia en la burguesía europea que apunta a transformar Europa en un gigante político. Es conocida la posición de Giscard D´Estaing que plantea que desde el punto de vista económico ya es muy poco lo que queda por hacer para la unidad europea, pero, sin embargo, son enormes las tareas que tienen que resolverse en el plano político para que Europa pueda enfrentar la disputa con las dos superpotencias. Estas, tienden, en el caso de EE.UU., a transformar a algunos de esos países (como Alemania) en gendarmes de su política en Europa y en punta de lanza contra la URSS, y en el caso soviético, a transformar a Europa en una especie de Finlandia, “neutral” para poder imponer plenamente su dominio apoderándose de la importantísima potencia industrial instalada que tiene Europa Occidental.
Es así como han surgido dos corrientes en la burguesía europea: una que tiende a ponerse al servicio de los yanquis (fue muy fuerte en la década del 50 y en principios de la década del 60) o al servicio de la URSS, tendencia esta última que ha ido creciendo en los últimos años; la otra corriente es la que busca un rol más autónomo y procura resistir la política de subordinación, e incluso de anexión, de parte de las dos superpotencias. Va a tener mucha importancia en la política argentina el resultado de esta lucha en el seno de la burguesía europea.
Los terratenientes
Otra enseñanza de la última crisis política y de los últimos acontecimientos, ha sido la demostración práctica de que hoy no puede hablarse en la Argentina de una oligarquía terrateniente como de un bloque unido. Entre los terratenientes se han producido grandes divisiones y reagrupamientos. Nuestro Partido analizó este fenómeno en épocas del gobierno de Organía, cuando sectores de terratenientes se aliaron con sectores de burguesía, de capitalistas agrarios y de testaferros y sectores prosoviéticos y constituyeron el movimiento “Campo Unido”. En los últimos acontecimientos políticos ha vuelto a demostrarse que no basta con señalar que un sector o una organización agraria representa los intereses de los terratenientes, sino que es necesario, al mismo tiempo, tener en cuenta si representa sectores de terratenientes que son aliados tradicionales o que tienden a aliarse con los sectores yanquis, o con los sectores europeos, o si son sectores de terratenientes que tienden a aliarse con la burguesía, capitalistas agrarios y con los sectores prosoviéticos. Esto último ha sucedido con los sectores de la CRA, por ejemplo, que han oscilado, permanentemente, durante los últimos acontecimientos, demostrando una cierta inclinación, en definitiva, a buscar alianzas con estos sectores de burguesía agraria y los sectores prosoviéticos. En tanto que los sectores que dirigen la Sociedad Rural nacional han tratado de orientarse a una política de alianza con los yanquis y con los ingleses.
Partidos políticos, Fuerzas Armadas
También en los últimos acontecimientos ha quedado demostrada la importancia que tiene para el Partido, mantener una política de alianzas permanente hacia el peronismo, hacia el radicalismo y hacia el socialismo, las tres grandes corrientes históricas en las que están representados los sectores fundamentales de la burguesía y de la pequeña burguesía y donde se agrupan grandes masas populares aún dirigidas por esas clases sociales.
También se ha demostrado, prácticamente, la importancia y la posibilidad, en la medida en que el Partido aplique una línea política justa, patriótica, antiimperialista y antiterrateniente, de encontrar amigos dentro de las Fuerzas Armadas. El Partido, debe, a este respecto, liquidar el infantilismo izquierdista que le impide dirigir su trabajo no solamente hacia los soldados y la suboficialidad, sino también a importantes sectores de la oficialidad que son patrióticos, antiimperialistas, y que con las concepciones propias de sectores no marxistas-leninistas, buscan el camino de la resistencia a la prepotencia y a la subyugación de las superpotencias.
Otra cuestión de importancia particular para la lucha antigolpista del Partido, y para la lucha revolucionaria, es la importancia que adquiere rescatar la teoría marxista-leninista del Estado. El peronismo solo controla una parte del gobierno. Lo fundamental del Estado, es decir, las Fuerzas Armadas, la Policía, el aparato represivo, la Justicia, la enorme mayoría de aparato estatal y las principales palancas económicas, son controladas por los terratenientes y sectores proimperialistas que trabajan para el golpe. Sin destruir ese Estado los golpistas triunfarán. Más tarde o más temprano. Esto es fundamental en el esclarecimiento del trabajo de nuestro Partido, especialmente para combatir las ilusiones reformistas de sectores peronistas, que creen que podrán derrotar a los golpistas con maniobras políticas, como creyó también Allende en Chile, o, en su momento Goulart en Brasil.
Por otro lado está claro que para derrotar un ejército, si éste es golpista, se requiere un ejército superior, y éste ejército superior hay que organizarlo. Pero no se puede con palabras luchar contra fusiles. A los fusiles se los enfrenta con fusiles y no solo con palabras.
El camino de la acumulación de fuerzas
Todos los últimos acontecimientos de la crisis política; todos los acontecimientos derivados de la lucha entre los golpistas y las fuerzas antigolpistas han demostrado que la posibilidad de derrotar al golpe de Estado o de derrotar las pretensiones de las fuerzas imperialistas que buscan el sometimiento de la nación y nuestro pueblo, dependen del proletariado y de su partido. Es entonces esencial para la aplicación de la línea del Partido que éste se aferre firmemente, como guía central de su trabajo, al camino de acumulación revolucionaria que definió el Tercer Congreso: el camino de recuperación de los Cuerpos de Delegados, Comisiones Internas, Sindicatos, y su coordinación con las organizaciones campesinas y populares, y con las organizaciones políticas, económicas y sociales, dispuestas a enfrentar a los golpistas.
Hay que decir, en relación con nuestro camino de acumulación, que éste no implica que la situación política debe ser abordada con los mismos instrumentos, o en la misma forma, bajo el gobierno peronista, que cuando la dictadura de Organía. Se critica frecuentemente el economismo que ha lastrado la actividad de nuestro Partido. Esa crítica es justa, en la medida en que el economismo es al izquierdismo trotskizante (que ha sido la desviación predominante en el Partido) como la sombra al cuerpo. Pero cuando al hacer esa crítica se ataca el pasado del Partido y su heroica lucha antidictatorial, viendo a la misma como una suma de errores, y a la labor de los revisionistas como una suma de aciertos, se olvida que en la época de la dictadura de los monopolios la lucha económica llevaba directamente a la lucha política, y que no era lo mismo la lucha económica en épocas de Onganía, de Levingston e incluso de Lanusse (con los salarios congelados por decreto y las reivindicaciones liquidadas por decreto, como sucedió con los ferroviarios, portuarios, estatales, de la construcción, etc.) que la lucha económica bajo el gobierno peronista, gobierno apoyado en 7 millones de votos, gobierno de características reformistas. Por lo tanto no se pueden aplicar conclusiones actuales para el análisis del pasado.
La práctica ha demostrado que allí donde el Partido ha sabido enraizar firmemente en el corazón del proletariado industrial a través de la defensa insobornable de las reivindicaciones de los trabajadores, de la democracia sindical, de la democracia proletaria, y de los intereses mediatos de la clase obrera, las raíces del Partido llegan a ser indestructibles.
Cuando nosotros definimos en nuestro Tercer Congreso el camino de acumulación, no dijimos que ése será eternamente el camino de acumulación para la lucha revolucionaria en la Argentina. Es de prever, por ejemplo, que si llega a crearse una situación de guerra civil y llega a haber frentes de batalla, la acumulación de fuerzas pase a través del fortalecimiento de las zonas liberadas (de las zonas patrióticas) y del ejército patriótico, revolucionario que le correspondan. Simplemente decimos que el camino de acumulación antigolpista y revolucionario en la Argentina, hoy es el camino de acumulación que definió nuestro Tercer Congreso.
La última crisis militar y el traspaso del gobierno a Luder
El informe se refirió a la última crisis militar, a las modificaciones en los altos mandos del Ejército, el Congreso del Partido Justicialista y al anuncio del pedido de licencia de la Sra. de Perón.
Se remarcó en el Comité Central que, a diferencia de la crisis de julio, durante la crisis militar los golpistas se debieron sacar la careta y para el pueblo apareció claro su carácter gorila y golpista. La consigna “otro 55 no pasará” ha comenzado a ser levantada por sectores importantes del peronismo. Por eso también los sectores más histéricamente golpistas, como el P“C” y organizaciones que le hacen coro y llegaron a exigir la “renuncia de Isabel”, ahora deben encubrir sus intenciones con retórica antigolpista.
En síntesis se subrayó que por un lado los golpistas han avanzado por arriba pero en una situación muy diferente a como hubiesen podido hacerlo en junio, porque la situación ha variado desde el punto de vista popular. Las masas diferencian dos campos en la política argentina.
Por todo ello, y más aún con la licencia solicitada por Isabel, se agravará la inestabilidad de la situación política. Se han multiplicado los factores que van creando las condiciones para que el país sea llevado a una guerra civil. El pueblo debe estar preparado para enfrentar esa posibilidad.
Es posible derrotar a los golpistas. Para ello lo fundamental es dominar y aplicar audazmente la línea del Partido. Ello exige: confianza en la línea, confianza en las masas, y confianza en la posibilidad de vencer. La lucha por derrotar a los golpistas requiere derrotarlos en cada fábrica, barrio o provincia y afinar, en estos lugares, el blanco hacia el cual se dirige el fuego del combate obrero y popular, como hemos hecho con ese jerarca golpista, títere sin cabeza y sin principios de los golpistas rusos: Victorio Calabró. A partir de afinar el blanco en cada lugar es posible una justa política de alianzas.
La situación en el movimiento obrero
La lucha entre las fuerzas golpistas y antigolpistas ha dividido aguas, en primer lugar, fundamentalmente, en el movimiento obrero. Por un lado una serie de dirigentes se han ubicado en los puestos más activos en la trinchera golpista. Podemos señalar entre éstos al llamado “nucleamiento de los 8”, entre los que se encuentran: Rachini, Cabrera, Donaire, Izetta, Zambuela, etc. En esta trinchera también encontraremos a Calabró, que dirige gran parte de la UOM de la provincia de Buenos Aires, a los ex-participacionistas y activos defensores del golpe institucional prosoviético como Casildo Herreras, Arce, dirigentes de Sanidad, Micó, Rodríguez del SMATA, Wimmer de la dirección de Luz y Fuerza. Así también en esta trinchera se ubican los llamados “combativos” como Guillán, De Luca, o Gazzera, viejos agentes de los soviéticos en el movimiento obrero.
Por otro lado se han ido definiendo en posiciones antigolpistas una serie de dirigentes sindicales. Algunos de ellos han tenido una posición antigolpista durante toda la crisis de junio-julio, como sucedió con gran parte de los dirigentes del sector mayoritario de la Unión Ferroviaria, de los de ATE de la Capital, gran parte de los de la FOTIA tucumana; y otros han ido tomando últimamente posiciones de enfrentamientos a los golpistas, posiciones sobre cuya seriedad no podemos hacer vaticinios, pero en los que se encuetran actualmente la mayoría de la actual mesa directiva de las 62, encabezada por la UOM, Baez, Papagno, Municipales de Capital, dirigentes de la Federación de Empleados de Comercio, etc.
También en relación con esta ubicación pro o antigolpista en el panorama político sindical, se ha abierto la lucha por la dirección en todos los sindicatos más importantes del país: la UOM, el SMATA, la AOT, la Unión Ferroviaria, Bancarios, Telefónicos. Al mismo tiempo está planteada una lucha aguda por el dominio de las Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados de las principales empresas de concentración del proletariado industrial. En todo este período el Partido registra avances importantes en su relación con el movimiento obrero de los gremios de concentración y en muchas empresas importantes. Pero estos avances están muy lejos de poder satisfacer las necesidades del momento y las posibilidades que se han abierto para el crecimiento del Partido. Experiencias últimas como en algunas empresas de la alimentación, del vidrio, del automotor, de la sanidad, de la carne, metalúrgicos, textiles, del Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba, demuestran que con una línea justa y con una justa política de alianzas, que tenga como eje la lucha contra el golpe, y junto con esto la lucha por las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores y la democracia sindical, es posible para el Partido dar un gran paso adelante en las posiciones de dirección en el movimiento obrero, y es posible lograr un crecimiento muy importante de nuestras fuerzas. Decenas y decenas de miles de obreros industriales han protagonizado durante semanas un profundo debate político en el Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba y otros lugares del país. En muchas de esas empresas, muchos miles de obreros han conocido la posición del Partido y en muchas asambleas, en asambleas de miles de obreros, nuestras posiciones ganaron, enfrentando a las posiciones golpistas. Existen condiciones muy importantes, por lo tanto, para el crecimiento y fortalecimiento de nuestro trabajo en el movimiento obrero. Pero para eso es preciso que mantengamos como centro fundamental de la actividad partidaria el trabajo en el movimiento obrero y demos una ayuda decisiva a la formación político-ideológica de los cuadros que trabajan en las grandes empresas de concentración.
Se avecinan grandes luchas en el movimiento obrero, ya que la línea reformista burguesa del gobierno, a través del plan Cafiero, pretende salir de la crisis con la “ayuda” de los préstamos del imperialismo yanqui y del imperialismo ruso, y con concesiones a terratenientes. Es decir, con la “ayuda” de los responsables de la crisis. La carestía de la vida se ha devorado los aumentos de salarios obtenidos en las paritarias y la clase obrera, simultáneamente con su lucha contra la desocupación, debe luchar por mejores salarios. La lucha exitosa de los obreros de Rigolleau, que obtuvieron un 30% de aumento (y otras conquistas) retroactivo al 1º de agosto marca el camino a seguir. Esa lucha debe permitir también rescatar de las cárceles a los dirigentes rehenes de los golpistas, como Romero y los compañeros dirigentes del SMATA cordobés.
La alianza obrero-campesina
Los últimos acontecimientos han vuelto a demostrar que la alianza del proletariado con el campesinado pobre y medio es la base no sólo del frente popular de liberación, sino que también del frente antigolpista y del frente único antiyanqui.
Todos los reformistas dan la espalda al problema de la tierra. Hemos visto la plataforma de emergencia del Partido Peronista Auténtico, es decir, de los Montoneros, plataforma que no toca el problema de la tierra. Y hemos conocido hace poco el grado de vileza en que ha caído el reformismo, cuando UPARA, una organización que dirigen los reformistas del P“C”, ha planteado como “salida” para los campesinos pobres y medios, obligar a los terratenientes a arrendar 10 millones de hectáreas con un pago del 20% de renta por los campesinos.
El Partido ha empezado a tomar el trabajo en el campo. Ha dado los primeros pasos para este trabajo en el Noreste, en Cuyo, en la zona pampeana y en el Sur. Sin embargo todavía existe respecto de este trabajo, una gran subestimación en el Partido, una subestimación política que es demostrativa de las profundas ideas reformistas y revisionistas que subsisten inclusive en niveles de dirección del Partido.
El Partido debe desplegar un gran esfuerzo para organizar a los campesinos pobres. Porque una vieja experiencia adquirida en el P“C” y la pequeña experiencia que tenemos como partido en el campo nos demuestra que los campesinos pobres están desorganizados. Incluso en aquellos lugares en los que existen organizaciones que en determinadas épocas aparentaron representar a los campesinos pobres, como en el caso de los cañeros pobres de Tucumán, la existencia demuestra que no están organizados. Lo mismo ha sucedido en el Noreste, y mucho más aún en la zona pampeana.
Lo fundamental está entonces en que el Partido sepa levantar una plataforma que tenga en cuenta en primer lugar los intereses de los campesinos pobres.
La línea de las fuerzas reformistas en general, tiende a llevar a los campesinos pobres como furgón de cola de los campesinos ricos, e incluso de los terratenientes. Esto se ha comprobado en los últimos llamamientos y asambleas para realizar paros y movilizaciones agrícolas, tanto de las Ligas Agrarias como de las Confederaciones Rurales Argentinas y la Federación Agraria para el paro golpista que montándose en el justo descontento de las masas campesinas preparan en estos días. Y allí donde los campesinos pobres han planteado sus reivindicaciones, y han atacado a los terratenientes y a los monopolios intermediarios como Bunge y Born, que son los verdaderos enemigos del campesinado pobre, han enfrentado el ataque de estos sectores reformistas, como ha sucedido recientemente en algunas reuniones preparatorias de los paros agrarios realizados en las provincias del Chaco, Santa Fe y Córdoba.
En estos momentos estamos asistiendo a una de las más grandes crisis que recuerda la historia de la ganadería argentina. Se ha iniciado el ciclo de liquidación masiva de vientres. Cuando el Mercado Común Europeo decidió cesar la importación de carnes argentinas, sectores terratenientes y de burguesía rural creyeron que este cierre era temporario, y aprovecharon los bajos precios del ganado para acopiar ganado de los ganaderos pobres, y en alguna medida medios, que se vieron obligados a liquidar vientres. Pero ahora cuando se han esfumado las perspectivas de una apertura rápida del MCE para grandes importaciones de carne argentina, y se han esfumado también las ilusiones en las posibilidades de exportaciones de carne en cantidades importantes a la URSS, también los terratenientes y los ganaderos ricos comienzan una liquidación masiva de vacunos. Y en este momento, no solamente los ganaderos pobres, sino también los ganaderos medios, están amenazados por la quiebra. Esto afecta a la masa de criadores de vacunos y también a los criadores de porcinos que, actualmente, venden su producción al 70%, aproximadamente, del costo, y enfrentan una grave perspectiva.
Sin embargo hoy, en la medida en que se haga pagar la crisis a los terratenientes, que son los que tienen mayores posibilidades de poder realizar el cambio del ganado al cereal, porque tienen tierra suficiente y capitales suficientes para ello, existen posibilidades ciertas de aliviar esta crisis para los ganaderos pobres y medios, por cuanto el principal instrumento para una política ganadera que los favorezca; el control de los frigoríficos, está garantizado, pues los grandes frigoríficos están actualmente intervenidos y en manos del Estado. Por lo tanto es necesario que el Partido desarrolle una intensa labor para organizar y llevar a la lucha a los ganaderos pobres y medios en procura de que la Junta Nacional de Carnes, a través de los frigoríficos intervenidos, compre a precios compensatorios (subvencionados si es preciso) la producción de los ganaderos pobres y medios en momentos en que la oligarquía trata de descargar sobre ellos los resultados de la crisis ganadera.
La experiencia de muchos años de lucha del movimiento campesino ha enseñado que es fundamental que levantemos en forma diferenciada las reivindicaciones de los campesinos pobres y medios y procuremos su organización independiente. Esto no significa atacar de entrada las organizaciones agrarias, porque están dirigidas por los ricos, ya que a veces los campesinos pobres están obligados a asociarse a estas organizaciones para poder vender a las cooperativas, o por otras razones, pero implica sí levantar a fondo las reivindicaciones de los campesinos pobres y atacar a sus verdaderos enemigos, los terratenientes y los monopolios intermediarios como Bunge y Born, y a partir de ello buscar la organización independiente de los campesinos pobres y medios. Cuando nosotros levantamos la consigna de precio diferencial lo hacemos para dividir a la gran masa de campesinos de los terratenientes. No para dividir a los campesinos pobres de los medios, y a los pobres y medios de los ricos. Pero una vez hecho esto tenemos que organizar la lucha independiente de los campesinos pobres, levantando otras reivindicaciones propias de éstos. En primer lugar la lucha por la tierra.
Recientemente hemos tenido una experiencia importante en otra zona donde existe un cultivo en crisis, que es el cultivo del poroto. El Partido dirige actualmente varios sindicatos de obreros rurales. Algunos de éstos enclavados en zonas de mucha importancia. En una de estas zonas, a partir del sindicato de obreros rurales se convocó a una asamblea de poroteros pobres que estaban agobiados por la crisis, asamblea que se hizo en el local del sindicato de obreros rurales, donde se reunieron más de 100 productores de porotos, discutieron sus reivindicaciones y tuvieron el apoyo de los obreros rurales.
El trabajo en el campo nos está indicando la importancia que tiene la organización de obreros rurales. Nosotros dirigimos actualmente varios sindicatos importantes de obreros rurales y tenemos trabajo en varios más, pero es posible multiplicar varias veces nuestra fuerza entre los obreros rurales. Las posibilidades para esto son inmensas. Desde allí es posible hacer una política hacia los campesinos pobres, también hacia las mujeres y hacia la juventud de la zona, como hemos comprobado en algunos lugares donde junto a la organización del sindicato de obreros rurales, hemos comenzado a organizar el sindicato del servicio doméstico, comisiones femeninas, comisiones juveniles, etc.
Todo este trabajo agrario del Partido solamente será estable en la medida en que esté organizado en torno a los comités de pueblo. Son precisamente los Comités de pueblo los que garantizan, a través de la organización de los obreros, de los campesinos pobres y medios y del personal estable de la localidad, la estabilidad de la organización partidaria.
El Partido debe realizar un gran esfuerzo para multiplicar su trabajo en el campo y para eso debe destinar las fuerzas que sean necesarias. Estas fuerzas pueden ser, inicialmente, fuerzas de compañeros provenientes de la pequeña burguesía, agrónomos, médicos, maestros, etc. Pero el trabajo de estos compañeros tendrá importancia en la medida en que recluten, eleven y transformen en dirigentes a los obreros rurales y a los campesinos pobres de sus zonas de trabajo. Al mismo tiempo tenemos que organizar ya el plan de vacaciones de los compañeros estudiantes que son originarios de provincias del interior, para poder multiplicar nuestras organizaciones durante el verano.
La alianza obrero-campesina
Los últimos acontecimientos han vuelto a demostrar que la alianza del proletariado con el campesinado pobre y medio es la base no sólo del frente popular de liberación, sino que también del frente antigolpista y del frente único antiyanqui.
Todos los reformistas dan la espalda al problema de la tierra. Hemos visto la plataforma de emergencia del Partido Peronista Auténtico, es decir, de los Montoneros, plataforma que no toca el problema de la tierra. Y hemos conocido hace poco el grado de vileza en que ha caído el reformismo, cuando UPARA, una organización que dirigen los reformistas del P“C”, ha planteado como “salida” para los campesinos pobres y medios, obligar a los terratenientes a arrendar 10 millones de hectáreas con un pago del 20% de renta por los campesinos.
El Partido ha empezado a tomar el trabajo en el campo. Ha dado los primeros pasos para este trabajo en el Noreste, en Cuyo, en la zona pampeana y en el Sur. Sin embargo todavía existe respecto de este trabajo, una gran subestimación en el Partido, una subestimación política que es demostrativa de las profundas ideas reformistas y revisionistas que subsisten inclusive en niveles de dirección del Partido.
El Partido debe desplegar un gran esfuerzo para organizar a los campesinos pobres. Porque una vieja experiencia adquirida en el P“C” y la pequeña experiencia que tenemos como partido en el campo nos demuestra que los campesinos pobres están desorganizados. Incluso en aquellos lugares en los que existen organizaciones que en determinadas épocas aparentaron representar a los campesinos pobres, como en el caso de los cañeros pobres de Tucumán, la existencia demuestra que no están organizados. Lo mismo ha sucedido en el Noreste, y mucho más aún en la zona pampeana.
Lo fundamental está entonces en que el Partido sepa levantar una plataforma que tenga en cuenta en primer lugar los intereses de los campesinos pobres.
La línea de las fuerzas reformistas en general, tiende a llevar a los campesinos pobres como furgón de cola de los campesinos ricos, e incluso de los terratenientes. Esto se ha comprobado en los últimos llamamientos y asambleas para realizar paros y movilizaciones agrícolas, tanto de las Ligas Agrarias como de las Confederaciones Rurales Argentinas y la Federación Agraria para el paro golpista que montándose en el justo descontento de las masas campesinas preparan en estos días. Y allí donde los campesinos pobres han planteado sus reivindicaciones, y han atacado a los terratenientes y a los monopolios intermediarios como Bunge y Born, que son los verdaderos enemigos del campesinado pobre, han enfrentado el ataque de estos sectores reformistas, como ha sucedido recientemente en algunas reuniones preparatorias de los paros agrarios realizados en las provincias del Chaco, Santa Fe y Córdoba.
En estos momentos estamos asistiendo a una de las más grandes crisis que recuerda la historia de la ganadería argentina. Se ha iniciado el ciclo de liquidación masiva de vientres. Cuando el Mercado Común Europeo decidió cesar la importación de carnes argentinas, sectores terratenientes y de burguesía rural creyeron que este cierre era temporario, y aprovecharon los bajos precios del ganado para acopiar ganado de los ganaderos pobres, y en alguna medida medios, que se vieron obligados a liquidar vientres. Pero ahora cuando se han esfumado las perspectivas de una apertura rápida del MCE para grandes importaciones de carne argentina, y se han esfumado también las ilusiones en las posibilidades de exportaciones de carne en cantidades importantes a la URSS, también los terratenientes y los ganaderos ricos comienzan una liquidación masiva de vacunos. Y en este momento, no solamente los ganaderos pobres, sino también los ganaderos medios, están amenazados por la quiebra. Esto afecta a la masa de criadores de vacunos y también a los criadores de porcinos que, actualmente, venden su producción al 70%, aproximadamente, del costo, y enfrentan una grave perspectiva.
Sin embargo hoy, en la medida en que se haga pagar la crisis a los terratenientes, que son los que tienen mayores posibilidades de poder realizar el cambio del ganado al cereal, porque tienen tierra suficiente y capitales suficientes para ello, existen posibilidades ciertas de aliviar esta crisis para los ganaderos pobres y medios, por cuanto el principal instrumento para una política ganadera que los favorezca; el control de los frigoríficos, está garantizado, pues los grandes frigoríficos están actualmente intervenidos y en manos del Estado. Por lo tanto es necesario que el Partido desarrolle una intensa labor para organizar y llevar a la lucha a los ganaderos pobres y medios en procura de que la Junta Nacional de Carnes, a través de los frigoríficos intervenidos, compre a precios compensatorios (subvencionados si es preciso) la producción de los ganaderos pobres y medios en momentos en que la oligarquía trata de descargar sobre ellos los resultados de la crisis ganadera.
La experiencia de muchos años de lucha del movimiento campesino ha enseñado que es fundamental que levantemos en forma diferenciada las reivindicaciones de los campesinos pobres y medios y procuremos su organización independiente. Esto no significa atacar de entrada las organizaciones agrarias, porque están dirigidas por los ricos, ya que a veces los campesinos pobres están obligados a asociarse a estas organizaciones para poder vender a las cooperativas, o por otras razones, pero implica sí levantar a fondo las reivindicaciones de los campesinos pobres y atacar a sus verdaderos enemigos, los terratenientes y los monopolios intermediarios como Bunge y Born, y a partir de ello buscar la organización independiente de los campesinos pobres y medios. Cuando nosotros levantamos la consigna de precio diferencial lo hacemos para dividir a la gran masa de campesinos de los terratenientes. No para dividir a los campesinos pobres de los medios, y a los pobres y medios de los ricos. Pero una vez hecho esto tenemos que organizar la lucha independiente de los campesinos pobres, levantando otras reivindicaciones propias de éstos. En primer lugar la lucha por la tierra.
Recientemente hemos tenido una experiencia importante en otra zona donde existe un cultivo en crisis, que es el cultivo del poroto. El Partido dirige actualmente varios sindicatos de obreros rurales. Algunos de éstos enclavados en zonas de mucha importancia. En una de estas zonas, a partir del sindicato de obreros rurales se convocó a una asamblea de poroteros pobres que estaban agobiados por la crisis, asamblea que se hizo en el local del sindicato de obreros rurales, donde se reunieron más de 100 productores de porotos, discutieron sus reivindicaciones y tuvieron el apoyo de los obreros rurales.
El trabajo en el campo nos está indicando la importancia que tiene la organización de obreros rurales. Nosotros dirigimos actualmente varios sindicatos importantes de obreros rurales y tenemos trabajo en varios más, pero es posible multiplicar varias veces nuestra fuerza entre los obreros rurales. Las posibilidades para esto son inmensas. Desde allí es posible hacer una política hacia los campesinos pobres, también hacia las mujeres y hacia la juventud de la zona, como hemos comprobado en algunos lugares donde junto a la organización del sindicato de obreros rurales, hemos comenzado a organizar el sindicato del servicio doméstico, comisiones femeninas, comisiones juveniles, etc.
Todo este trabajo agrario del Partido solamente será estable en la medida en que esté organizado en torno a los comités de pueblo. Son precisamente los Comités de pueblo los que garantizan, a través de la organización de los obreros, de los campesinos pobres y medios y del personal estable de la localidad, la estabilidad de la organización partidaria.
El Partido debe realizar un gran esfuerzo para multiplicar su trabajo en el campo y para eso debe destinar las fuerzas que sean necesarias. Estas fuerzas pueden ser, inicialmente, fuerzas de compañeros provenientes de la pequeña burguesía, agrónomos, médicos, maestros, etc. Pero el trabajo de estos compañeros tendrá importancia en la medida en que recluten, eleven y transformen en dirigentes a los obreros rurales y a los campesinos pobres de sus zonas de trabajo. Al mismo tiempo tenemos que organizar ya el plan de vacaciones de los compañeros estudiantes que son originarios de provincias del interior, para poder multiplicar nuestras organizaciones durante el verano.
El trabajo entre las mujeres
En el último período hemos comenzado a organizar el trabajo entre las mujeres. La primera tarea a realizar en este frente, que tiene tanta importacia política, es lograr que las organizaciones del Partido comprendan que éste es un trabajo que debe ser tomado por las organizaciones del Partido y no por un puñado de compañeras a las que se delega la responsabilidad de organizar el trabajo femenino. A partir de esto el Partido debe tener la preocupación de organizar allí donde sea necesario (empresas, pueblo, barrio, villa de emergencia), las células femeninas que nos permitan realizar el trabajo entre las mujeres trabajadoras: obreras, campesinas, empleadas, amas de casa, etc.
Actualmente se han organizado comisiones femeninas en La Plata, Rosario, Córdoba, Matanza, y hay inicio de trabajo en Avellaneda, Boca, Morón, Misiones y otras zonas.
La experiencia realizada, aunque pequeña, nos enseña que es preciso organizar la lucha por la enorme cantidad de problemas que hacen de la mujer una persona doblemente explotada en la sociedad actual. Pero lo importante es que estas reivindicaciones se inscriban en una línea política justa. La lucha por las reivindicaciones que agobian a la mujer trabajadora, es correcta, pero el problema esencial a resolver es ¿en qué línea política y en qué línea de acumulación se inscribe la lucha por esas reivindicaciones?
Toda la experiencia nacional e internacional de organización del movimiento femenino enseña que éste ha podido avanzar allí donde se inscribe en las tareas revolucionarias centrales del momento. Desde este punto de vista hoy la tarea central en el movimiento femenino es la lucha contra el golpe de Estado, y la unidad con las mujeres peronistas es uno de los objetivos y una de las posibilidades concretas que pueden permitir organizar a miles y miles de mujeres para la lucha política en la Argentina.
Para esto será necesario que el Partido destine las fuerzas necesarias, destinando a compañeras que hoy están afectadas a tareas generales del Partido, a las tareas de organización del movimiento femenino.
Además es necesario que el trabajo femenino se vincule con el trabajo sindical. Durante la lucha por los convenios en muchos gremios se logró incluir reivindicaciones específicas de la mujer trabajadora y en muchos convenios se lograron conquistas importantes. Esta debe ser una preocupación permanente del trabajo sindical del Partido.
El trabajo entre las masas juveniles
La Juventud Comunista Revolucionaria ha dado pasos importantes en su organización en el último período, y en su avance entre la juventud obrera, campesina y estudiantil.
En relación con este trabajo últimamente los compañeros del Comité Ejecutivo de la Juventud han discutido un problema que es muy importante si se tiene en cuenta que la lucha de líneas en el Partido, como uno de sus ejes, [es] el problema de la composición social de la Juventud y del centro de trabajo de la Juventud. Esto ha sido muchas veces entendido de una forma esquemática y la juventud ha realizado su trabajo en empresas de concentración en donde no están concentradas las masas juveniles. Todavía la mayoría de las organizaciones del Partido no tienen una política de ayuda al movimiento juvenil; no se preocupan porque las organizaciones juveniles tengan como centro la dirección de las grandes masas juveniles del lugar, sino que, fundamentalmente se preocupan por utilizarla sólo como instrumento de agitación para las tareas generales del Partido, lo que castra toda posibilidad de desarrollo de masas.
El Partido y la JCR deben determinar en cada zona cuál es el centro proletario del movimiento juvenil del lugar, que no necesariamente es el mismo centro proletario en el que concentra su trabajo el Partido. Por ejemplo, en el caso de Córdoba, el centro de concentración de la juventud no es Santa Isabel, sino que es IME. Al mismo tiempo hay importantes escuelas de aprendices en otras fábricas y talleres ferroviarios de Córdoba. Hay importantes centros de aprendizaje de la juventud campesina; y escuelas donde estudian miles de técnicos que luego se incorporan a la producción en la ciudad cordobesa.
Ultimamente también hemos tenido una magnífica experiencia de trabajo de masas de la juventud en el caso de la organización juvenil de una localidad de la provincia de Santa Fe. Esa experiencia debe ser estudiada por el conjunto de la Juventud; porque demuestra las condiciones que existen para que la JCR se transforme en una importante organización de masas y dirigida a importantes masas juveniles en la medida en que sepa aplicar una justa línea de masas. Por otro lado existen excepcionales condiciones para el desarrollo del movimiento juvenil, si tenemos en cuenta el crecimiento de las posiciones antigolpistas, antiimperialistas, antiyanquis y antirrusas, en la Juventud Peronista y en la Juventud Radical.
El partido
El Partido ha abandonado las riberas de la llamada “ultraizquierda”.
El Partido ha abandonado, felizmente, el grupo de los cuzcos garroneros del socialimperialismo, utilizados por éste para hostigar a los sectores que se resisten a sus propósitos de dominación.
Se han creado las condiciones para transformar al PCR en el gran partido nacional, capaz de permitir al proletariado ser la vanguardia del conjunto de clases y capas interesadas en la revolución democrática, agraria, antiimperialista y antimonopolista en marcha al socialismo. Lógicamente esto ha despertado el odio más feroz de los enemigos de la clase obrera y el pueblo.
Los golpistas prorrusos quisieron primero impedir la aplicación de nuestra justa línea antigolpista y para ello asesinaron a Winer y a Rusconi. Posteriormente, creyendo que aún podrían doblegarnos, asesinaron a los heroicos camaradas Ana María Cameira, David Lesser, Carlos Polari, Herminia Ruiz, Guillermo Gerini y Patricia Tossi.
Cuando aún así fracasaron, pretendieron aislarnos para luego rompernos y aniquilarnos. Pretendieron aislarnos junto con su línea de cercar a los que ellos llamaban “la familia” es decir: el sector más cercano al general Perón y más cercano a Isabel Martínez de Perón. Dentro de su objetivo general de aislar a este sector, para pasar luego a voltearlo mediante el golpe de Estado, incluyeron la política de golpear a nuestro Partido, y desataron para esto una feroz y sucia campaña de calumnias y de acusaciones, acusándonos de ser mantenidos, financiados, por el “lopezrreguismo”. Contaron para esa faena con los servicios de una organización llamada “marxista-leninista”, aparte de la troupe conocida. Por eso hoy aparece más que nunca como justa la histórica decisión del Comité Central de los días 19 y 20 de junio* cuando, en plena crisis política, ratificó y decidió mantener hasta sus últimas consecuencias la línea antigolpista del Partido. Y aparece como enteramente justa la lucha del Partido para participar y movilizar a las masas al acto del 26 de julio, que significó el inicio de una contraofensiva de las fuerzas antigolpistas en uno de los momentos más duros y difíciles de la lucha que veníamos desarrollando en los últimos meses. En síntesis: durante este período hemos enfrentado los ataques de los enemigos de clase con dos objetivos: uno, el principal, paralizarnos en la aplicación de la línea antigolpista; y otro, unido a éste, llevar nuestra posición a una caricatura absurda y tratar de aislarnos, transformando nuestra posición patriótica en la posición de una secta separada de los grandes sentimientos de las masas populares.
Pretendían, en definitiva, dividir al Partido y rompernos sobre la base de levantar “la defensa de la línea del Tercer Congreso”.
Pero en general el Partido ha estado a la altura de su responsabilidad histórica. Para ello ha debido afrontar una dura lucha de líneas. A ello nos referimos extensamente en el Comité Central del mes de mayo, cuyas consideraciones generales siguen siendo válidas y deben ser motivo de estudio por el Partido.
La campaña financiera que acaba de concluir, realizada en medio de esa profunda crisis política y de esa dura lucha de líneas en el Partido, ha puesto de manifiesto esas tendencias. Allí donde el Partido ha aplicado con audacia su línea ha conseguido éxitos importantes, como en esa empresa cordobesa en la que sobre 600 obreros se ha logrado el aporte de 120 obreros a la colecta del Partido. O ese frigorífico del Gran Buenos Aires donde se han conseguido 228 aportes para la campaña financiera; y las experiencias del sector universitario de Capital o de la localidad santafesina a la que antes mencionábamos en el trabajo juvenil.
* Se publicó a modo de solicitada en el diario La Nación del 16-07-75.
La lucha de líneas
Necesariamente la campaña financiera debía expresar la lucha de líneas en el Partido al realizarse en medio de una de las más agudas crisis políticas de los últimos tiempos, y en un momento en el que, aparentemente, el Partido y los sectores antigolpistas del peronismo parecían aislados por los golpistas.
La lucha de líneas es expresión de la lucha de clases dentro del Partido y la pequeña burguesía, donde podía, daba batalla abierta por su línea. Pero era incapaz de dar una batalla con posibilidades de éxito, por lo que, en general, se expresaba internamente en la aceptación pasiva de la línea y en su no aplicación práctica. Por lo tanto la campaña financiera expresó esa lucha como una batalla entre los que abordaban el trabajo financiero entre las masas y los que se aislaban sectariamente de las masas. No es casual que en esta campaña financiera el rasgo más importante fue la elevada cantidad de aportes obreros en relación con campañas anteriores, y la disminución de aportes en los sectores de las capas medias, no porque se haya encontrado resistencia en ellas a aportar al Partido (como demuestra la experiencia exitosa de los universitarios de Capital) sino por resistencia a la línea en las organizaciones de Partido que trabajan entre esas capas. Desde fines de julio esa situación, progresivamente, ha comenzado a cambiar también en esas organizaciones lo que se demostró ya en las últimas semanas de Campaña Financiera.
El Partido afronta ahora la necesidad de crecer y fortalecer sus filas y al mismo tiempo la necesidad de depurarse de los elementos oportunistas de todo pelaje, teniendo presente que el Partido se fortalece al depurarse, al calor de la lucha política, de los elementos oportunistas que periódicamente llegan a sus filas o crecen en su seno.
En ese eje debemos ubicar las tareas del Mes de la Prensa y de reclutamiento que deben tener como norte la multiplicación y el fortalecimiento de los organismos celulares y de los contactos de los organismos celulares del Partido.
Es necesario tener, al mismo tiempo, la suficiente paciencia y flexibilidad con aquellos compañeros que, en estos momentos de tantas dificultades políticas, han tenido inconvenientes para comprender la línea del Partido. Los hechos ocurridos en el último período han ido demostrando cómo muchos compañeros que inicialmente tenían problemas para entender nuestra línea política, luego se fueron convenciendo por la vida, de que esa línea política era justa.
La lucha de líneas tiene como objetivo favorecer la crítica y la autocrítica, y lograr, en un nivel superior, la unidad del Partido. La fuerza motriz del Partido es la contradicción. Por eso es fundamental garantizar la plena democracia de las organizaciones partidarias y combatir la intriga que es el método de trabajo del enemigo de clase. A partir de garantizar plenamente la democracia partidaria, debemos luego exigir la más férrea disciplina en la aplicación de las resoluciones que han adoptado los organismos partidarios. Junto con esto será necesario librar un duro combate contra el estilo liberal pequeñoburgués, profundamente influenciado por la ideología pequeñoburguesa, que obstaculiza la aplicación de la línea del Partido y que dificulta el tener una justa política organizativa. Un estilo pequeñoburgués que se manifiesta en una serie de rasgos que, en estos momentos de aguda lucha política, es muy perjudicial. La lucha por un correcto estilo de trabajo es una lucha política pero también ideológica y organizativa.
La lucha contra el oportunismo fortalece al Partido, y éste se fortalece depurándose. La lucha de líneas no es un fin en sí mismo. Su fin es destruir una línea errónea y elevar el nivel político e ideológico del Partido y su combatividad.
El Partido debe resolver problemas organizativos muy importantes para poder cumplir su misión histórica. Hemos dado grandes pasos adelante después del Tercer Congreso pero aún son insuficientes y esporádicos.
Cuando nos dimos la estructura zonal, al crear el Partido, lo hicimos a partir de un largo estudio de la estructura orgánica que facilitó la degeneración oportunista del PC. Luego la pequeña burguesía quiso hacer de nuestra estructura organizativa una caricatura para utilizarla al servicio de su línea trozkizante y foquista. Pero la caricatura organizativa no debe llevarnos a tirar el chico con el agua sucia de la bañera. Por eso la creación de subzonas es un importante paso adelante del Partido, pero siempre que se tenga presente que no tenemos aún los cuadros capaces de garantizar la dirección de subzonas que en algunos casos engloban a decenas de miles de obreros, y que esas subzonas deben facilitar y no entorpecer el contacto directo de las direcciones zonales con las empresas de concentración.
El problema más serio a resolver en el trabajo organizativo del Partido es su carácter celular, basado en las células de las grandes empresas de concentración. Se ha desarrollado todo un estilo de trabajo que trabaja con hombres y no con organismos; y la mayoría de las células del Partido no discute a fondo la política partidaria. Cuando se reúne discute las tareas (y generalmente las tareas económicas y reivindicativas de masa) sin la fundamentación política de las mismas, y sin discutir las tareas políticas del Partido.
La última campaña de reclutamiento demostró, posteriormente, que donde reclutaron las células se asimiló con relativa facilidad a los nuevos afiliados, lo que no sucedió donde se reclutó a través de brigadas. Esto no significa que no esté bien reclutar audazmente en donde no tenemos organizaciones partidarias. Pero sí significa que la afiliación genera cambios de calidad en el Partido. Un partido de 50 afiliados que afilia 200 no es simplemente un partido de 250 afiliados. Es, en cierta medida, otro partido diferente al anterior, con problemas nuevos y concretos, que exigen resolución concreta, y como tal, única, irreproducible en general.
El Partido carece actualmente de una política seria de cuadros. Una política de cuadros no a seis meses sino a seis años, por así decir. Y una tal política de cuadros exige resolver cuestiones políticas pero también cuestiones ideológicas y organizativas.
Existen todas las condiciones para que el Partido multiplique su influencia y su organización y pase a convertirse en el gran partido marxista-leninista que exige nuestra clase obrera. Las tareas del Mes de la Prensa y el cumplimiento de los objetivos de reclutamiento a fin de año son importantes instrumentos para ese fin.