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09 de marzo de 2016

Queremos abordar en esta sección poemas, cartas y/o escritos de comunistas y revolucionarios de todos los tiempos que son ejemplo para nuevas y viejas generaciones.
Hoy, extractos de un texto del revolucionario francés Gracus Babeuf, “Llamamiento apremiante a los patriotas”, publicado en El Tribuno del Pueblo, No. 42, en 1796.

Jamás se hará nada grande y digno del pueblo más que por el pueblo mismo

Vale la pena luchar por la revolución

 

 
Es necesario que el partido del pueblo esté en condiciones de vencer por sí solo al partido monárquico, cuyo ídolo está en Verona, y al partido monárquico, cuyos ídolos están en el Luxemburgo, sin tener necesidad de ayuda ni de uno ni del otro… Los gansos, los bobos de la facción de los prudentes quizá digan también que hubiera valido más encubrirse tras alguna sombra. Yo digo que ya es hora de que la masa del ejército de sansculotte* salga al campo; su existencia no puede ya ser escondida al enemigo. No es por sorpresa como podemos y queremos vencerles; es de una manera más digna del pueblo. 
Lejos de nosotros la pusilanimidad que nos haría creer que nada podemos por nosotros mismos, y que siempre necesitamos gobernantes con nosotros. Los gobernantes no hacen revoluciones más que para gobernar siempre. Nosotros queremos hacer una, en fin, para asegurar para siempre la felicidad del pueblo con la democracia verdadera. ¡Sansculottes! Rechacemos la idea de una simple animadversión contra ciertos hombres. Es por el pan, el bienestar y la libertad por lo que nos apasionamos. No nos dejemos engañar. No distraigamos nuestra atención de la verdadera cuestión que nos interesa. Os lo digo y os lo repito: es un error creer que no podéis nada solos y con vuestras propias fuerzas.
Jamás se hará nada grande y digno del pueblo más que por el pueblo mismo y cuando no habrá más que él. No os mováis pues, más que cuando veáis moverse y aparecer a los hombres del pueblo. No caigáis en la trampa; no busquéis fuera a vuestros liberadores; no admitáis otros estandartes. No, no, ya no está al alcance de la inquisición, sea civil o militar, impedir la lectura de nuestras publicaciones a nuestros soldados y a nuestros obreros; éstos las devoran y extraen los fermentos del contagio democrático más activo y más embriagador. ¡Pueblo! así es como tus hombres te bastan, porque te tienen dentro de ellos, a ti, pueblo entero; y se trata de una buena parte de los soldados sansculotte, que los gobernantes se habían prometido extraviar para oponértelos. De esta forma iremos juntos, el día del pueblo, a una victoria segura, tras y bajo la única dirección de los hombres del pueblo, cuando ellos nos señalen este día feliz.
 
Nota
*Sansculotte: literalmente “sin calzones”, denominación despectiva de los trabajadores independientes, pequeños comerciantes y artesanos (carpinteros, sastres, etc.), luego apropiada por los partisanos de izquierda durante la Revolución Francesa.