Noticias

23 de julio de 2025

El 90% de los cómputos relacionados con IA se procesa en EEUU y China

Inteligencia Artificial soberana

En junio de este año, el New York Times publicaba una nota llamada “la brecha global de la IA” haciéndose eco de estudios de la Universidad de Oxford en los que se observó que los centros de datos (o data centers, como se los conoce en inglés) con capacidad de Inteligencia Artificial están concentrados en sólo 32 países. De ellos, más de la mitad se encuentra en Estados Unidos, China o la Unión Europea. Es más: Según esta investigación, el 90% de los cómputos relacionados con IA que se ejecutan en el mundo, se procesa en centros de datos estadounidenses o chinos.

¿Pero qué es y para qué sirve la Inteligencia Artificial? Este concepto se aplica a las máquinas que a base de algoritmos intentan imitar algunos de los aspectos de la mente humana. Hoy podríamos resumirlo en sistemas computacionales que se alimentan de la información que tienen disponible para intentar resolver tareas complejas de la forma más automatizada posible. El ejemplo más claro son las plataformas como ChatGPT que podemos usar para transformar fotos en anime o generar una dudosa monografía sobre la llanura pampeana. Sin embargo, también usan IA los drones de todo tipo y tamaño que impactan en Rusia y Ucrania, o las municiones merodeadoras de India que esperan la más mínima señal del radar pakistaní para caer en picada sobre su blanco.

También los sistemas de alerta temprana o de defensa antiaérea de muchos países utilizan IA para prever ataques y planear contraofensivas en el mismo tiempo que le lleva pestañear al general al mando. También hay IA en la generación de nuevos medicamentos, o en el estudio del ADN.

Y es frente a este escenario, en el que una herramienta computacional nos da un rango tan amplio de utilidades, que tenemos que introducir otro concepto. El de soberanía.

Si a modo de ejercicio le pedimos a una o varias IA comerciales que nos definan “soberanía argentina”, las respuestas no variarán mucho de “Es el derecho del pueblo argentino a gobernarse a sí mismo, sin interferencia externa, y a ejercer control sobre su territorio, recursos y decisiones políticas». Hoy en día y con la capacidad, el ingenio y los materiales con los que contamos o podríamos contar ¿es de ciencia ficción pensar en drones aéreos y navales que controlen la actividad de nuestro litoral marítimo? Si desarrollamos e incluso tenemos satélites como los Saocom (Satélite Argentino de Observación Con Microondas) que monitorean valores como la humedad del suelo, no parece descabellado pensar que podemos generar modelos agropecuarios con ayuda de IA para optimizar cosechas o prevenir desastres a partir también de otros parámetros ambientales.

Es cuestión de pensar unos minutos para que aparezcan múltiples oportunidades en las que la IA puede ser de ayuda al desarrollo nacional. Sin embargo, si queremos una IA netamente argentina que ayude a resolver los problemas reales de los argentinos, no podemos olvidar el “sin intervención extranjera», porque es difícil hablar de una Inteligencia Artificial soberana cuando el procesamiento de la información lo hace un servidor enchufado en Oregon, Estados Unidos. Mucho menos si pensamos en una IA entrenada para la defensa nacional de un país como el nuestro, con parte de su territorio ocupado por Gran Bretaña.

Volvamos a la nota del New York Times. El artículo comienza haciendo una comparación entre dos personas ligadas a la informática. El primero es Sam Altman, el multimillonario al frente de OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT, que visita la obra en construcción de su próximo Data Center en Texas, valuado en 60.000 millones de dólares. El segundo es Nicolás Wolovick, licenciado en Ciencias de la Computación argentino, que cuando le preguntan su opinión sobre la brecha entre los países dueños de la IA y los que terminamos dependiendo de ellos, desde el centro de cómputos de la Universidad Nacional de Córdoba declara “estamos perdiendo”.

Ahora bien ¿Hasta cuándo vamos a seguir perdiendo? ¿Podemos aspirar a tener una infraestructura nacional sobre la cual montar una IA igual de nacional, en la que incluso los componentes electrónicos puedan ser progresivamente cada vez más argentinos? Por supuesto, no hablamos de pasar de una dependencia casi total como la actual a la producción de todo el paquete tecnológico que requieren este tipo de soluciones, pero esa debería ser la estrategia a mediano-largo plazo.

Entre muchísimos conceptos y enseñanzas, Jorge Sábato nos deja dos ideas que sirven al debate. La primera es que “si se pretende obtener plena autonomía en el manejo de la tecnología, es absolutamente esencial respetar su naturaleza social y esforzarse por lograr que sectores cada vez más vastos de la sociedad participen en el proceso”. La segunda es que “si el paquete [tecnológico] tiene todos elementos importados, sencillamente estamos en una situación de encontrarnos bajo el dominio del dueño del paquete”.

Claramente plantear estas ideas se dificulta con un gobierno nacional que está empecinado en achicar el Estado y desentender nuestras necesidades más básicas como salud, educación o vivienda. Ni hablar de una infraestructura e industrias nacionales. A un gobierno que cree que fue un error estatizar YPF y se sienta a negociar sobre defensa con el usurpador inglés poco le pueden importar conceptos como la soberanía. Queda en nuestras manos entonces, como pueblo argentino, la tarea de seguir peleando por ser libres de toda dominación extranjera y sacarnos de encima los lastres que nos atan a la dependencia de los imperios.

Foto: Ubicación de los centros de datos de inteligencia artificial en el mundo

Escribe Héctor Torres

hoy N° 2069 23/07/2025