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15 de mayo de 2019

La lucha contra el hambre en los comedores del conurbano bonaerense

“Jamás vi un gobierno tan hambreador”

Durante la jornada nacional de desocupados, en La Matanza, entrevistamos a compañeras que están al frente de comedores y merenderos en los barrios. Ellas son Gisela (barrio Buen Pastor de Isidro Casanova), Marta (El Porvenir) y Claudia (Villa Adriana, Laferrere).

—¿A cuántos chicos o familias dan de comer normalmente?
Gisela: Lo que es comedor y copa, alrededor de 130 chicos y adultos. Tenemos comedor hasta los sábados y copa de leche también. Los chicos vienen a retirar. Pero hay mamás que vienen y llevan para sus casas para los chicos que no comen en el comedor.

Marta: Yo tengo 90 criaturas que vienen a una copa de leche, en la otra tengo 80. Son hijos de nuestros propios compañeros de la Corriente, y a su vez vecinos. Elegimos hacer los sábados el comedor porque ese día los chicos no tienen colegio y no comen.

Claudia: Nosotros tenemos dos copas de leche y comedor, entre los dos sumamos 600. Y de noche hacemos cena, donde vienen 150 personas a retirar comida. A la vez damos de comer a la gente en situación de calle. Los jóvenes salen a los hospitales, alrededor, a dar comida a la gente en situación de calle.

—¿Cómo se juntan los recursos para sostener el comedor o el merendero?
Marta: No nos da nadie, el gobierno, nada. Entre compañeras, cada una trae una papa, una cebolla, un morrón, lo que se consigue. Mangueamos la carne en la carnicería, y la mercadería la llevamos desde nuestra propia organización. Golpeamos la puerta en todos los almacenes de los barrios, las carnicerías, pedimos una colaboración, nos donan lo que nos donan. Así vamos, a pulmón, trabajando.

—Por lo general ¿qué se cocina?
Gisela: Mayormente guisos, lentejas, fideos con tuco. Lo que se puede. El tema es que la mayoría de los comedores de la zona tienen cupos limitados, hay muchos chicos que ni siquiera en los días de semana consiguen comida para comer.

Claudia: A veces te vienen con los tápers, a veces hay que hacer malabares, y cuando no queda comida se le da un paquete de arroz solo para que se lo hagan en la casa. Nosotros vamos al Mercado Central y traemos verdura, pero también, como dijo la compañera, los propios vecinos van sacando algo de sus casas, lo traen; ven la causa y se van acercando.

Marta: Los precios esenciales no los conseguimos por ningún lado. Así es la mentira del gobierno. La realidad nuestra esa es la verdad. Pibes que no tienen para comer. Pibes que no tiene qué ponerse. Pibes que en el medio del frío van en ojotas, a los que les buscamos ropa, lo que podemos. Hoy estamos acá por ese motivo.

—Y con el hambre y la necesidad que contás, vienen las enfermedades…
Marta: volvió la tuberculosis, enfermedad que se había erradicado. Y todos sabemos que la tuberculosis es hambre, es frío, es mala alimentación. La desocupación creció no el 100%, creció el mil por mil. Todos los días vienen vecinos que se acercan y les tenemos que decir por ahora no tenemos cupo, pero por el bolsón de la mercadería, aunque sea, se acercan. Porque realmente hay hambre. Yo tengo 70 años, y jamás, de todos los gobiernos que pasaron, jamás vi un gobierno tan hambreador.

Claudia: hay mucho jubilado sufriendo. Gente grande, con el bastón, viene a pedir porque no tiene. Tenemos mucha gente con discapacidad a la que le cortaron la obra social. Gente que tiene hijos con discapacidad, que el papá hacía una changa y ahora no hay. Te vienen a pedir leche, azúcar o harina para torta frita. Acá una compañera que está en otro comedor, me dice que los chicos le llegan descalzos. Gente que tenía su trabajo, que trabajaba en limpieza, en relación de dependencia.

Gisela: Hay un montón de criaturas desnutridas, con bajo peso, con sobrepeso por la alimentación, por no tener los nutrientes que los chicos necesitan. Incluso hay un virus nuevo: los chicos se lastiman, se les hace una infección con granos. Hay chicos que han terminado internados por esa infección. Y para una madre tener un chico internado y tener que velar por los otros que tienen que comer, es muy complicado. Muchas veces nos ha tocado sacar de nuestras casas para darle a otro para que coma. Es complicado.

Claudia: Además, antes te daban el remedio en la salita o en el hospital, pero ahora no hay. No hay ibuprofeno, no hay remedio para la tos. Y muchas veces te llegan de noche para el remedio o para el boleto para ir al hospital.

—La desesperación de las madres…
Gisela: Hay muchos chicos que cuando terminan la merienda, sacan la botella de gaseosa para llevarse la leche a la casa, para la mamá. Por ahí te dicen: le llevo una rosquita a mi mamá o un pedacito de pan.

Claudia: Sí, muchos se miden lo que comen y se lo guardan para llevárselo al hermanito que quedó en la casa o para que la mamá coma. Porque nosotras tomamos mate para que los maridos estén en condiciones para estar en sus trabajos.

Marta: Hay muchas mamás jóvenes con embarazos con mala alimentación, imagínate cómo nace esa criatura… los tres primeros años, si el chico no se alimenta correctamente, no tiene la capacidad para estudiar, para desenvolverse, desarrollarse. Los tres primeros años son esenciales en los chicos.

Claudia: Después escuchás a la gobernadora que dice que hay queso, que hay leche, pero resulta que es mentira, porque la realidad a nosotras no nos va a dejar mentir. Después nos gritan choripaneros, que somos piqueteros vagos, pero trabajamos más que nadie. Porque no descansamos. Porque después de atender el comedor, volvemos a nuestras casas pensando qué le vamos a dar mañana.

Gisela: Sí, y a cocinar con leña… incluso muchos hogares no tienen gas, no pueden comprar la garrafa, les cortan la luz.

—¿A cuánto está la garrafa hoy en el barrio?
Gisela: 350.

Claudia: 450 acá en la YPF. 480 la pagué en el Club Independencia.

Gisela: Aparte, no dura. En el comedor una está comprando hasta cuatro garrafas mensuales.
Claudia: Los días que están lindos, hacemos con leña las tortas fritas para poder cuidar el gas para los días de lluvia…

—¿Cómo se resolvería el problema del hambre en los barrios?
Marta: Con un gobierno patriótico y popular.

Gisela: Y una emergencia alimentaria ya porque no se aguanta.

Claudia: ¡Que salga ya la ley de emergencia!

Gisela: Y un trabajo genuino. Porque nosotras buscamos trabajo. Porque no queremos que el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos sea el que padecemos nosotros ahora.

 

Hoy N° 1766 15/05/2019