Hemos dicho ya que abarcar una valoración general de la trayectoria de José Ingenieros y sus vaivenes, de vasta influencia en la ciencia, la política y las corrientes de pensamiento, escapa a las posibilidades de esta columna.
Hemos dicho ya que abarcar una valoración general de la trayectoria de José Ingenieros y sus vaivenes, de vasta influencia en la ciencia, la política y las corrientes de pensamiento, escapa a las posibilidades de esta columna.
Sí podemos rescatar de esta figura, que en sus años mozos fuera parte de la primera agrupación socialista universitaria a fines del siglo 19, su adhesión a la Revolución Rusa de 1917. Producto de la mezcla de ideas que lo caracterizaba, y su desconocimiento del marxismo, Ingenieros, al tiempo que proclamaba la superioridad del proceso revolucionario ruso por sobre el capitalismo, no dudaba en caracterizarla como “Rusia es la Galilea; los bolcheviquis son los apóstoles. Se cree o no se cree en la Revolución Rusa; adherir a ella es un acto de fe en el porvenir”, decía en Las fuerzas morales de la revolución, en 1920.
Es interesante destacar el análisis que hace Ingenieros de las posibilidades de restauración capitalista en la Rusia soviética, en otro artículo del mismo año: Enseñanzas económicas de la Revolución Rusa, compilados por él mismo en un libro titulado Los tiempos nuevos, reflexiones optimistas sobre la guerra y la revolución, de 1921: “Es evidente que los partidos revolucionarios pueden ser desalojados del Gobierno, como ha ocurrido ya en Hungría, como puede ocurrir mañana en Rusia; pero esos episodios no han de volver cosa alguna al estado precedente, aunque los partidos restauradores recuperen por algún tiempo el Poder”. Reafirmando el optimismo al que hacía referencia en el título del libro, Ingenieros, mostrando el clima de la época y la admiración que despertaban los bolcheviques que estaban siendo atacados por la contrarrevolución interna e invadidos por los ejércitos de 14 países, desarrollaba: “los sucesivos episodios restauradores que sin duda ocurrirán en los próximos años dislocarán cada vez el problema en sentido favorable al proceso global de la revolución. Las más antagónicas oscilaciones políticas se acercarán a la misma finalidad económica de socializar los medios de producción y de cambio”. Con cierta ingenuidad y superficialidad, decía después este intelectual de vasta obra: “Los austeros dirigentes del partido bolcheviqui… han repetido que si el Poder pasara a otras manos, la nueva Rusia no volvería a ser la inmoral y encanallada del tiempo de los zares”. Y remataba “Los revolucionarios pueden caer, ser perseguidos, morir asesinados en masa, pero la Revolución triunfa para sus hijos: más o menos, según los casos, pero triunfa”. Sabemos los marxistas-leninistas-maoístas que el camino revolucionario es más complejo, pero hacemos nuestro el optimismo de José Ingenieros.