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24 de enero de 2011


Informe político Comité Central – 26 y 27 de enero de 1980 –

Documentos aprobados / Tomo 4-2

Situación política nacional

Situación política nacional

I. El CC en su reunión del 12-13-14 de octubre señaló que los últimos meses de 1979 serían “muy importantes para definir el rumbo futuro” del país. En esa reunión el CC señaló, también, que el éxito videlista al aplastar el levantamiento de Menéndez, y la conformación de una direc­ción de la CUTA providelista, “facilitaba enormemente los planes estra­tégicos del sector prosoviético de la dictadura”. El curso de los acontecimientos, en los últimos meses, confirmó esas afirmaciones de nues­tro CC.

II. El resultado de los ascensos, retiros y nuevos destinos en el Ejército, producidos a fin de año, confirmaron el afianzamiento de una hegemonía neta del sector prosoviético de Videla-Viola, hegemonía fuer­temente garantizada no solo por el control por esa trenza de la cúpula del Ejército, sino también por el control de mandos de Brigadas, Regimientos e Institutos claves. Dijo La Nueva Provincia de Bahía Blanca que se ha integrado: una cúpula de generales de división como no se recuerda otra igual, si se la analiza desde el punto de vista de su homogeneidad” (Nueva­ Provincia, 28-10-79).

III. Para valorar más claramente ese resultado conviene recordar que el 24-3-76 la trenza prosoviética de Videla-Viola controlaba fundamen­talmente los “timbres” (Estado Mayor y organismos de dirección nacional del Ejército), pero no las principales unidades de combate. Estas eran dirigidas por Suárez Masson, Riveros, Menéndez, Azpitarte, Laidlaw, Díaz Bessone, que, con matices y sin llegar a integrar un grupo homogéneo, no integraban, o se oponían a la trenza videlista. Además, unidades de combate muy importantes eran controladas por mandos opuestos al vide­lismo. Aprovechando la heterogeneidad y la división de sus opositores en el Ejército y aplicando la “táctica del salame” (comerse el salame por fetas), como denunciamos en 1976, el sector sovietófilo del Ejérci­to fue desplazando a sus rivales. Fue subestimado por sus rivales y opo­sitores en las Fuerzas Armadas y en las fuerzas políticas, lo que facilitó su avance. Fue subestimado porque se ha subestimado el grado de profundidad de la infiltración del socialimperialismo soviético en el país y en América Latina. Las fuerzas populares –muy frenadas por la existencia de una fuerte corriente prosoviética en su seno– si bien lucharon heroicamente pese a la represión fascista y fueron desgastando a la dictadura no fueron capaces de generar una oposición política frontal, que encontrase simpatías en los sectores patrióticos y democráticos de las Fuerzas Armadas y, aún marchando separadamente, golpeasen juntos y frenasen al violo-videlismo. Los opositores al videlismo en las Fuerzas Armadas, representantes o simpatizantes de otras fuerzas proimperialistas (proyanquis, proeuropeas) y proterratenientes, han estado fractura­dos por fuertes contradicciones interimperialistas y, en vez de unirse para golpear al videlismo, se fueron aliando, por turnos, con él, cre­yendo que así podrían salvarse. El resultado es que el sector prosovié­tico del Ejército ha copado la cúpula del mismo. Tiene una correlación de fuerzas en esa arma mucho más favorable que la que han tenido nunca desde que Lanusse –hombre de esa trenza– llegó al Comando en Jefe del Ejército a inicios de la década del 70.

IV. Se revela que la principal preocupación del violo-videlismo, en estos años, estuvo orientada a controlar los mandos del Ejército. Si han procurado –denodadamente– el control de los fusiles, no es para tener­los de adorno. Al controlar el Ejército controlan el principal instru­mento del poder. Además, a través de la camarilla dirigente del P“C”, de la camarilla prosoviética del frigerismo, y de sus amigos en el peronismo, radicalismo y otras corrientes políticas, controlan la mayoría del movimiento sindical, lo que se expresa en la dirección de la CUTA. Han tenido maniatada a la Federación Universitaria Argentina y a la Fe­deración Agraria Argentina, y dirigen una impresionante red de coopera­tivas urbanas y agrarias, cooperadoras escolares, clubes, organizacio­nes populares, asociaciones profesionales, etc.
Han creado con todo ello las condiciones mínimas para articular con esa fuerza militar una fuerza civil que, teniendo como viga maes­tra la fuerza militar afín a ellos, estabilice su hegemonía sobre el conjunto de las clases dominantes y les asegure la subordinación nacio­nal al socialimperialismo soviético.

V. Simultáneamente el proceso de ascensos, retiros y nuevos destinos en la Marina dio como resultado la pérdida de posiciones del sector a­fín al almirante Massera (aunque a nivel de vicealmirantes se encuen­tren oficiales sindicados por su apoyo al ex-Comandante en Jefe del ar­ma). Se ha afirmado el almirante Lambruschini en la conducción del ar­ma y, con él, una corriente que proclama posiciones “profesionalitas”. En cuanto a la Aeronáutica ha quedado equilibrada la correlación de fuerzas entre las dos grandes corrientes que existen en su dirección. Los sectores prosoviéticos fracasaron en su objetivo de eliminar a sus opositores en la cúpula del arma.
VI. Todas las fuerzas en pugna, en el seno de la dictadura y de las clases dominantes, actuaron conscientes de la importancia de las cuestiones que se decidían en esos meses. Cambios que condicionarán de tal ma­nera el curso futuro, afirmó el diario antividelista La Nueva Provincia: “que nadie osaría negarles carácter definitivo y definitorio”, refiriéndose al futuro de la dictadura videlista. “Peleas de semifondo”, llamó Clarín a la polémica de Alemann-Reston-CUTA, indicando, en octubre, que todos se preparaban para “la pelea de fondo” por el poder. Es­to era cierto ya que, a más de la conformación de la nueva cúpula de las FF.AA. (y con esto la definición de la orientación futura de la política dictatorial) se debían aprobar la Ley de Asociaciones Profesionales y las Bases Políticas.
En esas circunstancias, reaparecieron las operaciones terroristas de los “Montoneros”, golpeando, con una seguidilla de atentados, a figuras del equipo económico del sector ligado a capitales yanquis y principalmente europeos. Si a todo esto le agregamos el enfrentamiento militar producido con motivo de la rebelión del Gral. Menéndez –rebelión provocada por la seguridad de la designación de Galtieri como Comandan­te en Jefe, como señalamos en el Informe de Octubre– se ve que el for­cejeo de fines de 1979 provocó las más agudas fricciones en el seno de la dictadura desde su triunfo en 1976. De ellas han quedado heridas que tardarán en cicatrizar porque son la expresión de contradicciones que subsisten en la sociedad argentina.

VII. La hegemonía del sector de burguesía intermediaria y de los terratenientes prosoviéticos en el seno de la dictadura, y en el bloque de las clases dominantes argentinas, expresa, como analizó el CC en su reunión de octubre, la hegemonía de ese sector en la economía argentina. El CC de Octubre analizó a fondo esta cuestión. Sólo se puede agregar que los hechos posteriores confirman la tendencia señalada por aquel a­nálisis.
Cuando se formuló el plan de Martínez de Hoz, al grito de ¡Al la­drón! todas las fuerzas prosoviéticas gritaban que el resultado del mismo sería que las “multinacionales” (como ellos designan a los grandes truts y monopolios imperialistas) se adueñarían de la industria nacio­nal y de la Argentina. Pero resultó que la burguesía nacional –privada de crédito estatal y del de la banca extranjera– debió acudir a la fi­nanciación en gran escala para poder mantener sus empresas, y sólo la encontró, a altos intereses, en financieras y bancos que aparecieron y crecieron, como hongos después de la lluvia, en estos años; institucio­nes todas ellas, que recogieron el dinero de centenares de miles de ahorristas e hicieron con él grandes negocios. La mayoría de estas financieras y bancos (Trozzo-Cappozolo-Greco-Saiegh-Continental-Credicoop y otros) están controlados por el grupo económico prosoviético que creció en estos años con Gelbard, Graiver, Lanusse. Actualmente, centenares de empresas de la burguesía nacional han sido devoradas por esos bancos y financieras, que también han invertido en la compra de millones (millo­nes) de hectáreas de campo, y en el negocio inmobiliario en la Argenti­na y países vecinos. Simultáneamente el grupo fue beneficiado con enor­mes concesiones y privilegios (que nada tienen que ver con la “libre empresa” que predica Martínez de Hoz) que le han entregado el control –junto a algunos monopolios aliados a ellos– de las principales palan­cas económicas del país: Papel Prensa, ALUAR, aceros especiales, conce­siones petroleras; polo petroquímico de Bahía Blanca, frigoríficos na­cionalizados que habían pertenecido a la compañía Swift, Cantábrica, zonas forestales especiales, plantas transformadoras de la soja, silos y concesiones en el negocio cerealero, concesiones pesqueras, etc, etc.
 
VIII. Otro acontecimiento del último período fue la aprobación por la Junta Militar de la Ley de Asociaciones Gremiales. Esta mantiene las características principales que tenía el proyecto que analizó, en su N° 24 Teoría y Política.
La nueva Ley de Asociaciones Gremiales disuelve la CGT. Permite la existencia de varios sindicatos paralelos. Apunta a que existan sindicatos más fuertes que las federaciones nacionales. Satisfaciendo un viejo reclamo de las clases dominantes y las fuerzas reaccionarias, se elimi­nan los delegados por sección y los cuerpos de delegados, que son reem­plazados por “representantes” de la empresa, electos en relación al nú­mero de obreros. Para ser dirigente sindical (incluidos los mencionados representantes), es necesario “no tener antecedentes policiales ni pe­nales”, por lo que un simple prontuario policial inhibe a un candidato, y, además, se requieren cuatro años de antigüedad para ser candidato.
La clave de la nueva Ley es el poder que da al Ministerio de Tra­bajo como autoridad de aplicación. El poder es tan grande que, a partir de él, quien controle el Ministerio de Trabajo controlará la palan­ca principal para estructurar un movimiento sindical afín a sus intere­ses. Es el instrumento para que el socialfascismo prosoviético monte un sindicalismo totalmente controlado por su quintacolumna.
Ratificada la zona de actuación de un sindicato éste tendrá 90 días para adecuar sus estatutos a la nueva Ley. Plazo que el Ministerio de Trabajo puede extender por 60 días más. Como no se fijan plazos para que el Ministerio de Trabajo los apruebe, la situación del sindicato dependerá del Ministerio de Trabajo. En cuanto a los sindicatos interve­nidos, el Ministerio de Trabajo impondrá un Estatuto tipo.
Las Federaciones se normalizarán luego de normalizados los sindicatos, y cuando lo disponga el Ministerio de Trabajo. Este tiene derecho de intervención en los sindicatos y federaciones, y estas intervenciones no pueden ser apeladas a la justicia. El Ministerio de Trabajo decide si los antecedentes penales y policiales inhiben o no a éste o aquél candidato y, además, puede suspender a los sindicatos el ejercicio de sus derechos.

IX. También en este período fueron aprobadas por la Junta Militar las “Bases políticas de reorganización nacional”. Se las ha denominado así (luego de meses de discusión sobre cómo llamarlas) porque definen lo inmutable, lo que la Junta Militar considera no susceptible de negociación en las “reglas de juego”. Quienes no las compartan “no podrán ju­gar”. Representan el acuerdo, trabajosamente logrado por los jefes de las tres armas, en la Junta, luego de meses de discusión.
Al igual que sucede con la ley sindical y las atribuciones del Ministerio de Trabajo, en este caso la Junta Militar, o el Poder Ejecuti­vo, tienen atribuciones ilimitadas para estipular condiciones del Esta­tuto de los partidos políticos y sus leyes complementarias, que se transforman, así, en un gran instrumento de presión y chantaje sobre los partidos políticos.
Según las Bases se autorizará la acción política a partir del se­gundo semestre de 1980. “A partir”, no desde… por lo que queda pen­diente la amenaza de la posible postergación de esa autorización. Suponiendo que se publicase el Estatuto de los partidos políticos antes de un año, los partidos no estarán reorganizados hasta fines de 1981 dado el proceso de intervenciones, depuración de padrones, comicios inter­nos, adecuación de cartas orgánicas, etc. Seguirán por lo tanto “conge­lados” cuando la Junta haga tragar al país el ricino de la elección del sucesor de Videla: el “quinto hombre”. Además las Bases dejan abierta la posibilidad de una Constituyente, de poderes limitados, pero sufi­cientes para elegir, al fin del mandato del sucesor de Videla, por “a­cuerdo” cívico-militar, al sucesor del sucesor de Videla. Así se nos ha comunicado que la más aborrecible dictadura que soportó el país, se­gún la voluntad de estos “padres de la Patria”, durará, como mínimo, diez años, con opción a cuatro, o seis más.
Las Bases indican el acuerdo de la cúpula militar en: defender el balance general de la dictadura (“proceso”); institucionalizar la pre­sencia militar en los próximos gobiernos como órgano de cogobierno o como poder supremo del Estado; el gradualismo (no se entregará el gobier­no nacional, provincial o municipal en un solo acto sino gradualmente); dejar, de una u otra manera, descendencia de esta dictadura. “Cría” como acostumbra a decir Videla para indicar que el monstruo dejará herederos.

Las Bases consagran como elementos “no negociables”:
a)    La “intervención institucionalizada en el gobierno” de las Fuerzas Armadas (así llaman al cogobierno legal de las Fuerzas Armadas al lado de los gobiernos que surjan del “proceso”).
b)    Las Fuerzas Armadas tendrán la facultad de decretar inhabilitaciones políticas de tipo selectivo. Alegremente, el periódico Informe del P“C”, del 12-12-79, señalaba que si de algún modo se contemplan pros­cripciones “es con relación a individualidades, no a partidos”; aunque Videla, en su reportaje del 13-12-79, aclaró que se proscribirá –entre otros– al peronismo. “El justicialismo tal como es no tiene cabida en el régimen democrático”, dijo allí Videla. Las Fuerzas Armadas se reservan el derecho a veto para los cargos electivos y no electivos del gobierno.
c)    Quedan excluidas “las ideologías totalitarias” (dado que la de ellos es “democrática”) y se considera, entre otros: “inaceptable el propósi­to de fomentar la lucha de clases, la propiedad colectiva de los medios de producción, la exaltación desmedida de la personalidad de los dirigentes…”
d)    Promueve la “reorganización partidaria” de la cual deberán surgir “grandes partidos” y se reserva el tipo de instrumento legal capaz de conseguir estos objetivos (¿interventores militares en los partidos? ¿Declaración del llamado “estado de asamblea” de los partidos?).

X. Los sectores prorrusos trenzados con Videla-Viola han copado la cúpula del Ejército. Pero siguen atados al mecanismo de la Junta Mili­tar. Este mecanismo los obliga a discutir –a veces durante meses– los menores detalles de gobierno, y los fuerza a hacer concesiones en la conformación del gabinete y en las gobernaciones de provincia, disminuyendo las prerrogativas presidenciales. Por eso todos ellos protestan por “la falta de liderazgo presidencial”, la necesidad de reforzar los poderes del Poder Ejecutivo, etc. Como el actual mecanismo de poder o­torga a la Junta Militar el poder para designar presidente, y como esta designación debe hacerse por unanimidad, los prosoviéticos temen que puedan surgir obstáculos que impidan la elección de Viola como sucesor de Videla o deterioren mucho esta elección, en agosto de 1980. Quieren asegurarse, además que se encarrile la política hacia lo que denominan “convergencia cívico-militar”, no establecida expresamente en las Bases. Es por esta razón: necesidad de reforzar el poder de la presidencia y necesidad de asegurarse la convergencia cívico-militar y la designación de Viola, y ante la aparición de nuevas candidaturas para esa presiden­cia, ya que sectores de la Marina y la Aeronáutica postularían a Har­guindeguy, es que los prorrusos preparan un “pechazo” contra la Junta para encarrilar las cosas según sus conveniencias. Esperan definir esto a partir de marzo. No es descartable –dado el abrumador desprestigio popular de la dictadura– que se vean obligados a dar un “autogolpe” y lo aprovechen para tratar de “blanquear” –como dicen ellos– a la dictadu­ra, de asesinatos, secuestros y torturas, y cargar a Martínez de Hoz la culpa por la política económica que ha sostenido, a capa y espada, la dictadura desde 1976 hasta aquí.
En esta dirección se alinean los esfuerzos de las principales fuerzas prosoviéticas.
Dice el periódico Informe del P“C” (12-12-79):
“Los puntos de referencia esenciales siguen siendo el auge del en­tendimiento y la actividad política y sindical, y el desenlace de la denominada ‘interna militar’ (así llaman a las resoluciones de ascensos, designaciones y retiros en las Fuerzas Armadas). ¿Por qué importan par­ticularmente estas dos cuestiones? Porque, de diferente modo, ambas concurren a generar la posibilidad de una fase de transición sobre la base de la siguiente tesis: hoy sería imposible una solución puramente civil, tanto como sería inadmisible una solución puramente militar. Tal es la base para el diálogo necesario.” (el destacado es de Informe).

Haciendo centro en la política económica, y en Martínez de Hoz, dice el MID en su declaración del 30-12-79:
“Ha comenzado la cuenta regresiva en el sentido de que las Fuerzas Armadas se comprometen con las políticas en curso (…) Se impone una ac­ción concurrente de las clases y sectores sociales y de las fuerzas po­líticas de signo nacional. Una acción sin exclusiones y sin sectarismo, sin discriminar entre militares y civiles. Una acción que, como dijimos, identifique y aísle al enemigo”.

Allí apuntan, también, los disparos del Tte. Gral. Lanusse contra “la falta de liderazgo” y la política económica y social; exigiendo cambios urgentes de la política dictatorial (Ver declaraciones de Lanusse en La Prensa del 22-12-79 y en Todo es Historia de enero).
Varias experiencias militares que protagonizaron en los últimos a­ños las fuerzas prosoviéticas les enseñaron que, cuando ellos son cla­ramente hegemónicos, como sucede hoy en la Argentina, el mecanismo que los obliga a sujetarse a una Junta Militar tripartita es peligrosísimo para esa hegemonía. Así lo demuestra, entre otros casos, el ejemplo pe­ruano. Todo indica que las fuerzas prosoviéticas en la Argentina, apro­vechando su hegemonía en el poder, y la debilidad continental, mundial y en la Argentina, de sus rivales yanquis, el crecimiento de las fuer­zas antiyanquis y prosoviéticas en Brasil, y otros factores relativamente favorables, se preparan para un “pechazo” a la Junta Militar. La fuerza y forma de ese “pechazo” dependerá de las circunstancias. El objetivo: consolidar su hegemonía en el poder y asegurar la convergencia cívico-militar que propugnan.
Un ejemplo de cómo el violo-videlismo va empujando las cosas para limitar el poder de la Junta Militar es la forma con que manejó la cuestión del boicot cerealero, marginando totalmente a la Junta Militar de las decisiones claves en torno al mismo. Sobre esto comentó La Prensa que “la Junta no tuvo intervención”, y que “hay observadores que sostie­nen que quizás la diferencia estribe en que la Junta actual no es ya, necesariamente, el bastión de poder que constituía en tiempos en que la integraba el Tte. Gral. Viola. Este –que por segunda vez, en un breve lapso, ha dado a entender que no rechazaría el ofrecimiento de ser el próximo presidente de la Nación– quizá no se conforme, en tal hipotética circunstancia futura, con un papel que tienda más a la representación protocolar que al poder gubernamental real. El leve cambio de tono –el evidente apuntalamiento del poder presidencial, todavía encarnado en la figura del general Videla– podría ser un indicio de semejante tendencia”. (La Prensa, 27-1-80).
El agravamiento de la tensión en las relaciones con los EE.UU., con motivo de la decisión del gobierno argentino de no sumarse al boicot cerealero contra la URSS puede incidir, sin embargo, de distintas for­mas, en ese plan del sector prosoviético, ya que los podría obligar a postergar algunos objetivos parciales reforzando la alianza con los mo­nopolios, terratenientes, y militares, que ellos llaman “duros”, para fortalecer el frente antiyanqui; o, a la inversa, para distraer la a­tención yanqui, al agravarse la situación mundial, podrían empujar ac­ciones aún más aventureras para desestabilizar el Cono Sur. También puede incidir de distintas formas la posibilidad de un agravamiento de la tensión con Chile por el diferendo en torno al Canal del Beagle. Esto se irá precisando en las próximas semanas.

XI. Por todo lo anterior, resumiendo, se puede afirmar que se ha consolidado la hegemonía en la dictadura de las fuerzas prosoviéticas. La hegemonía en la dictadura expresa la hegemonía real de esas fuerzas en el bloque de clases dominantes. Al mismo tiempo se ha resquebrajado la unidad de la dictadura que, en marzo de 1976, expresó la voluntad común de esas clases dominantes de acabar con el gobierno peronista y con la amenaza de desborde popular revolucionario que generaba el grandioso movimiento de masas de esos años.
El imperialismo yanqui, cuyos monopolios, inicialmente, recibieron concesiones importantes (devolución de las bocas de expendio argentinizadas a la ESSO, y devolución del manejo de su empresa a la Standard E­lectric, facilidades a su sector financiero, concesiones otorgadas a todo el sector patronal que beneficiaron a sus empresas, etc) se encuentra hoy, con que no ha sido el principal beneficiario de las concesio­nes petroleras de la dictadura, ha sido desplazado del control de la petroquímica y las carnes, ha perdido, aparentemente por mucho tiempo, el control de la industria del aluminio y el acero, no ha sido benefi­ciado con concesiones pesqueras importantes ni en el sector energético (tanto hidráulico como atómico), se han debido retirar sus empresas de automotores General Motors y Chrysler, están seriamente amenazadas sus empresas de tractores, y sus bancos están muy lejos de ocupar los pri­meros lugares en la plaza financiera local. También ha sido desplazado del aprovisionamiento de armas a las Fuerzas Armadas.
El Departamento de Estado yanqui ataca en los foros internacionales a la dictadura argentina.
El principal sector aliado a las fuerzas prosoviéticas, en el seno de la dictadura, es el que representa a la burguesía intermediaria y terrateniente, representante o asociada a capitales europeos; principal­mente: ingleses, italianos y alemanes. Este sector tiene posiciones importantes en el gabinete nacional y particularmente en el equipo eco­nómico; también ha sido jugosamente beneficiado con la política de la dictadura, y mantiene una actitud de unidad y lucha con el sector prosoviético. Actualmente busca nuclearse tras la candidatura a presidente de Harguindeguy. Como ha demostrado largamente Harguindeguy, y como han demostrado recientemente Martínez de Hoz y su equipo económico y los funcionarios de la Cancillería, en concreto, con motivo de la invasión soviética a Afganistán, este sector es más antiyanqui que antirruso. Prefiere la alianza con los rusos a la alianza con los yanquis.

XII. Para comprender bien la situación actual, y los cambios y reagrupamientos que se producen en la dictadura, tenemos que estudiar –como ha­ce el Balance de la actividad del Partido aprobado en la última reunión del Comité Central– el proceso de la dictadura militar desde el 76 a la fecha.
La lucha popular y la resistencia de sectores patrióticos y demo­cráticos condicionó el golpe del 24 de marzo de 1976. Los sectores pro­soviéticos no pudieron imponer su golpe palaciego con la careta de la “bordaberrización” (como se llamó entonces al intento de mantener a I­sabel Perón como títere) y del llamado “golpe institucional”. Debieron ir al golpe abierto y, para ello, debieron acordar determinadas formas y objetivos económicos y políticos con otros sectores monopolistas y terratenientes aliados.
La heroica lucha popular fue deteriorando a la dictadura y a sus personeros, y, al hegemonizar el sector prosoviético al gobierno surgido del golpe, sufrió, políticamente, ese deterioro. Como son fascis­tas se puede decir que, esencialmente, esta dictadura expresa lo que ellos quieren. Pero, al mismo tiempo, les preocupa la precariedad de su dominio, dada la gran impopularidad de la dictadura. Por eso prepa­ran lo que llaman la “convergencia cívico-militar”, tratando de buscar articular una fuerza civil con el grupo militar de sus generales ami­gos. Como hicieron –con una u otra forma– en la mayoría de los países del Tercer Mundo en donde impusieron su dominio. Esto les permitiría coordinar mejor a todas sus fuerzas, civiles y militares, y multipli­caría su poderío.
La dictadura es heterogénea y desde su instauración se libra en su seno una lucha dura por la hegemonía. El sector prosoviético ha sido y es hegemónico en el gobierno militar, pero esa hegemonía no ha sido y no es sólida; especialmente por el gran odio popular a la dictadura. La hegemonía del sector prosoviético se ha basado, en buena medida, en un complejo juego de alianzas y concesiones a diferentes sectores monopolistas y terratenientes. Al mismo tiempo, cada uno de los secto­res de las clases dominantes que disputa arriba, trata de apoyarse y utilizar a su favor la lucha popular, desviándola contra el sector que se le opone en la dictadura militar. Esto puede ser útil al pueblo si éste, luchando con independencia, sabe utilizar esas contradicciones, pero puede ser nefasto si se confía en ellas, especialmente, cuando es el propio sector hegemónico en la dictadura el que se monta en las lu­chas populares, a través del Partido “Comunista”, o el frigerismo prosoviético. Estos –como señalaba el periódico del P“C”, Informe, en el artículo que comentamos antes– precisan de las fuerzas civiles por­que hoy: “sería inadmisible una solución puramente militar”, y procu­ra montarse en el movimiento obrero y popular para usarlo contra sus rivales en el seno de la dictadura. Así, planteando que la polaridad es “democracia-fascismo”, y tildando a Videla y Viola de democráticos, se montan en el movimiento de desaparecidos y detenidos políticos para desviarlo contra sus rivales de turno: Suárez Masson, Menéndez, etc. Se montan en el repudio a la funesta política educacional de la dictadura para organizar una silbatina a Llerena Amadeo al tiempo que aplauden a Videla, como hicieron en la concentración estudiantil de la cancha de River. O se montan en la lucha salarial para echarle el fardo de la po­lítica económica a Martínez de Hoz, como si esa política no hubiese sido sostenida, por las razones que fuera, por Videla y por Viola.
Por eso, cuando todo indica que la lucha popular pasará a niveles mayores de combatividad y conciencia, y que la misma coincidirá con nuevos forcejeos arriba por definir, de una manera más definitiva y es­table, el control del poder estatal entre los prosoviéticos y sus riva­les, debemos tener muy claro, y saber esclarecer al pueblo, sobre el enemigo principal que se esconde tras la dictadura militar, para que el combate popular golpee a ese enemigo principal y no pueda ser utilizado, de rebote, para los propios objetivos de ese enemigo. Este –lo hemos ido aprendiendo a conocer en estos años– es como el “camaleón” para cambiar de color. Fue “izquierdista” y “revolucionario” contra el gobierno peronista cuando estimuló y practicó el terrorismo individual, a fondo, para “desequilibrar” la situación. Fue defensor del “orden”, la “fami­lia” y la “moral cristiana”, luego de 1976. Ahora se está pintarrajeando de nuevo de “democrático” y “patriota”, para ocultar los fines fascistas y entreguistas de la “convergencia cívico-militar” que prepara. Con un disfraz u otro su esencia es la misma. Hemos visto las declara­ciones, críticas en cierto sentido, de viejos camaleones como Lanusse, Frondizi o el P“C”.
Las organizaciones del Partido deben estudiar a fondo los materia­les fundamentales del Comité Central (en especial la reunión del Comité Central de octubre pasado) en los que hemos definido que la convergencia cívico-militar es un objetivo estratégico del plan del socialimpe­rialismo en la Argentina, hacia el que ellos se encaminan, buscando permanentemente las formas de aproximación, desde hace muchos años. Este objetivo –que plantean para varios países de América Latina adaptado a las condiciones concretas de cada país, como hicieron en Chile en 1972-73, en Perú, en Brasil, etc.-, tiene en cuenta la perspectiva de la tercera guerra para la que los yanquis se preparan con la bandera de los “derechos humanos” y la URSS con la del “socialismo”, y ha sido fijado a partir de un estudio minucioso, capilar, de la sociedad argentina, desde el punto de vista de los intereses del socialimperialismo ruso. Por eso no debemos confundir las alianzas tácticas de los prosoviéticos con este o aquel grupo terrateniente o monopolista –como las que hicieron para el golpe de 1976-, o los acuerdos transitorios con este o aquel político –como los que hicieron con el Gral. Perón, vía Gelbard-­Cámpora-Lanusse, en 1973-, con su objetivo estratégico, y debemos pro­fundizar el estudio, ya iniciado en anteriores reuniones del Comité Central, sobre los puntos fuertes y los puntos débiles de este objetivo del enemigo, para estar en condiciones de derrotarlo. Si el Partido no asimila a fondo esto puede quedar inmovilizado ante cambios bruscos de situación en los que ellos hagan confluir a las fuerzas obreras y popu­lares, que influencian o controlan, con las fuerzas militares propias. Sería grave subestimar su capacidad de maniobra. A partir de pensar bien todas las posibilidades desfavorables, y de prepararnos para en­frentarlas y derrotarlas, nos capacitaremos para vencer.
Esto no implica sembrar ninguna ilusión en el carácter “democráti­co” de los prosoviéticos. Lo que preparan para la Argentina con la lla­mada convergencia cívico-militar es un vil contubernio, como se llamaba antes a estos acuerdos sucios. Una nueva concordancia, como dijo el di­rigente peronista Caro, recordando el nombre usado en la década del 30 por el gobierno fraudulento de Justo. Es el GAN de Lanusse, adecuado a los nuevos tiempos. El mismo plato de entonces, con los mismos ingre­dientes, aunque ahora haya un poco más de unos y un poco menos de otros. Es el mismo juego tramposo. Las grandes luchas de masa les obligaron a cambiar naipes sacando viejas cartas marcadas para poner otras, tan tramposas como aquéllas. Hay que estudiar bien el juego de ellos para poder derrotarlos.
Ahora, pre­pa­ran el “pecha­zo” a la Junta para meter su con­ver­gen­cia. De no pro­du­cir­se cam­bios impre­vis­tos en rela­ción con la situa­ción inter­na­cio­nal, las rela­cio­nes ya muy ten­sas con los EE.UU., o el liti­gio sobre el Beagle, todo indi­ca que esti­mu­la­rán la con­tra­dic­ción con Harguinde­guy, para “iden­ti­fi­car y ais­lar al ene­mi­go” como reco­mien­dan Frondizi y Frigerio. Van a tra­tar de hacer pasar la línea divi­so­ria entre ellos por un lado y Harguindeguy-Martínez de Hoz-Llerena Amadeo por otro, y tra­ta­rán de uti­li­zar al movi­mien­to popu­lar para el for­ce­jeo que les per­mi­ta refor­zar su hege­mo­nía arri­ba.
Por eso el movimiento antidictatorial debe basarse en el enfrenta­miento frontal a la dictadura, golpeando a su núcleo hegemónico proso­viético centralmente, para poder fracturar algún sector militar patriótico y democrático, y golpear juntos con todos los que golpeen a ese enemigo, sin engancharse en el furgón de cola de ningún grupo o sector enemigo del pueblo. Más que nunca debemos diferenciar a los que luchan contra la dictadura de los que colaboran con ella, atrayendo o neutralizando a los que vacilan y concilian. Para esto el golpe principal debe ir contra el enemigo principal: la trenza Videla-Viola. El centro está en desarrollar un poderoso movimiento popular antidictatorial, sobre la base del frente único antidictatorial de la clase obrera y la alianza obrero-campesina. A partir de esto, diferenciando a los aliados directos, que deben integrar el Frente Único antidictatorial, de los aliados indirectos (que por ser enemigos estratégicos de la revolución argenti­na no integran ese frente) golpearemos juntos con todos los que quieran golpear a la dictadura violo-videlista. Este es el contenido actual de la política de alianzas del proletariado.

Situación internacional

La situación nacional y las perspectivas de la dictadura y la lu­cha antidictatorial están condicionadas por la situación internacional, algunos de cuyos rasgos principales son:

I. Un incremento notable de los factores de guerra, estimulados fundamentalmente por la agresividad expansiva, de tipo hitleriano, de la URSS. Esta ha dado pasos enormes hacia la tercera guerra mundial con el re­forzamiento de su presencia militar en Europa; su apoyo a la agresión vietnamita en el Sudeste Asiático y a la presencia de mercenarios cuba­nos y de Alemania Oriental en varios países de África y Medio Oriente; su apresurada infiltración en el proceso revolucionario nicaraguense y centroamericano; y muy especialmente con motivo de la invasión soviética a Afganistán.
La Unión Soviética, preocupada por el crecimiento del movimiento revolucionario afgano, en una típica reacción socialfascista, invadió ese país, al igual que hizo en 1968 con Checoslovaquia, con miles de hombres pertrechados con las armas más modernas. La anexión de Afganistán al imperio ruso es un viejo sueño de los viejos y los nuevos zares rusos.
Con la invasión a Afganistán la URSS ha reforzado su presencia en una zona clave, próxima a la ruta del petróleo de Medio Oriente, petró­leo que es fundamental para la subsistencia independiente de los países de Europa Occidental y Japón. Ha aproximado sus tanques a las orillas del Océano Indico, presionando sobre Pakistán y sobre Irán, en donde estimula, desde hace tiempo, movimientos separatistas belukistanos, kurdos y azerbaijanos. Presiona, por un lado, al Medio Oriente como flanco de Europa y, por otro, a toda el Asia Central, ya que no puede desvincularse la anexión soviética de Afganistán del triunfo de Indira Gan­dhi, que sigue una política prosoviética en la India. Además cierra el cerco a China, cerco que ya aplica desde su frontera y las de Mongolia al norte y desde Vietnam al sur. Las economías de Europa Occidental y de Japón quedan en la cuerda floja, totalmente dependientes del sumi­nistro de petróleo del Medio Oriente, que se transporta por una ruta que puede controlar fácilmente la URSS en el futuro.
La invasión soviética a Afganistán ha demostrado, una vez más, que la URSS sólo tiene de socialista el nombre y es una vulgar potencia imperialista. Esto lo dijo Mao Tsetung en 1964. Esto lo venimos repitiendo los marxistas-leninistas desde hace muchos años, en polémica con los revisionistas. Esta es una verdad cada día comprobada como tal por más y más gente en todo el mundo, aunque los revisionistas no se den por enterados.
La invasión rusa a Afganistán, y actualmente la masiva concentración de tropas rusas y mercenarias en Hungría, presionando y preparándose para intervenir en Yugoslavia, han empujado al mundo a una situación de preguerra, a una situación de inmediatez bélica. Se demuestra justo lo que venimos señalando reiteradamente: la disputa entre las dos superpotencias, y en especial el expansionismo imperialista de la URSS, lleva al mundo a la guerra; el mundo va a la guerra y no al desarme y la coexistencia; y para poder postergar la guerra, y enfrentarla en me­jores condiciones, lo primero es comprender esa tendencia del mundo ac­tual. Ningún movimiento revolucionario nacional, sea de contenido democrático, antiimperialista, o socialista, puede dejar de tener en cuenta que el socialimperialismo soviético se ha transformado en el principal factor de guerra, y en la potencia imperialista más agresiva, y que, cualquiera sea el enemigo principal de una lucha nacional ésta debe articularse internacional y nacionalmente con la necesidad de desenmasca­rar, denunciar y enfrentar el expansionismo socialimperialista como el principal factor actual de guerra. Sólo así se podrá postergar la tercera guerra mundial, y se estará en mejores condiciones para defender los intereses del pueblo cuando ella estalle, teniendo en cuenta que mien­tras exista el imperialismo no depende de la voluntad de los hombres el que haya o no guerra.
Debemos realizar un gran trabajo de agitación y propaganda de denuncia del socialimperialismo, desenmascarando sus mentiras que –no hay que olvidarlo– cuentan en la Argentina con el apoyo de un gobierno ami­go. La URSS ha vuelto a utilizar la teoría de la “soberanía limitada”, que utilizó en 1968 para justificar su invasión a Checoslovaquia, para justificar su invasión a Afganistán. Esta vez para justificar la inva­sión a un país que no forma parte de lo que ellos llaman “campo socia­lista”. El P“C” francés, mostrando una vez más su carácter de quintaco­lumna rusa ha escrito en L'Humanité, para justificar la invasión rusa a Afganistán, que si bien el “imperialismo” ya no puede utilizar como antes su política de cañoneras interviniendo a voluntad en los países dependientes, la intervención soviética a Afganistán “evidencia que to­davía no ha llegado la hora en que la unión de los trabajadores será suficientemente fuerte para que todos los pueblos del mundo vivan en las condiciones de la independencia y la paz” (reproducido por Convicción del 18-1-80. El subrayado es nuestro).

II. Simultáneamente asistimos a un gran auge del movimiento revolucio­nario mundial. Masas de centenares de millones de hombres se han levan­tado a la lucha antiimperialista y democrática como sucede en Irán, va­rios países africanos, en Centro y Sud América. Las gigantescas manifestaciones antiyanquis y antirrusas de las masas iranias demuestran que los pueblos del mundo se alzan, crecientemente, a la lucha contra las dos superpotencias y que ese es el contenido principal del gran movi­miento actual de masas en los países del Tercer Mundo aunque el mismo se disimule, como en Irán, tras una pantalla religiosa.
En estos meses los pueblos latinoamericanos y de todo el mundo fueron testigos de cómo el heroico pueblo boliviano, con su clase obrera a la vanguardia, enfrentó y derrotó un golpe fascista. El PC (m-1) de Bolivia supo en esa ocasión dirigir hacia un rumbo justo esa lucha abriendo una situación promisoria a las fuerzas obreras y populares del país hermano.
Las llamas de la lucha armada incendian bajo los pies el territorio ocupado por la URSS y sus mercenarios en: Camboya, Laos, Afganistán, Eritrea, Ogadén y Angola, mostrando el camino para que cada paso adelante del socialimperialismo lo vaya atando, y empantanando, por la lucha liberadora de los pueblos, creando las condiciones para su derrota fi­nal. La heroica resistencia antiimperialista del pueblo afgano demues­tra que el problema para los ocupantes rusos no terminó con la ocupa­ción de Kabul, sino que recién comienza. Paralelamente crece la resistencia en la URSS y países sometidos de Europa Oriental, y, recientemente, en Cuba, provocando la histeria represiva del socialfascismo.
Grandes manifestaciones de masa han repudiado la invasión soviéti­ca a Afganistán, y en las Naciones Unidas la mayoría de los países del Tercer Mundo repudió la invasión, aislando políticamente a la URSS y sus títeres y sometiéndola a la peor derrota política de los últimos años.
Nosotros concebimos el Frente Único Antihegemonísta Mundial sobre la base de la alianza del proletariado mundial y los pueblos revolucionarios del Tercer Mundo. Sobre esta base somos partidarios de la más amplia unidad de los países del Tercer Mundo con los del Segundo Mundo e, incluso, de golpear juntos con los EE.UU. contra el principal factor de guerra de la actualidad: el socialimperialismo soviético. Esta es una tarea histórica del proletariado mundial, y con ella se deben articular las tareas nacionales de cada destacamento nacional de la clase obrera –esté este destacamento en el poder o en el combate por conquistarlo– ­para poder contraponer una estrategia global del proletariado a la estrategia global del socialimperialismo.
Por eso la clave de nuestra lucha por el Frente Único Antihegemo­nista reside en desarrollar un poderoso movimiento popular con ese con­tenido.
El debilitamiento del imperialismo yanqui ha llevado aparejado el debilitamiento de su aparato de dominio mundial, y en los propios EE.UU. Esto ha facilitado un poderoso auge revolucionario en los países sometídos al imperialismo yanqui, y en los EE.UU., y este auge impregna la situación revolucionaria mundial. Ni la disipación del movimiento del “Mayo francés” en 1968, ni los golpes reaccionarios de Indonesia, Brasil, y el golpe de 1976 en la Argentina, ni el dramático colapso del gobier­no de Unidad Popular de Chile, ni la invasión a Checoslovaquia y las contrarrevoluciones triunfantes en Cuba y Vietnam, han logrado apagar los fuegos de ese volcán revolucionario. El socialimperialismo trata de ensillar esos procesos para desviarlos, cambiando al viejo amo por el nuevo amo, como está haciendo en Nicaragua. Pero no es esto lo que avanza en el último período. Por un camino tortuoso se fortalece la línea tercermundista que afirma los procesos independentistas en numerosos países de Asia, África y América Latina, al tiempo que las recientes experiencias europeas demuestran que se dificulta el trabajo de copamiento interno de esos países por la quintacolumna socialimperialista. La llamada “inestabilidad del arco del Indico” (países de Asia Central y Asia Sudoeste) demuestra que masas enormes de millones de hombres, has­ta ayer brutalmente oprimidas, como las masas iranías, se ponen de pie. “Un gran desorden bajo los cielos” como decía en el X Congreso del PC de China el camarada Chou Enlai. La situación, precisamente por ello, es excelente.

III. Al agravarse la situación internacional por la agresividad sovié­tica se ha producido una reacción positiva destinada a enfrentarla en una serie de países. Los hechos más destacados son: el repudio tercer­mundista al expansionismo soviético, repudio que ya se había puesto de manifiesto con motivo de la votación en la Asamblea de las Naciones Unidas pidiendo el retiro de las tropas vietnamitas de Camboya; la clara y firme posición de denuncia de la invasión soviética a Afganistán que tomaron Albania y Yugoslavia, posición que, esencialmente, también fue compartida por Rumania; la decisión europea de instalar misiles nuclea­res de alcance medio, a partir de 1983, capaces de enfrentar la instalación por la URSS de sus modernos misiles SS 20 en Europa Oriental (misiles que la URSS está instalando a un ritmo de uno por semana desde hace meses); el repudio europeo –especialmente el de Gran Bretaña– y japonés, a la invasión soviética a Afganistán; el debilitamiento de la corriente munichista en los EE.UU.; la decisión de la República Popular China de suspender las negociaciones para mejorar las relaciones con la URSS, decisión que alegró a las fuerzas revolucionarias de todo el mundo; la conciencia creciente en países del Tercer Mundo, y en Europa, Japón, y los EE.UU., de la necesidad de coordinar un frente único antihegemonista para frenar el expansionismo soviético y procurar postergar así una nueva guerra mundial.
El desarrollo de los acontecimientos mundiales ha probado que fue correcta la iniciativa de la República Popular China de su contraataque defensivo a Vietnam ante las provocaciones de este títere ruso, ya que mostró el camino correcto para derrotar a los expansionistas socialimperialistas y sus mercenarios, camino que exige, en primer lugar, animar­se a enfrentarlos y combatirlos.

IV. Con motivo de la invasión a Afganistán quedó clara, una vez más, la verdadera orientación política de la dictadura videlista. Esta, se­gún una acertada caricatura de La Prensa, viaja en el furgón de cola de la locomotora que maneja Brezhnev. La dictadura finge equidistancia y se embloca con Moscú. Hace tres años dijimos que el secreto más íntimo de la política económica videlista era que procuraba desamarrar a la e­conomía argentina de la economía norteamericana y europeooccidental, no para conquistar la independencia económica, sino para amarrarnos a la URSS y sus países satélites. Se ha demostrado que esto era justo. Cuan­do el mundo va a la guerra, y cuando la independencia nacional es condición fundamental para no ser atado al carro bélico de una superpotencia imperialista, resulta que Videla da –en los hechos– apoyo logístico a los invasores rusos de Afganistán, argumentando que, de no hacerlo, se puede suspender la venta de turbinas rusas para Salto Grande y el pro­yecto del Paraná Medio, o tener problemas con quien ya es uno de nues­tros principales clientes.
Cada vez más la situación internacional condicionará e impregnará la situación política nacional, ya que en la época del imperialismo y de la revolución proletaria mundial, las economías y los territorios nacionales, como dijo Lenin, son: “eslabones de una sola cadena que se llama economía mundial”, y la proximidad de la guerra reunirá, en un haz, todas las contradicciones del mundo contemporáneo, y acelerará, y facilitará, las batallas revolucionarías del proletariado y los pue­blos oprimidos del mundo y de nuestro pueblo en concreto. Será cada día más difícil que el violo-videlismo pueda sostener su careta de “occidental y cristiano neutralista”, y “no alineado”, lo que será favorable para nuestro combate revolucionario.
El Partido debe impulsar una gran campaña de solidaridad con la heroica lucha del pueblo afgano exigiendo el retiro inmediato de las tro­pas rusas de Afganistán. El debate de la situación internacional definirá campos en la Argentina ¿quiénes son nuestros amigos y quiénes nues­tros enemigos en el mundo? Ese es el debate. Nos oponemos a que un so­lo grano de trigo vaya como aporte logístico a los nuevos nazis invaso­res de Afganistán.¡Todo nuestro apoyo y nuestra lucha para los pueblos que combaten contra el socialimperialismo y sus mercenarios en Camboya, Afganistán y otros países! Así como en el pasado el pueblo argentino brindó generoso su solidaridad con el pueblo coreano, cubano, dominica­no o vietnamita, que enfrentaban al imperialismo yanqui, hoy debemos lograr que ese mismo apoyo vaya para los pueblos que enfrentan al so­cialimperialismo.
V. Paralelamente al crecimiento de los factores de guerra y al fortalecimiento del movimiento revolucionario, y en relación dialéctica con ello, como estimulante de ambos, y estimulada a la vez por la situación de preguerra y revolución, se agrava la crisis económica capitalista. El problema petrolero ha creado una situación grave, demostrativa de esto. La conciencia de los pueblos del Tercer Mundo ha puesto barreras al pillaje colonialista de los monopolios petroleros y las superpotencias. Y esto repercute seriamente en la economía mundial, ya que todo parece indicar que, por muchos años, no se podrán desarrollar plenamente fuen­tes alternativas rentables de energía que reemplacen al petróleo. En todo caso, todo parece indicar que la guerra puede llegar antes que esas fuentes se hayan desarrollado.
La crisis es mundial. Golpea a Occidente, pero también a la URSS y sus satélites. La URSS fue aproximando sus precios petroleros a los de la OPEP, y se niega a satisfacer las necesidades crecientes de sus satélites de Europa Oriental. Estos últimos países ya dedican entre un ter­cio y el 40 % del total de sus inversiones a desarrollar fuentes pro­pias de energías pero, al tropezar, simultáneamente, con una crisis a­graria crónica (sólo Polonia importó 50 millones de toneladas de cerea­les desde 1970) ven agravarse todos los problemas de sus economías. Una situación aún peor padece Cuba. Lo mismo Angola y Etiopía.
La inestabilidad económica y social, y a la larga o a la corta, política, tanto en el área yanqui como en el área soviética, alienta las llamas de la guerra y la revolución en todo el mundo.
La situación de la economía argentina frente a la crisis mundial es mala. Todo lo contrario de cómo la pinta la dictadura. La política de puertas abiertas a la manufactura extranjera está liquidando la industria nacional, dejando las puertas abiertas a la llamada “inflación importada”. El proceso es doble: por un lado quedamos expuestos al au­mento de precios y/o dumping de productos importados y, por otro, amenazan declinar los precios de nuestra producción agropecuaria, en precios reales. No es cierto que se importe poco petróleo. En 1979 se ha pagado mucho más por importar menos petróleo crudo; y creció en gran medida la importación de derivados del petróleo (480 millones de dólares). En total, en 1979, se importó un 30 % más de petróleo y derivados que en 1978 (medido en dólares se importó por un valor de 273 % más) por un valor de más de 1.000 millones de dólares.
Otro factor a tener en cuenta es que ha crecido grandemente la deuda externa sobre la que la dictadura publica cifras mentirosas. Si le sumamos los miles de millones de dólares que han entrado para la especulación –capitales “golondrina”– que emigrarán en cualquier momento, la situación puede desbarrancarse al primer soplo en contra, como sucedió luego del entusiasmo del “éxito” de Krieger Vassena.
Con su línea de “pare y marche” (contener a la inflación con la recesión y a ésta dándole alas a la inflación) preocupada por el desborde inflacionario de mitad de año, la dictadura aplicó los frenos, y el año 1980 comenzó con una fuerte recesión en el sector manufacturero. El decaimiento de la demanda interna, la liquidación de stocks, las elevadas tasas de interés, el crecimiento de la importación, todo conduce a una fuerte recesión. A diferencias del 77-78 se acompaña con la crisis de varias economías regionales (lanera y frutícola de la Patagonia, algo­donera, porotera del NOA, azucarera), y con un catastrófico “reordena­miento económico global”, que liquida ramas enteras de la producción luego de cuatro años de política económica de la dictadura. El monto de los quebrantos alcanzó en 1979 la enorme cifra de 500 millones de dóla­res y se espera una cifra mayor para 1980.
La lucha de los pueblos contra la dictadura

I. En los últimos meses el movimiento obrero y el movimiento popular de resistencia a la dictadura protagonizaron nuevos combates; se desa­rrollaron y profundizaron. Se comprobó la afirmación del Comité Central de enero de 1979 cuando planteamos que la resistencia antidictatorial pasaba a una fase superior, que se generalizaría y profundizaría. En la lucha por la paz, contra una guerra fratricida contra el pueblo chileno; en la lucha de denuncia y reclamo por la aparición con vida de los se­cuestrados por la dictadura y por la libertad de los presos políticos y sociales, lucha que tuvo un pico importante con motivo de la llegada al país de la delegación de la OEA; y en la lucha salarial y reivindicati­va del movimiento obrero y popular, éste aplicó, durante 1979, golpes serios a la dictadura. Esta contestó con la represión, realizando nue­vos secuestros y torturas, y sometiendo a infames presiones y torturas a los presos, y logró, gracias a su quintacolumna en el movimiento obrero, conformar una dirección colaboracionista del movimiento sindical. Pero el balance general del año 1979 es positivo para las fuerzas de la resistencia. Ha aumentado el odio a la dictadura y, con él, la voluntad de combate. Masas importantes numéricamente del movimiento obrero y po­pular han llegado a la decisión de que es necesario combatir. Aunque se pierdan batallas. Eso quedó patentizado con la heroica lucha de los o­breros del Swift de Berisso, que, aún comprendiendo que muy posiblemen­te perderían su huelga, decidieron pelear por sus derechos.
Ya la experiencia del combate contra la dictadura de Onganía y Lanusse probó que el camino del triunfo popular está jalonado de triunfos y derrotas parciales. Que, a veces, en la derrota está la semilla del triunfo, si existe voluntad de pelea. Entonces se perdieron, en 1967, la huelga ferroviaria, la portuaria y la azucarera. Luego se perdió la huelga petrolera. Y aún después del Cordobazo se perdió la “huelga lar­ga” del SMATA, derrota en la que germinó el movimiento de recuperación sindical que encabezado por René Salamanca recuperaría el gremio para el clasismo, señalando un rumbo que todavía es ejemplo de la clase obrera argentina.
El heroico movimiento de “las Madres de la Plaza de Mayo”, movi­miento que es orgullo del pueblo argentino, es un ejemplo del camino zigzagueante que deberá recorrer el conjunto del pueblo para enfrentar y derrotar a esta dictadura.
Las luchas más importantes del último período fueron las de los o­breros de Peugeot, y las del Swift de Berisso.
En Peugeot, los obreros –que han estado a la cabeza en la lucha contra la dictadura desde 1976– demostraron un elevado grado de organi­zación, realizaron una huelga relativamente prolongada, promovieron y organizaron la solidaridad popular con su lucha logrando el apoyo de las principales fuerzas políticas y sociales de la zona, ganaron la ca­lle, manifestaron, y cuando amenazaron con marchar a la Plaza de Mayo con sus familiares, la patronal y la dictadura cedieron.
En el Swift de Berisso los obreros, arrinconados por hambre, fue­ron obligados a ir al combate. La empresa, que fue entregada por “chau­cha y palito” a un grupo de testaferros de los capitales rusos en la Argentina, y que en 1979 protagonizó el éxito más notable en el ranking de empresas en el país ya que pasó del lugar 56 al 22, adelantando 34 puestos, paga a sus obreros salarios de hambre, los somete a una explo­tación feroz, y ante dificultades transitorias en el comercio interna­cional de carnes, para obtener ventajas en la exportación, despidió, suspendió, y dio vacaciones adelantadas a sus obreros. La respuesta fue la lucha obrera. Después de treinta días de huelga heroica, que po­co a poco fue despertando la solidaridad obrera y popular (pese al boi­cot de la CUTA y los colaboracionistas con la dictadura) la huelga fue vencida. Pero los obreros de la carne de Berisso, que estuvieron en su época a la cabeza del combate contra los imperialistas ingleses y luego yanquis, y que atesoran ricas experiencias de lucha, volvieron al trabajo con la cabeza alta. Protagonizaron la primera huelga larga contra la dictadura, en medio de la represión y en el marco de la nueva ley sindical. Hicieron la primera pulseada con los representantes del nuevo amo, disfrazado de “empresario nacional”. Pero avanzaron en conocer a su enemigo y reflexionan sobre la línea justa para vencerlo.
El Partido, que desde que nació, hace doce años, echó raíces en el proletariado de la carne de Berisso, tuvo un papel importante en esta lucha; lo mismo que la agrupación clasista “10 de Junio”.
En este período también hubo un proceso importante de reactivación de los cuerpos de delegados de la UOM Capital, a través de los plena­rios de las zonas de Lugano, Pompeya y Saavedra. De estos plenarios el más importante fue el de Lugano que tuvo un contenido netamente antidictatorial. También fue importante el proceso de elección de delegados en Mercedes Benz. Se realizó esta elección de acuerdo con la nueva ley, como una especie de elección piloto empujada por el P“C” y la Verde, pero permitió una reactivación del movimiento en la empresa. Como es conoci­do, el proletariado de Mercedes Benz ha estado en el combate antidictatorial desde 1976, y ha protagonizado páginas heroicas en ese combate.
También hubieron luchas importantes en empresas textiles, ferroviarias, petroleras, papeleras, químicas, etc.
Este nuevo pico de luchas hubiese alcanzado éxitos más importantes si no hubiese tropezado con la indiferencia y la pasividad, casi total, de la dirección nacional de la CUTA y gran parte de las direcciones sindicales regionales y nacionales, copadas –con la ayuda de las intervenciones militares y la represión– por jerarcas colaboracionistas y elementos conciliadores con la dictadura.
Con la aprobación de la nueva ley sindical por la dictadura se ma­nifestó la misma situación; y la respuesta del movimiento sindical a la misma, hasta ahora, ha sido preferentemente verbal. La lógica de esto está en que esos elementos colaboracionistas –muchos de los cuales son dirigentes peronistas como Triacca– están trenzados con las respectivas patronales, el violo-videlismo y el Ministerio de Trabajo, para copar las direcciones de las futuras federaciones sindicales donde actuarán como quintacolumna de la fuerza prosoviética en el movimiento obrero, como lo han hecho, desde hace mucho, elementos como Casildo Herrera, Diz Rei o Calabró.
Al aprobarse la nueva ley sindical, un sector del movimiento obre­ro integrado por dirigentes del gremio metalúrgico (el sector que res­ponde a la dirección de Lorenzo Miguel) y sectores de los gremios fe­rroviarios, textiles, portuarios, petroleros, carne, mecánicos, obras sanitarias, y otros, empujaron, junto a regionales de la CUTA del Gran Buenos Aires y algunas del interior, un plenario de secretarios genera­les, asambleas y un plan de lucha. El predominio en la CUTA de los ele­mentos colaboracionistas –como venimos señalando desde que ésta se con­formó– impuso un plan declaracionista, de medidas jurídicas (como si en un país en el que gobierna una tiranía cuya norma fundamental es la no sujeción a ninguna ley tuviesen posibilidades reales, no sólo agitativas, las medidas jurídicas) y la payasada del “plebiscito”. En una pa­labra: un plan para evitar la lucha. El sector colaboracionista de Triacca tensó un poco la cuerda durante los meses de octubre y noviem­bre, en los que verbalmente estuvo más activo, por si en el tironeo por definir la situación en el Ejército su patrón, Viola, les pedía la ayu­da de una movilización obrera (decían a quien quería escucharlos que: “si Viola gana la presidencia la reglamentación de la ley será buena”). Ya decididos a favor del violo-videlismo los cambios en el Ejército se guardaron sus aprestos combativos.

II. Todo esto ha confirmado, una vez más, la verdadera correlación de fuerzas en las direcciones sindicales; correlación que con la ayuda de los interventores militares, la prisión de numerosos dirigentes comba­tivos, el despido por las patronales de otros, etc., favorece, nítida­mente, a los dirigentes colaboracionistas con la dictadura videlista. Esto está claro desde 1978. Además, un gran sector opositor al videlismo está en posiciones conciliadoras, temerosos de perder los pocos car­gos sindicales que aún detentan. No se gana nada con ocultar la verdad. Por el contrario: se trata de tenerla bien en cuenta para impulsar a fondo el frente único en la clase obrera entre los comunistas revolucionarios, los peronistas y los activistas y dirigentes combativos y cla­sistas –por arriba y por abajo– para cambiar esta correlación de fuer­zas. Lo que llevará tiempo, pero es perfectamente posible.
En cuanto a la ley sindical nosotros somos enemigos de toda ley de asociaciones sindicales. Ni el Estado oligárquico ni el burgués, ni las patronales, tienen que meterse con la libre organización del movimiento obrero. Esta es para los comunistas revolucionarios una cuestión de principio. Nosotros no luchamos por otra ley en reemplazo de ésta, ni por mejorar a ésta. Luchamos por la libre organización y el libre accio­nar del movimiento obrero.
Eso por un lado. Tenemos en esto una diferencia esencial con los compañeros peronistas. Por otro lado creemos vigente la afirmación de Lenin en La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ respecto a que: “el desarrollo del proletariado no se ha efectuado ni pudo efectuarse en ningún país de otro modo que por medio de los sindicatos y por su acción conjunta con el partido de la clase obrera”, y que “no actuar en el seno de los sindicatos reaccionarios significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas a la influencia de los líderes reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obre­ros aristócratas u ‘obreros aburguesados’”. Por eso debemos participar, activamente, en la lucha contra la ley de asociaciones sindicales y, al mismo tiempo, no ceder sin lucha ninguna posición sindical, y concen­trar esfuerzos en la inevitable reorganización del movimiento sindical para fortalecer las posiciones de las fuerzas antidictatoriales.
Para febrero-marzo, ante la oleada de despidos y la gravedad del problema salarial, se avecina una nueva oleada de luchas. El Partido debe empujar la lucha estudiando las mejores experiencias últimas (Peu­geot-Swift-Movimiento Nacional Ferroviario) para generalizarlas, uniendo a la lucha salarial y reivindicativa la lucha contra las direcciones sindicales colaboracionistas.
Para todo esto tenemos que desplegar un enorme esfuerzo destinado a concretar el frente único del movimiento obrero, y, para ello, como en 1968-1969, el germen del futuro ascenso de luchas del proletariado está en la organización de agrupaciones clasistas y antidictatoriales que faciliten la unidad de acción, en las duras condiciones de clandes­tinidad actuales, de peronistas, comunistas revolucionarios y obreros combativos y clasistas, y faciliten un camino, y una escuela, de lucha, a miles de nuevos activistas del movimiento obrero que surgen en todas las empresas y gremios.
* Tareas actuales: oral

III. La situación en el movimiento campesino

Existe una gran inquietud y un gran descontento entre los produc­tores de distintas regiones agrícolas-ganaderas del país, como sucede entre los productores de algodón, los fruticultores y laneros de la Pa­tagonia, pequeños viñateros, poroteros del NOA, tamberos medieros y pe­queños tamberos, etc. Esa inquietud tuvo algunas manifestaciones comba­tivas como el intento, frustrado, de poroteros de Salta de realizar una concentración que reprodujese lo que en 1975 se llamó el “porotazo”(lo que es demostrativo de cómo se mantienen vivas las tradiciones de lucha de esos años).
Lo grave es que todas estas movilizaciones, todavía, son hegemonizadas y canalizadas a través de las organizaciones de la burguesía agraria, lo que las lleva a la vía muerta de la conciliación con la dictadura. Sin renunciar a fortalecer, paulatinamente, las posiciones de los campesinos pobres y medios en la Federación Agraria Argentina, asocia­ciones de vitivinicultores, cooperativas, la UCIT, la UCAL, y otras se­mejantes, es necesario que ayudemos a los campesinos pobres y semiproletarios a organizarse en forma independiente para poder atraer a la lucha al campesinado medio más pobre, y poder extender, y profundizar, el movimiento campesino antidictatorial. Esto es particularmente impor­tante para los contratistas de viña, tanteros, medieros, tamberos medieros pobres, y para miles de arrendatarios, ante la generalización del arrendamiento de la tierra por los terratenientes con contratos “de palabra” a un año, y con porcentajes expoliadores. Más que nunca, cuan­do se trabaja con el campesinado pobre y medio surge el gran problema del campo argentino: el problema de la tierra acaparada por los grandes terratenientes, problema que no se resolverá por un camino reformista, pero que, precisamente por eso, debe ser permanentemente agitado en nuestro trabajo en el campo.
* Tareas actuales: oral.

IV. Movimiento popular

En el último período se desarrollaron movimientos populares impor­tantes: en solidaridad con la lucha de los obreros de la carne de Berisso; en solidaridad con los familiares de secuestrados y presos de la dictadura; en lucha contra el desalojo de villas de emergencia y por la adjudicación de viviendas populares, y por diferentes problemas de los barrios de villas de emergencia y populares; por problemas sanitarios y educacionales. Hay una mayor combatividad y existe la posibilidad de que los mismos pasen a un nivel más elevado de organización y lucha. En relación con el desarrollo del movimiento popular tiene una gran impor­tancia que prestemos una ayuda mayor al trabajo femenino no sólo en di­rección a las empresas en donde trabaja una gran masa de mujeres, sino también en relación con el movimiento barrial y popular.

V. Movimiento estudiantil

Se han realizado las primeras movilizaciones estudiantiles de cierta envergadura con motivo del cierre de las Universidades de Luján y Paraná. Hay atisbos de reorganización del movimiento estudiantil. Las organizaciones de zona del Partido deberán prestar una atención particu­lar y una ayuda particular durante este año a la reorganización del movimiento de masas universitario y secundario.
* Tareas actuales: oral.

VI. Intelectualidad

Se han generalizado distintas formas de resistencia. Uno de los hechos más importantes del último período, demostrativo de procesos que ya habían aparecido con motivo de la lucha por la paz con Chile, han sido las últimas elecciones en la Sociedad Argentina de Escritores en donde fue derrotada, abrumadoramente, por una lista amplia de izquierda que apoyó entre otras fuerzas nuestro Partido, la lista oficialista del P“C” y el desarrollismo; lista ésta que contó, a más del apoyo de la comisión saliente de la SADE, con el apoyo de todo el aparato publicitario del desarrollismo, el P“C” y las fuerzas prosoviéticas. Esta elección demostró que los elementos colaboracionistas pagarán su apoyo a esta dictadura asesina, y, además, una profunda radicalización de la masa de escritores. Anteriormente había sido derrotada la lista frigerista-P“C” en la Asociación de Abogados, y se observa un proceso semejante en o­tras asociaciones profesionales.
* Tareas actuales: oral

VII. Movimientos regionales

Se ha creado la posibilidad y la necesidad de desarrollarlos. Se profundiza la crisis de las economías regionales afectando a las masas populares de esas regiones y a capas extensas de burguesía agraria y urbana e, incluso, a sectores terratenientes marginales.
Una política con centro en el Litoral, y más concretamente en la Capital Federal (ya que incluso asfixian al Gran Buenos Aires en donde se acumulan los problemas provocados por la crisis económica y los pro­blemas sanitarios, educacionales, de vivienda, para las grandes masas trabajadoras), una política concebida para controlar en y desde ese centro, la producción cerealera y de carnes, y las ricas posibilidades de la cuenca del Plata –la cuenca hidrográfica con el potencial hidroeléctrico más grande del mundo que cuenta con reservas gigantescas e inexplotadas de hierro y manganeso– poniendo a disposición de ese centro la energía y el más amplio desarrollo infraestructural, con la idea de i­rradiar, desde allí, una influencia hegemónica en el Cono Sur de América Latina, una tal política no puede menos que secundarizar al resto del país, sumirlo en el abandono y la crisis, haciéndole pagar, incluso, la crisis económica de ese centro, como se observa en el NOA y en espe­cial en la zona del Bermejo y la llamada área de Capricornio (Salta, Jujuy, parte del Chaco, Formosa, Tucumán, Catamarca y Santiago del Este­ro) y en toda la región andina y patagónica (aquí tanto en su interior despoblado como en la región costera, ya que ésta les interesa a las fuerzas prosoviéticas sólo estratégicamente en relación a la importancia militar del Atlántico Sur, y, secundariamente, por sus gigantescas riquezas pesqueras o petroleras). Esa política da las espaldas al océa­no Pacífico, en donde existen los mayores mercados potenciales para el país, y a la integración con América Latina, profundizando las deforma­ciones de nuestra pasada dependencia de Inglaterra y Europa, y empujan­do, en los hechos, la desintegración nacional.
Todo indica que asistiremos a una reactivación de los movimientos regionales. A diferencia de los que se multiplicaron entre los años 1969-1976 debemos tratar que el proletariado los encabece y los dirija, haciéndolos confluir con la lucha obrera y popular del resto del país y, en especial, del Gran Buenos Aires, contra la dictadura. Para esto debemos garantizar que el proletariado tenga plataformas alternativas para esos problemas y movimientos regionales.

VIII. En la actualidad la tarea más urgente es desarrollar un amplio movimiento de protesta por la invasión soviética a Afganistán, movimiento lo más amplío posible, y enfilado a crear y desarrollar un amplio movimiento de solidaridad concreta con la gloriosa lucha liberadora del pueblo afgano, y de denuncia del socialimperialismo soviético.
En esa dirección es destacable y abre un camino, la declaración pública suscrita por Eduardo Azcuy, José Babini, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Bernardo Canal Feijoo, Carlos Coire, Fermín Estrella Gutiérrez, Raúl Oscar Grego, Elbia de Marechal, Graciela Maturo, Emilio Fermín Mignone, Adolfo de Obieta, José Enrique Rivarola, Ernesto Sábato y Enrique Stein.
Se ha planteado en varias organizaciones de masa el reclamo de pronunciamiento público en condena por la invasión soviética, pero debemos impulsar, planificadamente, en cada sindicato, regional de CUTA, organizaciones estudiantiles, agrarias, o profesionales, la toma de posición contra esa invasión y organizar la solidaridad concreta (fondos, medicinas, alimentos) para los heroicos guerrilleros afganos.

IX. En los últimos meses se han desarrollado diversas iniciativas del movimiento de “las Madres de la Plaza de Mayo”, iniciativas que conta­ron con el apoyo de las organizaciones del Partido. Las más importantes fueron: el avance organizativo a nivel nacional del movimiento derrotando la labor provocadora de elementos afines a la dictadura; la realización de varias manifestaciones combativas para fin de año (movilizaciones en Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires, y en el centro de Quilmes). La importancia de este movimiento en la política nacional crece de día en día, y opera como un factor de radicalización de la misma. Hace dos años la mayoría de las fuerzas políticas reformistas fingían ignorar el problema de los llamados “desaparecidos”, y sólo lo recorda­ban para plantear que aquí “no podía haber un Nüremberg”, y que sería necesario “hacer borrón y cuenta nueva”. Pero la heroica lucha de las Madres de la Plaza de Mayo, apoyada por una amplísima solidaridad internacional fue acorralando y derrotando esos planteos. Hoy el problema de los miles de asesinatos y secuestros de la dictadura es una loza atada a los pies de ésta, y cada movimiento que hace para desprenderse de e­lla –como la infame reforma a la ley de ausencia con presunción de fallecimiento– no hace más que complicarle las cosas.
Nos cabe una gran responsabilidad en la consolidación y generalización de este movimiento.
En primer lugar es necesario tener presente que el número de fami­lias directamente afectadas por los asesinatos y secuestros de la dic­tadura supera las 20.000, y sólo una parte de ellas se moviliza en las iniciativas del movimiento. En general las familias afectadas que pertenecen a los sectores más pobres no participan regularmente en el movi­miento porque aún no se ha llegado a ellas para organizarlas y por dificultades materiales. Debemos esforzarnos por ayudar a organizar a todos los familiares de los secuestrados por la dictadura y promover actividades y tareas que los movilicen.
En segundo lugar en el seno del movimiento se libra una dura bata­lla, en general hasta ahora bien resuelta, entre los enemigos de la dictadura y los quintacolumnistas de ésta. Estos últimos tratan permanentemente de desviar al movimiento para que el violo-videlismo pueda utilizarlo para sus objetivos hegemónicos en el seno de la dictadura. Por e­llo, a más de un trabajo más amplio tenemos que realizar un trabajo político especial con los cuadros fundamentales del movimiento, para ais­lar y batir a los quintacolumnistas, como sucedió en las asambleas rea­lizadas por el movimiento a fines de 1979.
Junto con todo esto debemos realizar esfuerzos especiales para or­ganizar independientemente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, y otras organizaciones de pantalla del P“C”, a los familiares de detenidos por la dictadura, y desarrollar una amplísima labor de solidaridad con ellos, asegurando que no les falte nada indispensable en sus hogares y que los presos puedan recibir una solidaridad amplia. La principal preocupación de los compañeros presos es la situación de sus familiares, y a un chico que no tiene qué comer no se le puede calmar el hambre con un discurso.
En relación con todo esto ha repercutido negativamente la posición reaccionaria que adoptó últimamente la Conferencia Episcopal con rela­ción al problema de los secuestrados por la dictadura, posición que contraviene, incluso la clara denuncia del Papa.
En carta a Monseñor Primatesta, han seña­la­do varios diri­gen­tes de la Asamblea por los Derechos Humanos que: “con inmen­so pesar debe­mos decir­le que en el docu­men­to del Episcopado no se ha dicho la ver­dad sobre el pro­ble­ma de los desa­pa­re­ci­dos”. Y el Obispo de Viedma: Miguel Angel Hesayne, exi­gió “la adhe­sión clara y defi­ni­da del Episcopado Argentino al inequí­vo­co pedi­do de S.S. Juan Pablo II para que en nues­tro país se escla­rez­ca el caso de los desa­pa­re­ci­dos” (…) “se defi­na la situa­ción de los pre­sos sin sen­ten­cia” (…) más aún cuan­do decla­ra­cio­nes par­ti­cu­la­res de varios obis­pos han sido equí­vo­cas o amor­ti­guan las exi­gen­cias evan­gé­li­cas de las expre­sio­nes papa­les”… y agre­ga: “sabe­mos con cer­te­za y por diver­sos medios en cuan­to Iglesia que nues­tras Fuerzas Armadas han tor­tu­ra­do y han hecho desa­pa­re­cer a her­ma­nos e hijos nues­tros en la Fe, no impor­ta el núme­ro”.
* Tareas actuales: oral

X. Lucha por el arreglo pacífico del diferendo limítrofe con Chile

Debemos mantenernos vigilantes y ayudar a las masas a mantenerse vigilantes frente a una posible guerra fratricida contra el hermano pueblo de Chile. El detonante de guerra sigue montado, y nuestros pueblos no tienen el control del mismo porque las sangrientas dictaduras de Vi­dela y Pinochet son la negación de la soberanía popular. Detrás de Vi­dela se mueve principalmente la URSS; y detrás de Pinochet, de una u otra forma, se mueven principalmente los yanquis; así que son las su­perpotencias las que controlan ese detonante de guerra y lo harán explotar, o no, de acuerdo con sus intereses en el control de los mares del sur. Por ello debemos continuar realizando un intenso trabajo de escla­recimiento con nuestra propaganda y agitación sobre este tema, y, en la medida de lo posible, en especial en alianza con fuerzas católicas, continuar realizando iniciativas por la paz como algunas que se realizaron para fin de año.

XI. Movimiento contra la entrega a la URSS de las obras del Paraná Medio

Detalle oral.

XII. Posición de las distintas fuerzas políticas frente a las bases políticas de la dictadura

Aún varias de las principales fuerzas políticas no han producido una respuesta de sus organismos de dirección ante las Bases Políticas de la dictadura. La UCR y el peronismo estudian esas Bases. La UCR a­cordó que las declaraciones de sus dirigentes destaquen que el docu­mento de la dictadura: “tiene aspectos positivos en tanto compromete al gobierno a la normalización institucional, pero adolece básicamente por la falta de límites precisos para el cumplimiento de las etapas e­nunciadas” (Confirmado, 28-12-79).
La dirección oficial del peronismo se ha colocado en una línea o­positora, pero aún no ha producido una declaración de análisis de las Bases.
Ha trascendido que la dictadura –que ha realizado reuniones con la mayoría de los partidos políticos “suspendidos”– negocia con esos par­tidos el nombre de los futuros interventores en los mismos, y los te­mas del diálogo previo que se abriría en los próximos meses.
Las principales opiniones sobre las BASES podrían resumirse así:
a)    Han manifestado su apoyo abierto al plan político de la dictadura, aunque con distintos fundamentos y desde diferentes puntos de vis­ta:
–     La Fuerza Federalista Popular (FUFEPO)
–     El Partido Socialista Democrático (Américo Ghioldi)
–     El Movimiento Línea Popular (Carlos Silvestre Begnis)
–     El Partido Demócrata Progresista (Martínez Raymonda)
–     Acción Democristiana y Unión Cristiano Democrática.
–     Las dos fracciones del grupo “Sociedad de Estudio y Acción” dirigidas por Jaime Perriaux y Juan José Catalán, respectivamente.
–     El sector del Partido Popular Cristiano de Salvador Busacca y José Antonio Allende que declaró: “Aspiramos a una concertación nacional de todos los sectores que supone necesariamente en esta hora histórica la CONVERGENCIA CIVICO-MILITAR en la determina­ción de los grandes objetivos nacionales y en su instrumentación”.
–     En la Unión Cívica Radical empujan la convergencia cívico-militar y el colaboracionismo abierto con la dictadura entre otros: Gustavo Soler, César García Puente, Fernando de la Rúa, Angeloz, Benjamín Zavalía (quien en carta a Balbín expresó: “una solución perdurable requiere convergencia cívico-militar”).
–     En el peronismo:
a)     La corriente de Ángel Robledo-Julio Romero-Luis Sobrino Aran­da (que edita un periódico Convergencia en el que defiende la “concertación, convergencia, unidad o como quieran llamar­la” cívico-militar); la llamada “Generación Intermedia” de Norberto Agrelo, Dante Loos, Carlos Maldonado y el conocido agente soviético-cubano Roberto Grabois, grupo que reciente­mente defendió la dictadura militar en la Mesa de Partidos Políticos realizada en Madrid; Raúl Busto Fierro, para quien: “la tesis de la convergencia cívico-militar más que un postu­lado original del gobierno actual es la sustancia misma de la doctrina peronista”.
b)     Jorge Paladino.
c)     Raúl Matera, Osella Muñoz, Ferdinando Pedrini (quien declaró que su único jefe “falleció el 1° de Julio de 1974”, y que el diálogo con las autoridades “es indispensable para arribar al desemboque normal del proceso”, en declaraciones a La Ca­pital de Mar del Plata del 6-1-80), Luis Rubeo, Victorio Calabró.
d)     Otros: Edgar Sáa, Jorge Obón, Francisco López Bustos.
* b) Han manifestado su apoyo crítico a las Bases Políticas, en el sen­tido de considerarlas en cierto modo positivas, pero centrando en la necesidad de un movimiento previo a su instrumentación que des­place a Martínez de Hoz-Harguindeguy-Llerena Amadeo, imponga la salida presidencial de Viola, y abra el diálogo:
El MID: “la política de fondo o más exactamente la situación económico-social que ella ha creado condicionará de manera tajante el diálogo” y… “para que haya un debate ordenado y fructífero, y naturalmente un debate público como debe ser, el cambio de esa política es previo e insoslayable”. (Declaraciones de Arturo Frondizi sobre las Bases Políticas a Clarín del 22-12-79).
–     Lanusse: para éste la propuesta “no explica claramente cuándo ni cómo. Lo otro ya lo sabíamos. Lo que interesa ahora es hablar claro, porque no es tiempo de elecciones” y atacó la política económica.
–     El Partido “Comunista”: Con la publicación de las 'Bases Políti­cas' elaboradas por la Junta Militar, el debate nacional se ubi­ca en una nueva etapa”, y reclama que se abra un “período de diálogo amplio, profundo, sin cortapisas, que facilite la creación en el país de un sano clima de convivencia democrática” (Decla­ración suscrita por dirigentes del Comité Ejecutivo del P“C”).
–     El Partido Socialista Unificado: (Simón Lázara, quien critica que se discuta la propuesta política sin modificar la política económico-social lo que equivaldría, dice, a una “forma de ins­trumentación de esa misma política económico-social”).

–     Rubén Rabanal de la UCR, que definió a las Bases como un “primer hito incompleto e inconcluso”.
–     En una posición de apoyo crítico, vinculado a la política econó­mico-social y exigencias políticas, oscila un sector de dirigen­tes peronistas como Anchorena-Torres; y un sector radical numeroso como Trócoli que lo calificó de “insuficiente y tardío” y exigió se inicie el diálogo abierto, y como el de Alfonsín (que se­ñaló como “positivo” el “reconocimiento por las FF.AA. de la necesidad de poner en marcha el proceso de democratización” y como “negativo” las generalidades e imprecisiones del documento (Clarín, 21-12-79).
* c) En una posición predominantemente crítica:
Se han ubicado en una posición crítica, pero no opuesta frontalmente, el radicalismo cordobés (Illía), y los dirigentes radicales León, Perette, Tessio. En el peronismo hubo declaraciones confusas de Torcuato Fino. También tuvo expresiones críticas el dirigente del Partido Intransigente Oscar Alende. Idem: Saadi en el peronismo.
* d) En oposición a las Bases Políticas:
Además de nuestro Partido han tomado una posición opositora:
–     Los principales dirigentes peronistas: Bittel, Camus, Roca, Ca­rrasco, Iglesias, que reconstituyeron la unidad peronista del último congreso legal planteando la verticalidad en torno a Isa­bel Perón. Han repudiado la línea fijada por las Bases, y las declaraciones proscriptivas de Videla, en una decisión de importancia trascendente porque esa unidad es vital para impedir la fragmentación y liquidación del peronismo por la dictadura. Uno de los principales organizadores de la reunión de unidad del pero­nismo fue el ex senador peronista Armando Caro, quien declaró que las Bases Políticas de la dictadura tienen un “lenguaje agresivo” orientado “a soslayar la opinión de las grandes mayorías”, y constituyen “un nuevo intento de realizar una 'concordancia' al estilo de la heredera de la revolución de 1930 que presidió el general Uriburu”. También repudió las declaraciones proscripti­vas de Videla la Agrupación Verticalista Metropolitana (Ares, Bani, Embrioni, Virginia Sanguinetti, Julio Ramos) que declaró: “asumimos la mentalidad peronista que le molesta al Sr. Jorge R. Videla”.
–     El Partido Popular Cristiano, cuyo dirigente máximo, Enrique De Vedia, declaró: “la propuesta es quedarse”.
–     El Frente de Izquierda Popular.
–     La Confederación Socialista.
Nuestra posición

Las BASES POLITICAS, como ha quedado claro, son las BASES de la maniobra tramposa, fraudulenta y fascista, para asegurar la continuidad de la dictadura; la “cría” del monstruo. El sector hegemónico de la dictadura, el sector sovietófilo, tratará de instrumentarlas en dirección a la convergencia cívico-militar que plantea para asegurar la sumisión nacional al socialimperialismo soviético. Ese es su libreto. El nuestro: romper ese libreto. Nuestro deseo: romperlo en forma incruenta. Pero seríamos no sólo ingenuos, sino también traidores, si le dijésemos al pueblo que se puede acabar con esta dictadura –con lo que ella representa– ­en forma incruenta, ya que esto no depende de la voluntad del pueblo sino de la existencia en el poder de una dictadura asesina, la más siniestra que recuerda el país apoyada en un gigantesco aparato represivo de tipo fascista. Nosotros impulsaremos nuestra propia “convergencia cívi­co-militar” consistente en: atraer al movimiento revolucionario antidictatorial a las fuerzas patrióticas y democráticas de las FF.AA., que existen, y son importantes, y están asqueadas de los crímenes de la dicta­dura, para luchar por el derrocamiento revolucionario de ésta.
Nuestra línea: el derrocamiento revolucionario de la dictadura y, sobre esta base, la implantación de un gobierno provisional revolucio­nario de unidad antidictatorial que aplique un programa de emergencia y convoque a una Asamblea Constituyente plenamente soberana. Luchando por esta línea revolucionaria pugnamos por la más amplia unidad antidictatorial, e impulsamos, en esa perspectiva, todo acuerdo parcial, o por puntos mínimos, que contribuya a mejorar el bienestar del pueblo y defen­der la soberanía nacional, enfrentando a esta dictadura gorila, fascis­ta y asesina. Luchando por esa línea revolucionaria trataremos de apro­vechar a su favor todo golpe y contragolpe de Estado, toda “apertura” o proceso semejante, así como preveer el triunfo parcial, y la consolidación en forma relativamente estable, de la convergencia cívico-militar prorrusa, conscientes de que el Partido debe preparar planes diversos para situaciones diversas, pero que no tiene dos líneas, sino una: la lí­nea del derrocamiento revolucionario de la dictadura fascista prorrusa de Videla-Viola.

XIII. En relación con esto se plantea una cuestión central ¿Seremos capaces de derrotarlos? ¿El Partido podrá ser la vanguardia real de la lucha de masas por el derrocamiento revolucionario de la dictadura?
Enfrentamos a un enemigo fuerte; multiforme; apoyado por un imperialismo agresivo, expansionista y en ascenso. Para derrotarlos será necesario:
En primer lugar tener una línea antidictatorial correcta, impreg­nada de voluntad de lucha por el poder. El objetivo supremo del Partido es la lucha por el poder para lograr realizar su programa inmediato y mediato en marcha al comunismo, y éste objetivo debe teñir todo nuestro trabajo.
Luchamos por un frente único antidictatorial amplio. Las luchas por la paz con Chile; o por las libertades democráticas, y en apoyo a las “Madres de la Plaza”, con motivo de la llegada de la visita de la delegación de los Derechos Humanos de la OEA; así como, actualmente, la denuncia de la invasión soviética a Afganistán, nos ofrecen un buen ma­terial práctico de estudio sobre los modos de construcción de ese fren­te. Luchamos por un frente único amplio basado en el frente único del proletariado y en alianza obrero-campesina. Esto exige recuperar para la lucha las organizaciones obreras, campesinas y populares en manos de los colaboracionistas y conciliadores con la dictadura, y, como enseña la experiencia del movimiento de “las Madres de la Plaza de Mayo”, o la del movimiento nacional ferroviario, o la reciente huelga del Swift, para lograr esto nada puede reemplazar a la experiencia directa de las masas respecto de esa quintacolumna.
Un odio enorme, gigantesco, feroz, ha incubado contra la dictadura en los pechos de las masas oprimidas. Tenemos que ser capaces de organizar para la lucha ese odio, a través de formas múltiples. Ser capaces de ser vanguardia real de las masas significa que el Partido ofrece una alternativa real a las masas, una alternativa antidictatorial, frente a cada acontecimiento que les afecte o interese. Por eso el Partido debe, por ejemplo, tener una plataforma actualizada ante cada vendimia, o za­fra azucarera, o cosecha, para cada sector obrero o campesino que co­rresponde que integre el frente antidictatorial, y una propuesta basada en nuestro programa ante problemas como la privatización de la CAP, o GIOL y CAVIC, o el actual vaciamiento de los ingenios Ñuñorco y Santa Rosa, o el problema de la canalización del Bermejo, o la reorganización del puerto de Buenos Aires, o para los sectores populares y patrióticos afectados por el monopolio de la trenza prorrusa de los medios masivos de comunicación y cultura, etc.
Además no debemos olvidar nunca la rica tradición de lucha de nuestro Partido. Un rico tesoro que sobrevive en la memoria de masas impor­tantes de nuestro pueblo, y que tenemos que despertar del recuerdo, porque multiplica las fuerzas y potencialidades actuales del Partido, na­cionalmente y en muchas provincias del país. Nuestra participación en las grandes luchas posteriores a 1969, y la obra de nuestros mártires, es un aporte a la lucha actual de nuestro pueblo y nuestro Partido y no el producto de una mera visión nostálgica del pasado.
Una política justa de frente único nos exige privilegiar, sobre todo, la unidad con el peronismo “verticalista” que guarda la mayor cantera de fuerzas populares y antiimperialistas del peronismo. Nuestras relaciones con el peronismo que se mantiene fiel a la dirección de Isa­bel Perón son buenas, pero deben ser aún mejores, ya que existen condiciones para acuerdos concretos de unidad beneficiosos para ambos y para la lucha antidictatorial.
La otra fuerza hacia la que tenemos que practicar una línea conse­cuente de unidad es la del catolicismo; podemos lograr acuerdos concre­tos con gran parte de los sectores “tercermundistas” de la Iglesia y del sector que comúnmente denominamos “segundo mundista”, fiel a la lí­nea del Vaticano. De concretarse la visita del Papa para octubre, será necesario impulsar iniciativas unitarias múltiples en torno a la lucha por la paz, por los derechos humanos, y por lo que los católicos llaman “la cuestión social”.
También debemos realizar una política consecuente para estimular a los sectores antidictatoriales del radicalismo, lo que no será fácil, para que el radicalismo aísle y se depure de los sectores internos vinculados a la trenza prorrusa. Decimos que eso no será fácil porque son muy fuertes, en la UCR, los agentes del grupo de testaferros del P“C” y la URSS y los elementos asociados a estos testaferros. Lo mismo es válido para el socialismo, en donde los sectores prorrusos aprovechan de una gran dispersión de las fuerzas auténticamente antiimperialistas del socialismo, fuerzas que son importantes y están en crecimiento.
En el país surge una nueva izquierda, representada por los miles de combatientes –fundamentalmente peronistas– que luchan contra la dic­tadura. Debemos trabajar para que esa nueva izquierda, que será desde el punto de vista antiimperialista enemiga de todo imperialismo pero fundamentalmente antirrusa, sea capaz de reagrupar a la izquierda. La izquierda es una gran fuerza en nuestro país; en varias provincias ha sido mayoritaria, desde el punto de vista de las organizaciones de ma­sa, e incluso una gran fuerza electoral. Fundamentalmente esa izquierda –que protagonizó el Cordobazo y el Rosariazo– es peronista. En general una gran parte de sus dirigentes ha sido, y aún es, prosoviética, como corresponde al proceso histórico concreto que protagonizó, proceso que fue esencialmente antiyanqui. Esto (el ser de izquierda y el ser proso­viética) es en sí mismo antagónico, y en la medida en que se afirme uno de los dos elementos (el ser izquierda o el ser prosoviético) será anulado el otro. Esta izquierda, incluso la base del P“C”, ha sido brutal­mente perseguida, y está dividida e influida por los slogans de las corrientes prosoviéticas, pero puede ser ganada para una línea justa como lo demuestran las últimas luchas. El reagrupar a la izquierda con una línea justa es una condición imprescindible para dar una orientación correcta al movimiento popular antidictatorial y al frente único antidictatorial.
Tareas: oral (detalle de los objetivos nacionales de concentración del Partido en relación con sus objetivos estratégicos).

XIV. El Partido ha estado activo en la lucha reivindicativa, democrática, por la paz y antiimperialista, que reseñamos.
Durante el Mes de la Prensa Comunista cumplimos los objetivos de aumento de la difusión que habíamos planificado y ahora nos proponemos nuevos objetivos para consolidar un aumento planificado de la difusión. Es necesario que realicemos mayores esfuerzos por crecer en los centros de concentración obrera y campesina fundamentales de cada zona y, para ello, son indispensables los corresponsales de Nueva Hora en cada zona.
En nuestra propaganda general es necesario tener presente que las masas aún no ligan sus padecimientos a la dominación de la fuerza prosoviética que se mueve detrás de la dictadura, y desconocen el grado de poder económico y político-militar de esa trenza, lo que nos exige ser particularmente cuidadosos en la explicación de este tema evitando los clisés.
Aún se subestima el trabajo del Partido en literatura y librería, lo que tiñe de economismo y practicismo al trabajo partidario.
Existen buenas condiciones para que el Partido realice una agitación política medida, de carácter antisocialimperialista (con motivo de la invasión a Afganistán) y antidictatorial. Sin ir desplegando una la­bor de agitación mayor, la lucha antidictatorial no podrá pasar a esca­lones superiores. También debemos esforzarnos por comenzar a utilizar métodos modernos de propaganda (cintas grabadas, diapositivas, cine, videocasete, etc.)
Se ha hecho un buen trabajo con la rifa de fin de año lo que nos debe ayudar a mejorar el trabajo financiero ya que la falta de recur­sos ata, actualmente, las piernas del Partido.
Existen condiciones para un crecimiento planificado (que debemos cuidar sea respetuoso de las condiciones estatutarias y en especial de la vigilancia revolucionaria) del Partido.
Simultáneamente todo el Partido debe ubicar el trabajo presente, y futuro, en relación con el agudizamiento mundial de las tensiones que llevan a la guerra, y, en relación con esto, ir repensando el trabajo actual.
En cuanto a la Campaña de Estudio de las obras filosóficas del ca­marada Mao Tsetung, nos proponemos terminar su estudio a nivel de comi­siones nacionales y comités de zona para abril de este año, y dedicar todo el año 1980 al estudio en todos los organismos celulares del Partido.