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02 de octubre de 2010

“Jorge: que nunca nadie ligue la tristeza a tu nombre”

Hoy 1233 / Changui Cáceres, UCR de Santa Fe

Vengo a despedir a mi viejo presidente de la Federación Universitaria Argentina, a mi amigo, a mi compañero de innumerables luchas desde las épocas juveniles donde soñábamos juntos una Argentina más justa, más fraterna, más solidaria, más digna de ser vivida por todos:
Entendíamos ya, en esa época, cuando empezábamos a razonar, que había que defender el acceso a la educación por parte de todos. Y eso tenía que ver con la Ley 14.020, con valores que levantaba entonces la Reforma Universitaria. Y finalizando la década del ’50 estábamos en ese esfuerzo. Era imposible soñar esa sociedad más justa si no garantizábamos para el conjunto de hombres y mujeres del país, la igualdad de posibilidades para pelearle a la vida, para construir una familia, para construir una sociedad mejor.
La década del ’60 nos encontró enfrentando la dictadura militar, reclamando la libertad, reclamando la posibilidad de pensar en libertad y de expresar libremente el pensamiento. Y la década del ’70 nos encontró otra vez enfrentando al terrorismo de Estado.
Sabíamos con Jorge, para ese entonces ya cada uno en su partido, el valor que tenía la historia, que nos podía ayudar a prever las actitudes de los hombres y de las mujeres en función de las cosas que a lo largo del tiempo uno venía haciendo. Nos ayudaba a diferenciar los que eran los incoherentes y los saltimbanquis, de los que tras una idea pechaban y repechaban tratando de abrir camino, tratando de subir la cuesta. Por eso no podía llamar la atención a los allegados a uno o los allegados al otro.
En esta Argentina de las incertidumbres y las dificultades, cuando aparecían nubes que muchas veces generaban confusiones en la sociedad, nos llamábamos por teléfono. Y uno le decía al otro: "che, esto está sumamente complicado, quiero saber cómo ven ustedes esto". O era el otro el que llamaba y le planteaba exactamente lo mismo… Y café de por medio, o almuerzo frugal de por medio, deshojábamos la margarita de nuestros sueños juveniles, viendo que se nos escapaba en la distancia, pero con la convicción de seguir en la lucha y de seguir peleando para garantizar una argentina independiente, una argentina soberana, una sociedad más justa y más fraterna. Esas fueron las luchas que nos fueron hermanando con el transcurso del tiempo y de los años.
Yo les quiero decir a los amigos de él aquí presentes, les quiero decir a los militantes de su Partido aquí presentes, a su pareja, a sus hijos, que ese hombre de bien siempre recordaba conmigo, y junto con los que pertenecemos a la misma generación, a un poeta, cuando señalábamos que había que pensar desde la alegría: "por la alegría he vivido, por la alegría muero". Y yo diría, parafraseando a ese poeta… Jorge: ¡que nunca nadie ligue la tristeza a tu nombre!