Los sucesos actuales en Checoeslovaquia tienen sus raíces objetivas en un largo proceso operado en ese país socialista de deformación de la dictadura del proletariado, que impidió a ésta ser, por un lado, instrumento de la más amplia participación de las masas obreras y trabajadoras en el ejercicio del poder y, por otro, un aparato eficaz -por la participación proletaria y popular- en la represión a los intentos de las viejas clases explotadoras por mantener la conciencia individualista burguesa y restaurar al capitalismo; y se fue transformando en un control administrativo y burocrático del aparato del Partido sobre las masas, incluso sobre la propia clase obrera, al tiempo que los propios órganos de dirección del Partido se iban burocratizando y corrompiendo. El origen de esas deformaciones de la dictadura del proletariado tiene su causa inmediata en la desnaturalización del rol del Partido y de su relación con la clase obrera y el pueblo y sus organizaciones, y de su relación con los organismos de poder del proletariado, en un país en el que subsistían fuertes restos de las clases explotadoras.
Esos errores no fueron exclusivos del PC de Checoeslovaquia, sino que, desarrollados a partir de las condiciones de este país, resultaron condicionados por las deformaciones propias del periodo de dirección de Stalin en el PCUS, deformaciones que no encaradas autocríticamente en profundidad, y que consideradas simplemente como resultado del llamado “culto a la personalidad”, no pudieron ser ni descubiertas ni corregidas a través de un proceso de masas. Esas deformaciones se combinaron, cada vez más luego de 1955, con las desviaciones oportunistas de derecha que florecieron en el periodo de Jruschov y que aun mantienen arraigo, e incluso se desarrollan, en la política de varios Partidos Comunistas. Novotni fue uno de los representantes más típicos de todas esas deformaciones. No es extraño que en esa situación tanto la contrarrevolución interna, los oportunistas de todo tipo, y el imperialismo, hayan podido levantar cabeza. Hoy, cuando se traen frecuentemente a debate los sucesos de la contrarrevolución húngara de octubre-noviembre de 1956, es conveniente recordar, en relación con esto, las conclusiones a las que en su época llegó la dirección del PC de Hungría, conclusiones que indicaban que en los sucesos contrarrevolucionarios húngaros actuaron el imperialismo, el revisionismo y los errores cometidos por el Partido durante un largo periodo; y que el papel fundamental había correspondido a éstos –a los errores del Partido- porque sin ellos, sin la gravedad de ellos, no hubiesen podido obrar ni el imperialismo ni los reformistas.
Los errores cometidos por el PC Checoeslovaco durante un largo periodo, causaron grave daño al socialismo en ese país, aparejando una gran confusión ideológica en amplias capas del proletariado y el pueblo, apoliticismo y otros fenómenos negativos que, a su turno, incidieron en los graves problemas que atraviesa desde hace algunos años la economía checoeslovaca.
El amplísimo repudio de masas a las deformaciones del periodo Novotni está en la base de los actuales sucesos checoeslovacos. Sobre este repudio pretenden montarse los elementos de la burguesía, o al servicio de la burguesía, que quieren forzar un retroceso histórico hacia el capitalismo, y pretende montarse el imperialismo para lograr un cambio a su favor en la relación de fuerza en el centro de Europa. Todos ellos pretenden utilizar a grupos oportunistas, claramente revisionistas, que existen en la dirección del PC de Checoeslovaquia. Estos grupos oportunistas se apoyan en los errores del Plan de Estado, para exigir la liquidación de toda planificación socialista y el regreso a la “economía de mercado”; se apoyan en las deformaciones de la dictadura del proletariado checoeslovaco para exigir su transformación en “Estado de todo el pueblo”, con régimen parlamentario y pluralidad de partidos políticos no necesariamente socialistas, etc., etc. El imperialismo y las viejas clases explotadoras checoeslovacas tratan de impulsar ahora a esos elementos oportunistas, así como, hasta hace muy poco, utilizaron a su favor la profunda corrupción del grupo de cuadros adictos a Novotni (recordar el caso Sejna). El imperialismo -luego de la experiencia húngara- se mueve cautelosamente, entre bastidores, empujando un enfrentamiento entre el PC de Checoeslovaquia y el pueblo checo en su conjunto, contra la URSS y otros países socialistas, procurando afirmar una política que influencie en otros Estados socialistas. Pero la visión de los elementos impuros que arrastra el torrente desatado por el proceso checoeslovaco, no puede ocultar las causas reales del mismo (causas ya señaladas), y la necesidad de superar las deformaciones comentadas, para enfrentar a la reacción interna y externa enemiga del proletariado checoeslovaco. Esto solo se logrará con la más amplia participación de las masas trabajadoras, y con la dirección de los auténticos comunistas checoeslovacos, que en este proceso tan difícil, pugnan por defender y fortalecer el socialismo.
Para ello es preciso confiar en el proletariado checoeslovaco, y la solidaridad internacional de la clase obrera, enfrentando las posiciones revisionistas, antisocialistas y las posiciones dogmáticas, no leninistas, del viejo grupo Novotni.
Los problemas del socialismo en Checoeslovaquia son problemas del proletariado mundial. Los errores cometidos en su construcción afectan a los comunistas de todo el mundo, y la suerte del socialismo en ese país, es un problema que no incumbe solamente a los obreros checos y eslovacos. La cuestión radica en definir con qué línea y con qué métodos se los debe discutir. El PC (CNRR) no convalida que determinados partidos comunistas se hayan reunido para discutir los problemas de Checoeslovaquia, y la línea política del PC de este país, y que hayan opinado sobre la misma, sin la participación del propio Partido checoslovaco, con el cual tienen relaciones.
El Comité Nacional del PC (CNRR) considera imposible resolver a fondo las gravísimas deformaciones del periodo Novotni, y batir a los revisionistas, sin la más amplia participación de las masas obreras y trabajadoras de Checoeslovaquia. Es imposible sin ellas construir el socialismo, y para lograr eso nada peor que herir los sentimientos nacionales del pueblo checoeslovaco, sentimientos nacionales que se desarrollaron bajo siglos de dominación extranjera. Conviene recordar, una vez más, la posición de Lenin sobre estos problemas, su crítica implacable -por ejemplo- ante la actitud de Stalin y Ordzhonikdze cuando “se extralimitaron hasta aplicar la violencia física” para resolver un problema nacional planteado en Georgia. Dijo entonces Lenin que sería “oportunismo imperdonable”, en los comienzos del despertar definitivo de los pueblos oprimidos por el imperialismo, que “socavásemos entre ellos nuestro prestigio con la menor grosería o injusticia hacia los pueblos de otras nacionalidades que habitan nuestro país”. ( V.I. Lenin, O. C., tomo XXXVI, pág. 616)
La tarea de reforzar la dictadura del proletariado checoeslovaco no puede hacerse sin o contra éste.
El Comité Nacional del PC (CNRR) estima lesivo al internacionalismo proletario, y al prestigio mundial del comunismo, la demorada presencia de tropas soviéticas en Checoeslovaquia, sin el acuerdo del gobierno y del Partido checoeslovacos, lo que ha facilitado el trabajo de masas de los elementos revisionistas y antisoviéticos existentes en ese país. Ese hecho, y la carta de los partidos comunistas de cinco países socialistas, suscitó el más amplio repudio interno en Checoeslovaquia. El Comité Central del PC de ese país aprobó la respuesta a esa carta en una reunión en la que sobre 88 miembros presentes hubo solo un voto en contra.
Resulta difícil explicar al pueblo checoeslovaco por qué es una seria amenaza al socialismo el hallazgo de un paquete de armas cerca de la frontera alemana, y por qué no parece serlo el hecho de haber estado Sejna al frente del ejército checoeslovaco y de las fuerzas del Pacto de Varsovia, con cómplices en las más altas esferas del gobierno y el Partido.
Es difícil que los verdaderos comunistas checoeslovacos puedan comprender que la lucha contra la derecha implica apoyarse en los corruptos dirigentes ligados a Novotni, porque, precisamente, es imposible derrotar a los revisionistas sin una amplísima crítica de los errores del periodo anterior. Las respuestas dogmáticas al reformismo -impregnadas también ellas de oportunismo y rasgos nacionalistas- son incapaces de derrotarlo.
Los comunistas no somos defensores liberal-burgueses de la “no intervención”. El proletariado mundial y las fuerzas revolucionarias enfrentan internacionalmente al imperialismo. El imperialismo organiza y apoya, sin escrúpulos no intervencionistas, a la contrarrevolución mundial. Los comunistas somos partidarios de la ayuda y de ser necesario la intervención para derrotar la ayuda y la intervención contrarrevolucionaria del imperialismo. Esto exige una línea clara y consecuentemente revolucionaria orientada por una estrategia global de lucha antiimperialista. Una línea que enfrente, con métodos justos, la amenaza de restauración capitalista en Checoeslovaquia, que denuncia públicamente -si es preciso- el revisionismo de ciertos dirigentes checoeslovacos, y que haga lo mismo con el oportunismo de aquellos dirigentes comunistas que llevaron al proletariado francés a castrar el contenido revolucionario del movimiento de mayo de 1968 en Francia. Que condene públicamente y enfrente el peligro para la soberanía de los países socialistas del hallazgo de un paquete de armas en Checoeslovaquia al igual que -los mucho más peligrosos- bombardeos a Hanoi.
Las tendencias favorables a una intervención militar de otros países socialistas en Checoeslovaquia se basan en las siguientes tesis:
1. Existe un proceso contrarrevolucionario interno en Checoeslovaquia que amenaza ya el carácter socialista de este país.
2. Existe un plan de intervención imperialista en Checoeslovaquia que ya ha comenzado a ejecutarse (incidente del hallazgo de armas norteamericanas).
3. El PC de Checoeslovaquia ya no controla la situación.
Creemos que tal enfoque deforma la realidad de la situación checoeslovaca, y empuja a un enfrentamiento global con el PC checoeslovaco y el proletariado de este país que dificulta la lucha contra los elementos revisionistas.
Por todo ello creemos que -en tales condiciones, y subrayamos esto de “en tales condiciones”- la intervención militar de otros países socialistas en Checoeslovaquia es políticamente incorrecta y de gravísimas consecuencias para el proletariado internacional, que no resolverá el problema del triunfo definitivo del socialismo en Checoeslovaquia, que provocará una acentuación de las tendencias oportunistas y nacionalistas, en el movimiento comunista internacional, que debilitará la unidad de éste frente al imperialismo, y que incidirá negativamente en este periodo de inicio del auge de las luchas antiimperialistas y de clase en el mundo capitalista.
El Comité Nacional del PC (CNRR) considera que esta posición debe ser explicada ampliamente a la clase obrera y el pueblo. Al mismo tiempo, nuestros militantes, explicando nuestra posición, en ningún caso, apoyarán o propugnarán, en asambleas obreras, estudiantiles o de otro tipo, mociones censurando “la intervención soviética en los sucesos checoeslovacos”, o de “apoyo a la lucha ‘nacional’ o ‘democrática’ del pueblo checoeslovaco”, vengan de donde vengan (de sectores nacionalistas-burgueses, liberales, trotsquistas, etc.), porque ellas solo llevarían agua al molino de la contrarrevolución.