La diferencia entre los terratenientes invernadores y los criadores cubrió una larga etapa de la historia argentina del siglo 20. Un grupo de invernadores, aunque a distintos precios, vendía siempre toda su hacienda en la estancia, directamente al frigorífico. Mientras el criador no tenía entrada en el frigorífico, salvo cuando había escasez, por lo que estaba a merced del gran invernador.
La diferencia entre los terratenientes invernadores y los criadores cubrió una larga etapa de la historia argentina del siglo 20. Un grupo de invernadores, aunque a distintos precios, vendía siempre toda su hacienda en la estancia, directamente al frigorífico. Mientras el criador no tenía entrada en el frigorífico, salvo cuando había escasez, por lo que estaba a merced del gran invernador.
A los pequeños productores los frigoríficos les compraban los novillos, previa una cuidadosa revisación. A los invernadores, al barrer. Esta contradicción se reflejó crudamente en la política argentina durante décadas.