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04 de septiembre de 2015

Se llamaba Aylan Kurdi. Tenía tres años y era sirio. Aylan es uno de los más de 26 mil inmigrantes muertos desde el comienzo del siglo 21, mientras intentaban atravesar el Mediterráneo para llegar a las costas de Europa. 

Inmigrantes: un nuevo crimen imperialista

Los pueblos de Europa se movilizan con la consigna “Bienvenidos refugiados”

 
 La imagen del cuerpito de Aylan en las playas de Turquía denuncia mejor que muchas palabras, la infame política de las potencias imperialistas hacia los trabajadores migrantes y los refugiados.

 
 La imagen del cuerpito de Aylan en las playas de Turquía denuncia mejor que muchas palabras, la infame política de las potencias imperialistas hacia los trabajadores migrantes y los refugiados.
Porque más allá que hoy muchos gobernantes europeos anden rasgándose las vestiduras en los medios, las miles de muertes, y las infrahumanas condiciones a las que son condenados muchos de los sobrevivientes de las migraciones, tienen responsables. Los gobiernos de las principales potencias europeas, que durante años atrajeron a inmigrantes para superexplotarlos en cuanto trabajo industrial o de servicios pudieran, hoy, con sus economías en crisis o recuperándose “a paso de tortuga”, buscan una y mil maneras de expulsar a centenares de miles de personas procedentes principalmente de Siria, Libia, Eritrea, Somalia, Afganistán, Irak, entre otros países. 
Los gobernantes de la Unión Europea, que en muchos casos han atizado las guerras que se están desarrollando en estos países, hoy intentan levantar un muro de restricciones legales y fuerzas represivas, asustados ante la “invasión”. Nada que envidiarle al fascista yanqui Donald Trump, que ha planteado construir un muro “mayor que la Muralla China”, en la frontera entre Estados Unidos y México (donde han muerto cerca de 500 personas sólo en 2013), si es elegido presidente, citando a la “inmigración ilegal” como el tema más importante que enfrenta Estados Unidos hoy.
Junto con esto, las mismas potencias imperialistas (europeos, yanquis, rusos y chinos) que durante años financiaron y les vendieron armas a grupos como el Estado Islámico, ahora, como hicieron en otro momento con Irak y Afganistán, usan el argumento de “terminar con el terrorismo” para justificar su intervención en Siria y otros países, como si esto fuera la “solución” al problema de los emigrados. Libia e Irak son la mejor demostración de que sus agresiones e invasiones no han hecho más que agravar el drama de millones de pobladores en estos países.
La Unión Europea, desde principios del 2000, ha desarrollado políticas que han restringido cada vez más la inmigración legal. El eje central de todas estas medidas ha sido el cierre de las fronteras, y los mecanismos represivos para detener y/o expulsar inmigrantes “ilegales”. Desde la creación en 2005 de la Agencia de Control de Fronteras Exteriores (Frontex) del francés “frontières extérieures”, al “Operativo tritón” (para rescates en el Mediterráneo), lo único que han aumentado son las muertes, y los campamentos de refugiados, en Italia, Alemania y ahora también en algunos países del Este europeo, como vimos estos días en Hungría y Bulgaria.
 
“Bienvenidos refugiados”
La Organización Internacional para las Migraciones, por boca de su director general, William Lacy Swing denunció la semana pasada que “Lo que está ocurriendo ahora es peor que una tragedia: es un crimen, el más atroz que he visto en cincuenta años de servicio”. Swing describió en detalle el oscuro negocio que se esconde tras la desesperación de los inmigrantes, denunciando que las mafias de traficantes que “pasan” los inmigrantes en destartalados botes por el mediterráneo, en cajas de camiones, o directamente caminando a través de determinados pasos fronterizos, ganan millonarias sumas, una parte de lo cual se destina a coimear funcionarios en varios países de la UE. 
Por su parte, Amnesty Internacional, el año pasado, en un documento titulado “Vidas a la deriva”, afirma que el aumento de personas refugiadas y migrantes dispuestas a correr el riesgo de realizar largos viajes en embarcaciones destartaladas y en condiciones de hacinamiento no es solo consecuencia del aumento de la inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África, o del deterioro de la situación en Libia. “También es consecuencia –indica el informe–, del progresivo cierre de las fronteras terrestres de Europa y de la inexistencia de vías seguras y legales de entrada en la UE para estas personas”. “Es una ecuación sencilla: mientras el número de personas que toma esta peligrosa ruta marítima aumente y los recursos dedicados a la búsqueda y el rescate disminuyan, más personas morirán”, dijo por su parte John Dalhuisen, director del Programa Regional para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.
Las causas de fondo del verdadero genocidio al que estamos asistiendo están en las políticas imperialistas que hunden sus garras en los países africanos, asiáticos o americanos profundizando su dependencia, la misma política que genera guerras por el control de los mercados y las materias primas. Guerras que hunden en la miseria y el desarraigo a millones de personas. 
Los pueblos de Europa están reaccionando frente a tanta xenofobia por parte de sus gobernantes, como lo han mostrado las recientes manifestaciones en ciudades alemanas, como en Dresden, donde el sábado 29 de agosto cerca de diez mil dieron un estruendoso “bienvenidos, refugiados”, y reclamaron protección en vez de políticas racistas. El lunes 31, en Austria, cerca de 20 mil personas manifestaron en su capital, Viena, exigiendo que el gobierno deje pasar a los trenes cargados de inmigrantes y detenidos en sus fronteras. Las redes sociales se han llenado de denuncias de las políticas de los gobiernos europeos, evidenciando el hartazgo de vastos sectores populares ante tanta hipocresía. 
El “bienvenidos refugiados” se está convirtiendo en bandera de lucha por un mundo mejor. Una bandera que los revolucionarios levantamos, con la convicción de que más temprano que tarde la lucha de los pueblos por su liberación triunfará, y enviará al basurero de la historia a estos mercaderes de la muerte.