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23 de marzo de 2011


Juana Moro, la emparedada

Hoy 1361 / Breves de la historia argentina

Una muestra del carácter represivo y feroz que los absolutistas españoles practicaron contra la población patriota que les resistía, es la técnica del emparedado o tapiado, que consistía en encerrar a una persona en una habitación, tapiarla y dejarla morir de hambre y sed.
Es lo que hicieron con Juana Moro en Salta en 1814. Cuando por temas militares los absolutistas monárquicos debieron abandonar la ciudad, la cautiva se salvó y pudo continuar durante varios años con su tarea patriótica.

Una muestra del carácter represivo y feroz que los absolutistas españoles practicaron contra la población patriota que les resistía, es la técnica del emparedado o tapiado, que consistía en encerrar a una persona en una habitación, tapiarla y dejarla morir de hambre y sed.
Es lo que hicieron con Juana Moro en Salta en 1814. Cuando por temas militares los absolutistas monárquicos debieron abandonar la ciudad, la cautiva se salvó y pudo continuar durante varios años con su tarea patriótica.
¿Quién fue Juana Moro? Había nacido en Jujuy. En 1802 se casó con un oficial español, y se radicaron en la ciudad de Salta. Fue amante del marqués de Yavi, un miembro de la nobleza española que colaboró con Belgrano; un hombre de ideas democráticas que combatió luego con sus tropas a favor de las fuerzas patriotas en el Alto Perú.
Sobre el marqués de Yavi, es necesario leer las memorias del General Paz, que lo rescata por su gran aporte al triunfo de Belgrano en la Batalla de Salta.
Juana Moro, con 29 años, hacía de correo y nexo con el general Arenales y las tropas de la guerra de las Republiquetas. Como su tarea era secreta, no se conoce el detalle de sus actividades.
Luego de Ayohuma, el general Pezuela pudo invadir la provincia en 1814, y con información sobre las tareas y la situación sentimental de Juana Moro, ordenó emparedarla en su propia casa. En días posteriores, los monárquicos absolutistas debían abandonar la ciudad, y la emparedada era rescatada con vida.
Siguió cumpliendo tarea de inteligencia y nexo, vestida como hombre y como chola. También fue muy amiga de Serafina de Hoyos, la mujer del general Arenales. Luego de la independencia continuó en Salta, vivió muchos años para la época, y falleció casi centenaria en 1870.
Posiblemente existan más datos sobre esta mujer patriota y valiente, de la que apenas una escuela lleva su nombre, y hay una mención en el frente de la casa donde fue emparedada, en la calle España en la ciudad de Salta.
Rescatarla del olvido es nuestro homenaje a ella y a los miles de héroes populares de la guerra de la independencia.