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12 de diciembre de 2019

Una novela de Oscar Marioni (Fierro)

Ishma la vigía

Reproducimos el prólogo de Jorge Paladino para esta obra escrita por el compañero Oscar Marioni, quien firma las columnas políticas de nuestro semanario como Ricardo Fierro.

Mi gran maestro de dirección teatral, Juan Carlos Gené, siempre decía que la ficción no está sobre el escenario sino en la platea. Esta obra me hizo transitar esa aparente paradoja. Si llamamos “escenario” al libro y “platea” a sus lectores, veremos que los hechos, casi inverosímiles, que narra esta obra, ya sea tristes o sangrientos, emotivos o profundos, en realidad están por debajo de la intensidad con que suceden en la vida real.

A pesar de ello, el autor logra meternos dentro de Ishma, dentro de Cajamarca, y en esa nebulosa relación del poder y sus secuaces, de una manera abrupta, sin anestesia. Los sentimientos que despiertan sus personajes son viscerales, no hay tiempo para reflexionar sobre ellos porque el ritmo de la obra no lo permite.

El narrador (omnisciente) es otro personaje, más extraño aún que los que habitan en el texto. Hay algo de crueldad en su relato, algo de indignación y de hartazgo, como si quisiera escupir las imágenes en vez de detallarlas. Es duro y pragmático, como un boxeador sobre un ring, incluso utiliza con frecuencia el código lingüístico de ese deporte. Pero, a la vez, con insólita poesía nos lleva de la mano hasta el borde de un abismo, dispuestos a volar como un cóndor, el cóndor que irá en busca de Ishma… cuando sea la hora.

Es imposible no dejarse llevar por las visiones de la protagonista, hasta los límites casi mágicos de sus vivencias. Orgullosa de su raza y su nación diaguita, nos hace respetarla, y hasta envidiarla en su amor por todo lo que la rodea y en su entereza para enfrentar, lo que muchas veces, se nos presenta como inexpugnable. Una lección de vida en armonía con la naturaleza, y al mismo tiempo, comprometida en el riguroso fragor de la lucha de clases.

¿Puede un/a originario/a hacerse revolucionario/a en esa lucha? ¿Puede compatibilizar sus creencias religiosas y ancestrales con las leyes del marxismo? ¿Puede transformar su vida para ponerse al servicio de una causa revolucionaria? Claro que sí… y no debería sorprendernos. Las enseñanzas de sus antepasados hablan de la libertad y la igualdad entre los seres humanos, hablan de cuidar y respetar la tierra que nos da la vida, hablan de aprender siempre de los hechos y escuchar la voz de sus ancianos, hablan de que nadie puede ser esclavo de nadie y de lo importante que es estar juntos.

Ishma irá recuperando a lo largo de su historia la lengua y la cultura de su pueblo, que le fueron robadas desde niña. Soportará vejámenes y atropellos inauditos. Irá encontrando los orígenes de su aptitud de ver más allá… su don de vigía. Vivirá el amor intensamente y luchará por arrancar a sus hijas e hijos de la prostitución y la droga en que los sumergió la pobreza. Será líder, será guía, e irá encontrando los caminos de la filosofía que le permita luchar para transformar la inmundicia que la rodea. Se hará comunista, se hará revolucionaria y mantendrá siempre en alto esas banderas por las que dará su vida.

Desde las altas esferas del Estado y hasta la más humilde choza de “El zanjón”, pasando por asquerosos tugurios y conspiraciones de los serviles al poder, desfila ante nosotros una larga caravana de personajes. Algunos delineados, breves, hechos en dos pinceladas; y otros que atravesarán la obra de punta a punta. Entre estos últimos están los luchadores que mostrarán a Ishma el camino del maoísmo y también los desclasados, es decir, los que nacidos allí, en la pobreza, han traicionado a su gente y se han vuelto más sanguinarios que sus propios patrones. Contra ellos logrará Ishma levantar a todo un pueblo.

El autor nos irá contando cómo lo hizo, y ella nos irá contando, como si fuéramos sus nietos/as, la historia del reencuentro con su raza, con su identidad. Así como su abuela un día le contó a ella y le pidió que ella nos contara. Después fue mucho más fácil acercarse a la revolución, porque su propia cultura ancestral encierra muchos de sus mismos ideales. En las palabras que componen este libro está plasmada esa transformación, poco creíble para los que subestiman la sabiduría del pueblo, pero no está dirigido a ellos… es un libro sólo para millones de sabios.

Hoy N° 1795 12/12/2019